viernes, 30 de marzo de 2007

Gabriel, sí, poeta gibraltareño



Gabriel Moreno es una de las personas más especiales que conozco: dandy underground, músico decadente y "poeta gibraltareño" pero sobre todo, uno de esos amigos hermanos llenos de vitalismo y amor hacia la belleza. (En la foto de arriba, es el de la derecha: siempre que canta parece partirse en dos; a su lado está Yair, un músico domador de delfines, aunque esa es otra historia...). Podéis escuchar su música en la web: http://www.myspace.com/gabrielmorenobcn

Y he aquí en acción:

wild one

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Hoy me ha invitado a comer a su casa - su tradicional plato de pollo con arroz, zanahoria y champiñones- y nos ha regalado y dedicado su primer libro de poemas: Londres y el susurro de las amapolas. La presentación será en abril en un local de Gràcia llamado El coleccionista y algunos de sus amigos pondremos nuestras voces en el recital. Me siento muy orgullosa de él y de su obra. Hemos compartido muchos instantes de creatividad (como la lámpara calavera que construimos con un fascículo de quiosco del cuerpo humano, véase la foto de abajo). Vivimos juntos algún tiempo, y en fin, qué os voy a contar, cuando se comparte piso se crean vínculos muy fuertes.

Cada uno de sus poemas está dedicado a un escritor inglés. He seleccionado uno de los que más me gustan. (Te queremos Gab, gracias por tu magia)

Elisabeth Barret Browning

"... and if God choose I shall but
love thee better after death"

Si un día he de morir,
que sea ahogada
en los ríos de Florencia.

Quiero caer desde un balcón
lentamente,
tras una puesta de sol,
en otoño,
acompañada
por una suave corriente
de flores amarillas.
Desnuda,
con los órganos
encendidos
como lumbre de castañas.

Quiero caer
justo en el lugar donde se refleja el puente,
allí donde las aguas escurridizas
se calman
y el universo
se hace espacio
entre las comparsas de mi mente.
Quiero morir
justo al caer.

Que se deshaga mi cuerpo
como una amapola
despojada de sus pétalos.
Quiero que todo se disuelva,
que no quede nada,
quiero desvanecer
entre las aguas de Italia
y dar lugar,
por fin,
al milagro
del
silencio.

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