domingo, 24 de noviembre de 2013

El dios del teatro

El actor debe cultivar su energía como lo hace un místico: la esculpirá con el mimo y la atención de una disciplina formal, y la entregará generosamente al auditorio para contribuir a la evolución de la Consciencia Colectiva.

El público, convertido a la vez en actor astral de la catarsis, podrá alimentar su alma con el manjar con el que los dioses sobornan a todos los artistas que han pisado el Suelo Que Quema.

El actor es un géiser que une el suspiro del magma de la Tierra con el vuelo de la atmósfera celestial. De ese modo, el poeta arquetípico besa cada una de las palabras que pronuncia y bendice los oídos que las mecen en la hamaca de la atención silenciosa.




 

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