- ¿Alguna vez te has esforzado por llorar de felicidad?
- No- respondió el anciano.
El niño le dio un abrazo y dijo:
- Lucharé por crear un mundo más bonito que el que me has enseñado.
El abuelo lloró.
- ¿Ves este papel de lija? - dijo el abuelo.
- Sí. - respondió el niño.
- Así arañé el cadáver de un árbol para construirte una casa.
El niño lloró.
- ¿Qué podemos hacer, abuelo? -dijo el niño.
- No sé.- respondió el abuelo.- Los niños sois la única esperanza. Cuando dejéis de odiarnos, aprenderéis de nuestros errores.
- Te quiero mucho, abuelo.
El abuelo lloró de felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario