1. El beso como componente de la comunicación no verbal
Un
beso son mil palabras.
Proverbio
anónimo
Desde
un punto de vista comunicativo, el beso es un mecanismo
de
expresión
no verbal
en el que interviene el tacto de los labios. Por ello, no constituye
un lenguaje lineal, sino que viene marcado por el rasgo de la
simultaneidad. Es bien sabido que los movimientos y las
características del aspecto físico, objetos de estudio de la
kinésica,
interactúan en la emisión de este mensaje corporal. A su vez,
también debemos considerar que este gesto funciona como complemento
del lenguaje verbal, como sustituto del mismo o como ritual destinado
a reforzar las relaciones humanas.
Según
veremos más adelante, el significado del beso varía en función del
contexto, la parte del cuerpo y el tipo de vínculo existente entre
los interlocutores: constituye una expresión convencional de saludo,
un elemento ritualizado de la liturgia, una muestra de amor entre
familiares, amigos y amantes, así como un icono del erotismo.
Por este motivo, debemos notar atentamente cómo el diccionario de la
RAE intenta definir conceptos esencialmente heterogéneos como besar
o
beso:
besar.
(Del
lat. basiare).
tr. Tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o
del deseo o en señal de amistad o reverencia.// 2. Hacer el ademán
propio del beso, sin llegar a tocar con los labios. // 3. coloq.
Dicho de una cosa: tocar a otra.// 4. prnl. coloq. Dicho de una
persona: Tropezar impensadamente con otra, dándose un golpe en la
cara o en la cabeza.
beso.
(Del
lat. basium,
voz
de or. celta). m. Acción y efecto de besar. // 2. Ademán simbólico
de besar. // 3. Golpe que se dan las cosas cuando se tropiezan unas
con otras.// 4. Golpe que se dan las cosas cuando se tropiezan unas
con otras.// 5. Golpe violento que se dan dos personas en la cara o
en la cabeza. 1
De
estas definiciones se puede inferir que el beso es fundamentalmente
táctil, aunque existe incluso en forma de ademán, sin que llegue a
haber contacto epidérmico: recuérdese, por ejemplo, cuando el
emisor simplemente abomba los labios como simulacro de beso, sobre
todo si media una distancia considerable entre interlocutores que
impide un acercamiento más íntimo. Por otra parte, también se
señala en el diccionario que el beso puede implicar emociones como
el amor, el deseo, la amistad o la reverencia y que es concebido como
expresión metafórica del contacto entre dos elementos, si bien
también puede implicar su violenta colisión.
Si
analizados el beso desde la perspectiva de la proxémica,
parte de la semiótica que trata la distribución del espacio,
diremos que éste, al ser táctil, comporta una clase especial de
proximidad, puesto que suele ubicarse en lo que Hall (1966) califica
de distancia
íntima,
e implica otros elementos como coordinación de posturas, contacto
ocular o conversaciones afectivas. La mentada distancia
íntima comprende
un espacio menor a un metro (entre 15 y 50 centímetros) y se define
por la percepción del calor y del olor corporal de los sujetos. Por
otra parte, Hall distingue una subzona que llega hasta unos 15
centímetros del cuerpo y a la que sólo se puede llegar mediante el
contacto físico: es la zona
íntima privada,
y es en ella donde debemos situar al beso.
De
acuerdo con lo señalado, podemos desarrollar los rasgos
característicos de la comunicación no verbal relacionándolos con
el beso, según los enumera Sebastià Serrano en su artículo "Els
signes no verbals"2:
1.
La comunicación no verbal, generalmente, mantiene una relación de
interdependencia con la interacción verbal.
Anteriormente, ya señalábamos que para que exista una situación
íntima,
el
beso viene acompañado de una comunicación emotiva que denota
proximidad entre personas.
2.
A menudo los mensajes no verbales tienen más significación que los
mensajes verbales.
Véase, por ejemplo, que un "te quiero" apasionado suele ir
acompañado con este símbolo de fusión. En adelante, veremos la
relevancia de este gesto en ámbitos como el cine .
3.
En cualquier situación comunicativa, la comunicación no verbal es
inevitable. Sería,
por ejemplo, extraño que una pareja no mantuviera ningún tipo de
contacto táctil. Observamos, incluso, cómo en los chats
los usuarios recurren al icono de los labios para saludarse o para
manifestar su afecto. Sabemos, por otra parte, que el beso es
multisensorial: no sólo implica al sentido del tacto, sino que
ofrece información gustativa, supone una visión muy próxima del
interlocutor y un acceso a sus olores corporales. Equivale, en cierto
modo, a una inmersión comunicativa total en la esencia de nuestro
acompañante.
4.
En los mensajes no verbales predomina la función expresiva o emotiva
sobre la referencial.
Efectivamente, tal y como acreditan las innumerables recreaciones
artísticas del beso, tanto en el ámbito literario como en el de las
bellas artes, éste actúa como paradigma de una emoción amorosa
intensa, atemporal, de carácter inefable; expresa sentimientos que
se escapan de cualquier intento de racionalización o de
sistematización e implica, ante todo, al sistema límbico: la emotividad.
5.
A culturas diferentes, sistemas no verbales diferentes. Según
demuestra la antropología gestual, los besos no son idénticos en
todas las culturas, tal y como sucede con el esquimal, consistente en
el frotamiento de la nariz. También son considerables las
diferencias existentes en el ritual del saludo, donde se aprecian
variaciones en el número de besos, así como en la parte del cuerpo
en la que se dan.
6.
Existe una especialización de ciertos comportamientos para la
comunicación.
En este punto, podemos relacionar al beso con su ritualización en el
saludo, muy vinculada a la disciplina de la etología, en lo que se
refiere a la sucesión de movimientos con una función comunicativa
concreta.
7.
El estudio en el que se encuentran estos tipos de investigación es
el descriptivo o taxonómico. A
propósito, hemos de destacar que el objeto de nuestra monografía
parte de una serie de datos empíricos que deben clasificarse en
función de los usos y contextos comunicativos.
2. Química, neurología y sexología en el beso
Un beso es como beber agua
salada, bebe y tu sed aumentará.
Proverbio chino
El beso es el único de
todos los actos en el que las personas utilizamos los cinco sentidos
al mismo tiempo: lo táctil, lo auditivo -porque el sonido del beso
tiene un erotismo en sí mismo-, lo gustativo y lo olfativo. Y qué
decir de lo visual, porque besar con los ojos abiertos o cerrados
lleva a dimensiones completamente distintas. Al respecto, apuntamos
que un estudio en 1997 realizado
por la Universidad de Princeton concluyó que nuestros cerebros
contienen conexiones neuronales que permiten el reconocimiento de los
labios de los amantes aun en plena oscuridad.
La
percepción de los labios y la lengua ocupan gran parte del cerebro,
tal y como lo representa el esquema del homúnculo.
Hay mayor concentración de mecanorreceptores en estas zonas, y este
hecho, unido a la mentada multisensorialidad, explica lo estimulante
que resulta dar un beso.
Los
mensajes táctiles despliegan extensas conexiones en la corteza
cerebral y, a pesar de que son especialmente procesados en el espacio
somatológico de los lóbulos parietales, están también conectados
con áreas límbicas.
La
ciencia ha determinado que al besar ponemos en movimiento alrededor
de treinta músculos de la cara, intercambiamos cerca de 300 colonias
de bacterias, liberamos una cantidad imprecisa de hormonas y
aumentamos nuestro ritmo cardiaco. Durante un beso apasionado se
incrementan los niveles de dopamina, sustancia relacionada con una
sensación de bienestar, y de testosterona, hormona asociada al deseo
sexual. Las glándulas adrenales, por otra parte, segregan adrenalina
y noradrenalina, que suponen un aumento de la presión arterial y de
la frecuencia cardiaca. A su vez, la glándula pituitaria, situada en
la base del cerebro, libera oxitocina, hormona con efectos balsámicos
que relaja de manera inmediata al individuo. El
beso provoca una verdadera revolución en el cuerpo: quema entre tres
y doce calorías; hace que las pulsaciones cardíacas pasen de 70 a
140 por minuto; pone en movimiento los 12 músculos de los labios y los 17 de
la lengua, y produce una seguidilla de procesos químicos que turban
al organismo. Otros estudios apuntan que, durante un beso, el
corazón puede bombear un litro más de sangre. Por descontado,
conocemos que un beso puede provocar una erección y que, a la vez,
inflama una parte de la mucosa nasal, hecho que potencia la capacidad
olfativa. Incluso los labios se sienten algo más calientes por haber
mayor afluencia de sangre. Estas reacciones corporales han supuesto
la evaluación del beso como preámbulo del acto sexual.
De acuerdo con las
investigaciones de la Dra. Helen Fisher, antropóloga de la
Universidad de Rutgers y autora del libro The
Anatomy of Love, se puede
hacer un cuadro con las diversas manifestaciones y etapas del amor y
sus relaciones con diferentes sustancias químicas en el cuerpo,
relacionadas con el beso:
Manifestación
|
Concepto
|
Sustancia más
asociada
|
Lujuria
|
Deseo
ardiente de sexo
|
Testosterona
|
Atracción
|
Amor
en la etapa de euforia, sentirse involucrado emocionalmente y
romance.
|
Altos
niveles de dopamina y norepinefrina. Bajos niveles de serotonina .
|
Vínculo
|
Atracción
que evoluciona hacia una relación calma, duradera y segura.
|
Oxitocina
y vasopresina
|
Asimismo, debemos aludir a
la feniletilamina, uno de los neurotransmisores más simples, que los
científicos conocen desde hace cerca de cien años, aunque sólo
recientemente han empezado a asociarla con el sentimiento de amor. Es
una molécula natural, semejante a la anfetamina, y se supone que su
producción en el cerebro puede desencadenarse por eventos como un
intercambio de miradas o un apretón de manos y, naturalmente, con el
beso. La afinidad de la feniletilamina con el amor se inició con la
teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael
Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York . Estos
sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contiene grandes
cantidades de feniletilamina y que esta sustancia podría ser la
responsable, en gran medida, de las sensaciones y modificaciones
fisiológicas que se experimentan en tal estado. La Dra. Helen
Fisher, por su parte, demostró que la inconstancia, la exaltación,
la euforia y la falta de sueño y apetito están asociadas a altos
niveles de dopamina y norepinefrina, estimulantes naturales del
cerebro.
Asimismo, debemos aludir a
la feniletilamina, uno de los neurotransmisores más simples, que los
científicos conocen desde hace cerca de cien años, aunque sólo
recientemente han empezado a asociarla con el sentimiento de amor. Es
una molécula natural, semejante a la anfetamina, y se supone que su
producción en el cerebro puede desencadenarse por eventos como un
intercambio de miradas o un apretón de manos y, naturalmente, con el
beso. La afinidad de la feniletilamina con el amor se inició con la
teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael
Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York . Estos
sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contiene grandes
cantidades de feniletilamina y que esta sustancia podría ser la
responsable, en gran medida, de las sensaciones y modificaciones
fisiológicas que se experimentan en tal estado. La Dra. Helen
Fisher, por su parte, demostró que la inconstancia, la exaltación,
la euforia y la falta de sueño y apetito están asociadas a altos
niveles de dopamina y norepinefrina, estimulantes naturales del
cerebro.
A su vez, hay quienes
consideran que las feromonas son las responsables de que una pareja
se bese apasionadamente por primera vez. Algunos investigadores
afirman que las liberamos continuamente, por los miles de millones de
poros de la piel, e incluso por el aliento. Actualmente, existen
evidencias de que los seres humanos se pueden comunicar con señales
bioquímicas inconscientes. Las feromonas también son
características de especies tan diversas como las mariposas, las
hormigas, los lobos, los elefantes y los simios.
Un estudio estadístico
alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se
dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres
que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo
por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan entre un
20 y un 30% más y viven unos cinco años más que la media. Para
Arthur Sazbo, uno de los científicos autores del estudio, la
explicación es sencilla: "Los que salen de casa dando un beso
empiezan el día con una actitud más positiva".
Asimismo, recientes investigaciones sobre la oxitocina realizadas en
la Universidad de California, señalan que a través de esta
sustancia el beso crea o aumenta el deseo de establecer relaciones
monógamas. Ello explica, quizá, que algunas prostitutas con pocos
reparos sexuales no besen en la boca a sus clientes por considerarlo demasiado íntimo.
Un estudio estadístico
alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se
dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres
que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo
por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan entre un
20 y un 30% más y viven unos cinco años más que la media. Para
Arthur Sazbo, uno de los científicos autores del estudio, la
explicación es sencilla: "Los que salen de casa dando un beso
empiezan el día con una actitud más positiva".
Asimismo, recientes investigaciones sobre la oxitocina realizadas en
la Universidad de California, señalan que a través de esta
sustancia el beso crea o aumenta el deseo de establecer relaciones
monógamas. Ello explica, quizá, que algunas prostitutas con pocos
reparos sexuales no besen en la boca a sus clientes por considerarlo demasiado íntimo.
Otra consideración relevante que nos sitúa en el ámbito de la medicina es la que posiciona al beso como transmisor de enfermedades. En cada uno de ellos se intercambian unos 40.000 microorganismos. Sin embargo, el beso no es una fuente importante de infecciones, aunque sí es cierto que los virus del catarro se transmiten fácilmente de esa manera. En cambio, el virus del SIDA no se propaga con un beso a no ser que haya una herida en la boca que produzca el contacto entre la saliva y la sangre. Al respecto, actualmente hallamos interesantes estudios acerca del beso y del microbioma.
Asimismo, podemos aludir a
algunas enfermedades que se transmiten besando. Debemos, por ejemplo,
aludir a la popularmente denominada enfermedad
del beso, científicamente
conocida como mononucleosis o la enfermedad de Pfeiffer, causada por
el virus de Epstein-Barr y que consiste en una fiebre gangliar que
afecta especialmente a los jóvenes. Por último, señalaremos que
con el beso se puede transmitir el virus del herpes, que también se
contagia por vía genital.
Actualmente, se recomiendan algunas medidas de prevención de enfermedades infecciosas a través del beso. Las tigresas blancas, iniciadas de la sexualidad sagrada china, limpian la boca con un pepino pelado. Otros, recomiendan el uso de bactericidas naturales, como el ajo o la miel. También hay quien aconseja no lavarse los dientes inmediatamente antes de besar...
3
.
Sociología y antropología del beso
El beso es un mordisco que
aprendió educación.
TOLIS VAN
Algunos
estudios defienden que no
sólo los humanos se besan: antes de la cópula, los elefantes
entrelazan sus trompas y se dan un sonoro beso, algunas especies de
monos se lamen y mordisquean al aparearse, y los lametones son un
parte fundamental en la estimulación sexual de los perros. Como
señala Sebastià Serrano, el acto de tocar como signo de relación
amistosa, de parentesco, de interés sexual, de dominación o de
hostilidad está presente en los grandes primates, cuyas hembras
estimulan a las crías con la lengua, los labios y ante todo, las
manos. Esta interacción exige un contacto directo entre emisor y
receptor. Asimismo, se sabe que los primates dedican entre un 15 y un
20% de su tiempo a tocarse, como sucede en el caso de los chimpancés
bonovos.
¿Y qué decir del beso en los rituales de la pubertad? Además del sobreconocido juego de la botella, en España son célebres los versos del conejo de la suerte, un juego en círculo, que muestran más o menos variantes como es común en la literatura oral:
El conejo de la suerte
ha salido esta mañana
a la hora de partir
¡oh sí, ya está aquí!
Haciendo reverencia
con cara de emergencia.
Tú besarás al chico o a la chica
que te guste más.
Pedro Guerrero hizo una jocosa entrevista al mismo en una fictica Contra de La Vanguardia.
De acuerdo con lo postulado por Desmond Morris en El mono desnudo, parece que la práctica del beso se remonta a hábitos primitivos, en concreto a la transferencia de alimento de la madre desde su boca a la de sus hijos, como hacen las aves. Este contacto de labios evolucionó hacia un gesto de afecto maternal, como de hecho ocurre en la actualidad. Posteriormente, la costumbre se extendió como una muestra de estima interpersonal.
Durante
el siglo VI, se extendió en Francia la costumbre de besarse entre
los adultos cuando proliferaban los bailes: la práctica al uso era
sellar el final de cada danza con un beso. Ello supuso que el besarse
fuera visto como una manera de expresarse afecto mutuo en la corte. La nobleza rusa copió este hábito de la francesa y fue en la
antigua Rusia donde el beso se incorporó por primera vez en los
rituales matrimoniales. Asimismo, no debe olvidarse que los
franceses son célebres por el denominado maraichinage,
un beso prolongado que explora con detalle la boca del amante y que
debe su origen a los residentes de País de Mont (Vendée) los
maraichins:
según explican Georges-Anquetil y Jane de Magny, autores de L'Amant
Legitime ou la Bourgeoise Libertine
(París, 1923), es una forma de beso público en que "según los
movimientos de circunvalación de la lengua, cada integrante de la
pareja se informa sobre la cavidad bucal del otro y las reacciones
que puede provocar su excitación".
A lo largo del tiempo, el
beso ha constituido una forma de expresar respeto mutuo. Por ejemplo,
en la antigua Roma los romanos se besaban para saludarse, costumbre
que perdura en la actualidad. Los emperadores romanos reconocían,
además, el estatus de una persona por la zona del cuerpo que a ésta
se le permitía besar al inicio de un encuentro. Así, las clases
altas podían besar la cara del emperador; los nobles de menos
categoría social, sus manos; y el pueblo, los pies. Los romanos
poseían, a su vez, diferentes niveles de besos, como se presentan
hoy en día, desde el más respetuoso hasta el más íntimo. Así,
los oscula
eran los besos de mejilla; y los basia
eran los que se daban en la boca.
También podemos aludir a
algunas leyendas sobre el origen del beso. Según Plutarco,
historiador griego que vivió entre los años 50 y 125 d.C., las
personas comenzaron a besarse por una ley propagada por los romanosmediante la cual se prohibía a las mujeres tomar vino: cada día,
los esposos debían verificar el aliento de sus cónyuges para
evidenciar si existía rastro que descubriese la ingestión de la
bebida. Como
al parecer este procedimiento no dio gran resultado, pronto se
implantó otra ley más rigurosa donde se ordenaba que los romanos,
además de aspirar el aliento, debían rozar los labios de su pareja
para descubrir algún vestigio etílico.
En la India védica (2000
a.C.), por otra parte, sólo se usaba el frotamiento de nariz y el
contacto de los labios empezó más tarde. Se piensa también que
aunque el beso se extendió por muchas culturas y pueblos antiguos,
no llegó a establecerse en Egipto. Ello podría ser objeto de
controversia si apreciamos la siguiente pintura mural:
Los investigadores suponen,
sin embargo, que se trata de un beso litúrgico entre dos oficiantes
religiosos. Este hecho nos lleva a la hipótesis de que,
probablemente, en el antiguo Egipto, si bien no existía el beso como
muestra de afecto entre personas, sí que aparecía como signo
ceremonial. De todos modos, debemos considerar que, conforme a lo
indicado por el Libro Egipcio
de los Muertos, esta
civilización mantenía la creencia de que la boca funcionaba como
orificio que, después de la muerte, facilitaba la salida del alma.
Esta creencia en el hálito del difunto, de hecho, es universal, a
juzgar por los estudios de algunos historiadores de las religiones,
como Mircea Eliade.
Por otro lado, entre ciertas
culturas indostánicas, como también en Borneo, el equivalente a
besarse es un reconocimiento olfativo de la persona que se tiene
enfrente. Asimismo, sabemos por estudios antropológicos que los
indios cunas de las Islas Trobriand se frotan la nariz como gesto
equivalente al beso y que basan sus actividades eróticas en rasguños
producidos por dientes y uñas (las marcas de estos se denominan
huellas de kimali; el
acto de arrancar se llama mitakuku).
En algunas regiones de
África y Asia, el beso de pareja es habitual, se da con la nariz y
contiene una carga sexual parecida a la nuestra. También los
esquimales frotan su apéndice nasal para saludarse, al igual que en
Samoa, donde se huelen. En Gambia y la zona alta de Níger, a su vez,
los amantes se frotan el rostro. Y otro apunte relevante: en Laponia,
África, Polinesia, Malasia, China y el sudeste de la India, lo más
erótico consiste en acercar la nariz a la mejilla de la persona
deseada, inhalar, bajar los párpados y chasquear los labios sin
llegar a tocarla. Aún hoy, muchas de estas culturas califican
nuestros besos en la boca como una práctica de origen caníbal. Así,
por ejemplo, los thonga,
de Mozambique, se asustaron cuando vieron por primera vez un beso
occidental. Les repugnó la mezcla de salivas que el acto implicaba y
se llevaron la impresión de que los amantes se estaban comiendo.
Con todo, es curioso notar
que los jefes de estado orientales y meridionales, y no los de Europa
occidental o Norteamérica, empleen el beso como saludo, tal y comorepresenta la siguiente fotografía del ex-dirigente soviéticoBreznev y su colega germano-oriental Honecker.
Cuando llegó la Revolución
Industrial a Occidente y el racionalismo imperó en las mentes
humanas, las manifestaciones de amor se reprimieron. Y, por lo tanto,
los besos pertenecían solo al ámbito de lo privado: los amantes no
podían besarse en la calle. Tuvo que llegar el séptimo arte, en el
siglo XX, para devolver a la escena pública este gesto íntimo de
amor. En la pantalla los protagonistas se besaban, al igual que los
espectadores en las butacas de la última fila. Esta libertad en el
cine, sin embargo, desapareció pronto con la llegada de los comités
de censura.
Hubo que esperar a que
finalizara el periodo de entreguerras y se acabara con los regímenes
dictatoriales que imperaron en Europa y en muchos países
latinoamericanos para que el movimiento hippy,
el feminista y el ecologista devolvieran el color y la libertad a las
calles. Basta pensar en Mayo del 68 para imaginarnos que por aquella
época el beso no era sólo símbolo de amor, sino de rebeldía ante
el conservadurismo recatado.
En la actual Europa, los
británicos son probablemente los menos dados a besarse, mientras
que en la Europa del Sur los amigos se besan públicamente al verse.
Por otro lado, mientras que las mujeres incorporan el beso al saludo
de forma habitual, el género masculino muestra aún cierta
reticencia a besar a otra persona del mismo género.
3.1.
El beso como saludo
Según
veremos a continuación, el beso también debe insertarse en el
ámbito protocolario,
como elemento comunicativo fosilizado y desprovisto de significación
amorosa. Al respecto, aludiremos a dos de sus modalidades,
registradas en los manuales de ética: el besamanos y el beso en la
mejilla.
El
besamanos
tiene su origen en la expresión del máximo respeto hacia la persona
a quien así se saluda: los vasallos, por ejemplo, besaban la mano de
su señor como testimonio de sumisión. Incluso actualmente, los
saludos más solemnes, como son los realizados a miembros de la
realeza o a altos dignatarios eclesiásticos, utilizan esta fórmula.
Por otra parte, hoy en día
el besamanos es una manera galante con la que el hombre saluda a la
mujer, que se practica sobre todo con damas de elevada posición o
dignas de un especial respeto, o simplemente cuando un caballero
quiere demostrar una cierta formalidad ante una señora cuando le es
presentada. Los cánones estrictos, vigentes hasta no hace muchos
años, permitían esta modalidad de saludo sólo con mujeres casadas
y en lugares bajo techo. Ambos requisitos han quedado obsoletos en la
actualidad, puesto que no siempre el caballero tendrá la oportunidad
de saber si la dama a quien saluda está soltera, casada o viuda.
Asimismo, ya no se considera, como sucedía antaño, que las mujeres
solteras sean merecedoras de una estimación social inferior a las
casadas. El criterio de la techumbre también ha perdido su vigencia,
ya que muchas de las principales recepciones oficiales que incluyen
besamanos suelen congregar a los invitados y celebrarse en jardines o
zonas abiertas.
De todos modos, según los
dictámenes protocolarios, hay que decir que no tiene sentido saludar
a una dama con un beso en su mano si el encuentro se produce, por
ejemplo, en una playa, en un aparcamiento o en una excursión
campestre. El origen de este saludo, como cortesía "de salón",
mantiene, pues, algunos reflejos de vitalidad.
Los formularios de
comportamiento contemplan las siguientes medidas en este tipo de
saludo:
1. El hombre adoptará una
postura bastante formal, preferiblemente con los pies unidos y las
piernas rectas. Una expresión general digna y erguida, sin dejadez,
desgana o desmadejamiento.
2.
El hombre debe inclinarse sobre la mano derecha de la mujer, quien la
levantará un poco para facilitar el gesto. La mujer dejará la mano
"muerta" o sin fuerza, para facilitar el saludo.
3. Él la elevará hacia su
boca con suavidad y decisión, sin apretar ni hacer fuerza, pero
guiándola sin vacilación alguna. En principio, ha de ser más la
inclinación del hombre que la elevación de la mano femenina.
4. El beso no ha de ser
sonoro ni, por supuesto, húmedo. Todo esto debe suceder en apenas
unos segundos.
5.
Si la mujer lleva guantes, no procede este tipo de saludo.
6. Tampoco se debe besar
una mano con una mesa u otro mueble interpuesto.
7. No es de buen tono
saludar de este modo sólo a algunas mujeres, en una reunión, y no
hacerlo igual con las demás. Hay una excepción para casos de gran
formalidad: en una recepción de elevada solemnidad, puede ser
suficiente con besar la mano de la anfitriona y de las señoras de
mayor edad.
Lo cierto es que, en la
actualidad, muchas mujeres prefieren formas de saludo más asépticas
y llanas que el besamanos. Cuando observan "intención de beso"
en el caballero que acude a saludarlas, tienen una forma sencilla de
evitarlo: adelantar la mano en posición vertical, provocando así el
saludo masculino clásico.
Se dispone de otro cumplido
intermedio para quienes consideren excesivo el besamanos completo:
consiste el simular el beso, acercando la mano femenina a la vez que
se inclina ligeramente la cabeza, en un gesto rápido. Es un recurso
muy indicado para saludar a chicas jóvenes en ambientes o ceremonias
formales (por ejemplo, un fiesta en sociedad).
El
beso en la mejilla, por otra parte, representa una forma muy cordial
e íntima de
saludo. Sobre esta modalidad, el protocolo insiste en algunas
recomendaciones dictadas por la prudencia:
1. Si es entre hombre y
mujer, ésta será quién decida el tipo de beso. El hombre nunca se
adelantará en el saludo.
2. Entre hombres, se podrán
rozar levemente las mejillas. Sólo podrá haber contacto con los
labios en caso de roce familiar. Entre las mujeres está muy
generalizado el beso como saludo.
3. En todos los casos,
deberá ser seco y silencioso. Recordemos que el número de besos
dependerá del país en el que nos encontremos.
En definitiva, el beso como
saludo protocolario presenta un gran número de matices, en función
del país y del tipo de relación de los interlocutores.
3.2.
El beso en la Biblia y en la liturgia cristiana
En el
Cantar
de los cantares
de Salomón, poema al amor por antonomasia -sea o no sea alegórico,
como han interpretado algunos exegetas-
leemos:
"¡Oh, si él me besara con los ósculos de su boca!",
"Como panal de miel destilan sus labios; miel y leche hay debajo
de su lengua". Estos versículos aluden al beso como símbolo de
la fusión de los amantes y, a su vez, insisten en el deleite del
sentido del gusto: los ósculos del amado son dulces y agradables
como la miel. (Recordemos que, para los romanos, los ósculos aluden
a los besos en la mejilla.)
Las
Sagradas
escrituras
dedican especial atención al beso en una cuarentena de ocasiones. La
primera de ellas es en el Génesis, capítulo 27. A diferencia del
Cantar
de los cantares, este
beso no está condicionado por la pasión, sino por la codicia: Jacob
besa a su padre Isaac y le hace creer que es Esaú, su primogénito.
El objetivo de éste es quedarse con la bendición del progenitor y
la jefatura de la familia:
Le
preguntó: "¿De verdad eres mi hijo?" Contestó: "Sí".
Le dijo: "Sírveme, déjame comer de la caza, hijo mío, y así
te bendeciré." Lo sirvió y comió. Le presentó el vino y se
lo bebió. Una vez acabado, su padre Isaac le dijo: "Acércate
hijo mío, bésame". Se acercó y lo besó.
Uno
de los últimos besos bíblicos también contiene el sello de la
mentira: Judas besa a Jesucristo en la mejilla, entrega a la
crucifixión al Hijo del Hombre y se condena para siempre. Al
respecto han habido muchísimas recreaciones y el personaje bíblico
se ha convertido en el arquetipo de la traición. Resulta, por otra
parte, curioso, comprobar cómo Borges en su cuento "La secta de
los treinta", incluido en El
libro de arena, reflexiona
sobre este pasaje:
Era
preciso que las cosas fueran inolvidables. No bastaba la muerte de un
ser humano por el hierro o por la cicuta para herir la imaginación
de los hombres hasta el fin de los días. El Señor dispuso los
hechos de manera patética. Tal es la explicación de la última
cena, de las palabras de Jesús que presagian la entrega, de la
repetida señal a uno de los discípulos, de la bendición del pan y
del vino, de los juramentos de Pedro, de la solitaria vigilia en
Gethsemaní, del sueño de los doce, de la plegaria humana del Hijo,
de las espadas, del beso que traiciona (...). 3
En el fragmento citado, el escritor argentino se plantea hasta qué punto el beso de Judas constituyó el símbolo de una traición bíblica: sin él, actualmente no tendría sentido el significado de la crucifixión.
El beso es, por otra parte,
un elemento esencial de la liturgia católica. Así lo refleja el
estudio del teólogo Rafael Calatayud
Gascó en su obra Beso humano
y ósculo cristiano. Dimensiones histórico-teológicas del beso
litúrgico (2003).
Son innumerables los
momentos en que la celebración sacramental usa este lenguaje
del contacto físico, para manifestar la comunicación de la
gracia. En la Eucaristía, el ministro besa el altar y luego el
libro del Evangelio; antes de ir a comulgar los feligreses se dan la
paz mediante un beso y, en
el matrimonio, los esposos se dan el mutuo "sí, quiero"
mientras se cogen de las manos como signo de entrega y
fidelidad, se ponen recíprocamente el anillo en el dedo anular
y se dan el beso de paz.
En la liturgia,
el lenguaje del contacto constituye un símbolo de cercanía, de
personalización, de toma de posesión, de eficacia: es el estandarte
de la gracia divina. De ahí que ciertos gestos como el beso al
crucifijo sean insustituibles para los feligreses católicos. El
gesto de tocar sacramentalmente expresa muy bien la acción de
un Dios redentor, la respuesta de la fe. El sentido del tacto
individualiza, acerca, comunica, estimula; es un signo de amor,
de solidaridad y cercanía. En este sentido deben interpretarse
los populares besos del Papa de Roma.
Por último, ¿qué decir de los textos gnósticos? Según el Evangelio de Filipo:
"La compañera del Salvador es Mª Magdalena. Cristo la amaba más que a todos sus discípulos y la besaba a menudo en la boca. El resto de los discípulos se ofendieron por esto y le dijeron: ¿Por qué la amas más que a nosotros? El Salvador les contestó: ¿Por qué no os amo como a ella?"
El secreto de esta cita tal vez se encuentre en el misterio de la sexualidad sagrada.
3.3.
El poder mágico del beso en los cuentos populares
El
beso en la tradición folclórica, tal y como lo estudia Vladimir
Propp, tiene un poder mágico y transmutador: se le concede la
capacidad de acabar con los encantamientos maléficos de las brujas y
hechiceras malvadas y logra restituir la felicidad de los
protagonistas. Así lo encontramos en ejemplos tan célebres como el
cuento de "El príncipe rana" o en "La bella y la
bestia", donde el beso de amor de la muchacha es capaz de
devolver la hermosura a príncipes con apariencia de monstruos. En
este último, tal y como señala Carl G. Jung, el beso actúa como
símbolo del amor verdadero, capaz de transformar la fealdad en
belleza.
Otra
variante es la de las jóvenes sometidas a un trance somnoliento,
como sucede en el caso de "La bella durmiente", o
aparentemente muertas por efecto de un maleficio, tal y como
ejemplifica "Blancanieves y los siete enanitos": en este
caso, el beso apasionado del joven apuesto les hace salir del
paroxismo, devolviéndoles a la conciencia. Debe notarse, a modo de
curiosidad, la filiación que este último cuento aludido presenta
con "La zarevna muerta y los siete guerreros", recreado por
Pushkin y probablemente originario del folclore ruso. En este relato,
sin embargo, la zarevna se despierta por la acción de un golpe
involuntario propinado por el príncipe. ¿Por qué, entonces, se da
el beso en la cultura occidental? De acuerdo con Vladimir Propp, son
habituales los fenómenos de contaminación en la cuentística
tradicional: el beso ya está estipulado como elemento mágico por
excelencia, de ahí que se inserte como arquetipo del elemento
restaurador de la dicha en los cuentos populares.
También es sabido, por
otra parte, que los besos de las sirenas conceden a los marineros el
don de poder respirar debajo del agua. En todo caso, el beso de los
cuentos actúa como elemento ritual de una suerte de alquimia que
permite la metamorfosis mágica de la realidad o la restitución de
la armonía tras la crisis instaurada por el encantamiento.
4.
El
beso cinematográfico
You must remember this
A kiss is still a kiss,
a sigh is just a sigh
The fundamental things apply
As time goes by
A kiss is still a kiss,
a sigh is just a sigh
The fundamental things apply
As time goes by
Letra de "As
Times Goes By", de Casablanca
[Debería ir acompañado de
las escenas en youtube]
El beso constituye uno de
los recursos más utilizados en el ámbito cinematográfico, en tanto
que opera como soporte indispensable de las palabras y permite
acortar el metraje. El primero fue en febrero de 1896, protagonizado
por May Irwin y John C. Rice: la escena duró sólo dos segundos,
pero fue suficiente para que provocara un escándalo.
Si, por otra parte, mencionamos récords de cantidad, apuntamos que John Barrymore en Don Juan reparte 191 besos;
si nos ceñimos a la duración, aludiremos al único beso que Regis Toomey y Jane Wyman se dan en Ahora estás en el ejército, con una duración de tres minutos y cinco segundos, si bien el beso comprende palabras amorosas con los labios cercanos.
Si, por otra parte, mencionamos récords de cantidad, apuntamos que John Barrymore en Don Juan reparte 191 besos;
si nos ceñimos a la duración, aludiremos al único beso que Regis Toomey y Jane Wyman se dan en Ahora estás en el ejército, con una duración de tres minutos y cinco segundos, si bien el beso comprende palabras amorosas con los labios cercanos.
En la época dorada del cine
hollywoodiense, y muy especialmente durante las décadas de los 40,
50 y 60, el beso constituía la culminación amorosa de una
relación: éste se interpretaba como la perfección de la trama e
iba indisolublemente unido al The
end, un final feliz que
prometía la prosperidad de los protagonistas. Ello ha variado en la
actualidad, dado que en gran parte de películas los protagonistas
pueden aparecer haciendo el amor en la primera secuencia del film.
Por ello nos centraremos, a continuación, en el periodo delimitado.
En España, tal y como
documenta Carmen Martín Gaite en Los
usos amorosos de la postguerra española, la
represión moralizante de la Iglesia y el régimen franquista
definían, de forma clara y meridiana, lo permitido y lo prohibido en
el cine a través de una rígida censura.4
En tales condiciones, era lógico que el beso tuviese una
importancia capital. Los ideólogos del cine lo sabían y cuando
lanzaban un producto conocían perfectamente en qué punto del
metraje tenían que insertar música y ordenar a los actores que se
diesen un beso testimonial. Esta situación de censura también fue
prototípica de la postguerra italiana: así lo plasma Giuseppe
Tornatore en el melodrama Cinema
Paradiso (1988), donde
el protagonista contempla a solas los besos censurados por el cura
del pueblo, los cuales fueron guardados y posteriormente montados por
su amigo proyeccionista.5
Si nos remontamos a los
clásicos del cine, notaremos que dentro de la modalidad del beso
pasional, en Mogambo
(1953) de John Ford, Clark
Gable abraza fuertemente y besa con una leve inclinación, según su
estilo, a Ava Gardner. Tras ese detalle testimonial y la música de
fondo llega el The end
.
Asimismo, en otra de las
películas de Clark, Brumas de
traición, dirigida por
Gottfried Reinhardt, el célebre actor, durante un baile, sale con
Lana Turner a la terraza del jardín y la besa apasionadamente.
A su vez, en Lo que el viento se llevó de Víctor Fleming, cuando Rhett Butler (Clark Gable) le solicita matrimonio a Escarlata (Vivian Leigh) y está se resiste displicente, él le recrimina que " ninguno de esos necios te ha sabido besar así. . ."
A su vez, en Lo que el viento se llevó de Víctor Fleming, cuando Rhett Butler (Clark Gable) le solicita matrimonio a Escarlata (Vivian Leigh) y está se resiste displicente, él le recrimina que " ninguno de esos necios te ha sabido besar así. . ."
Otro actor de besos célebres
es Burt Lancaster. En la película De
aquí a la eternidad (1963),
dirigida por Fred Zinnemann y galardonada con seis óscars, Deborah
Kerr, en el papel de Karen Holmes, yace tumbada en la playa cuando,
tras un beso de Burt, le dice " jamás nadie me ha besado como
tú ".
Definimos beso testimonial
como aquel que, si bien es menos intenso que el anterior, actúa como
prueba del inicio de una relación sentimental. En Tambores
Lejanos (1951), por ejemplo,
el capitán Quincey Wyatt ( Gary Cooper) , tras vencer en un duro
duelo bajo el agua al jefe de los indios semínolas, besa a Judy
Beckett (Mari Aldon ), gesto que debe ser interpretado como indicio
de una atracción amorosa.
Por otra parte, el beso
implica una costumbre en ciertos sectores y, en concreto, para la
mafia se reviste de rasgos ceremoniales. Apreciamos, por ejemplo, el
beso en la mano como señal de respeto al padrino. O, por otra parte,
el prototípico "beso de la muerte" que propician los
gángsteres a sus víctimas. Quien mejor ha captado esta idea ha sido
el director Francis Ford Coppola en El
Padrino, donde aparecen
actores de gran calibre como Marlon Brando, Al Pacino, James Caan,
Richard Castellano, Robert Duvall, Sterling Hayden, John Marley,
Richard Conte o Diane Keaton.
Con todo, no desestimemos el beso romántico de algunos finales, como el de La princesa prometida:
5.
Metáforas y significación poética del beso amoroso
Crecí besando libros y
pan...
Desde que besé a una mujer,
mis actividades
con el pan y los libros
perdieron
interés.
Salman Rushdie
El beso en el arte va más
allá de su significado denotativo y se convierte en metáfora. Para
Coleridge es un "néctar que se respira"; Shakespeare lo
califica de "sello del amor." Marcial, el célebre poeta
romano, asegura que es "la fragancia del bálsamo extraída de
árboles aromáticos." Esta y más imágenes encontramos a lo
largo del arte universal. Puesto que resulta prácticamente imposible
abarcarlas por completo, aludiremos tan sólo a algunos ejemplos
reveladores.
El Kama
Sutra, cuya versión
definitiva se le atribuye a Vatsyayana, fue
supuestamente escrito en el
siglo IV d.C. y traducido por primera vez al inglés por el
explorador Richard Burton en 1883. Dedica un capítulo a la
descripción de las tipologías de beso, en función de la filosofía
del "Kama", término que Inder Sinha define como "deleite
del cuerpo, la mente y el espíritu en sensaciones exquisitas".6
Los hindúes conciben la experimentación del Kama como uno de los
grandes fines de la existencia humana, junto con las otras tres
disciplinas áureas: el Artha (la supervivencia material), el Dharma
(las normas éticas), y el Moksha (la liberación postmortem).
El beso debe ser practicado,
según Vatsyayana, en cualquier momento. Aún cuando la mayoría de
los autores coinciden en que en el amor y el sexo no hay nada
escrito, el Kama Sutra
nos da una guía de cómo besar y realizar las demás prácticas
amatorias. El sabio Vatsyayana recomienda que cuando es la primera
vez que se practica el acto del amor, todas las caricias y los besos
deben utilizarse con moderación, y en las ocasiones siguientes, más
bien debe olvidarse toda mesura, para de esta manera prolongar cuanto
sea posible el momento de la unión sexual. De la misma forma, deben
emplearse todos los estimulantes posibles, así el fuego del deseo
arderá con mayor fuerza. Lo apropiado es dar el beso en las
siguientes partes del cuerpo: la frente, las mejillas, los ojos, la
garganta, el pecho, los senos, los labios y el interior de la boca.
En
primera instancia, la obra que nos ocupa distingue entre tres clases
de besos: el beso nominal, el
beso palpitante y
el beso de tocamiento. En
el primero, la muchacha tan sólo toca la boca de su amante con la
suya: se trata de un leve roce insinuante que no va más allá. En el
segundo, ésta desea tocar el labio que está presionando contra su
boca y con ese fin mueve el labio superior, pero no el inferior. Por
último, en el beso de
tocamiento, la mujer toca el
labio de su amante con la lengua y, con los ojos cerrados, pone sus
manos entre las de su pareja. El Kama
Sutra, además, distingue
entre cuatro clases de besos en función de las partes del cuerpo que
se besen: moderado, contraído,
apretado y suave.
A
su vez, el Kama Sutra
alude a cuatro tipologías más de beso: directo,
cuando los labios de dos
amantes se solapan el uno sobre el otro; inclinado,
si sus cabezas están ladeadas
en el acto de besarse; girado,
cuando uno de ellos gira la
cabeza del otro, sosteniéndola por la barbilla; y apretado,
cuando los labios se presionan
con fuerza. Asimismo, se denomina beso
muy apretado al que se realiza
sosteniendo el labio inferior entre dos dedos y luego se acaricia con
la lengua y se oprime con gran fuerza. Y, por otra parte, el beso
del labio superior se da
cuando un hombre besa el labio superior de una mujer mientras que
ésta hace lo propio con el inferior.
Mención aparte merece el
beso de agarre, que
se efectúa cuando uno de los amantes toma los dos labios del otro
entre los suyos. Esta práctica, según señala el Kama
Sutra, sólo puede efectuarse
con un hombre que no tenga bigote. Además, si uno de los componentes
de la pareja, al darse este beso, toca los dientes, la lengua y el
paladar del otro con la propia lengua, el beso se denomina combate
de la lengua.
Por último, el libro
establece tipos de besos en función de los contextos comunicativos,
aspecto que puede interesar a disciplinas como la Pragmática en el
ámbito de la comunicación no verbal. Si una mujer contempla el
rostro de su amante mientras éste está dormido y le besa para
mostrarle su deseo, se trata del beso
que enciende el amor. Si ésta
lo hace mientras él está ocupado con su trabajo, discute con ella o
mira a otra persona, de manera que su mente está distraída, nos
encontramos ante el beso que
distrae la atención. Cuando
un amante, al volver a casa por la noche besa a la amada, que está
durmiendo en la cama, éste da un beso
que despierta: en tal ocasión,
según señala el tratado oriental, es común que la mujer finja que
está dormida para conocer las intenciones del amante y ganarse su
respeto. También puede suceder que una persona bese la imagen de
otra a la que ama, reflejada en un espejo, sobre el agua o la pared -
recordemos que por aquel entonces no existían las fotografías-: en
este caso nos encontramos ante un beso
que muestra la intención.
Por último, el Kama Sutra
alude a una situación que
puede resultar harto extraña o pintoresca para una mente occidental:
si por la noche, durante una representación de teatro o una reunión
de varones, un hombre se dirige a una mujer y le besa un dedo de la
mano, si está de pie o un dedo del pie, si está sentada, o si una
mujer mientras lava el cuerpo de su amante pone la cara sobre su
muslo o el dedo gordo del pie, nos encontramos ante un beso
demostrativo.
Ante
todo, en lo que atañe al beso, el Kama
Sutra insiste
en la reprocidad comunicativa del mismo, mediante la alusión a unos
versos peculiares:
Cualquier
cosa que un amante haga al otro,
éste
debe devolvérselo.
Es
decir, si la mujer le besa, él debe besarla;
si
ella le golpea, él debe también golpearla. 7
Por
otra parte, en el Ars
Amandi, Ovidio
alude al beso como táctica de conquista amorosa remarcando uno de
los aspectos fundamentales de la comunicación no verbal: su
complementariedad respecto a las palabras:
¿Qué
experto no uniría
los
besos a las tiernas expresiones?
Aunque
ella no te dé, tú tómalos
a
pesar de que no los haya dado..
Quizás
en un principio luchará
y te
dirá malvado. Sin embargo,
mientras
lucha ella quiere ser vencida.
Cuida
tan sólo de que no ocasionen
los
besos con violencia arrebatados
daño
a sus tiernos labios, que no pueda
después
quejarse de que fueron duros.
El que
toma los besos, si no toma
lo
restante también, merecería
perder incluso
aquello que le han dado. 8
Según
señala Ovidio en el pasaje, los besos, arma por excelencia de la
militia
amoris, a
pesar de ser robados,
han
de caracterizarse por su suavidad y ternura, acorde con el
sentimiento amoroso. Son, por tanto, el reflejo no verbal de una
emoción sublime que por fuerza agradará a la dama si ésta está
enamorada.
Meléndez
Valdés, poeta dieciochesco español, bebe de la fuente ovidiana al
confeccionar un poema en el que el beso también aparece impregnado
de erotismo:
Cuando mi blanda Nise
lasciva me rodea
con sus nevados brazos
y mil veces me besa,
cuando a mi ardiente boca
su dulce labio aprieta,
tan del placer rendida
que casi a hablar no
acierta,
y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,
y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
El
poema incide en el beso como componente hedónico del placer. En la
misma línea, encontramos la siguiente composición de Charles
Baudelaire -"A una Madona. Canción de las primeras horas de la
tarde"- que lo concibe como elemento indispensable del pecado y
del malditismo:
Aunque tus cejas malignas
te den un aire extraño
que no es el de un ángel,
bruja de ojos seductores,
te adoro, oh frívola mía,
¡mi terrible pasión!,
con la devoción
del sacerdote por su ídolo.
El desierto y el bosque
perfuman tus trenzas toscas,
tu cabeza tiene las actitudes
del enigma del secreto.
Por tu carne vaga el perfume
como alrededor de un incensario;
encantas como la tarde,
ninfa tenebrosa y cálida.
¡Ah, los filtros más fuertes
no valen tu pereza,
y conoces la caricia
que hace revivir a los muertos!
Tus caderas están enamoradas
de tu espalda y de tus senos,
y cautivas a los almohadones
con tus lánguidas posturas.
A veces para clamar
tu rabia misteriosa,
prodigas, seria,
el mordisco y el beso;
me destrozas, morena mía,
con una risa burlona,
y luego pone en mi corazón
tus ojos dulces como la luna.
Bajo tus chapines de raso,
bajo tus encantadores pies de seda,
pongo mi gran alegría,
mi genio y mi destino.
¡alma mía curada por ti,
por ti, luz y color!,
¡explosión de calor
en mi negra Siberia!
La
insistencia en el carácter blasfemo del beso nos remite, de nuevo, a
Ovidio, que en el libro segundo de Amores
incluye un poema - "Tras la infidelidad vinieron los besos"-
que versa sobre los besos prototípicos de la infidelidad,
presentados mediante la alusión mitológica a Marte y Venus,
arquetipos del amor adúltero:
Se
había marchado ya la mayor parte
de
invitados. Aquí y allá quedaban
jóvenes
embriagados.
Vi
entonces cómo intercambiabais besos
lascivos
(no cabía duda
de que
estaban las lenguas enlazadas),
no
como besaría una hermana a su hermano
no
como besaría la hermana al serio hermano
sino
cual tierna amiga a su amante deseoso;
tampoco,
es lo creíble, como Diana a Febo
sino
de la manera en que a menudo
Venus
besó a su querido Marte.9
El
autor emplea símiles que literariamente causan el efecto del
carácter lento y demorado de los besos, al tiempo que reflejan la
perspectiva del amante ofendido. Especifica con reiteración cómo
los protagonistas del poema no se besan fraternalmente como Diana y
Febo, sino como amantes míticos: Venus fue sorprendida por su esposo
Vulcano cuando se hallaba en pleno acto amoroso con Marte.
Del
mismo modo, Dante en la Divina
Comedia introduce
en el Canto V del Infierno a Paolo y Francesca, que se estaban
besando cuando fueron sorprendidos por Giandotto Malatesta, el marido
engañado, el cual los asesinó para restaurar su honra. Según
señalan los versos, ambos se besan mientras están leyendo la
historia adulterina de Lancelot y la reina Ginebra. Los labios
temblorosos son los que indican la pasión inexorable de los amantes:
"la bocca mi bació tutto tremante".10
A este pasaje dedicaría Gabriel D'Annunzio un drama y Rodin una de
sus más célebres esculturas, titulada precisamente "El beso".
La
relación entre el beso y el erotismo, reflejados a la manera cubista
en un cuadro de Picasso, es, asimismo, prototípica de la beat
generation estadounidense.
Reproducimos a continuación un fragmento de Memorias
de una beatnik, de
Diane Di Prima:
Hay
tantos tipos de besos como personas en el mundo, tantos como
permutaciones y combinaciones de personas. Nadie besa como los demás
y nadie folla igual, pero en cierto modo el beso es algo más
personal, más individual que un polvo.
Los
hay que besan con fervor y vehemencia, con los labios bien sepadados
y distendidos, mientras te introducen su lengua dura en la boca todo
lo que pueden. Otros besan como en un letargo, lánguidos y exánimes,
con bocas inertes que apenas te rozan, con lenguas que casi no tienen
fuerza para aventurarse en la tuya. Hay quienes besan con astucia,
pues sus besos parecen indiferentes al principio, pero furtivamente
acaban despertando en ti oleadas de deseo. Otros besan con tal
insinuación que repugnan un poco y te dejan como si acabaras de
echar un polvo rápido en el suelo del baño. También hay quienes
besan de forma virginal, pues cuando se disponen a apoderarse de tu
boca parece que te están cogiendo castamente de la mano. Otros besan
como si estuvieran follando, y te meten y sacan frenéticamente la
lengua entre los labios con ritmo jadeante. Hay muchos, muchos otros
tipos principales de besos. Ahora se me ocurren por lo menos una
docena. Puedes apuntar aquí tus favoritos:11
El
pasaje aludido se caracteriza por una concepción fundamentalmente
sexual y desenfada del beso, desprovista de connotaciones románticas
o espirituales, que está en la línea de la teoría de las pulsiones
de Freud. A continuación podremos contrastar esta visión vitalista,
material y puramente física con otra espiritual y platónica.
En el
capítulo VI del Tratado
del amor de
Ibn Arabí (Murcia, 1165- Damasco, 1240), el místico islámico,
después de haber reflexionado sobre la índole del amor divino, se
centra en el "amor natural" y discurre en los siguientes
términos:
Cuando
dos amantes se besan íntimamente, cada uno aspira la saliva del
otro, que penetra en ellos. Cuando se besan o abrazan, la respiración
del uno se expande en el otro y el hálito así exhalado compenetra a
ambos.
El
espíritu animal que actúa en las formas naturales no es diferente
del hálito, de forma que éste es el espíritu (animal) de cada una
de las dos personas que respiran y que vivifica en el momento del
beso y de la respiración. Es así, por ejemplo, como el espíritu
animal de Zayd se convierte en el mismo espíritu de 'Amr. Este
aliento, una vez exhalado por el amante, transmite cierta forma de
amor preñado de deleite. Cuando este aliento se convierte en el
espíritu de aquel hacia el que ha sido transmitido y cuando el
hálito de la pareja se convierte en la misma forma del espíritu del
primero, puede hablarse de identificación (ittihad)
por parte de los dos seres implicados, según lo que el poeta ha
dicho:
Yo
soy aquel a quien amo
y
aquel a quien amo, ¡soy yo!
Ésta
es la finalidad del amor espiritual en las formas sensibles, tal y
como he cantado en uno de los poemas introductorios de este tratado:
La
meta del amor en el hombre es la unión.
En el
pasaje citado observamos varias directrices comunes en la concepción
del beso: en primer lugar, su índole espiritual, puesto que es el
que permite la fusión mística de los amantes. Resulta sorprendente
comparar esta concepción con la de la corriente neoplatónica, donde
hemos de destacar El
cortesano de
Castiglione, obra considerada como faro del humanismo en Occidente y
que fue traducida por Boscán en España. Especialmente relevante en
cuanto a la temática del beso resulta un pasaje del libro IV, donde
éste aparece definido como un canal de unión entre el cuerpo y el
alma de los amantes:
porque
siendo el beso un ayuntamiento del cuerpo y del alma, es peligro que
quien ama viciosamente no se incline más a la parte del cuerpo que a
la del alma. Pero el enamorado que ama tiniendo la razón por
fundamento, conoce que, aunque la boca sea parte del cuerpo, todavía
por ella salen las palabras que son mensajeras del alma y sale
asimismo aquel intrínseco aliento que se llama también alma; y por
eso se deleita de juntar su boca con la de la mujer a quien ama,
besándola no por moverse a deseo deshonesto alguno, sino porque
siente que aquel ayuntamiento es un abrir la puerta de las almas de
estrambos, las cuales, traídas por el deseo la una de la otra, se
traspasan y se transportan por sus conformes veces la una también en
el cuerpo de la otra, y de tal manera se envuelven en uno, que cada
cuerpo de entrambos queda con dos almas y una sola compuesta de las
dos rige casi dos cuerpos. Y por eso el beso se puede más aína
decir ayuntamiento de alma que de cuerpo; porque tiene sobre ella
tanta fuerza que la trae a si y casi la aparta del cuerpo; por esta
causa todos los enamorados castos desean el beso como un ayuntamiento
espiritual. Y así aquel gran Platón , divinamente enamorado, dice
que, besando una vez a su amiga, le vino el alma a los dientes para
salirse ya del cuerpo. Y porque separarse el alma de las cosas
sensibles y baxas y el juntarse totalmente con las inteligibles y
altas puede ser sinificado por el beso, dice Salamón en aquel su
divino libro de los Cánticos:"Béseme
con los besos de su boca", por mostrar deseo grande que su alma
sea arrebatada por el amor divino a la contemplación de la hermosura
celestial, de tal manera que juntándose con ella entrañablemente
desampare al cuerpo.13
Según
apreciamos en el texto, Castiglione insiste en el significado
trascendente y no pecaminoso del beso, que puede vincularse a su
simbología litúrgica: no por casualidad el autor alude al Cantar
de los cantares.
La boca, fuente de las palabras, es la compuerta que une al cuerpo
con el espíritu. La idea se sustenta sobre principios platónicos:
mediante el beso los amantes gozan de una experiencia mística que
supone el primer escaño en su ascensión hacia lo absoluto.
5.3. El beso poético
Pero
el beso más tratado en el arte, sin lugar a dudas, es el poético.
Las
características fundamentales de este tipo de beso son la fusión de
lo carnal y de lo místico, la trascendencia de una realidad que se
abastece en sí misma, el inefable del amor humano, lo sacro del
erotismo, la pureza de lo sinuoso. Como en los cuadros de Chagall,
Klimt o incluso el de Munch que versan sobre el beso, este gesto
aparece revestido de una ternura cósmica e inefable.
Bécquer
en su rima IV expresa que durante el beso palpitan ondas de luz y se
fusionan las almas; en la rima XXIII, señala su valor incalculable:
"Yo no sé que te diera por un beso!" Asimismo, es bien
sabido que de este poeta beben prácticamente todos los
representantes de la poesía española contemporánea, que lo
reconocen como maestro indiscutible.
Dentro
de la denominada Generación del 27, Pedro Salinas en "Ayer te
besé en los labios" señala la trascendencia del beso más
allá de lo que dura el contacto de los labios:
Porque
ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
También
Vicente Aleixandre en "Ven, siempre ven" alude al beso como
fuego abrasador y destructor de mundos, fuente de un deseo
incandescente que se una vez sellado se eterniza:
No te
acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las
estrellas,
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.
Miguel
Hernández en "La boca" define el beso como una "boca
poblada de bocas:/ pájaro lleno de pájaros." Éste conlleva
una fusión de carne y espíritu, de lo celeste y lo terrenal, tal y
como marcan los versos "El labio de arriba el cielo/ y la tierra
el otro labio." El yo poético en esta composición dice beber
de la boca de su amada y hundir su vida en ella. El beso, en este
caso, condensa tres palabras: vida, muerte y amor.
Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres
palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí
quedan
escritos sobre tus labios.
Blas
de Otero, poeta ubicado en la posguerra española, por otra parte, en
"Un relámpago apenas", describe un beso que come, que
succiona el alma del poeta: es un "beso de mar, a dentelladas"
que supone la derrota instantánea del juicio:
me declaro vencido, si
vencerme
es ver en ti mis manos
maniatadas.
Besas besos de Dios. A
bocanadas
bebes mi vida. Sorbes. Sin
dolerme,
tiras de mi raíz, subes mi
muerte
a flor de labio. Y luego,
mimadora,
la rizas y la rozas con tu
beso.
También
José Hierro, en "Acelerando" alude al instante del beso
como detenimiento de las coordenadas espaciotemporales. En este caso,
los enamorados se besan "en carne viva": el gesto, por
tanto, es real y físico, supone la conciencia epidérmica del amor:
Aquí,
en este momento, termina todo,
se detiene la vida. Han florecido luces amarillas
a nuestros pies, no sé si estrellas. Silenciosa
cae la lluvia sobre el amor, sobre el remordimiento.
Nos besamos en carne viva. Bendita lluvia
en la noche, jadeando en la hierba,
trayendo en hilos aroma de las nubes,
poniendo en nuestra carne su dentadura fresca
se detiene la vida. Han florecido luces amarillas
a nuestros pies, no sé si estrellas. Silenciosa
cae la lluvia sobre el amor, sobre el remordimiento.
Nos besamos en carne viva. Bendita lluvia
en la noche, jadeando en la hierba,
trayendo en hilos aroma de las nubes,
poniendo en nuestra carne su dentadura fresca
Asimismo,
en la órbita de la poesía hispanoamericana contemporánea,
destacamos poemas como "Amor, cuántos caminos" de Pablo
Neruda, que establece el beso como uno de los principales senderos de
la fusión con la tierra, gesto que sofoca súbitamente la "soledad
errante" del yo lírico.
Alfonsina
Storni, por su parte, en "Pasión" alude al beso humano,
expresión trémula de lo efímero, dado que la carne es mortal y no
goza de lo sempiterno divino:
Unos
besan las sienes, otros besan las manos,
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.
El
pasaje citado alude a diversas partes del cuerpo, que para el
romántico o neorromántico constituye el único credo y la única
patria. Así lo manifiesta Octavio Paz en "Cuerpo a la vista",
donde la anatomía humana aparece como un paisaje que explora la boca
a través del beso:
boca del horno donde se
hacen las hostias,
sonrientes labios
entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la
sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su
resurrección y el día de la vida
perdurable).
Por
otra parte, Julio Cortázar efectúa en el capítulo VII de Rayuela
una
descripción pormenorizada del beso. Este cuadro responde a su
concepción del realismo trascendente que se para en los elementos
míticos de la cotidianidad:
Toco
tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como
si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se
entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y
recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi
mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, una
soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu
cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente
con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me
miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos
al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se
agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se
miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en
los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene
con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan
hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo
mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de
peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos
el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber
simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una
sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar
contra mí como una luna en el agua. 14
En
definitiva y conforme a lo que hemos podido apreciar a lo largo de la
monografía, el beso es heterogéneo e inefable, constituye un gesto
insustituible para comunicar una emoción intensa. No hemos
encontrado otra conclusión más determinante que el siguiente poema
de Gabriela Mistral, titulado "Besos":
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
6. Bibliografía
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The Brain. Washington, N.
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- SMALL,
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love got to do with it? The Evolution of Human Mating. New
York, Anchor Books, 1995.
7. Agradecimientos
Agradezco la colaboración
desinteresada de Myriam, Yolanda y Marçal en la facilitación de
algunos datos que he incluido en este trabajo. También la ilusión
de mi hermano Toni. Gracias también a Sebastià Serrano, por hacer
posible este proyecto, que aquí constituye un simple esbozo, dada su
magnitud.
1
RAE, Diccionario de la
lengua española,
Espasa Calpe, vigésima
segunda edición 2001, p. 312, t.I.
2
SERRANO, S.; "Els signes no verbals", en Cap
a una lògica de la seducció, EUB,
Barcelona, 1996, pp.112-116.
3
BORGES, J.L.; "La Secta de
los treinta", El
libro de arena. Madrid,
Alianza Editorial, 1999, p.69.
4
MARTÍN GAITE, C.; Usos
amorosos de la postguerra española, Barcelona,
Anagrama, 1987.
5
Con la presente monografía adjuntamos un DVD que contiene el
mentado pasaje de los besos censurados de la película Cinema
Paradiso.
6
Kama Sutra, selección
e introducción de Pramesh Ratnakar. Madrid, Dastin, 1996, p.8.
7
Opus cit., p. 53.
8
OVIDIO, Amores. Arte de
amar. Madrid, Cátedra,
2000, p. 422.
9
OVIDIO, Amores. Arte de
amar. Madrid, Cátedra,
2000, pp.227-228.
10
DANTE ALIGHIERI, La
divina comedia. Barcelona,
Alpha, 1950, p.67.
11
DI PRIMA, D.; Memorias
de una beatnik. Barcelona,
Muchnik Editores, 1999, p.14.
12
IBN ARABI, Tratado del
amor. Madrid, Edaf,
1996, p. 96.
13
CASTIGLIONE, B. El
cortesano. Madrid,
Cátedra, 2003, pp. 524-525.
14
CORTÁZAR, J.; Rayuela.
Barcelona, Seix Barral,
1984, p. 46.
1 comentario:
A mí siempre me ha fascinado el beso de Iseo a Tristán moribundo, tal y como lo describe el Romance de don Tristán en el Romancero viejo:
Ferido está don Tristán de una mala lanzada;
2 diérasela el rey su tío por zelos que del cataba.
El fierro tiene en el cuerpo, de fuera le tembla el asta:
4 valo a ver la reina Iseo por la su desdicha mala.
Júntanse boca con boca cuanto una misa rezada;
6 llora el uno, llora el otro, la cama bañan en agua.
Allí nace un arboledo que azucena se llamaba:
8 cualquier mujer que la come luego se siente preñada.
Comiérala reina Iseo por la su desdicha mala.
¡Cuanto una misa rezada! ¿Se puede decir más con ocho sílabas? ¡La boca como una iglesia!
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