Sí, hace tiempo que no escribo por aquí. Quise un barbecho, intenté callar a no ser que fuera estrictamente necesario, quise pasear y admirar la primavera anoréxica de la ciudad, sus antros llenos de genitales implantados en zombis de bliblís y blablás. Hoy, en plena abstemia, haciendo acrobacias para no caer en ese agujero negro del tedio, me pregunto cómo conseguir que la gata deje de mearse en mi cama -el universo hoy huele a meado felino- y cómo mitigar el ancestral sentimiento de culpa.
- ¿Culpa?
Sí. Culpa de no saber apreciar hoy la belleza de una nube, el mérito de una flor que explota en el alféizar de la ventana, culpa de no saber bailar acompañada, de ensoledarme en mis gelatinosas paredes imaginantes. Culpa de no decir bien, de reír no del todo, de no del todo aposentarme en el presente que susurra a Fausto, culpa de las diabliposas, de los cigarrillos incinerados en mi respiración, de...no estar enamorada aún de nada, de no amar detrás de cada gesto pese a la voluntad de desearlo con pensamientos que piden prestada una voz al huracán.
Un sinfín de sentimientos barroquizados, de lavadoras por poner. Quisiera que mi mente se desnudara y pudiera limpiarse en alguna fuente de agua clara. Quisiera que los vecinos se olvidaran de mí, que el corazón cantara con dulzura y subir el volumen y sólo escuchar eso, nada más, sólo eso.
- ¿Culpa?
Sí. Culpa de no saber apreciar hoy la belleza de una nube, el mérito de una flor que explota en el alféizar de la ventana, culpa de no saber bailar acompañada, de ensoledarme en mis gelatinosas paredes imaginantes. Culpa de no decir bien, de reír no del todo, de no del todo aposentarme en el presente que susurra a Fausto, culpa de las diabliposas, de los cigarrillos incinerados en mi respiración, de...no estar enamorada aún de nada, de no amar detrás de cada gesto pese a la voluntad de desearlo con pensamientos que piden prestada una voz al huracán.
Un sinfín de sentimientos barroquizados, de lavadoras por poner. Quisiera que mi mente se desnudara y pudiera limpiarse en alguna fuente de agua clara. Quisiera que los vecinos se olvidaran de mí, que el corazón cantara con dulzura y subir el volumen y sólo escuchar eso, nada más, sólo eso.