Cabos y damalleras: he decidido entregarme.
Estimado Hafiz: cada vez eres más plural mayestático.
El insaciable Eros, para mí, hoy tiene tres palabras clave:
Androginia, hieros gamos, poliamor.
A pesar de que parece fruto de la ociosidad, merece la pena que dedique unas líneas a lo que he descubierto acerca del amor y a sus ejercicios espirituales.
¿Soy una mujer-hombre? ¿Hacemos zumo de naranja con el yin-yang? ¿Eso me convierte en bisexual, pansexual o polisexual? ¡Atención, la serpiente quiere ascender! ¡Quiero que seamos libres para jugar!
Hace apenas un par de días, Shiva se puso a rezar frente a mi puerta.
En sus rezos se fusionó con Parvati. En sus rezos quería liberarme del dolor. En sus rezos, tal vez, empezaba el inicio de una nueva era microcósmica.
El primer impacto del rezo fue adrenalítico. Endorfinas.
Enloquecí de amor. Enloquecí de amor a sabiendas de que lo estaba haciendo. A sabiendas de que eso no es lo habitual. Mística kamikaz. No puse freno a nada. El ego se fue felizmente. Felizmente se liberó de un personaje encerrado en su cárcel de espejos y se fugó por las veredas de la poesía. Sentí agradecimiento infinito hacia Shiva.
Eso fue un chispazo, y la tierra bostezó y de nuevo me partió en dos.
El segundo acto es la Amada buscando al Amado en el Cantar de los Cantares de Salomón. Salí de casa, como hechizada. Mi cuerpo era veloz, ágil y hermoso. Es así el filtro de amor. Primero, salí sin zapatos. Después, subí a ponerme unas botas. Salí sin comida ni agua. Empezó una ensoñación que me drogaba, el aroma de las flores era más persistente que de costumbre. Mi imaginación desbordada empezó a proponerme parques temáticos de sublimación orgiástica. El mundo era voluptuoso y sensual, y de fondo me miraban los ojos de Hafiz, los ojos de Hafiz rezando.
Hafiz desapareció de la faz de la tierra. Abracé a Hafiz invisible y entré en otra dimensión.
Los cantos salían de mi pecho sin tregua. La alegría era contagiosa, el poder del amor empezó a desbordarme. No me cabía dentro tanto amor sin morir.
- ¡Quiero que me matéis! ¡Quiero liberarme de las formas! ¡Quiero transformarme!
Era como si el cielo se hubiera fotocopiado en aquel acto.
Por el camino, encontraba cerezas maduras, que comía.
No negaré que ese dolor, a su vez, estaba lleno de furor divino. Dolía si me apegaba a la forma, liberaba si me dejaba llevar por la poderosa fuerza que me arrebataba para crear otra vez.
***
Tras aquel tsunami emocional, regresé a la cotidianidad. La Melancolía erótica quiere soledad para recrear sus ensoñaciones. Al día siguiente, iba a una fiesta. Hafiz nunca llegó a entrar. Pero Hafiz había dejado de ser Hafiz, y Hafiz, ya dentro mío, me propuso que colonizara al mundo con nuestro amor. Y así surgió. A la mañana siguiente, amanecimos cuatro amantes en la misma cama, colmados de oxitocina. Desayunamos juntos y compartimos un bocadillo que partimos en cuatro trozos. Al cabo de unas horas, sentía el mismo amor hacia tres parejas con las que compartí una agradable comida en pleno monte.
***
Yo no sé dónde está hoy Hafiz. No sé si existe, ni si me ama tal y como me imaginé. Pero lo que sí sé es que yo aprendí a amar un poco más gracias a lo que me inspiró Hafiz y, donde quiera que esté, bendigo su paso por el mundo.
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