Debías de ser fuerte y resoluta, olvidar las historias de amor, ir más allá de la química, acostarte con la soledad y gemirla para que la Musa te diese una legítima colleja. Sólo así, muda y desdentada, como Santa María Egipciaca, el desierto te habría respondido:
- Ese corazón destrozado está lleno de colas de lagarto.
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