Estimado Hafiz,
Yo comprendo que nuestra relación es todo un arte. Sé que si no presto la debida atención y conciencia, podría malnutrirla o degenerarla. Por eso dedico las horas de sol al estudio apolíneo de esta disciplina vital de “relacionarme”. En silencio meditativo, dentro de un templo-biblioteca, leo las páginas de un maestro tibetano. Quiero resolver dentro de mí el misterio ancestral del sexo. Quiero comprender por qué esta energía es a la vez tan creativa y destructiva. Quiero conocer sus resortes, bailarla y activarla a voluntad:
“La Ley del Sexo” es la ley de las relaciones por las cuales la vida y la forma se unen para que el propósito divino pueda manifestarse. Es ley fundamental de la creación, y rige cuando se trata de la Vida que anima un sistema solar, el nacimiento de un animal o la germinación de una planta. Sexo es la palabra que utilizamos para describir la relación existente entre esa energía que llamamos vida y el conjunto de unidades de fuerza, mediante las cuales esa energía se expresa y construye una forma. Incluye la actividad que tiene lugar cuando los pares de opuestos se unen, y por ese medio producen una tercera realidad o resultado que atestigua su relación, entonces otra vida aparece en la forma. Tenemos siempre relación, unificación y nacimiento. Tres palabras que contienen la verdadera significación del sexo.”
A. Bailey, Sexo
¿Y si imagino el sexo evolucionado?
¿Mi instinto de unión es un anhelo de fusión con lo intangible? ¿Colmar ese vacío con materia es una prostitución sagrada?
El sexo que focaliza su atención en las necesidades tribales para mí es más placentero que el egoísmo de dos. Tiene sentido al comprender que cada “yo” es una célula de un ser galáctico que lo contiene y trasciende.
El sexo quiere transmitir al cuerpo los goces del alma. Sin embargo, el sexo no existe para el alma: está delimitado en el mundo de las formas. El sexo existe por la ilusión de separatividad y soledad. El alma sabe que no hay separación. El alma conoce el amor, más allá del sexo.
El amor ha de entenderse como idea pura: puede impulsarse con del despliegue químico del enamoramiento, el deseo desordenado y el instinto animal, pero va más allá.
¿Existe un amor que va más allá de lo estrictamente sentimental? ¿Un amor con una base inteligente y filantrópica, un amor épico que rompe con las barreras de la personalidad y que inspira a la sociedad a través de su expresión artística? Un amor inofensivo, y no por pasivo, sino porque su vitalidad y vigor sabe enfocarse hacia causas gloriosas.
Los visionarios dicen que el impulso asciende del centro sacro al laríngeo, y que eso traslada los deseos físicos sexuales a la expresión creadora. El erotismo es cada vez más sublime e inspirador.
Dicen los profetas que, después de resolver el misterio sexual, haremos el amor jugando. Fusionaremos, como en la estrella de Salomón, los dos triángulos de la personalidad integrada, donde lo físico, lo emocional y lo mental -con sus respectivas polaridades- son expresiones del uno.
Por otra parte: eugenesia. Los nacimientos no serán accidentales. Los hijos serán atraídos por los móviles puros de sus padres. La responsabilidad paternal atañerá más a cuestiones espirituales que físicas. Y cuando aludo a nacimientos, Hafiz, no sólo me refiero a niños de carne. También me refiero a una creatividad eugenésica.
El tibetano habla de estas leyes:
La Ley del Renacimiento. Cíclimamente, hemos sido hombre y mujer. En esta vida recapitulamos existencias anteriores y reasumimos antiguas obligaciones. Antes de las bodas alquímicas, hemos de sanar las antiguas heridas.
La Ley del Amor. El amor grupal reemplaza al egoísmo personal. Basta la sencilla aplicación del “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”
La Ley de la Vida Grupal. Nuestras relaciones grupales deberán ser observadas y reconocidas.
La Ley de Hermandad.
A la luz de estas leyes superiores, podemos entender mejor la Ley del Sexo. Por lo tanto, ante cualquier relación, podremos formularnos las siguientes preguntas:
¿Soy consciente de que soy hombre y mujer a la vez, y de que si ahora me siento más hombre o más mujer es por algo meramente cíclico?
¿Soy libre de roles?
¿Qué clase de bloqueos sexuales siento en mí? ¿Proceden de algún recuerdo traumático de violencia sexual?
¿Amo a mi prójimo como a mí mismo o mis móviles son egoístas?
¿Nuestra relación beneficia de algún modo a la humanidad?
***
Hafiz, “vigila y ora”.
Vigila el huevo. Rézale.
El huevo es el “cuerpo ovoide emocional”.
Parece que entre ajna y hara hay una relación, y que esa relación se llama personalidad. Abajo, en svadisthana o el centro sacro, debemos danzar con los “Señores lunares” o Barhishad Pitris; el Ángel Solar, en cambio, canta en vishuda.
Del mismo modo que el sexo quiere crear, el ego quiere morir amando. El paso de manipura a anahata es aquello que tú sueles llamar humildad.
Por otra parte, ¿qué decir del trayecto de la serpiente? ¿Cómo convertir la cola en un casco alado, según expresa el caduceo hermético? El chakra base vuela hacia el coronario cuando sushuma se convierte en autopista para la serpiente.
Así, podemos ir cambiando: nos transformamos si viajamos hacia la densidad, transmutamos si viajamos hacia lo sublime y, por último, nuestro amor es transfiguración.
Después, busco las fervorosas y vehementes disciplinas, la integración, las ambiciones, los objetivos y las expresiones personales. Esa disciplina será la de una vida externa plenamente creadora, al servicio de nuestros semejantes. Necesitamos entrar en un ciclo creador nuevo, que adoptará formas que expresarán las nuevas energías entrantes. ¿Qué tal si, al respecto, observáramos la vida de las hormigas y de las abejas?
Con el tiempo, cuando nuestra creación sea impulsada por la mente y no por el deseo, el arte será como respirar: así daremos cuerpo a la idea. Esa es la analogía del matrimonio místico, del Espíritu-materia en plena fluxistencia.
En el momento en el que nos damos cuenta de que podemos crear todo lo que deseamos, ya no es necesario desear.
Yo comprendo que nuestra relación es todo un arte. Sé que si no presto la debida atención y conciencia, podría malnutrirla o degenerarla. Por eso dedico las horas de sol al estudio apolíneo de esta disciplina vital de “relacionarme”. En silencio meditativo, dentro de un templo-biblioteca, leo las páginas de un maestro tibetano. Quiero resolver dentro de mí el misterio ancestral del sexo. Quiero comprender por qué esta energía es a la vez tan creativa y destructiva. Quiero conocer sus resortes, bailarla y activarla a voluntad:
“La Ley del Sexo” es la ley de las relaciones por las cuales la vida y la forma se unen para que el propósito divino pueda manifestarse. Es ley fundamental de la creación, y rige cuando se trata de la Vida que anima un sistema solar, el nacimiento de un animal o la germinación de una planta. Sexo es la palabra que utilizamos para describir la relación existente entre esa energía que llamamos vida y el conjunto de unidades de fuerza, mediante las cuales esa energía se expresa y construye una forma. Incluye la actividad que tiene lugar cuando los pares de opuestos se unen, y por ese medio producen una tercera realidad o resultado que atestigua su relación, entonces otra vida aparece en la forma. Tenemos siempre relación, unificación y nacimiento. Tres palabras que contienen la verdadera significación del sexo.”
A. Bailey, Sexo
¿Y si imagino el sexo evolucionado?
¿Mi instinto de unión es un anhelo de fusión con lo intangible? ¿Colmar ese vacío con materia es una prostitución sagrada?
El sexo que focaliza su atención en las necesidades tribales para mí es más placentero que el egoísmo de dos. Tiene sentido al comprender que cada “yo” es una célula de un ser galáctico que lo contiene y trasciende.
El sexo quiere transmitir al cuerpo los goces del alma. Sin embargo, el sexo no existe para el alma: está delimitado en el mundo de las formas. El sexo existe por la ilusión de separatividad y soledad. El alma sabe que no hay separación. El alma conoce el amor, más allá del sexo.
El amor ha de entenderse como idea pura: puede impulsarse con del despliegue químico del enamoramiento, el deseo desordenado y el instinto animal, pero va más allá.
¿Existe un amor que va más allá de lo estrictamente sentimental? ¿Un amor con una base inteligente y filantrópica, un amor épico que rompe con las barreras de la personalidad y que inspira a la sociedad a través de su expresión artística? Un amor inofensivo, y no por pasivo, sino porque su vitalidad y vigor sabe enfocarse hacia causas gloriosas.
Los visionarios dicen que el impulso asciende del centro sacro al laríngeo, y que eso traslada los deseos físicos sexuales a la expresión creadora. El erotismo es cada vez más sublime e inspirador.
Dicen los profetas que, después de resolver el misterio sexual, haremos el amor jugando. Fusionaremos, como en la estrella de Salomón, los dos triángulos de la personalidad integrada, donde lo físico, lo emocional y lo mental -con sus respectivas polaridades- son expresiones del uno.
Por otra parte: eugenesia. Los nacimientos no serán accidentales. Los hijos serán atraídos por los móviles puros de sus padres. La responsabilidad paternal atañerá más a cuestiones espirituales que físicas. Y cuando aludo a nacimientos, Hafiz, no sólo me refiero a niños de carne. También me refiero a una creatividad eugenésica.
El tibetano habla de estas leyes:
La Ley del Renacimiento. Cíclimamente, hemos sido hombre y mujer. En esta vida recapitulamos existencias anteriores y reasumimos antiguas obligaciones. Antes de las bodas alquímicas, hemos de sanar las antiguas heridas.
La Ley del Amor. El amor grupal reemplaza al egoísmo personal. Basta la sencilla aplicación del “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”
La Ley de la Vida Grupal. Nuestras relaciones grupales deberán ser observadas y reconocidas.
La Ley de Hermandad.
A la luz de estas leyes superiores, podemos entender mejor la Ley del Sexo. Por lo tanto, ante cualquier relación, podremos formularnos las siguientes preguntas:
¿Soy consciente de que soy hombre y mujer a la vez, y de que si ahora me siento más hombre o más mujer es por algo meramente cíclico?
¿Soy libre de roles?
¿Qué clase de bloqueos sexuales siento en mí? ¿Proceden de algún recuerdo traumático de violencia sexual?
¿Amo a mi prójimo como a mí mismo o mis móviles son egoístas?
¿Nuestra relación beneficia de algún modo a la humanidad?
***
Hafiz, “vigila y ora”.
Vigila el huevo. Rézale.
El huevo es el “cuerpo ovoide emocional”.
Parece que entre ajna y hara hay una relación, y que esa relación se llama personalidad. Abajo, en svadisthana o el centro sacro, debemos danzar con los “Señores lunares” o Barhishad Pitris; el Ángel Solar, en cambio, canta en vishuda.
Del mismo modo que el sexo quiere crear, el ego quiere morir amando. El paso de manipura a anahata es aquello que tú sueles llamar humildad.
Por otra parte, ¿qué decir del trayecto de la serpiente? ¿Cómo convertir la cola en un casco alado, según expresa el caduceo hermético? El chakra base vuela hacia el coronario cuando sushuma se convierte en autopista para la serpiente.
Así, podemos ir cambiando: nos transformamos si viajamos hacia la densidad, transmutamos si viajamos hacia lo sublime y, por último, nuestro amor es transfiguración.
Después, busco las fervorosas y vehementes disciplinas, la integración, las ambiciones, los objetivos y las expresiones personales. Esa disciplina será la de una vida externa plenamente creadora, al servicio de nuestros semejantes. Necesitamos entrar en un ciclo creador nuevo, que adoptará formas que expresarán las nuevas energías entrantes. ¿Qué tal si, al respecto, observáramos la vida de las hormigas y de las abejas?
Con el tiempo, cuando nuestra creación sea impulsada por la mente y no por el deseo, el arte será como respirar: así daremos cuerpo a la idea. Esa es la analogía del matrimonio místico, del Espíritu-materia en plena fluxistencia.
En el momento en el que nos damos cuenta de que podemos crear todo lo que deseamos, ya no es necesario desear.
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