Madame H mira debajo del mostrador, ahora que está a solas. Está más pálida que de costumbre.
- Mamá, ven a verme.- dice. - Cada vez pierdo a más personas que amo y no sé cómo soportarlo.
Como en la ficción todo es posible, y en el
Forgotten Pub uno encuentra lo que ha perdido, la madre de Madame H aparece por la puerta.
- Te dije que era el principio del fin, cariño. No pudiste hacer nada más.
- Mamá, quiero saber dónde te has ido. Dónde estáis tú y Alice Vannoy. No puedo vivir sin vosotras.
- Estamos aquí, contigo, en el
Forgotten Pub.
Madame H sigue escribiendo.
- Tendré que escribir mucho e imaginarme conversaciones con vosotras. Si no, lloraré todos los días, aunque tenga un bebé mágico y me broten ideas que me hacen feliz.
La madre de Madame H le coje amorosamente de la mano.
- Hace años os dije a los cuatro que quería, cuando muriese, que quemárais mi cuerpo y que tirárais mis cenizas al mar. Así lo habéis hecho. Fue un día precioso: fuisteis con esa pequeña barca mar adentro, y justo cuando estábais sobre un jardín marino, cayó la urna de arena. Ahora, mi espíritu es libre y puede viajar a todas partes. Hablo como el murmullo de las olas. Cada vez que me eches de menos, camina a la orilla del Mediterráneo: oirás mi voz y secaré tus lágrimas.
- Mamá, todavía no sé todo lo que te echo de menos.
- Lo sé. Yo también os echo de menos a los cuatro. Aunque os visito mientras dormís. Vosotros casi ni os acordáis, pero a mí me da mucha alegría.
- Aunque hubiera vida después de la muerte, seguiría sin soportar no poder volver a abrazarte.
- Has usado demasiados infinitivos, mi niña. - irrumpe Alice Vannoy.
Alice Vannoy está sentada en un taburete, al lado de la madre de Madame H.
- Pónnos una mediana. ¿Y a ti qué te pasa? No te preocupes por tu mamá. Yo le estoy enseñando a manejarse por aquí. Y, de hecho, puedes seguirla abrazando. No seas tonta.
- Vale. Pero me tendréis que visitar de vez en cuando. No me importará volverme loca.
Alice Vannoy y la madre de Madame H sonríen de oreja a oreja y desaparecen en medio de una neblina.
Madame H deja de escribir ante el ordenador de su garaje lleno de polvo y cachivaches.