domingo, 27 de abril de 2014

El muro de los abrazos



Estimado Hafiz,

Ayer bebí por la noche un brebaje para encontrarte en sueños. Tiene mucha vitamina B.
Plátano maduro, remolacha y yogurt natural. 

Te he encontrado en ese lugar al que solíamos ir a abrazarnos.

Es una pared de un antiguo templo lemur. En esa pared hay escritos conjuros para bailar con el viento y para despertar a las flores en la Primavera.

Yo he de esperarte recostada en esa pared con los ojos cerrados. Mientras espero, preparo a mi piel para la dulce colisión con tu cuerpo. Es un cataclismo necesario.

Me acaricia el viento. Me estremezco. Abismos, placas tectónicas, terremotos. Vértigo de morir.
Tu alma llega antes que tú. 

Llegas silencioso. El silencio es la premisa de todo. El silencio es la ventana por la que nos escapamos volando. Mímica poética del amor.

Mi cuerpo recibe tu impacto, que es tan lento y gradual como el despegue del vapor.
Ese abrazo acaba con el tiempo. Ese abrazo-fusión me explica que somos el ciclo del agua.


No sé si podría explicar cómo es ese impacto, a cámara lenta.
Primero, mis pezones te detectan, como antenas.
Después...



Es el orgasmo indecible. Pero en la cata podría decir que hay mucho fuego dentro, mucho fuego evaporándome. Soy ligera como un ángel esculpido en luz que ríe.

Abro los ojos. Sigo abrazándote. Siempre. El abrazo.
El abrazo nos hace íntegros. Ahora ya podemos ser superhéroes.
A nuestra derecha, veo un accidente. Es un coche de bomberos. Acudimos corriendo hacia allí. Vemos a los bomberos. Son jóvenes hermosos. Hay una bombera moribunda con los ojos azules preciosos con un contorno almendrado. Ella me mira sonriéndome. Me enamoro de ella. Tú estás a mi lado, y sientes cómo me enamoro. Nos enamoramos juntos de ella.

Nos enamoramos de todos los seres.

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