Durante aquella noche eterna en una isla y bajo un cocotero, TAZ no podia dormir. Pero recordaba aquello que le decía su padre "lo importante es descansar, lo importante es descansar". Su mente blableaba demasiado, imaginando mil historias acerca de Wu Wei, historias que la sedaban. La mera certeza de la existencia de Wu Wei sobre la tierra ya era un motivo suficiente como para colmarla de felicidad.
- Lo importante es... que existe Wu Wei. Él hace felices a todos sus amantes.
El amanecer carcajadeaba frente a la isla y el cocotero. El duende del coco seguía despierto.
- ¿Has logrado entenderlo ya?
- No, me he pasado la noche entera observando mi enfermedad. Es increíble cómo el amor te quita el hambre y el sueño.
- ¿Seguro que no recuerdas todo lo que te expliqué a través de tu propia cabeza?
- Primero me dijiste que soltara el ancla.
- Sí.
- Después, que amara a Wu Wei sin dejar de amar a la creación entera.
- Exacto.
- Más adelante, me dijiste que me entretenga intentando hazañas poéticas.
El duende del coco se transformó en un gato vagabundo.
- ¿Te acuerdas de mí? No sirve de nada ser un soñador sin una pizca de astucia terrenal. ¡Aloh, Marqués de Carabás!
Y eso puso muy contenta a la pirata. Echaba de menos a Wu Wei, pero el nuevo plan le parecía divertido.
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