lunes, 25 de abril de 2016

El juego de las sillas (psicoexperimento de Kotidiana Lokura con Arte)

Ayer regresaba de una excursión, me sentía vacía y desorientada, sin "habilidades sociales" o quizá desconectada de la fuente de la vida. Hablé de ello con Diana, que en ese día simbolizaba la diosa lunar. Me dijo: "¿Por qué no hacemos el juego de las sillas?" Es el nombre de un psicoexperimento.




El juego de las sillas primero me pareció una reminiscencia de los juegos de infancia.

"Eres una niña", me dijo.  

Escribí en seis papeles seis de mis proyectos. Los primeros cinco fueron sin pensar:

Magaturgia

La Juglaresa de Carabás

Hieros Game

Ludología

Neuroliteratura

El sexto fue pensando, y lo dejé a parte.

Universidad Libre

Previamente, ella me hizo masticar el agua,apretarme en el morro con el dedo índice, sacar la lengua, apretar muy fuerte los ojos y desapretarlos,  tocarme la frente y la corona, tumbarme en posición fetal con las manos en las sienes. Allí empecé a sentir que se me abría un agujero delfín en el cráneo. Era como si dios estuviera violándome, como si me estuvieran fornicando por arriba. Pensé en la corona de los santos, que se llama halo o aureola, y su verdadera función, más allá de las teorías dogmáticas.

Empecé a sentirme en un trance. La energía primero me enhebró la cabeza. Después, Diana me hizo darme golpecitos en el corazón, y así bajó. Después se fue hacia la matriz. Estaba en posición de parto. Iba a parir. Diana era mi partera. Pero, de algún modo, todo desapareció. Aborté. Reviví el vacío de mi primer aborto. Toda una energía telúrica y grandiosa deteniéndose de golpe. Asombro del no nacido.

No recuerdo mucho qué pasó después. Ella me situó frente a las sillas. Me dijo que escogiera. Me sentí con miles de brazos. Como un pulpo lleno de tentáculos.




Los papeles estaban encima de unas sillas. Yo debía, sin leer el contenido, ponerme frente a ellas, sentarme y dejarme llevar. Ella me dirigía, como una directora artística. Ella activaba mi imaginación y el juego simbólico.

Empecé sentándome en la silla del medio. Al principio, me dijo que mis padres estaban detrás. Los sentí. Lloré. Era la silla de la Magaturgia.

Luego fui a la silla de la derecha, donde me sentía salvaje y libre, y contraía el esfínter de manera involuntaria. Me sentía como Mowgli. Salvaje, divertida, jugando. Cómo no, era la silla de Ludología.

La silla de la derecha era apática y burguesa, muy fecunda intelectualmente, pero bastante carente de emociones: Neuroliteratura.

Fui al baño. Regresé con una rosa roja. Me puse a llorar. Las rosas rojas simbolizan para mí la relación romántica de mis padres. La rosa se deshizo y me tiré sus pétalos sobre la cabeza. Lloré mucho. Otra vez, la Magaturgia.

Diana me pidió que sedujera a una silla. Seduje a la del centro, porque allí estaba la tumba de mis padres. Me situé en postración. Allí ella había cambiado los papeles. Era la Juglaresa de Carabás y experimenté una serie de metamorfosis. Primero me volví ángel y después esfinge. 





Sentí unos zapatos azules de muñeco bajando las escaleras de mi estómago. Decidí parar esos pies. Son idénticos a esta foto que he encontrado:

Vestidos Muñecas Españolas: Zapatos, botas azules muñeca muñeco payaso. - Foto 1 - 54930976


No les dejé nacer. El segundo aborto era necesario. No podía dar a luz a un monstruo (esos pies de bebé muñeco, que eran mis pies). Además: "He dejado de ser mujer, no puedo parir como mujer".

Al ser ángel, me puse a incubar un huevo. Es el misterio del huevo de la Papisa. Ese huevo es Hieros Game, el arte del amor sagrado.



Como estoy empollándolo, no puedo hacer nada más. Dejo la Universidad Libre para más adelante, cuando Hieros Game pueda nacer.

Agradezco profundamente a Diana la experiencia de ayer. Espero que su psicoexperimento pueda ser explorado para liberar las fuerzas telúricas e inconscientes del ser humano.

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