viernes, 14 de marzo de 2014

La Fiesta del Mal de Amores (y, en ella, la Pirata TAZ borracha en Desconsuelo)

Viernes noche. Sola. En casa.
¿Sola?

Nunca estoy sola. Siempre me acompaña una imaginería ansiosa de personajes, una tribu de seres blableantes que, sean intrépidos héroes, mediocres o tripulantes del Averno o del Edén paradisíaco, aguardan con sigilo una palabra de esta Blableadora de Primera Clase para respirar un poco de aire ficticio. (Que conste que la narratofilia no es un mérito, sino un defecto a pulso laureado como tal: a mí me tocó ser carcelera de estos monstruitos que tantas caricias por dentro aprendieron a gemirme). 

¿Quienes son esos seres que purga mi garganta, que suplican a drede que enloquezca para cantarlos? ¡Otro trago de ron y te los deletreo, desnudándolos de máscaras infames, de envoltorios narrativos y demás parafernalia de "en un principio fue el verbo"! ¡Ah! ¡Puta palabra! ¡Macabra patera de demonios que sueñan con el Limbo!

¿Ellos? ¿Merecen el zazén de mi silencio?

Quizá sean demonios que tengo enganchados en las alas. Ellos me suplican que les escriba una Historia para encaminar sus almas a la luz de la mirada del Lector que, al menos, podrá gozar de "Ellos": su suplicio y su estrategia para manifestar el DOLOR.

¡Allá va!


De súbito, re-imagino un local llamado Forgotten Pub en el que se celebra una fiesta consagrada a Todos los que Sufren de Mal de Amores. 

¿Cómo es? Es un lugar bizarro y muy pintoresco, donde hay un suelo lleno de fango y dispensarios gratis de destilados autodestructivos. Todos esos personajes hacen muecas feas, fuman compulsivamente melancólico humo y todo hiede a tabaco y a exóticas yerbas. Están muy graciosos así. Tanto, que las plañideras truncarían sus cabezas por las de unas drogadas gogós, lobunas y hambrientas de deseos pajilleros en Chernovil de Curvas.

¡Atención! ¡La cámara se focaliza en los ojos idos de una mujer hipermetrópica!
¡Mirad! ¡Guerrera mística!

Ella se llama la Pirata TAZ que, tras arduas investigaciones, decide llamarse Pirata PAZ en este retrato, por prescripciones bucólicas de Hakim Bey y consejos del inolvidable amado, postmortems evolucionados de las utopías degolladas por la ansiedad caníval del amor engullido por la bancarrota sexual. 

La pirata PAZ está buenorra pero es una rabiosa. Tiene estigmas en los senos de tanto magullarlos con pozos sin fondo de pasiones imposibles. Lleva un vestido de vértigo y hace la loca. Va de un lado a otro, recogiendo a borrachos que hacen eses mientras intentan bailarla. Algunos la besan en la boca con babas etílicas. Ella llora como una zorra en celo, a solas en un bar asesinado por interrogantes sin respuesta. Ella abre un cuaderno y lo viola con pluma sobre la barra del bar.

- ¡A ti te invoco, oh insaciable Eros,
 para llorarte por escrito!
Negaste mi mirada pura.
No me dejaste descomprimir el alma
en la belleza del festín que tenía preparado
para él.
¿Él?
¿Quién es él?
¡Si el objetivo era beber Leteo!
¡Barman! ¡Otro chupito de Leteo!

Él...
Lo recordaré por última vez.
Miento: penúltima.
Porque, ¿quién olvidarse de esos ojos
de naufragio?

El Príncipe Wu Wei
que, según dicen las crónicas,
no supo mover un dedo por la más fogosa bellaca
que hubiera inventado el mundo.

Sí, ésa soy yo.
Fui deseada por un ejército entero,
por varias tripulaciones piratas,
por una banda de jazz
e incluso, algún que otro Príncipe o Poeta.
Sí, mi vanidad me acompaña,
es mi gran perro faldero.
También, por otro lado,
mi dolor y mi placer son hermanos,
son polos de la misma intensidad
con la que he decidido vivir.

¡Porque no hay nada más insultante que la calma!
¡Porque fui programada para ser feroz, rebelde y revolucionaria!
Y, sin esto, más me valdría estar muerta.
 
Ella me mira, incendiada. Tras esto, un borracho la mata.
¡Va, el siguiente! 
¡Existen grandes verdugos de demonios!
¡La noche para trabajarme  vuestros amaneceres!


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