La tripulación, impaciente, le había puesto un ultimatum:
- Pirata, desengáñate. Él no te ama.
Ella miró al cielo. La noche era clara, la Luna menguaba como una sonrisa melancólica.
Estaba todo dispuesto para partir, pero necesitaba intentarlo por última vez.
¿Qué pretendía? ¿Qué era? ¿Un entrenamiento para enfrentarse al último dragón? ¿Una prueba más de su destino? ¿Otra aventura sin pies ni cabeza pero llena de intensidad, riesgo y...?¿En nombre de qué y de quién?
Si no hubieran contradicciones, la literatura no existiría. Las historias serían muy aburridas.
***
La pirata TAZ estaba impaciente ante la puerta del aposento del príncipe Wu Wei.
Quieta, de pie, sin cruzar el umbral.
El príncipe, semidesnudo y con una bata de seda blanca, estaba tumbado en una inmensa cama redonda, con un harén de hombres y de mujeres que le libaban constantemente del cuerpo, le acariciaban por todas partes, le masajeaban y le besaban en los labios.
La pirata TAZ estaba avergonzada. Tenía ganas de marchar sin mediar palabra. Pero sacó valentía de su pecho orgulloso y alzó un poco la voz, con la entonación más asertiva y bella que tenía:
- Wu Wei, estoy desolada. Suspiran por mí todos los príncipes del mundo, pero el único que me interesa de verdad eres tú. Sin embargo, tengo que soportar cómo te prostituyes todas las noches con quien menos te importa, y cómo maltratas a quien más te ama. ¿De verdad me quieres?
Wu Wei se puso a reír a carcajadas.
-Enamórate y desenamórate. Nada cambia lo que siento por ti. -respondió.
La pirata le miró con tristeza.
- ¿De verdad me amas? ¿Así te enseñaron a expresar tu amor? ¡Oh! ¡Cómo te compadezco!
Él la miraba con curiosidad. Le excitaba todo aquello. Le excitaba el conflicto, su ardor, aquella tragedia.
- Wu Wei, no voy a esperarte. Otras aventuras me llaman. Me han escrito apuestos soberanos de otros reinos y, si bien el corazón me ruega que no lo haga, he decidido partir, porque si continúo por aquí, voy a morir de inanición. Mi alma sueña contigo, pero... lo siento, soy humana: mi cuerpo también necesita alas y caricias. En vano te soy fiel.
Contuvo la respiración, le miró intensamente a los ojos y concluyó:
- Me rindo.
Wu Wei se puso a reír.
- ¡Por fin!
TAZ sintió aquella expresión como una afrenta y salió con desaire de palacio, con el puño cerrado y la mano en el cinto de la espada.
- Pues siendo así, me rindo a mi naturaleza y, si verdaderamente soy una pirata y progreso a través de mi rebeldía, te declaro la más terrible guerra.
Y luego maldijo a Wu Wei, con un bello poema de amor.
Al día siguiente, todo el reino ardía en llamas, los piratas habían saqueado todo el oro del país y el Pueblo le pedía al Príncipe Wu Wei que hiciera algo.
Sin embargo, la pirata TAZ se había escapado de su propio barco, y partía sola en la nave de un pirata desconocido, que le había citado dentro a través de un mensaje en una botella.
Y luego maldijo a Wu Wei, con un bello poema de amor.
Al día siguiente, todo el reino ardía en llamas, los piratas habían saqueado todo el oro del país y el Pueblo le pedía al Príncipe Wu Wei que hiciera algo.
Sin embargo, la pirata TAZ se había escapado de su propio barco, y partía sola en la nave de un pirata desconocido, que le había citado dentro a través de un mensaje en una botella.
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