Estos textos están destinados a todos aquellos que tienen una parte de su ser en deuda con el estigma del romanticismo idealista y friki.
Estos textos los escribí en la década de los noventa: son quinceañeros y están destinados al quinceañero interior.
CASI AZUL
(Escritos de juventud)
[La historia más bella del mundo]
.
((Hay una pulga aplastada allá arriba que es un punto y final ))
[La
disolución en el paisaje]
Paseo, paseo para olvidarme de mí
misma.
Ausente, escucho los pasos y las
risas de la gente; preguntándome mil cosas acerca de su historia.
Si conociese cada una de vuestras
vidas, las escribiría con los ojos cerrados, gritaría que cada uno de vosotros
posee un don, mi aullido se elevaría más allá los astros, anunciaría que la
existencia en sí ya es un milagro, y que mientras respiramos puede hincharse el
alma de briznas luminosas.
Algunos parecen tristes, otros cantan victoria
en su parcela de mundo.
A veces quisiera dirigirme a ellos, a
los que por milésimas se cruzan conmigo y miran, para luego desviar la vista y
proseguir su camino.
A veces busco en el aire esos sonidos
invisibles, a saber: palabras; en el intento de crear un cuento a medias con
vosotros, cuyo final repose en nuestros párpados dormidos, fundidos en Atman, el océano en el que todos bailamos
y vibramos a la vez.
Aquí estoy, agitando las manos,
creyendo ser pájaro, erigiendo lentamente mi propia historia. Quizá el destino
la imprima en mi frente tras el teclear de cada latido.
[Romanticismo]
Estaba obsesionada en
vivir como en esas novelas que se escribían hace algo más de un siglo – algo
llamado romanticismo- donde dos cuerpos
desnudos luchan para abrazarse, porque hay mil obstáculos y dragones, y ogros
barrigones con hambre; y ella mira la luna y suspira y sueña con él, tan típica,
embobada, enfrascada en los tópicos cursis de siempre, con un amor imposible y
un paisaje confidente.
[Corrientes literarias]
Hay una enorme distancia
entre jactarse con Robinson Crusoe o
padecer un naufragio en las propias carnes. Lo que a mí me pasa es muy bonito y
conmovedor, visto así, de lejos, pero alguien que debe arrastrarse por el mundo
con tantos pájaros en la cabeza…como tú dices ¡no hay derecho! ¿Qué me espera
si soy como una corriente literaria? Y qué si todo es demasiado realista o demasiado
romántico, y se hartan y se vuelven locos: nacen las vanguardias. Entonces me
convierto en una enferma mental y bebo colonia tras la ley seca, pero el mundo
se oscurece con una guerra, y después nace la novela, la de posguerra, la
pesimista…
[La historia de Sianah y Elohim]
RIESGO
En vista de
no ser reconocido por la fortuna, ni de
verse heredero de la suerte, optó por tomar las riendas de su propio destino.
Elohim no
deseaba no dejar de cubrirse los ojos. Las nubes le observaban enternececidas:
Su figura era enjuta, delicada. Un sombrero ocultaba los rebeldes rizos de su
cabellera castaña, dándole un aire sombrío y enigmático, indescifrable. La
gabardina oscura y desabrochada dejaba entrever unos pantalones ocres llenos de
bolsillos, y unas botas altas de montaña. Un jersey fino cubría suavemente su
torso, dejando un suave y largo cuello a la intemperie.
Una mochila desgastada permanecía aferrada
entre sus piernas. Dentro guardaba unos cuantos libros filosóficos reveladores
de grandes reflexiones metafísicas.
Después, un tímido lápiz desperdigado, unos cuantos sobres y hojas arrugados,
una brújula, una navaja multiusos, una cuerda, un reloj horroroso que nunca
miraba (pues solía guiarse por la altura del sol y la posición de las
estrellas) y por último su inseparable flauta, confidente inseparable que le
había acompañado durante estos dos meses de viajes sin hogar.
Elohim entornó los ojos. Contemplaba la oscuridad de
su sombra. El sol flotaba majestuosamente sobre su cuerpo encogido y rígido
como una silla plegable. La luz resplandecía deslumbrando a las aves urbanas en
su espléndido vuelo. Los vencejos
planeaban sorteando árboles dispuestos en fila a cada lado de la calle,
desafiando a las casas adosadas con formas rectangulares, monolíticas. Se
pilotaban a sí mismos con gran precisión, exhibiendo un aerodinamismo visible.
También los mirlos cantaban, desde ramas y postes, con estrofas repetitivas.
Rodeado de una
multitud ajena, se internó en uno de esos monólogos sin respuesta, que
lentamente se fue sobreponiendo al ruido del tráfico y el alboroto del gentío:
- Permitid que disminuya
la presión de la soga que oprime mi garganta. Dejadme expulsar las brasas que
queman mi espíritu. No, no dejaré que esta aflicción muera conmigo. Antes
tendrá que acariciar vuestros oídos, resoplar en parajes gobernados por vuestro
pensamiento. Me he derrumbado. Mis palacios de ensueño y cristal pulido hoy son
templos en ruinas.
Tuvo que tolerar la
mirada burlesca de unos cuantos transeúntes que le insultaban divertidos. Se
abrió una estela de comentarios a su alrededor, todo un surtido de muecas
forzadas que exaltaban su simpleza. El peso de la evidencia era demasiado
agudo.
Continuó
observando cabizbajo el color opaco de
su sombra. Ésta intensificó su amarga tonalidad. Permaneció inmóvil,
inexpresivo como un muñeco. Cuando alzó la vista ya era de noche. Y la Luna continuaba despojándose de rayos blanquecinos para que
algún imbécil empezara a perseguirlos.
No dormiría esa vigilia,
vagabundearía hasta el amanecer.
ALTERNATIVA
Los únicos confidentes
de Elohim eran las hojas del otoño, que parecían darle la bienvenida con su
vívido balanceo. Remolinos de viento le acogían ocasionalmente entre los grandes paseos por los que solía
caminar pensativo. Se sumía tanto en sus ideas que a menudo recibía respuestas
de las acacias:
-¿Qué pretendes? ¿Volar?
Mientras lo piensas caes por el abismo de la nada. ¿Para qué detenerte en los
mismos percances? ¿Por qué sigues tropezando con las mismas piedras? Desea algo
más honesto y no te obsesiones con un fin que ni siquiera existe. Exalta tus
capacidades, potencia tus medios o simplemente olvídate de tu existencia y extráñate ante todo. Eres un extranjero
recién llegado a tierras destinadas.
El viento insistía en
despejar sus oídos. El cabello se retiraba
hacia atrás como una bandera ondeante. Elohim, atormentado por silbidos
invisibles, intervino acongojado:
-¡ Que cese esta danza
romántica! ¡Escuchad cánticos alegres,
espíritus de la Naturaleza
que os regocijáis en coros celestiales! Islas bañadas de luz, luceros
temblones, capullos encaminados a florecer…Acacias mecidas por el viento,
música entrecortada, aromas embriagadores,
réplicas instantáneas… Musas ideadas por surcos de vapor, ocasos
pincelados por la presencia de Dios…¡A todos vosotros, inspiración de poetas,
horizonte de ojos soñadores, caparazón de incomprendidos, prisma de
inquietudes, alegoría de las pasiones humanas, pedestal de ilusiones y
misterios… os ruego que detengáis vuestro ciclo y me prestéis atención!
Escuchad: ahora, que ha cesado mi
llanto.
Si bien el huracán había
apaciguado su frenesí, todavía el crujir de las ramas impedía el silencio
sereno que aguardaba el joven. Elohim estaba dispuesto a extraer el don de la
elocuencia para sofocar parte de su melancolía.
- Explicaré la historia
de alguien que muere abrasado por su propio fuego. Hablaré de un loco que
enmascara realidades imperfectas. Buscaré sentido a una trama de marionetas
ingrávidas.
Todos los árboles
circundantes se inclinaron para oír nítidamente el interesante razonamiento que
les reservaba el muchacho. Éste arrugó el entrecejo, intensificando el suspense
y continuó así:
- Os contaré un cuento.
Quizá suene tan típico como tantos otros, e incluso pueda ostentar cierto tono
desengañado. Esta es la historia de un hombre que vive alimentado por una
esperanza y una fe ciegas, un pobre ingenuo que entrega su corazón a realidades
y tiempos prometidos.
Unos murciélagos se orientaron
mediante su sonar. Localizaron el lugar de donde surgía aquella vibración
sublime. Se situaron sobre una robusta encina, colocados en su posición
invertida habitual, con las alas plegadas.
El más anciano intervino en la orquesta natural con un chirrido
estridente como instrumento de sus pensamientos.
- Llevamos siglos
viviendo retraídos. Sois, en cambio, libres de crear vuestra propia visión del
mundo. No perdáis el centro. Al fin y al cabo, las leyes de vuestra concepción
del universo no tienen porqué ser acordes con las de este pobre sufridor. Es
más, su suplicio consiste en su incapacidad para expresarse. Imaginaos ante un
bufón que aspira a ser omnipotente, un esquizofrénico que cree tener la misión
de ordenar el infinito y que traza un laberinto para cobijarlo.
Todos se dejaron
arrastrar por el fluir de aquellas palabras. ¿Acaso se hallaban al fin ante un
humano auténtico, libre de máscaras, entregado a la búsqueda de cualquier
consuelo para solventar la inquietud eterna? ¿El que se sacrificaría con tal de
extraer una sola verdad del mundo absurdo?
-
Demos tiempo al tiempo – concluyó un mirlo medio adormecido,
testigo de los acontecimientos transcurridos en aquella larga noche.
ANSIEDAD, SACRIFICIO, RESIGNACIÓN, IMPOTENCIA
- Os pondré en boca
preguntas, pero cada respuesta requiere un camino diferente para todos
nosotros. No os desesperéis, ¡oh
amados!, pues aunque la vida es sufrimiento, ya es maravillosa por el mero
milagro de existir. Confieso que me siento extraño, rodeado de leyes ridículas
y seres que he de aprender a amar aún más… ¿Mas cómo evitar los menesteres
físicos sin recurrir a la gradual debilitación de nuestro cuerpo? Cualquier ser
práctico aspira a mantenerse en pie para sobrevivir y rebozarse de goces y
diversión. Es triste pensar que todas esas costumbres nos llenan vacíamente y
no tardan en dejarnos con cierto pesar en el alma. Estamos estancados ¿Qué es
la evolución si cada ser se conforma tan sólo con su propio beneficio y
mantenimiento orgánico?
Amaneció en el duro
banco del paseo, el nuevo lecho que le había acogido en la víspera, tras las
elaboradas charlas con su yo más profundo. ¿Realmente le habían contestado?
¿Por qué negarlo? Lo
cierto es que árboles, luceros y pequeñas criaturas sabían escucharle como
ningún humano lo hacía. Pero aquella mañana, se mostró particularmente desanimado.
Despertó demasiado solo, demasiado aislado para valorar lo que había conseguido
hasta entonces.
- Triste y solo- se
repitió a sí mismo.- Moriré sin que la mínima huella halla dejado secuela en
este mundo. ¡Tanto tiempo empeñado en amar, buscando belleza bajo las piedras,
pregonando palabras que a nadie interesan! Y aún así, me mantiene mi fe en una
misión, un cambio radical que motivará la búsqueda de un ideal, ¡de algo
definitivamente auténtico! ¿Mas qué puedo hacer? Seguiré vagabundeando cual navío
perdido sin rumbo. Sé que en el momento menos esperado, algo surgirá… ¿Por qué
sigo engañándome? Triste y solo…eternamente. Adiós esperanzas, adiós primaveras
obtusas ¡Ya no existen los sueños! ¡Me los han pisoteado tantas veces…!
Y lloró con rabia, con
fuego en los ojos y en el corazón. Desalentado, confuso, rendido. Ocultaba su
rostro con sus frías manos. Un sudor helado le recorría toda la nuca. Se diría
que expiraba por cada célula suya, con una ansiedad febril, extremada, cruel.
Los árboles en vano
intentaban consolarle. Las hojas secas pretendían secar sus lágrimas. Sílfides
cantaban hermosas estrofas en sus oídos con tal de hacerle sonreír de nuevo:
- Elohim, eres tú, ¡el
enviado del Amor! Pronto nacerán los brotes de una joven eterna en tu interior.
Y al fin serás amado y correspondido con tu mismo ímpetu. Ya nunca estarás
solo. ¡Elohim! ¿No la notas? ¿No la sientes? ¡Ella está aquí!
Repentinamente,
intervino una voz allegada:
-
¿Es todo tan terrible? ¿No eres consciente de tu exageración?
-
¿Quién habla? ¿Estoy loco? ¡Ay, Dios mío, si ya empiezo a
delirar! ¿ No me ha parecido que las acacias y encinares volvían a hablarme?¡La Soledad empieza a
desorientarme! ¿Es una dulce y pausada voz la que me alimenta?
Ya se había olvidado de
aquel leve susurro cuando éste se confirmó.
-
Eres demasiado hermoso para lamentarte. ¿Por qué no te dignas
a alzar la vista y observar a la extraña que te está llamando?
Elohim intentó aplacar
el llanto de sus ojos, pero éste seguía manando sin descanso entre sus párpados
y se escurría por sus dedos sin perdón.
-
No puedo. Mis pupilas están demasiado húmedas para poder
alegrarse. Seas lo que seas, la imagen de la cruz se hace cada vez más vívida.
La efigie de Cristo me revela mi futuro inexorable: Me sacrificaré en nombre de
la causa existencial. Y presiento que mi perecer será fallido, porque ¿quien se
percata del dolor si su alma es insensible a él?
Sianah le asió
lentamente por las muñecas y dejó que el rostro de Elohim desvelara el suyo. Él
quedó estupefacto. Le miraba una muchacha con el iris color esmeralda y los
ojos enmarcados por espesas y negras pestañas, de contornos almendrados. Su tez
era morena, su pelo ondulado y pelirrojo hasta la cintura. Vestía con una blusa
blanca de gasa y una falda azulada hasta los pies parecida a la cola de las
sirenas. Unas sucias sandalias acababan por definir su aspecto risueño. Con una
sonrisa sincera, Sianah le apaciguó con cariño.
-
Te amo pese a no saber tu nombre. Si mueres habré perdido mi
fe en las señales. Si mueres, mis fantasías se convertirán en hielo, mi agonía
sembrará en mi sangre un fallecimiento instantáneo. Por favor, vive por mí. No
desistas, ahora que te he encontrado.
-
¿Qué?
-
Soy Sianah. Estoy aquí. He pasado la noche en vela,
observándote deambular por el paseo. Mi ventana te ha descubierto eclipsado
entre las sombras. Mientras conversaba con las estrellas, he hallado el eco de
mis pasiones impreso en tus labios. Vivo en esa casa que ves enfrente del
parque. He pensado que quizá fueses tú…Afortunadamente sigues aquí, y creo que
al menos he podido alentarte. Por cierto, ¿Cómo te puedo llamar?
El joven suspiró.
-Soy Elohim, espíritu
viajero que ha atravesado valles y montañas. Hace dos meses que decidí lanzarme
a la aventura y al aprendizaje de las andanzas suicidas. He dejado a mi familia
en una ciudad lejana, demasiado asfixiante para mí. Quise volar como pájaro y
aquí me tienes, libre y pobre, sin mayor tesoro que mi propio aliento. Lo
cierto es que hace demasiado tiempo que renuncié a tener riquezas. No tengo nada.
Gracias por tu amor desinteresado, pero algo tan bonito no puede ser verdad.
Tarde o temprano te desenamorarás de este andrajoso trotamundos. Mírame bien.
¡Eres demasiado encantadora para fijarte en mí!
[Acerca de
la incomprensión del mundo]
Pobre idiota…
Pobre idiota…
No entiendes el mundo.
Extiendes la mano
aunque nadie te la estrechará ahora.
¡Pobre idiota!
A veces es mejor vivir con preguntas.
Te sientes vacío cuando dejas de
pensar,
y sólo puedes estar lleno si conoces
el vacío.
A lo lejos vibra el puente que separa
lo que somos y lo que parecemos ser.
¡Naciste tarde, se acabó el mundo!
¿Y tú todavía lloras por los pedazos?
¿Qué piensas ofrecer? ¿Acaso tu VIDA?
¡Quién quiere la vida de un
desgraciado!
No, la vida ya no tiene valor.
El hombre ya no ama la vida,
Pero… ¡Si el hombre ya no ama la
vida!
¿Y luego, guerra?
¿Privar la vida para no vivir la
propia?
Pobre idiota…
No entiendes el mundo.
¿Seguirás mezclándote en las batallas
de un lugar que tan siquiera fue real para ti?
Lo evidente es que, si este mundo no
tiene sentido, ningún otro lo tendrá.
Quizá sólo haya un mundo, pero con
sus partes, ínfimamente ligadas al fatídico curso de la causa-efecto.
Seguirá la rueda de Castigos y
Recompensas a menos que sepas salir de este infierno.
CASI AZUL (piensa)
Necesidad, o arte, o
necesidad.
Abaniquémonos con el
aire fresco
del correr precipitado.
Aliviemos el sudor,
ABRAMOS UN LIBRO,.
Besemos los labios del
que lo predica.
Hagamos el amor con el
que lo escribió.
Solía recogerse el pelo,
con una pinza casi azul.
Antes de medianoche.
Antes de viajar sin
cuerpo,
en respuesta al velo sin
materia.
El Sueño ansiaba el
momento
en vergonzosa espera.
Plantábase junto al
cabezal
del vetusto catre, con
ojerosa sed .
Para aspirar el olor del
sutil cuello desnudo.
Morenazo con cuello de cisne.
Casi azul.
Sueño deseó ser mujer
para amarlo del todo.
Asiente .
Agua desciende por el desagüe.
Agua que jamás volverás a recuperar.
Obsérvala.
Reténla una milésima de segundo
entre la cuenca de tu mano.
Coge la brocha.
Haz espuma.
Siega a Papanoel con la cuchilla.
Despídete del vello efímero.
-¿Te queda mucho?-
tras una puerta,
leche remota.
Recuerdo el zumbido de su corazón,
mi oído pegado a su seno.
(Yo era niño,
no conocía palabras.
Pero hablábamos…
con rayos de aire)
¡Zas, zas, zas!
Despídete de la barba herbosa,
capricho de cuatro días,
alfombra en piel.
- No, mamá.
Me estoy afeitando.
Tranquila,
dentro de un minuto
estaré listo.
- Ya es hora de
descansar.
El Sueño aguarda,
como de costumbre.
La puerta se abre.
-
Buenas noches, mamá.
-
Buenas noches , hijo.
CASI NO AZUL (duerme)
Vislumbraba la Luna.
Parecía una brillante
góndola
navegando en un mar de
estrellas.
Sus rayos,
cual plateados remos,
la hacían deslizar
lentamente,
entre vapor dantesco.
El mundo se hace grande (Copa).
El mundo se hace (Cristal).
El mundo se (Copa).
El mundo (Cristal).
El (C...)
El mundo se hace grande
cuando lo miras a través
de una copa de cristal.
Las caras circundantes
se alargan.
La luz se difumina.
Aparecen colores que rayan
el espacio blanco del entrecielo.
Imaginó,
con el pijama puesto,
que estaban ambos
abrazados.
Ella y él.
La corriente del viento
salvaje
mecía la barca,
oscilando,
bamboleándose ,
en una travesía sin
final.
Lejanamente lejos.
Me desvanezco.
Soy la voz de tu conciencia.
-
Y aún puedo pensar que fui libre;
Volé,
atravesé
bosques,
y prados,
Cerros y
bancales...
Tal vez...
Tal vez
existió alguna vez
un cielo
mejor para volar.
Ahora...
En mi noche,
contemplo la
vía láctea con los ojos del recuerdo...
Ahogado el
rumbo de un intenso viaje.
Recuerda que estás soñando.
Puedes ser lo que siempre quisiste ser,
sentir lo que no has podido vivir.
Eres el amo.
Posees la llave de su ventana.
Ábrela.
El muchacho sonrió para sí.
¿De veras podía materializar todo cuanto visualizaba?
Creyó estar obsesionado
con alguien en especial.
Se sintió como los
violadores
enamorados de sus
víctimas.
Dudó un poco,
se excitó al pensar la
situación
concebida en su mente.
-
¿Lo hago?
-
Sí. Ella vendrá si le
llamas.
-
¿Y qué haremos?
-
Tiembla
-
¿Y qué haremos?
-
¡Tiembla!
-
¿Y qué haremos si ella no quiere?
-
Tiembla...Es tu sueño.
Ella vendrá si le llamas.
Ella apareció.
No hubo tiempo para
razonar.
Su sexo ya estaba
húmedo.
Llegó .
Su amor.
Con un camisón casi no
azul
envolviéndole el cuerpo.
Con una pinza casi no
azul
en el cabello.
Y su flauta sonó
melodiosa
mientras ella le contaba
un cuento.
AZUL (Siente…)
Ciudad
muerta.
Él lo supo.
Se cargaba todas las vajillas del armario azul de la cocina.
Los torpes
mueren antes de los cuarenta. Hacen viajes suicidas. Un buen día deciden ir al
mar. Toman su aguja para coser olas a la orilla de la playa. Como fotografiar
un acuario, son rituales de locos.
Él lo sabía.
Sabía lo que era. Lo conocía todo sobre el llanto. Llanto ruidoso, o silencioso,
o semisilencioso, o interrogador, o alérgico, o desgraciado, o feliz, o
impresionista.
Llanto
quejumbroso, o modesto, o tierno, o energético. Dramático, soñador, enfático,
falso, o semifalso.
Teatro puro,
o auténtico, quizá.
Inventó un
recipiente llamado lacrimorum para
derramar sus tristezas. Lo patentó. La gente
lo compraba. Tenía 20
litros de capacidad. Consistía en una probeta de cristal
con forma de gota de resina.
Pero cada
vez los demandaban más pequeños. Un día los hombres se olvidaron de llorar. Y
los lacrimorum desaparecieron .
Él pensó morir de hambre. Y se comió sus libros.
Él pensó morir de sed. Y se bebió sus lágrimas.
Él pensó morir de amor. Pero no lo hizo. Nadie le quería.
Estar solo,
de nuevo, desértica caja torácica. No amor siendo amor. No amor siendo amor. No
amor… Libido. Conducta no se contiene.
Miento: digo
siento sin sentido.
Anclados en
tumbas que brillan. En un cementerio
limpio. En un cementerio hermoso por fuera y podrido por dentro.¡No Amor! ¡No
Amor! ¡No Amor!
Olvido,
imposiblemente olvido. Ella y él fueron uno. Ella y él son uno. Saltemos al
gris.
GRIS (Salto )
Mendigo o verdugo de un mismo destino.
Ambos extienden las manos.
Una desnuda, invocando al cielo.
Ojos puestos en dubitativa limosna.
Otra aislada, con negros guantes, un hacha sostenida.
Ojos puestos en la puerta que deja paso al infierno.
-
Amo a las dos.
Porque pertenecen a un
mismo hombre.
Hombre que
amo.
Hombre que
no amo.
-
pensó,
en medio del campo.
Margarita deshojas los pétalos de tu corola.
Arráncame todos los cabellos.
Uno a uno. Hasta que se vuelvan blancos.
Hasta que dejen de envidiar a la luna,
que menguante,
parecióme una góndola.
Arráncame cada pelo
como quien extrae tréboles gigantescos.
Quiero quedarme calva para morir de frío.
Quiero ser espíritu sereno.
Quiero danzar en un navío.
Quiero…
Eso es; “Quiero” ante la Naturaleza del No Amor.
Ella y él en realidad
eran uno solo.
Ella.
Saltemos.
Tira del extremo
contrario.
Rabia. Dolor.
-
Hay magia.
Bajaré por las escaleras
de caracol.
Saldré a la calle con mi
bastón
- de ilusa- .
Golpearé muros y
paredes,
trabaré los pies de la
gente.
Colapsaré la acera a
palos.
Hasta palparte.
Hasta besarte.
Esquivaré coches.
Patinaré en la autopista
visible desde tu ventana,
a las seis de la mañana.
A las seis de la mañana
haré un combinado de
setenta piruetas.
Y una última.
Alado Pie se desligará
del suelo.
Flotaré hasta el
undécimo piso.
Muerte de cisne para el
último giro.
Necesito consuelo tonto.
Durmamos.
Para atravesar el umbral de otro mundo.
Sueño.
Llegué tarde.
Llegué tarde, volando, y atravesando muros.
Lo siento.
Quizá sea sentirlo
todo en un vacío.
CASI NO GRIS (expira…)
Ella se asomó
al balcón casi no gris
que daba a su
habitación.
(Habitación de
una casa casi no gris ,
con cuadrados
en forma de tesela casi no gris)
Miró a lo
lejos.
Sólo vio
ventanas.
Algunas
encendidas como llama,
escondidas tras
cortinas como cera.
Otras,
pintadas de
negro,
antigua
oscuridad de las cámaras fotográficas.
En la penumbra,
un pianista melancólico que tocaba.
-
Busco consuelo –
dijo el piano.
Y los pentagramas de su
música incomprendida
fluían a través del
aire.
-¡Una casa, un cobijo para esta música!
¡Monótono llanto cíclico!
Ella despejó sus oídos,
recogiéndose el pelo
con una pinza casi no
gris.
Y sus orejas,
como extrañas
parabólicas,
acogieron a las notas
perdidas del viento.
Imitando a los
pescadores de truchas y sus redes de hilo,
se estableció una
comunicación,
se entabló información entre emisor y receptor,
nació algo, una pesca
nutritiva.
Sólo hacía falta
responder.
Desenterró ella su viejo
instrumento.
-
Te comprendo.
Te escucho.
Hagamos de nuestros
llantos una sonrisa.
Sintamos la soledad
juntos.
-
aulló la flauta.
Y los dedos
tapaban agujeros con soltura,
mezclando el
hálito de la muchacha
con el frío
externo.
Tal vez en remolinos
viajaba el
sonido
que
sobresaltó al pianista.
-
¿Será verdad que alguien
hay
tras la oscuridad del foso?-
Las teclas picaban
excitadas,
resucitadas
de la rítmica
canción de
pie quebrado.-
¿Eres tú mi ángel?
-
Lo somos mutuamente
-
suspiró-
También
necesito consuelo.
Tras la cortina temblaba
un taimado músico de las
Ramblas.
Canoso,
desteñido por agua
salada
que se escurre drenando
el desagüe,
y no regresa.
No demasiado viejo
como para vivir un día
más.
-
Borré tantas veces mi
Historia…
Escrita sobre una hoja, en su
principio, virgen.
Ahora arrugada y llena de grafito.
Es imposible volver a nacer,
En medio del polvo gris,
Ahogada mi partitura,
Sucio el borrador que la corregía.
Estuve enamorado.
Las arrugas, ahora,,
me impiden llamarla.
-
Compañero,
es raro,
que ambos desgarremos
un amor perdido,
una bandera henchida de
tristeza.
No soy demasiado joven
como para morir mañana.
Le quiero sin querer
quererle.
Maldición o bendición…
Tú dirás.
-
Maldita sea
la condena de un preso.
-
Bendito dolor,
benditos labios…
-
Cuando pasado,
presente
y futuro
evocan un seas,
fuiste,
serás,
ser,
siendo,
sido…
¿Él te ama?
-
Nube de polvo eclipsa
bajo el semáforo.
Pienso.
Él dijo que no.
En medio del paso de
cebra.
¿Qué hice?
Llorar hasta volcar
toda mi alma bajo sus
pies.
-
¡¡¡Atropelladme!!!
¡No Amor!
¡No Amor!
¡No Amor!
-
Vi en la línea blanca
de aquella carretera
amarga
el final de mi vida.
- ¡No! ¿vida?
¿infinito?
¿ilusión?
Nada…
Un ronco saxofón se agregó
a la lamentación orquestal.
Éste era feo,
y pesimista.
Sonaba mal,
parecía vomitar su sinfonía.
Blasfemaba musicalmente.
Intervino, al fin:
-
Moríos.
Morid.
Recuperáos con el
toxicómano.
Encaremos el No
Amor.
Lloremos por el
No Amor eterno.
-
No Amor,
que
siendo Amor,
polariza. – dijo el pianista
-
No Amor…
quizá Amor,
porque le quiero. – respondió la niña.
Avanzaba el crepúsculo,
apenas sin prisa ni sueño.
La ciudad era como un pozo
en su calma vespertina.
Velero cálido entre dos
tierras,
sosiego ante los susurros de
tres sirenas
escondidas en sus
respectivas murallas.
Conversaron hasta el
amanecer,
afónicos ante el desafío de
expresar el amor,
entregados a la misión de
hallar
un soplo de vida ante la
noche más larga,
en la que las almas deciden
si existe
algo auténtico entre las
cloacas.
Hasta las seis de la mañana.
-
El cielo es
azul –
sollozó el piano. –
Pero
yo estoy triste.
¡Ráfaga
de luz!
¿El
amor existe?
-
El amor nunca fue placer
para los que pidieron su
recompensa. –
expiró el saxofón.
Y el Sol nacía
ante sus miradas opacas,
despojándose de sus atuendos
de vigilia,
extendiéndose,
bostezando,
estirando ambas
extremidades.
Y deslumbraba con su
resplandor,
se soltaba la melena,
se retorcía sobre su mullido
refugio.
Anunciando un nuevo
despertar,
se filtraba,
entre los barrotes del balcón
de ella.
La muchacha , rendida, había
desistido
ante las sábanas envolventes
del descanso,
mecida por los lamentos de
ambos compañeros de llanto.
Dormidita como una flor en
invierno,
abrazaba blandamente su
instrumento de madera.
-
¿Dónde está la
flauta?
-
Muda, doquiera que yazca su reclamo.
-
¿Dónde
desfalleció mi princesa esquizofrénica?
-
Tal vez se retiró al no ser escuchada.
Se impregnó del silencio
creador.
-
¿Podrían mis
setenta años
besar
sus frescos dieciséis?
-
Pregúntale a una estrella
si quiere, (oh, risueña)
entregarse a un lucero
extinguido
y abrazar con fuego
la espada más oxidada
de un espacio consumido.
-
…
GRIS (despierta)
Dios derramó su pintura
matutina
tiñendo de vivos colores
el sutil plano celeste.
Colores resbalaron.
Colisionaron entre ellos.
Mezcláronse al desbordarse
por un torpe manotazo.
Crearon una sola tonalidad
gris.
El consabido charco gris.
Ella.
Todavía tenía en mente
los ojos almendrados,
el morenazo con cuello de
cisne…
Y la noche de su Muerte…
-
¡Estoy aquí!
¿No me ves?
Si estuviese en mi mano,
permanecería a tu lado
en estos instantes.
¿Qué decir después
de tanta nostalgia vivida a
solas?
¡ Jamás los días fueron tan
largos!
Debería lanzarse a consagrar
la rutina.
Debería sentar la cabeza en
un trono de presidiario,
hacer deberes de chica
aplicada.
Debería consumirse
lentamente
dentro de su humano límite y
temporal lamento.
Debería … ¡Tantas cosas!
Y, sin embargo,
prefiere vagar
junto a un vago pensamiento.
Vago pensar de vagos,
insulsa necrofilia
del ansia por el vivir
muerto.
Escribir con la mirada
exánime,
morir con los ojos puestos
en un punto,
lejano y discreto.
Casi invisible para los
demás,
entre el ruido y la náusea,
y la resaca anterior al gran
día.
Bienvenidos al Gran día de
Hoy,
fotocopia de otros tantos
días
precedentes y remotos.
Hoy se mantiene encendida
la ilusión de siempre.
La llamita del amor
caprichoso
que inseguro titubea a su
oído
una canción dubitativa:
-
¿Me quiere?
¿Será su amado definitivo?
Lo respira,
le marea su aroma,
anhela fundir su alma con la
suya.
Ya dijesen las viejas viudas
de los portales de su
pueblo,
ya rumiasen las vacas
en la pradera andaluza:
¡Ay,
juventud majadera!
¡Ay,
energía vertida
en
el licor romanticón
de
vuestras borracheras!
¡Despojáos
de toda vestimenta!
¡Lanzáos
al Amor suicida!
Dejad
de comer,
moriréis
saciados,
olvidados
de la ley.
Volad.
Volad
al maravilloso mundo del amor.
Planead
por encima de la ciudad gris
¡Liberáos
de esta celda monótona y convencional!
¿Necesitáis
aferraros a la seguridad inútil,
la
comodidad, la despreocupación…?
¡
Locuras es lo que clamáis!
Ya respondiesen los lirios
junto al febril arroyo,
alargando su voz
hasta las paredes
embadurnadas de cal,
como protesta al caluroso
estío:
¡Queremos
abrazar la luz del Sol diáfano!
¡Borrar
el trazo cruento de esta historia en blanco y negro!
¡Sobrevivir
para amar!
Ella.
Miró con tristeza aquél
caparazón
lleno de cuadernos y libros
de texto.
Existía una posibilidad.
Entre la gente,
en el otro extremo de
un pasillo
inevitable y sobreconocido.
O al final de una cuesta
costosa,
al término del pasaje.
Su libertad quedaba truncada
ante el deber.
De crecer…
De soportar el peso de las
cadenas,
del pensar retórico.
Dolor que se haría tierno,
si él la esperaba en el
fondo del túnel.
Ella-
Me estoy acostumbrando a tu mundo
maravilloso.
Él- Te
amo.
Ella- Contigo soy una isla de mar llena de olas
de aire.
Él- (Triste) Pero un lobo de negro pelaje gruñe en la
distancia.
Ella-
Contigo las arrugas se inundan de agua,
son huellas borradas por lluvia.
Él-
Pero el lobo se ha detenido. Te
observa con mirada salvaje.
Ella-
Contigo Dios no es más que una historia
de Amor.
Él-
Pero se abalanza sobre ti. Te
arranca la ropa.
Ella-
Contigo un abrazo se convierte en el
aliento de la Nada
.
Él-
Eres bella desnuda. Tu sangre
también debe serlo.
Ella-
Pero tengo miedo. El lobo puede hacerme
daño.
Él-
Te amo. (Le acaricia)
Ella- ¡Oh, lobo! ¡Si yo fuese loba no te temería
tanto! ¡Conviérteme en loba y enséñame a amar!
Él- (Lamiéndola.) Eres loba.
Date placer. Tu sexo ya debe estar húmedo.
Ella-
Oh, lobo, ¿Y cómo se hacen esas cosas?
¡Yo no sé!
Él-
Sólo tienes que bailar para mí.
Nunca te he visto bailar.
Ella-
Sin embargo, yo sólo bailo para la Luna Llena.
Él-
Yo soy la Luna Llena, danza
enroscada en mi cuerpo.
Ella-
No puede ser. Desde esta escarpada
cumbre, aúllo.
No podría alcanzarte, Luna. Estás lejos.
Él-
Pues bajaré para ser otra vez lobo.
Ella- ¿Y entonces, que haré?
Él-
Duerme. Nunca te he visto dormir.
Ella- No sé dormir contigo. Necesito sentirte
real, y no como un sueño que muere.
Él- Túmbate como si estuvieses muerta, pero
sin morir. Abre las piernas.
Ella- ¿Sabes? Parece que caminan hormigas sobre mi
vientre.
Él- Tienes frío. Necesitas mi calor…
Ella- Sí, lo necesito…
Él- Tus pechos me miran y no sé qué hacer con
ellos.
Ella- Sólo eres un niño inocente.
Él- Los recorreré con mi lengua, siendo tu
primer hijo.
Ella- Tu miembro ya está hinchado. Cuanto más te
acercas, más …
Él-
Tranquila, será una inyección de
amor…
Ella- …porque estoy enferma, me aprisiona la
fiebre del pensar.
*
Veinte
minutos.
Algo
se arqueó para envolverla.
El
absurdo se tornó cueva.
Libaron
mariposas en aquella rosa blanca…
*****
Oyó
voces que manaban del gris.
Contaban
cuentos sin utilizar nombres propios.
Gris- Existen tribus ancestrales que tienen
prohibido pronunciar el nombre de su Dios.
Ella- ¿Por qué?
Gris- Porque creen que condensar en una palabra
todo lo que supone lo divino es como enlodar el cielo.
****
*****
Miedo
al vapor.
De
niña se zambullía en la espumosa bañera. Y, evitando el contemplarse los pies,
creía ser sirena, y pensaba que el vuelo era como una danza de peces, el roce del agua siempre fue más propicio
para reírse de la gravedad, y bajo olas se puede cantar, y besar a los
buscadores de conchas, para que respiren en el lecho del ahogo, o el morir,
pero observando que viven entre llamas, como el amor, como la lanza, existir en
un péndulo, o quién sabe que más…
No obstante, temía al vapor.
Que el mar emigrase, secando su cola, en un desierto con sal,
pero sin lágrima, o sin
sentido, planeando buitres en círculos, ella, sola, sin
mundo, sin agua, sin él, sola, sola,
sola…
******
Teléfono- ¿Estás?
Ella.- ¿Si?
Teléfono- ¿Existes?
Ella- ¿Sí?
Teléfono- ¡Hola!
Ella - Hola…
Teléfono- Intuía
que te pasaba algo.
Ella- ¿Algo?
Teléfono- Sí,
algo absurdo.
Ella- ¿Absurdo?
¿Cómo qué?
Teléfono- Todo es
absurdo excepto …¿Recuerdas cuando me arrodillé?
Ella- En
una roca, en una playa, en un día de viento, y olas, y…Sí.
Teléfono- Y te
pedí que nunca me dejaras.
Ella- ¿Por
qué?
Teléfono- Aire.
Ella- ¿Aire?
Teléfono- Pensé
que eras aire. Te necesitaba.
Ella- Por
favor, no sigas…
Teléfono- Aire
para respirar, para suspirar, para esculpir música y palabras. Aire para
gritar, para volar, bailar, orar… Aire tras de mí, en una caricia
constante. Libre aire, sonajero de
acciones, libertad a través del aire…
Ella- …
Teléfono- Pero el
aire se convirtió en burbuja, o en fantasma, ente que viaja en el constante
temor de romperse.
Ella- No…
Teléfono- Tienes
miedo al ansia de vivir.
Ella- ¿De dónde sales? Esa conciencia, de nuevo,
desde alguna brecha de mundo surge, y me arrastra, deseo convertirme en lo que
tú eres.
Teléfono- Persigue
a las ondas de tu cabello.
Ella- Ojalá
existieses, perdido mío…
Teléfono- Muero
un poco más cada vez que me llamas perdido.
******
La
última imagen del sueño fue una cara.
Una
cara al final de las escaleras.
No
la conozco, pero la he mirado.
Nunca
hemos hablado, aunque…
Ella- A veces quisiera hablarte, pero no lo hago.
M.G.- Es
mejor dejarlo así, sin conversaciones grabadas.
Ella- A
veces dudo, pero continúas mirando. Alguien me dijo que escribes.
M.G- Escribo
para no llorar tanto.
Ella- Debes
ser bello desnudo.
M.G- Nadie
desea mi cuerpo.
Ella- ¿Por
qué me sigues mirando con descaro si él me abraza en el pasillo?
M.G- Es
como si no le quisieras.
Ella- ¿Qué
es querer?
M.G- Desear pedazos de
felicidad.
*******
Invente la lente otro
espectro.
Vapor tras el movimiento
de una hoja,
o unos dedos,
o la sombra de esas manos sobre el suelo,
fueron manoplas cortadas
por un hacha.
Necesitábamos huellas dactilares.
********
En una catedral, entre
clamor de ángeles, entre el ladrido de mi futuro hijo.
Cientos de cabezas
erguidas. Césped.
Cuerdas rígidas de
violín sagrado.
Quizá Hoy verdad, tal
vez innombrable, o austero, que más da, en tanto que el instante llega y la
felicidad es lucha y no meta, o mimada camisa a cuadros en una hoguera.
Ojo de pétreo cíclope,
retina sonámbula del rosetón más grande.
Alguien miraba.
Sombrero- ¿Cómo te llamas, muchacho?
María- María.
Sombrero- A María… para su estrella siempre es de
día.
María- (Muera
el verbo y la acción, reine el ahora, el ahora o nunca, o nunca fue hora, pero
ahora, hora, al otro lado del portón me silba, aclamado el instante, condenado
instante de vivir.)
Sombrero- A María… del profundo silencio, allí es
donde nace el verso.
(Escribo sin escribir, alguien mira)
********
Él- ¿Sincero?
Yo lo soy.
Ella- ¿Qué
es sinceridad?
Él- Sinceridad
es no escribir un poema que contenga las palabras amor, azul, verso, silencio,
corazón, viento, mar, cielo, amada, o lamento…
Ella- Quizá
haya gastado demasiado la palabra amor.
Él- Díla
sin decirla.
Ella- Es
el fin. Los ordenadores ahora escriben poemas.
Y parecen humanos.
Él- ¿Sinceridad?
Ella- ¿Las
chatarras son sinceras?
Él- No
sienten. Son chatarras.
Ella- Y
nosotros…¿Somos chatarras?
Él- No.
Ella- ¿Qué
somos?
Él- No
sé. Invéntatelo. Vivir es inventar.
Ella- ¿Puedo
ser un Pegaso?
Él- Eres
tú.
Ella- ¿Y
qué es ser tú?
Él- No
sé.
Ella- Todas
las preguntas se pueden responder con un no
sé.
Él- ¿Cómo
te llamas?
Ella- No
sé.
Él- ¿Eres
cleptómana?
Ella- No
sé.
Él- ¿Dónde
nació Moisés?
Ella- No
sé.
Él- ¿Te
has masturbado alguna vez?
Ella- No
sé.
Él- ¿Soy
atractivo?
Ella- No
sé.
Él- ¿?
Ella- No
sé.
Él- ¿Cuándo
moriré?
¿Hasta cuándo bombardearán autobuses en nombre de la paz?
¿Alguna vez alguien inventará una ley que se ajuste con
nuestra naturaleza?
¿Dejará de salir el sol mañana? ¿Existe el cielo? ¿Existe
Dios?
¿Existo? ¿El
alma es inmortal? ¿Nuestro destino ha sido ya trazado?
¿Qué es
amor? ¿Quién nos lo pone dentro?
¿Me quieres?
Ella- Sí.
Él - ¿Por
qué has dicho que sí?
Ella- No
sé.
Él- Tengo
sueño. Será hora para dormir.
Ella- Si
despiertas en sueños, búscame al lado del semáforo.
*********
Mano muerta.
Libro hambriento.
De garabatos, psicologías, estaciones.
*********
Pero este dibujo tiene
una historia.
Ella quiso crear .
*******
Zaza tenía ganas de
globos. En realidad, las manos necesitan sujetar cosas, porque si no se
atrofian y dejan de ser manos, automutilándose. Así, desde el nacimiento, las
manos necesitan tirar de pelos largos, apretar muñecos que pitan, o coger
cacas. De hecho, Sócrates inventó la palabra manosear. Manosear es fundamental. Si no manoseas un cigarro,
manosearás un bolígrafo, o una foca antiestrés. La experiencia mística se
alcanza cuando dos manos se manosean recíprocamente. Entonces creen haberse
agarrado a ellas misma, capturan y son capturadas…
Sin embargo, eso forma
parte de otro cuento. A veces los cuentacuentos nos olvidamos de quiénes somos.
Algún día os contaré el cuento de cómo una pareja de ojos se incrustó en una
cabeza. Y entonces Sócrates inventó el verbo mirar. Mirar es fundamental. Si no
miras un culo, mirarás otra cosa con carne, o una foca antiestrés. La
experiencia mística se alcanza cuando dos ojos se miran recíprocamente.
Entonces, el narcisista se vuelve bizco, y el no narcisista se vuelve
narcisista al comprobar que el otro ojo es como un espejo, reflejo de su propio
ojo.
Sin embargo, el cuento
de hoy habla de Zaza.
Zaza tenía ganas de
globos. Por eso, como su mamá en realidad era un hada madrina disfrazada de
mamá, le concedió el deseo..
Y como dijo Sócrates,
querer es poder. Y Zaza se volvió tan poderosa que se fue a las cruzadas,
dejando el globo de helio atado en una de las barras de hierro que sujetan los
toldos.
Zaza tenía una hermana a
la que todos llamaban nena .
Nena tenía ganas de
globos.
Nena se sentó en el
globo de helio.
Globo de helio hizo
subir a nena.
Hilo de globo de helio
se rompió.
Nena subió y cayó.
Nena colgaba de una
pirámide.
Su mano manoseaba un
borde para sobrevivir.
Nena y mano pensaban en
chicha para perros.
Pero mano2 cogió a
mano1.
Mano2 estrechó a mano1.
Nene salvó a nena.
Mano1 y mano2 tuvieron
una experiencia mística.
Nene y nena se miraron.
Ojo1 y ojo2 tuvieron una
experiencia mística.
Nene y nena vieron
espejos.
Nene y nena se vieron
sus propios ojos.
Y colorín colorado, nena
se convirtió en hada y nene en hado.
Y SUFRIR NUBES NEGRAS
El sufrimiento embellece
las personas.
Cada golpe de dolor
forja una curva, sinuosa pendiente,
mano que se escurre y
moldea con surcos lo que fuimos;
barro, monolítico tótem
de polvo húmedo.
Y cuando se derrama lo que vuelve la
figura deslizante,
Lágrimas,
Pañuelo de arcilla.
Ah sufrimiento tierno,
triste sonrisa tras el llanto
solitario,
el de no volver a ser dos,
o un infinito bajo cero.
Florecillas blancas, tiemblan, hijas
de agua,
Medusa que liba de la propia tierra,
Junto a la chumbera taciturna,
Con su perfume,
De pureza,
La belleza ,
Dolor, bendito dolor,
Dulce desgarro de la madre que dio a luz,
Dolor, amor, símbolo de plena vida.
Sudor azucarado.
Y yo lo digo, amad a vuestro enemigo,
él os hizo fuertes;
Gracias a las adversidades sois lo
que sois, hombres que sienten,
.dolor ruboriza el cuerpo,
con él deseamos,
mejoramos a palos…
TRISTE MEDITAR
Juncos salvajes se postraban
ante el transcurso del joven afluente. Sumergían sus castañas melenas entre
delicias cristalinas, emanando fugaces destellos de rocío. Acariciaban con sus
sedosas pestañas las ondas que forjaban los frágiles cisnes. El cálido amor del
Astro Rey los sustentaba felices, dichosos al contemplar su resplandeciente
imagen en el menudo riachuelo.
Algunos sobresalían con su
esbeltos tallos. Naturaleza los había predispuesto afortunados: Tenían una
cabeza tan voluminosa que sus cuerpos esbeltos se exaltaban en majestuosos y
enaltecedores gestos. Inspiración de gorriones y orgullo de campos era la
figura de tales seres, que se mecían impulsados por ráfagas lejanas.
Pero alguien suspiraba en la
oscuridad de la noche. Al fallecer el ocaso, tras el último rayo de Sol, los
soñadores luceros advertían el tierno rumor del caudal pensativo. Entre los
acordes disonantes del viento parecía distinguirse música entrecortada, tristes
pentagramas vacíos que llenaban sus espacios con exhalos.
-
¿Qué murmuras, melancólico riachuelo?- osó preguntar
una pequeña estrella blanquecina, tan diminuta que apenas se distinguía en el
firmamento.
-
Son lamentos inefables.- respondió con apenas un hilo
de voz, el pensativo arroyo- Sé que un
día nací entre las brechas de una elevada cúspide. El cielo cayó sobre las
rocas, mientras los árboles enriquecían su savia aspirando esencia de Dioses.
Bendecían mi proceder. Exaltaban la belleza y armonía de mis fluidos.
-
¡Sin duda eres milagroso manantial de vida!
Los alegres murciélagos
cruzaron el cielo en un vuelo raso. Rociaron sus vientres con las
aterciopeladas cabelleras que encubrían los bastos cultivos de Egipto.
Entre risas y muecas,
vocearon:
-
No, ¡ Tu eres orina de ángeles y sudor de la Tierra, querido arroyo!
¿Acaso no es repugnante?
El viento, enojado, paró sus
vuelos en seco y los retuvo entre la maleza. Entre tanto la débil estrella
observaba al desesperado afluente, con un dulce brillo maternal en su mirada.
Sus palabras eran melodías serenas, suaves, se mezclaban con la brisa,
maquinando un ambiente homogéneo, cargado de sutiles deseos de alcanzar una
razón para continuar encendida.
-
Eres el espejo más sincero. Me muestras el estremecer
de mis rayos. Mi luz es ya apenas visible. Por ti lucho para seguir
reflejándome en tus aguas. ¡Jamás fuiste despojo banal! No te resignes ante las
ardides de los perturbados. Ellos se han perdido a sí mismos. ¿De qué te
quejas?
En la distancia pudo
percibir una pequeña gota distinta a las demás. Lentamente corrió una gota
entre las ondas de la solitaria afluencia.
-
Quiero ser junco. Asentir impulsado por las ráfagas de
aire, ser besado por gorriones y cisnes, obedecer al ciclo de las estaciones,
saborear el placer del amor, estremecerme suspendido en un delgado tallo
dorado…
“Deseo morir en estos
dominios y no desistir ante el océano. Si perezco viendo cumplido mi sueño, mis
cenizas quedarán aquí, bajo la tierra;
descansaré al fin. En la víspera tuve una visión que me mostró mi inevitable
paradero: Es una substancia casi infinita que me acogerá en su regazo, porque
yo soy parte de ella. Después flotaré hacia un lugar menos denso. Me
condensaré. Invadiré el cielo, para continuar desplomándome sobre las montañas
y corriendo de nuevo sobre eriales y cultivos de secano.
“¡No puedo ser eterno! ¡No
puedo nacer y morir indefinidamente, sin salir de este círculo repetitivo! Mi
cometido no es sinó recordar lo que fui antes de ser caído del firmamento.
¡Funesto trazo del destino! Paso a formar parte de los que me consumen. Algunos
me retienen en sus raíces, otros me saborean y absorben con sus carnosos
labios. Vivo en algún rincón de sus mentes. Me gustaría detenerme junto a ellos, pero la providencia me obliga a
deslizarme entre angostos relieves, rodear montañas en cansados meandros,
forjar nuevos senderos…
“Me gustaría crecer,
fundirme con el majestuoso río que me destinaron. Sumir nuestros murmullos confundidos en un
apasionado llanto. Así podríamos abrazar nuestras corrientes, unir nuestros
caminos en uno solo. Cada vez seríamos más mayores. Además, el amado mar nos
espera. Él también anhela nuestras esencias y aromas, que han arrastrado
guijarros y acumulado sedimentos, salando nuestro portento, transformando rocío
en lágrimas…pues al fin y al cabo somos un mismo ser.
El lucero escuchaba
fascinado. Jamás había rozado pensamientos tan puros y sentidos. Empezó a
sentirse egoísta. Reflexionó sobre el tiempo perdido, los momentos que había
perdido intentando reforzar y embellecer su luz.
[Me siento indefinidamente triste]
No tengo ya
lágrimas, ni sé como funciona el complejo mecanismo que las fabrica. La ilusión
del amor de entonces queda truncada, porque ya he conocido a mi amor, y estoy
cansada. Y cuando desaparece la capacidad de amar a una sólo le queda morir, porque
ya es vieja e inservible.
A veces pienso que he
envejecido demasiado rápido. Soy la niña más vieja del mundo.
Regresaré a la naturaleza,
mis orígenes. Y dormiré junto a los árboles, y esperaré morir felizmente
mientras el sol dorado de la tarde me vista de oro.
[Texto
cursi temprano]
Este es uno de mis
textos más tempranos. Obedece a esa clase de cursilería auténtica que un buen
día se pierde, de un solo manotazo.
Nada
impedirá que llore esta noche.
No sé si
egoístamente, por ti o por mí misma.
Pues
ya he caído y no puedo levantarme.
Hoy.
Has vuelto
para abrazarme e intentar borrar el abismo.
Al
abrazarme yo ya era un cadáver.
Intenta
revivir a un muerto y aprende que la vida es riesgo.
Nada
impedirá que llore esta noche.
Llanto tan profundo que
ya no manan lágrimas.
Llanto de fiambre que no
logra reencontrarse.
Mis labios te han besado
para sellar su indiferencia; vacío, inexistencia,
tal es lo que queda tras
surcar el infinito.
Podría escribir suspiros
si acudiera mi Tristeza. Pero sólo quiero reír y llorar
al mismo tiempo. Tanto
esfuerzo anula el pensamiento.
Y he pensado demasiado,
estoy cansada, me he desvanecido.
Esperar una señal que me
ilumine.
Pasivamente, tantas
veces.
Quizá una luz resucite
al muerto. Medicación, un tratamiento,
tal es lo que queda tras
surcar el infinito.
Un sueño profundo, un
susurro, una sensación, una respuesta...
Ya no puedo provocar
inspiración. Me he agotado.
Pasivamente, tantas
veces.
Quizá una esperanza,
porque si no recupero el pulso pierdo la vida...
Dormiré y esperaré a mi
ángel.
Ya estoy muerta y
continúo amando la vida.
Imposible, de todas
formas. Algún día me cansaría de volar, estrellándome contra una roca.
Algún día...
Intuía que sería hoy,
pero no quise intuirlo.
Me sentía tan feliz
aprovechando las corrientes, flotando con las ráfagas de aire, danzando entre
las nubes...que no recordé mi triste condición de cometa ilusa. Alguien tiró
del hilo. Y caí y caí. Muchas veces, segura, confiada de poder alzarme de
nuevo. Imposible, de todas formas. Pues he caído y no puedo levantarme.
Nada impedirá que llore
esta noche.
El día de mi muerte. Al
menos cumplí la promesa de morir a tu lado.
Una voz, un hálito, un
rayo tibio rozando mi corazón exánime.
-
Te quiero. Vive...
¿Puedo?¿Acaso me rindo?
¡Levántate y anda!
Cuerpo inerte. Rostro
pálido.
Es injusto interponerme
entre él y su último anhelo.
-
Respira.
¿Amor? ¿Deseas mi amor?
Si ese es tu deseo, eres afortunado. Te amo como jamás lo he hecho. Mas he
caído y no puedo levantarme.
-
Vive, por favor, ¡vive!
Abriré los ojos. Algún
día...
Para regresar a mi hogar
y mirarte, para intuir después que he vuelto a precipitarme al vacío. Y
reencontrar el muro, y pensar cómo atravesarlo sin perecer en el intento.
Volverá cuando paseemos
por un llano, lejos del barranco que cobija mi frágil silueta moribunda. El
mismo cielo es claro y oscuro. No sé si estoy preparada para alzar de nuevo el
vuelo.
Quisiera dormir y
esperar a mi ángel. Quisiera volar sin que nadie pueda tirar de mí.
Quererte lejos, como una
idea, una abstracción.
Sin tener que recibir
todo lo que procuras entregarme.
Sin tener que ceñir mi
vida a un confuso pensamiento de dos en el que uno está triste cuando el otro
sonríe.
Recuperar mi mitad,
cortar el hilo, elevarme más allá de la Razón que me corroe asiduamente. Libre, libre de
responsabilidad, libre de amor y pensamiento.
Debí pensar que en el
fondo estamos solos. En el fondo de los fondos no nos podemos aferrar a una
seguridad inútil.
Sola, sin rumbo, perdida entre una noche olvidada.
Déjame donde me
encontraste, en una noche de luna llena, con una inquietud encendiéndome,
buscando algo infinito.
Dime que jamás llegué a
encontrarlo, que todavía late esperándome en algún rincón.
Y viviré, si más
recordando lo que fui en letra cursiva alguna vez.
BENDECIR EL DESTINO.
Bienaventurados
son los que te conocieron, los que se agregaron al fluir de tus palabras, los
que profetizaron en tus ojos la eterna búsqueda para después morir en las suaves colinas de tus labios. ¿De dónde has
surgido? Eres el ángel que ilumina todo
lo que vislumbra, que llena de burbujas flotantes reinos de idilio interminable. ¿No eres el
espíritu que siempre ansié? ¿Acaso no siento a veces que eres el hijo de una
ilusión, que naciste reflejado en mis tristes pupilas y vivirás dentro de mí
para siempre? Ya lloro temiendo que te desvanezcas, que te esfumes entre la
niebla blanquecina en la que apareciste. ¿Enamorada de una visión? Jamás estuve tan loca .
Sé que no me
ves, pero estoy temblando. Aquí, sólo son palabras. Y tú permaneces ajeno, te
escapas entre las brechas del pedestal que te alzo. Creas o no, el cielo jamás
existió hasta que llegaste.
Remolinos de
viento me buscan. Conocí la soledad de mi santuario lejos de
todo. ¿Quién necesita montañas si se puede volar? Observas las aves
desde tu escondite encantado. Planean dejándose llevar por las brisas
mecedoras. La dorada luz del amanecer tiñe sus sombras fugaces, ajenas al
cielo, espíritus sin rumbo que se proyectan en
el cristalino arroyo. ¿Todavía dudas? Si cruzas la cascada que se
desploma en mil centellas de agua, entrarás en la húmeda cueva del tiempo.
Un
torbellino de polvo anacarado se desliza entre los bosques. Algunos creen que
se trata de una melodía superflua elemental, el glorioso canto de los entes,
las maravillas ocultas entre la maleza, destellos que encendieron tus sienes en
noches de ensoñación. Los senderos que cruzaste estando vivo ahora levitan ante tus ojos como cometas errantes.
Contemplas el laberinto sin sentido del que hiciste tu morada. Ya no temes, has
dejado de ser ciega efigie de la niebla.
Tras las
grietas de un espejo roto vislumbraste la infinidad. Me viste a mí, tu eterna
enamorada, perdida entre el asfalto, intentando descubrir las razones que me
ocultaba el sinuoso paso. Pugnaste por liberarte de cadenas invisibles. El
único lienzo que te cubría era la máscara de la resignación. ¿Negarías el tenue
roce de las sábanas austeras? El abismo de la nada era tu curación. ¿Vértigo?
Irracionalidad ante una canción que procede de mi pecho y quiere
transportarte…¿Te dejas? ¿Serías feliz por un sólo instante?
Tu pesar
sensual es un caramelo sin sabor. Paseo entre el triste calor de grises
avenidas llenas de aglomeraciones…¿Me escuchaste? Pensaste que una brisa
temprana besaba tus labios. Entraste en mí.
Tu silencio
bastará para decir lo que nunca ha alcanzado el hombre. Fuiste el primero en
desvanecerse. Sentí un suave arco iris
brotando de mi corazón, alimentándose de mi sangre. Así vi nacer mi amor. Era
un campo en invierno que al fin despertó tras una milagrosa aparición. Y ahora
sé que lo que vi florecer en el interior de tus senos, era un candor materno,
un universo rodeado de pétalos. Lo que aflige mi ego es la semilla de la
verdad, la revelación que flota penetrando en la Luna, atravesando espacios de
luz creados por incomprendidos.
El consuelo
está en tus gemidos. Si adivinases lo que me llenaron tus lágrimas sin egoísmo,
la bondad de tus secretos prietos. Ruego que brilles, inunda este agujero con
supernovas rosadas, sumérgenos en música de almas, embriaga nuestros chacras de
energía… No te amo pensando en mí, sino en las tierras que serán regadas
por…tus ganas de vivir.
Moldea
estatuas de hielo con tu sonrisa, abraza esas auras rasgadas que lloran sobre
las marismas. Ansía vencer la cobardía, porque el fuego, si te quema, te hará
estrella e irradiarás diamantes sin piedra, lava sanadora de heridas.
[El pianista de los
terrados]
Desconocido
del alba, sólo los acordes de un piano te delatan. Soy capaz de notar la
timidez de tus manos de escarcha. Las
imagino nudosas, repletas de vello en las coyunturas, blanquecinas y pálidas como la luna. Sé que sabes que
aguardo tus grandezas. En verdad estoy todo el día esperándolas. Hasta que una
ráfaga fluye a través del sonido, pentagramas invisibles se desplazan hacia mis
oídos despejados por el viento, y apareces tú , príncipe de las sombras,
caricias sonoras sin rumbo…
Crees que
nadie sabe de tu existencia y el socorro se ahoga entre notas que empañan tus
entrañas. Te rescataré con el murmullo de mi flauta, una esencia vibrará
recorriendo tu cuerpo desnutrido de ternura. Te ofreceré mis estremecimientos
en una copa resonante, dejaré que la
esfera de tus miedos se rompa en mil pedazos. Los cristales de tu desdicha
desgarrarán mi piel.
En el tiempo
de los suicidas me oirás latir, nunca morir, porque pendo del mismo dolor del
que tú viviste. Te cedo mis ligeras riquezas, renacerás cientos de veces hasta
que superes el ciclo de tu delirio.
¡Muéstrame
el camino del dolor! ¿De donde emana esa energía huidiza? Hazme volar lejos de
aquí, Dios está impreso en la sinfonía de tu instrumento. ¿Acaso lo presiento?
Tus suspiros son látigos que azotan mis párpados exánimes, vínculos con lo
ausente. Lealtad a pulsaciones rítmicas, compases pueriles que me cubren de
sudor tibio. Somos compañeros de amargura. Quizá… porqué conocí tu historia.
Entre los puños escondes la gloria, que sólo despliegas en tu ensordecedor aislamiento, sin
percatarte de tu fallo, pues fácilmente te hallo en estos momentos de locura.
Un hacha de
hierro no logró romper tu armadura. Ni la guadaña púrpura te vence, para ti no
sirvieran las tentadoras redes de la
Muerte. ¿Ante qué desistes? Haz danzar con tu armonía a las
marionetas que nos tiranizan. Ambos llantos pueden forjar una sonrisa. Fuimos
creados para vivir esta noche.
IV
Azulejos
azules, diminutos, tal vez miles, te advirtieron. Son la cosecha de un pasado
del comienzo…del caos. Entre ellos construí los
letargos de una obsesión, la soga de mis deseos ahorcados, el rencor
hacia un reloj de guijarros estancados. Aprendí mucho de mis lamentos, ahora
entiendo a los desalmados que se albergan en ellos. Si te prometiese que no son
más que obstáculos en la mente, muros ambiguos sin realidad ni razón, ¿Me
creerías? Aviva la vista, puedes derrotar tu ofuscación. No le des más vueltas
al tiovivo de las fiestas amargas.
Los molinos
acudirán a tu reclamo, moverán sus aspas elogiando tu invención. Eres el
mensajero de las olas, el coral que adorna los arrecifes de las islas, las
esculturas glaciales, los icebergs entre claros y brumas. Intuirás cuánto te aprecio, porque
para mí errarás por siempre más allá de las estrellas.
No afirmes
tu presencia, tan siquiera te dignes a girar el rostro, porque cuando lo hagas
, zarparé con mi velero fugitivo. Seré como agua y me escurriré entre tus dedos
o me evaporaré con las ascuas del Sol . Pero si me bebes a tiempo, estaré
dentro de ti, te acompañaré en todas tus andanzas, susurrándole el camino a tu
conciencia. Y eso, aunque no me veas…
[Recuerdos y más
recuerdos]
Recuerdos y
más recuerdos es lo único que nos queda, cuando al fin revive la impotencia de
los remotos estallidos que nos obligaron a renunciar. Todo eso es pasado, y no
se puede cambiar. Haremos una atribulada
reverencia a las oportunidades que dejamos escapar. Y de nuevo, dos extraños,
confiriendo sollozos cantarán:
“La farsa alcanzará mis años, y no podré vaciar el fuego de mi volcán. Adiós, rufianes oscuros,
plenilunios de magia y poder, llevadme a otro futuro sin sables ni lustroso
oropel. No temáis la agitada añoranza, ni el correr del arroyo a retorcer;
disfrutad de todo lo sentido y modificad
el vano laurel.
Cruzaréis lustros sin
espacio, la fantasía aflorará en lo que nunca hicisteis. Os libraréis de la
culpa, los errores se pueden arar en prados sin precisión, y sin querer volverán aromas a nuestra ilusión.
Mira a tu alrededor, el ciego jamás vio mejor, tejerás nubes con la seda de tus
pestañas, barrerás escombros profanos sin someter tu traición. Amigo, nunca fue
más claro el rielar de esta abstracción. Experimenta los zumbidos de la ciencia
y el sosiego de esta canción”
[Mar. cosmos]
Compañeros en lo
indefinido, afinidad de payasos, enjambre de ruines letargos, a eso aspiran los
escépticos. ¿Convenio social? ¿Rumor sin letal pensar? ¿Relaciones y orgías
entre cárceles de metal?
Máscara quizá de
vilezas, ardid de la realeza, aullidos sobre los puentes, engaños que forjan
los débiles que anhelan ser fuertes.
Ámalos sin temor, quiérelos sin compasión, por ellos sufriste y sentiste
la utópica naturaleza de nuestra misión. Línea continua de evolución, intento
de ayuda a una nación, por ello surgimos de Dios.
Algún día toparás con
momentos desagradecidos, buenas obras fracasadas, no pretendas sucumbir a la
fama. Disfruta del vacío que llenaste al expirar sueños sobre masas informes e
inconscientes, considérate afortunado por pasar tus manos repletas de amor y
acariciar sus pobres mentes, faltas de ternura. Quizá no devuelvan el bien
recibido, tal vez ignoren la quimera con la que les impregnaste; pero siendo
mar el Universo, somos la misma materia, partícula de fervientes estrellas,
fuente de maravillas y ensoñaciones, arboledas que impregnan de candores la
misma brisa…
[El niño que quería ser
capitán de barco]
En un paseo por la playa
me dejé llevar por la emoción. Deslumbré
la esperanza de un niño que ansia ser capitán de barco. Estaba allí, con
los brazos en cruz, sobre unos hierros oxidados que antes fueran cubierta de un
navío implacable. Su pecho desnudo, tostado por el sol. Ojos infinitos,
rielaban en un lecho sin huellas, en un lugar
intensamente azulado, cual abanico de travesías libres y sin trazos
destinados. Rutas guiadas por noches solitarias, con un firmamento salpicado de
incontables destellos celestiales. Oscuridad repleta de consuelo, senderos de
lo indefinido. Todo aquello mientras el chiquillo me adentraba en su mundo
cristalino, puro, sencillo, ligero. Como el potro que atraviesa llanuras
perfumadas con su melena al viento, sin parar hasta alcanzar el abismo. Luego,
en las alturas, desplegará sus alas, cual aterciopelado Pegaso y se extenderá,
fundiéndose con el aire del que surgió.
Amé a esa criatura,
porque le comprendía. Y así, le sentí en silencio, embrujada por la ilusión que
invadían sus pupilas expandidas…como las mías.
[La niña que se escapó
bailando bajo la lluvia}
A través de una ventana,
una niña contemplaba la lluvia. Se deslizaba suavemente por los cristales
aislantes. Curioso era cómo esa esencia transparente, evocaba todo cuánto ardía
en ella. Fogosa pasión, búsqueda precoz de algo mejor, inquietud latente en un
cuerpo menudo. Sus padres peleaban en un triste teatro de apariencias. Él la
maldecía en voz pausada y entrecortada, le faltaba oxígeno para propagar
injurias hacia la afligida ama de casa. La víctima revoloteaba como una perdiz,
sin ceder resignación gritaba para que la oyesen los vecinos, acercándose mucho
al macho advenecido con un ademán neurótico.
La zagala dejaba que las
lágrimas la restablecieran de tan amargos espectáculos. Era crudo constatar que
sus progenitores obedecían con la misma sobriedad a este desastre de
hipocresía en el que oscilaba la
humanidad. Sola . Pequeña. Indefensa. Antisocial. Inexpresiva. Así la
calificaban, así la compadecían. Todo mentira.
La conocí estando en una
calle fría, obtusa, angosta y sombría. Debo decir que llovía. Y ella corría con
las palmas de sus manos hacia arriba, intentado rozar las nubes, con esa
concavidad característica. Brazos rígidos, llanamente horizontales, memorando
la cruz de Cristo, le servían para aplacar las gotas vacías. Levantaba la
barbilla, mostrándome un cuello de cisne enternecedor, abría la boca bebiendo
agua recién vertida. Giraba sobre ella misma. Sus cabellos rebeldes caían
formando mechones sobre la frente. Su mirada se perdía donde nadie podía
llegar. Se escapaba.
Su figura irradiaba el
ímpetu salvaje de los nativos que danzan alrededor de las cascadas,
siendo su espacio el único lugar que los rayos furibundos esquivaban. Y
yo desde otro plano presenciaba una de las muchas maravillas que acontecen y
las personas olvidan e ignoran. Enemiga del precipicio que me retenía, la llamé
con voz ronca y estridente. Más no se percataba de mis apelaciones. En verdad
proseguía drogada, ensimismada en un baile cuya melodía solo ella oía. Huyó
lejos de mí, oscilando rítmicamente, dando vueltas, entregada al plañidero
temporal. Cuando el aguacero cesó, ya no había rastro de ella. La intensa
lluvia borró sus pisadas, ocultándola por siempre, llevándola a un lugar que
sólo las sirenas conocen. Quería irme con ella, para no regresar al antro
tempestuoso que abrazaban mis días. Todo en vano. Vi pasar los años sosteniendo
lo que se me venía encima, aguardando otro único extraño con el que escurrirme,
obedeciendo la dirección de las saetas, errando sin respuestas, acechando la
migración de los vencejos, esperando
atravesar el espejo y dormir sin despertar. ¿Por qué los compañeros
excepcionales ascendían diluyéndose en su virtud, difuminándose ceñidos a un
destino mágico y sin posibilidad para mí? ¡Regresad cobardes, no me dejéis aquí sola! ¡Llevadme
con vosotros!
Bendito sea el día en
que estoy.
Me pregunto qué hice
para que la fiera duerma ahora entre mis nalgas.
Él no lo sabe, pero
desperdigo pedazos de “yo” por toda su
piel.
Mis dedos son la
regadera.
Porque necesito que
alguien viva por mí.
No sé existir.
Bendigo el día en que estoy, pese a
que hoy negar fue mi gran partida.
Niego la vista y el vuelo. Tacho lo
único auténtico que jamás llegó a existir.
¿Por qué?
Sólo quiero inventar palabras nuevas.
Adiós amor, adiós.
Yo escogí este final.
Quise morir entre tus brazos.
Y lo he hecho, cansada de mí.
Sólo tú brillas todavía.
Ojalá todo acabase en donde empieza
un abrazo.
Y ojalá naciera y pereciera siempre en ti y sobre ti.
Como si yo fuera tú, pero siendo yo.
No soy, la nada me devora. Mi casilla
de horario, un rinconcito donde retirarme.
La rutina muestra sus incisivos.
Siempre lo mismo, siempre diciendo siempre lo mismo.
Yo escogí estar amargada, lo sé.
Pude escoger una historia bonita.
Tú me la has dado.
Yo la rechazo porque soy terca y
quiero sufrir masivamente.
En el fondo prefiero quejarme de mi
mala suerte.
Prefiero aborrecer las cosas por su
sobreabundancia.
Quise dar, nada di, allí se pudren
mis manzanas.
Robadme algo, dejadme en bragas,
quiero no ser un sacrificio frustrado.
Soy como el agua que quiere dar de
beber, sin ser bebida,
Como el mar que se ahogó a sí mismo.
Pude hacer mucho bien, refrescarte
las hojitas, limpiar tu tallo.
Pero no.
Nadie bebe agua salada.
Era bonito ser optimista.
Sobre todo cuando la gente me llamaba
inocente .
Inocente…sonaba bien.
Pero hoy descubrí que soy torpe,
El pesimismo se reía de mí y de mis
pajaritas.
Por eso, hoy, bendito sea, voy a
optar por la no-vida.
Y me despediré de mi puro y lindo
amorcillo.
Porque, pobrecito, está con la nena
más fea del mundo.
Apariencia cero.
Me harté de las ollas con palabras
mágicas.
Y de los hipócritas que llamándose
poetas
dicen
vivir en la dulce rosa y miel de nenúfar sobre laberinto,
o amor color de hiel,
sobre el verde de tu piel,
o sobre el mar yo
lloraré con collares de Babel,
o tralarí, tralará, el
océano de tu juventud es un triste alud de esperanza,
o tus labios saben a
leche ordeñada de dos mil tarros de mermelada,
o moriré porque no me
rescató el ángel de tus entrañas.
Lo que parecía sinceridad no son más
que patrañas.
Vivir es inventar mentiras.
Mi nariz crece, fantasmas revolotean
a mi alrededor.
Ayúdame.
No dejes que lo pierda todo.
Tu mensaje, lo necesito.
Cangrejito…
Chapotea dentro de mí, cangrejito,
sin hundirte.
Dile a tu madre marina que aunque no
dio de beber generó vida.
Dile a tu madre ola que tras su
infierno de sal vuelan marcianos.
Dime que mi mundo es más espeso, y
que del rozamiento de mi materia nacen las alas azules. Y que vuelan mis
criaturas aunque no halla aire, como un baile,
Feliz canción de medusas.
En los lugares sin luz mis criaturas
lanzan relámpagos, milagros de lágrima.
Dios, a veces parece que uso mi olla
mágica.
Sacaré de este sombrero un conejito.
Oh! ¡Mirad, es un poema!
Bendigo el día en que
estoy.
Un gran desengaño.
Debe haber un periodo
postmentrual.
Pero en el hocico de las
focas veo tus ojos.
En las almendras del
pueblo de los pimientos, los veo.
En mi ciega vista del
espejo, los veo.
Y también los veo al
cerrar los ojos y vivir para mi sueño.
Ni siquiera lo planteo, es evidencia.
Te amo sin saber amar, he aquí el
mérito.
Eres mi familiar en el mundo raro.
Y más familiar que yo, mi
cangrejito.
(Es duro dejar la actuación.
Pero en fin, todavía quedan muchas
hojas en blanco.)
[Congelado
florecer]
Los capullos se negaron a crecer.
Quedaron congelados,
Mustios, apagados.
El color de las alas ya bordado,
Ya
la miel más dulce,
Y esparcir semillas.
Amor soñando,
Apenas bostezando.
¡Falló el tiempo hostil!
Las primaveras palidecieron
como los labios azotados
por un invierno.
Como los huevos crucificados,
Y los abortos mugientes
Del niño que no vio
Salir la luna.
Jamás pudo volar la mariposa
Ni oler su alma en el aire,
O hilar ondas en los suspiros
de las geodas.
Y transcurrieron sin vivir a medias,
Sin rozar el florecer del arco.
Concavidad de vida.
¡Decidme si he de morir
antes de abrir los párpados
y beber prismas!
¡Injusto cuerpo sin pétalos
y con espinas!
[Copa
de soledad]
Desespero,
Hoy he bailado, entre el vapor de la
ducha,
Y cantado, como si al fin esta triste
copa de soledad
Me hubiese brindado una alegría.
Y desnuda, ante el espejo, y la
niebla,
Contemplo,
Y veo,
Una joven,
Una flor de ancianos pensamientos,
Que se riega a sí misma con sus
lágrimas.
Niña vieja…
Creía en las horas coceando,
Abanicos de siempre,
O años,
Mas aún,
Mi piel es tersa,
Pozo de tiempo,
Primavera por fuera,
Y por dentro
invierno.
Desespero,
Hoy un cuaderno de viajes,
Con mi amor he limpiado un lago,
Y repartido sonrisas,
Bajo ese sol dorado que me enciende,
Pero… ay! Ay, silencio!
Si esta sola piedra llorara,
Porque un extraño quizá
Duerme en su espalda.
Y las palabras…
Pareces lejos,
Y mi alma,
En la calma
Resbala,
Amaneció,
Ni más,
Dolor.
Recta senda,
Empinada,
Un bosque.
Te soy,
En ti.
Querer,
(Unir)
Irme
En ti,
Rendir,
O ser,
He preguntado a la nada
(Y un lugar para llorar)
la necesidad de mis
entrañas
(Y un lugar para
llorar).
Contradicción, voz
encarnada
(Y un lugar para llorar)
Oh, ya sé, mi
desdichada,
ya sé que no sé nada.
¡Mi necesidad
es necesidad de aquél
que tiene necesidad!
¡Mi recibir es dar!
Por eso sola
es acompañada.
Y soledad
es hacha.
¿Soy lo mismo que el
mendigo,
sólo que el opuesto,
como la imagen alterada
en un espejo?
[Lo que las mentes
pensaron y no dijeron. La flor del deseo]
Cuando las persianas descienden,
Rastreo lo que queda de ti en este
mundo.
Al cerrar los ojos, quizá mi mente
recorra aquellos lugares
Que se impregnaron de nuestros
perfumes,
Paisajes de olores que
Allí quedaron.
Nuestros espíritus se estiraron en
aquél banco,
Revolcándose en quietud, sin prisa,
permanencia inmutable,
haciendo lo que las mentes querían y
no dijeron.
Del parque, de las cadenas
chirriantes, de aquella infancia,
Los cuerpos partían, girando la
espalda, de vez en cuando,
Para ver lo felices que fueron
nuestros abrazos.
Pero de noche regresaré a aquél
refugio.
Esta noche, como tantas otras noches.
Para hacer lo que las mentes querían
y no dijeron.
Lo que grita y humedece,
Y crea ondas de calor,
en movimientos de cadera
involuntarios,
llamadas,
instintos,
torceduras de tobillos.
Yo sé lo que mi cuerpo pide a gritos.
Es una imagen, curiosidad animal.
Nosotros vivimos en ese espacio.
Incontrolable, tu miembro hinchado a
media luz,
Escalofrío,
La encarnación del ansia..
Y yo te invito,
A hacer lo que las mentes quisieron
Y no dijeron.
Te deseo
…
CUERNOS
-
¿Quién es ella?
-
Es una poetisa.
-
¿Qué es una poetisa?
La pregunta quedó en el aire.
Se abofetean las arrugas porque seas
tú, vieja mujer veinteañera, el recodo gris de la ciudad ambarina. Y se mojan
mejillas sin querer porque seas tú, móvil andante, el presagio febril de las
Lunas ocultas.
¡Poetisa de poemas rasos, deja de ser
poetisa para empezar a serlo!
Los látigos destrozan toda rosa que
bajo tus dedos emerge, y en el añil color de tu efigie nocturna el agua
corrompe mi canción de cuna.
Seas tú, inmenso culo, pechos que
penden como espárragos flácidos.
Yo te imploro, imperfección,
imperfecta belleza, voz distante (Italia fue un buen comienzo) que embelesa al
imbécil con pies de barro.
Eres la astilla.
Eres la astilla.
Eres la astilla.
Olvidaré tras mi estela lo que en
aquellas tierras viví, el águila huye de la sarcástica noción de amor, lejos,
lejos, yo, potencialidad de ermitaño, años de rencor inmundo; adiós templada
pasión, pudiste ser una bella gloria…
Arden hectáreas de paraíso perdido,
triste final para el cuento inocente.
Pudiste no llegar a ser tú, lenta
muerte.
II
Albergue otro pecho la voluntad de
poder, madre.
Me has traicionado.
Tú buscas esculturas, columnas de
torre marfilada.
Yo sólo un bosque, árboles de templo
silvestre.
Te amé a ti, escogí tus ojos.
Sin embargo, ahora te digo que jamás
te quise.
Querer no es amar.
Amor por el amor mismo, nada más.
III
Sencillez,
Sencillez y serenidad
tostada.
Y preferiría estar en
brazos de un humilde pastor,
desconocido viajero con
el que compartir mil puestas de sol.
Yo no deseo a ningún
hombre.
Deseo libertad, palabras
fabricadas con viento.
Muera un abrazo si con una voz puedo
alcanzar la verdadera pureza.
Lo imagino.
Todavía te espero…
CUEVA DE LAS NO-MARAVILLAS
Entrando en la cueva de las no-maravillas fueron esculturas de hielo,
catedral consagrada a Satanás, fruto del arte que nace del odio y la venganza..
Por dios, que odio.
Odio a lo que antes fue
un Amor.
Contemplando el cadáver
del inocente niño que fui, vista la sangre que emana del ángel cuyas alas han sido
arrancadas.
Por ti, egoísta antifaz
cambiante.
Por ti, si hubo algo
hermoso que no fuese mero interés por tu parte.
Alas rotas negrean el
suelo de las no-maravillas, tierra que arde cada vez que regresas para
recordarme el día de mi Muerte.
Silencio.
Soplo junto al viento para olvidarme. Ignoro
que me estás mirando.
Ya no estás si cierro
los ojos, y no te veo. Adiós.
Húndete en tu agujero, los polvos mágicos se
agotan tras mi partida.
Se deshaga lo que antes fue un Amor.
Se pudran las figuras de
barro y las miradas azules.
Se desvanezcan los iris
grises que pretendían ser verdes.
La
Amistad es gasa confusa que desmintió ser hija del buen sueño
desnudo.
Eres el asesino traidor
que acaricia a los lirios para después corromperlos.
Déjame volar libre.
Regrese la paz de las notas musicales.
Contemplando el paraíso
de los sentimientos occisos, aprisionados
tras la muralla inmensa, sin llave ni puerta, en algún lugar cercano a
las tinieblas.
Seguiré pensando desde mi cueva perdida, a
través del opaco cristal que observa sin ser percibido. No volverás a verme.
Seré viento, seré ráfaga que tarde o temprano sopla por la espalda y revuelve
el cabello.
Quizá espíritu que llora
por haber fracasado, quizá cuervo que fragela en la humedad de las oscuras paredes
de Ningún Lugar.En la cueva de las no-maravillas.
Dentro de una frágil
construcción de palillos punzantes, llenos de astillas…
No pude resistir el puño
de los tiranos disfrazados.
Abrazaré a mi angustia.
En la hierofania del
místico que se inclinó para cosechar cadenas en vez de flores.
Por dentro… tengo algo
dentro.
Por dentro…
Si dijeses que llega a
tiempo Amor regresaría.
II
Tu mundo blanco está
contaminado. Lo has llenado de bajas pasiones, y humo,
y millones de
menstruaciones febriles. Que seas feliz en tu vida como adulta.
Soy una mala persona .
Expiro el aire que tan profundamente aspiré.
Alas rotas, cueva de las
no-maravillas,
Muerte, Muerte … Quiero
perecer en la bella cruz de mármol.
Cada vez que hablas
llueven serpientes.
Envenéname si así lo deseas, mata al inocente con el puñal del fin egoísta.
Hazlo…pero asegúrate de
no arrepentirte después.
No quisiera que mi alma se viera arrastrada
por el llanto de Tu Gran Fallo.
No funcionó el Amor.
¿Lo hará el Odio?
III
Entreabrir los ojos y
despertar dentro de mí mismo.
Encerrado en mi odio, en
las no-maravillas.
La cueva del perder
inmenso.
Era gris.
Era oscura.
El Odio es fuerte.
El Odio es poderoso.
El Odio es fuego.
Aprovechar la corriente.
No reprimir.
Fluir.
Ya…
Sí…
Es una fuerza de
provecho.
Transformar la ira en
escultura de hierro, o armadura, o yelmo, o acero…
Para después volver y
poder luchar.
Transformar la rabia en
arte. Eso hice.
Modelar figuras con las
corrientes de energía que manan del caudaloso infierno.
IV
Belcebú en su agujero
eterno se convirtió en artista.
Concentró su ímpetu maligno en palabras, y
días, y meses que se mezclan en un instante. Las llamó “Su Obra”.
Las besó.
Y tras ello salió de la
cueva, y de sí mismo.
Vio Horror fuera.
Vio Miedo
Dolor
Orgullo.
Todos huérfanos.
No-maravillas
compartidas.
En rutina, en calles, en
cielos nublados.
Sin soledad, sin lugar,
sin refugio.
V
Alguna vez se enfrentará
a su Odio, humano, limitado, temporal.
Mortal, opuesto a la
escultura.
La fragilidad del ser,
las circunstancias y los velos. Consuelo es estar ciego para saber que aun así
hay luz. E imaginarla, sentir su calor, la tibieza, el Amor…
VI
Sobrevivirán las armas tras las guerras, pero
no los hombres…
De lejos.
Te sé de lejos.
Jamás te huelo tan bien como cuando
estás lejos.
Y siendo una, te veo en la
prolongación de mi deseo.
Ansío túes.
De lejos, eres aroma volátil, de ti
me hincho.
Yo una, pero a través de miles de
túes.
Retina flexible, tú estás donde ella
cede.
Mariposeas entre el licor de esta
noche.
En mi tejado de niebla miraré a lo
lejos.
Como siempre trazaré una línea recta
de mí para ti.
De mi tararear brotará la paloma
mensajera.
Hablaré.
Donde estés, mis nanas te mecerán,
contigo.
Cuando la ciudad duerma, flotante
camisón blanco.
Giraré volteando, pensaré en las
sirenas del aire,
hasta allí llegue mi plegaria.
La ciudad en su pueril belleza
durmiente, cederá.
Tierno bebé chupándose la pipa.
Dejando el rastro de un piano.
Espacio de aire entre nosotros
de
lejos,
volemos en sueños,
atravesando visos añiles,
hasta ese encuentro oscuro,
en el que sólo somos una luz.
Y mueves los brazos
desprendiendo luciérnagas,
y
agito yo brisa en los pulmones,
en el cada día más feliz de cada día.
De lejos, pensemos espectros de nosotros,
hologramas de tiempo, futuro delante
nuestro,
estanque, cuatro y media, cuac- cuac.
El pato sacude las plumas de sus
nalgas,
Te fabrica una almohada…
Porque entre tu corazón y el mío sólo
corre el aire.
[La mujer que dijo llorando ante la
cámara]
Tu sabrás qué decir cuando alguien se
preste a oírte.
Coge el micrófono, ten el poder.
Imagínate ante un auditorio de
doscientas personas. Un tablado sirve de escenario, gran teatro del mundo, y
…¡Dios! dílo.
Te lo dicen aquellos que no pudieron,
porque la fría palabra era lanza y veneno.
Haz aquello que los fantasmas
arrepentidos reclaman.
Tuyo es el grito.
Sólo el grito será entendido por las
bestias.
No les hables en una lengua extraña.
El grito, la universalidad de lo
esperado.
Dílo.
Grita y deja que el eco te persiga.
Entona todas las voces mudas de una sola vez.
Créeme, Sócrates moriría mil veces
para decirlo.
Sólo la verdad trae libertad.
Un día el azar me puso a presenciar a
una mujer revestida con los tonos de la guerra. Porque entre el blanco de la
paz y el negro de la muerte todo son grises.
Ella estaba ante una cámara.
La cámara le pedía voz.
Podríase postrar la esperanza de un
diálogo emotivo pero incomprensible,
Lamento extranjero,
Entonación medrosa .
Sin embargo, ni una palabra sola pronunció.
Lloró.
Y en cada lágrima vi una película de
hechos trágicos.
La universalidad de su llanto
estremeció aquella parte de mí que no utiliza vocablos para pensar.
No sé.
Yo sólo
tengo fe en las cosas.
Dílo.
[Cuando imaginé que tendría
una hija con el primer amor]
“Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo;
bendita tu eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, (…)”
Érase una vez …
Esperé a que tú me llevases a aquél
banco, ya fuese de tierra o madera, pequeño sol, como quien sopla para hacer
navegar al inquieto navío de papel, mi dulce osito, abrázate a mis muslos y cae
rendido otra vez más… Sí, restriégate tus lindos ojos, niño travieso, yo sé lo
que quieres…
Duerme, duerme…
Y si las persianas descienden, puedo
imaginarme en la oscuridad con qué paraíso sueñas ésta vez; debe ser… Deber
ser…una llamita que inflama mi vientre, una risita que trota por casa, nuestra
hija, el milagro que precede a los cuentos de hadas y princesas, con sus
apuestos príncipes; lo sé, mataremos mil dragones antes de verla nacer…Pero esa
llamita ya alumbra, se desvive para dar luz
a la estrella más tierna del mundo…
Ya me precipito a pensar en un…ni que
fuera una triste y plena palabra, algo así como…una estrofa que brota, una rama
del árbol anciano, después de aquél te
quiero que ya me inundó, río mío,
manantial de infinitas aguas, todas las alegrías flotan sobre tus mareas
sagradas; ni que fuese un exhalo confundido con un par de vocales, o una
sonrisa que muere en un sonido de garganta; dílo pequeño milagro, dílo mi niña…
… mamá.
…mamá.
Mis pechos son tuyos, escultura de
leche azucarada, mi pureza ¡Oh, llamita! Dime algo grande, muy grande, un ideal
de infancia, un loco sueño de vuelo, porque tan bella eres hija mía, que hasta
las golondrinas cederán sus alas para que tú flotes, a tu paso llorarán todos
los cuentos, felices de hallar entre tus párpados el final que se merecen.
Habla, habla, dondequiera que estés ahora, seguro que invisible me miras desde
tu casa hecha de olas y rocas, …
Él, ahora estará enseñándote a bailar
sobre el granito, tu querido papá… Verás a un hombre con los pies enormes,
cangrejito con miles de poemas para ti, preciosa, porque eres nuestro gran
regalo, porque de lo más hermoso has nacido, hija del amor, de la luna llena,
del bosque, de sombras que desnudas pasean por el eterno valle del encanto;
allí se reúnan todas mis debilidades, ahí derrita mi corazón. Cedería toda mi
alma para que tú moraras, vida mía, pequeño universo…Pasearás por esta playa de
la mano de mi gran guerrero plateado, y
yo te miraré desde donde lo hace el mar…
-
Grrrrrr
Sssss, escucha a tú papá. Gruñe como
un animalito. Otrora se restriega contra ti, llamita. ¿Le explicas alguna
historia? ¿Qué tramáis vosotros dos, eh?
Ah, él quiere hacerte bailar sobre
las rocas. Espero que no seas tan torpe como yo, angelito, aunque confieso que
seguramente elegí ser un desastre para que este tipo de pies grandes me llevara
entre sus brazos… Y así te acariciará la cabeza con sus nudosas manos, y te
besará como quien halla frente a sí a una criatura divina…
[Eco de almas]
Eco de almas
Era escritor profundo, no
obstante, de pocas ideas. Solitario, algo misántropo. Una sola persona habría
bastado para cambiar el rumbo de la saeta que giraba sin descanso empañando su
mente, cercando caminos por los que aventurarse. Y es que, oculta bajo la
evidencia de unos ojos inevitablemente oscuros y azabechados, se derramaba algo
inefable, demasiado hermoso para ser alcanzado y comprendido por nadie. Sin más
amigos que su propia sombra, paseaba distraído de vez en cuando, bordeando el
arrebato de las olas serenas de la playa, surcando la estela que pronunciaba el
sol recién nacido sobre el mar gris perla que precedía al amanecer.
A todas horas tenía deseos de crear
un agujero en el que verter su alma, de volcarse sobre una meta, de dedicar su
existencia a un solo motivo que mereciera la pena del sacrificio. Necesitaba a
alguien, desesperadamente.
Súbitamente su corazón empezaba a
hablarle. Éste era demasiado grande para su cuerpo enjuto y comprimido. Latía
con demasiada fuerza, sin prisa, a un ritmo constante e inalterable.
-
Hace tiempo que no me acelero. ¿Tan acostumbrado estás al
mundo que has perdido tu entusiasmo? ¿Cuántos lustros llevas sin estremecerte?
¿ Y la ilusión?
Susurraba imperceptiblemente, con una
voz entonada por el recorrido del aire que expiraba. Sumamente difícil sería
describir aquel hálito distinto, creador de sondas llenas de sinceridad
concisa. Se conjeturaba a sí mismo como una realidad sin sentido, como un
laberinto sin muros que lo precisaran.
Variable como las dunas del desierto, infinito como la arena del suelo que
pisaba…
-
Nada. Soy incapaz de
percibir una sola agitación a mi alrededor. Es época de ensoñación. Dedicaré
estos meses a una frondosa introspección, dentro de mí… otra vez. Necesito
volver a mi interior para aclarar todo lo que allí resta enmarañado. ¡Quisiera
recostruir mi vida! Sufiente aprendí de los errores. Tejeré nubes en donde
yacen sepulturas borrascosas.
Empezó a escribir pensamientos sin
significado, dispuesto a liberarse de sí mismo y de su propio destino:
“Pronto cerraré la seda
de sus pestañas, sellando así horizontes ajenos.
Hivernación en el mes de
Julio. Pronto se humedecerán los ojos de alguien. Los míos, los tuyos...
Temores infundados hacen
que el hombre destruya lo que estorba su ambición. No importa... Sólo deseo
alzarme de nuevo sobre las rocas.
-
Soy escoba que barre la tierra de tu jardín. Escúchame y
dejaré de hacerlo. – dijo la lluvia.
-
Eres eclipse que
oculta la evidencia del solsticio de verano. – respondí .
-
¡Qué ulular más inconexo! – agregó el huracán...
Iris expandido por prismas que filtraban la luz del sol deja un destello de siete colores. Es iris sin pupilas. Añoro los puntos negros de sus ojos oscuros, culpables de su corrimiento de retina.
-
Te quiero – respondí.
Corriente vertical
abraza a la gravedad con su atuendo escurridizo. Él la llama cascada. Para
Sianah es una cortina de agua mortal, afilada guillotina que codicia cortar
limpiamente su cuello. Tajo azul violáceo, brecha- surtidor de sangre
escarlata.
-
¿Por qué lloras?- dijo él.
-
Me has matado.
Árboles enredados se
retuercen para escurrir su última gota de savia.
-
Estamos enamorados - dijo él.
-
Te creo, aunque seas mi asesino.
Las hojas juegan
arrulladas entre las ramas y las arboledas.
-
Te quiero- respondí.
-
Mientes luego existes.
-
Los cadáveres no pueden hablar.
-
Soy nadie. Soy vacío.
-
Gracias. Te quiero.
-
Tengo sueño. Hace frío.
-
¿Cuándo moriremos?
-
Duerme...
-
Te quiero...
-
Duerme...
“Galán de noche” abría
lentamente sus florecillas blancas y perfumadas.
-
Han llegado las hadas. –respondí. – Todos volaremos hacia su
país eterno.
-
Gracias. Te quiero...
Sianah está crucificada.
Sus brazos están estendidos sobre el gran roble que hay en el Baixador de
Valvidrera.
- ¡Adiós pobre ilusa! ¡ Adiós gemido
embarruntado por estas palabras diluidas y difusas!
Desde el cielo, Elohim
lloraba de emoción. Dios le había preguntado:
- ¿Cuál ha ha sido el
día más feliz de tu vida?”
Él no respondió. Pasó varios siglos
sumido en el aroma de sus propias lágrimas. Sin embargo, recordaba a Sianah, y
el día en el que le había susurrado al oído que le amaría hasta el fin de los
tiempos.
Y como unidos por una fuerza extraña,
ambos suspiraron.
- Inefable...
[El arte del sacrificio]
Ella era perezosa. Le gustaba el
Arte…
Vio a su madre remangada, fregando
con un mocho retorcido, limpiando toda la casa, al ritmo de la sintonía, como
bailarina que danza junto a su escoba.
Mary escribía y dibujaba. Le gustaba la Belleza.
Pasó dos horas arreglando su
habitación, pensando que era una obra artística en potencia. Al culminar el
cuadro, suspiró fatigada, tumbándose en el sofá rinconero del comedor.
-
Si la mayor parte del tiempo la ocupamos comiendo, limpiando,
durmiendo y trabajando… ¿Cuándo podremos pensar en lo que amamos? ¿En qué
escaso e intenso instante vivimos de veras?
Su madre sonreía.
No pudo estudiar de niña, porque era
mujer nacida en el seno de una familia machista.
No pudo dedicarse a su sueño: el de
ser diseñadora de moda.
Entregó su vida para que sus hijos
pudieran ascender,
Para que sus hijos se preocuparan lo
mínimo de comer, limpiar, dormir y trabajar…
Mary lo comprendió, y lloró
amargamente.
Mamá se acercó cariñosamente, le
enjugó las lágrimas y dijo:
-
Venga, no seas tonta. Yo soy feliz así. Tuve hijos porque
quise. Cuando seas madre lo entenderás. Eres demasiado sensible, princesita
mía.
-
Pienso en aquellos que se sacrificaron sin que nunca fueran
considerados. El abuelito fue a la guerra para que el país fuera libre. Papá
trabaja en algo que no le gusta para que los tetes, la Zaza y yo estudiemos.
-
Pero nosotros estamos satisfechos de daros lo mejor.
Mary prometió que ella también se
sacrificaría por Amor algún día.
[Te canto a ti, madre]
Te canto a ti, mujer, porque yo te sé
preciosa.
Porque sueñas y pendes de un anhelo
pueril, y entre cristales te ves: cenicienta.
Porque las gentes sólo parecen mirar
a aquellos a los que tú sirves.
Y sin embargo, reluces por ti misma.
Tu matriz fue la flor de la que libó la abeja;
responsable eres de toda la miel de este mundo, madre.
Madre, el mayor cargo, hacedora de
milagros.
Yo te canto a ti, madre, cuando ante
mí pasas presurosa con la cesta de la ropa sucia.
Ya puedes fregar escaleras,
Tu pensamiento creerá estar acariciando cromosomas. Peldaño a peldaño
ascenderás por la cadena de ADN, y junto a los diminutos orígenes descifrarás
el código de la vida.
Y cuando tiendas las sábanas, ya
reposará tu alma junto al lecho de tu amado hijo, el hijo que con su dulce voz
dirá: buenas noches… Y tú lo arroparás; a través de tus cuentos él creerá ser
príncipe, con sus manos cogerá estrellas, y entre tus brazos olvidará lo que es el miedo…Porque quien bebe
de tus pechos, oh madre, cree en la inmortalidad.
O bailarás mientras ases con fuerza
aquella escoba, tú y la música que se engendró en tu latido (yo la escuché, es
el ritmo del ser). Cantarás en la cocina
del amor más puro, porque tú, madre, eres el regazo de mi respiración.
A través de ti y tus tareas he
aprendido muchas cosas.
Mientras te ayudo a limpiar siento que todos mis conocimientos se
retiran el polvo, para brillar más claros que nunca. Al ordenar los objetos de
las estanterías, también clasifico todo lo que mis maestros me han ido
enseñando, y así veo finalmente la belleza de una habitación dispuesta en
armonía. Una vez recogidos los trastos y tirada la basura, ya puedo dedicarme a
mi arte, madre: porque ya no me duele la cabeza. Y luego reconozco que cuantos
más objetos hay en una casa, mayor es el tiempo dedicado a organizarlos. Así
aumenta nuestra responsabilidad a medida que nos hacemos más sabios.
Mis cuadros no serán más que ideas,
altas ideas de vuelo, ideas por las que vivir y morir, si es que la libertad
nació de la esclavitud, así como la vida nace de la muerte…
LLANTO DE NIÑO VIEJO
No te vayas…
No navegues en el diáfano velero de la Muerte.
No todavía. Te necesito…
Necesito escuchar tu Historia,
beber la vida en tus senos como lágrimas de leche
ante el llanto del niño viejo.
Dime Mamá,
si algún día con tu dedal
coserás las olas del mar uniéndolas a
la orilla
con tus finas manos de costurera.
Dime si al morir,
tus cenizas volverán
el océano más gris en invierno.
Dime si al buscar la pincelada del
horizonte,
distinguiré los surcos de tu hilo
y en los amaneceres lucirán todas tus agujas
como orlas de luz que tiemblan ante
el rayo.
Es triste estar solo,
Sin un regazo que mezca mis miedos
y los abrace antes de arroparme
Solo, solo, solo…
Vivir para seguir viviendo,
Comer para seguir comiendo
Morir para seguir muerto.
Jamás llegué a crecer,
ni quise hacerlo,
trepando por el sedoso túnel
de tu cuerpo,
mariposa abierta,
tiempo,
me retuerzo hacia tu luz…
Niño viejo,
Jamás entendí la rutina,
ni los bares,
disciplinas,
orgullos, pasiones,
y los entonces…
La vida es un cuento, y mamá me arropa cada día tras explicármelo.
Ya puedo volar, tener sueños bonitos
tras su beso de buenas noches.
[Dos mendigos y un paralítico]
Trinos de pájaros que paseaban a su
vera predicando melancolía.
Se acercó un mendigo con el rostro
del hedor.
-
¿Tienes fuego?
-
No.
Un cuarto de hora más tarde llegó un
segundo mendigo con las manos del hurto.
- Tengo el SIDA. Pero tranquila, ¡No
tengo piojos!
Ella pensó que eran preferibles los
piojos al SIDA.
-
Dame dinero.
-
No.
En tercer lugar se aproximó un
paralítico. Ni su rostro era el del hedor ni sus manos las del hurto ¿Por qué?
Porque aquellos que no sienten las piernas, ni el tronco, se concentran a sí
mismos en los ojos.
[Llanto
seco]
Llovió ese estar triste por no estar alegre.
Sentí que mi camino y el del mundo
era el mismo.
Todos los colores que se disfrazaron
de blanco y negro florecieron.
Y sus ojos eran la ventana de un niño
enamorado del paisaje.
[Payaso llorón]
Tras su mueca risueña lloraba un
payaso.
El amor es una hermosa
obsesión por cuanto te rodea, mientras tu ego alza la mano para despedirse…
Somos como un ataúd.
Relucientes por fuera, podridos por
dentro.
Ojalá algún día cayese el velo de
maya, y brillaras como una virgen, pequeño bufón.
Ojalá pudieses llorar con la
facilidad de la nube.
Ojalá se posara en tu mano la verdad
en sí, sin la deformación de tus gafas.
Nos costará comprender la dimensión
de una mente. Sin embargo, de nada sirve desenterrar al cadáver para adivinar
que tras la tierra húmeda se hospeda un difunto.
Escritura automática (Experimento)
(Antes de empezar a leer, pensad que
esto no es más que un experimento. ¿Habéis oído hablar de la escritura automática?
Sólo sé que no sé nada, tenía sueño, eran las tantas, y las primeras voces que
solemos oír cuando el cansancio nos arrastra empezaron a hacerme escribir sin
ordenar demasiado. Un resultado caótico, surrealista…La mente desvaría, el
mundo se convierte en un absurdo, y entonces perdemos los mandos… )
¿Qué es el “cuerpo”?
Si nos alcanzara la
potencia destructora de un misil, mutilándonos las extremidades, esparciendo en
pedazos de carne lo que somos, sin llegar a robarnos la vida…¿Qué seríamos?
Y si de noche piensas
que es de noche, y si en sueños piensas que es un sueño, aquello que ves no es
real, y dominas, y despiertas dentro del sueño, y puedes comprobar lo que
somos. Nuestros caminos internos se abren cuando abrimos los ojos teniendo los
ojos cerrados. El tic-tac riega de fondo lo que es un río, o un tiempo que no
existe.
Y sólo te riges
pasivamente por un ritmo. Eres torpe, pero tecleas con ese ritmo, ¿cómo es ese
ritmo?, tu cuerpo también se mide por un ritmo, un latido que lo vive. Eres
vulnerable al ritmo, te gusta dejar llevar por el ritmo. Tú eres el ritmo.
Fluidez. Dejaste los
ojos fijos en un punto sin pestañear y los viejos te dijeron que silbaras a tu
abuela. Pero sin querer, se volvieron profundos, verdes, como los ojos de un
psicólogo, como la ventana del sufrimiento acusado que después conoce a una
chica y se calma, y saborea al fin lo que merece tras tantos años de sufrida
soledad e injusticia.
Lo que no sabíamos era
que otros cuerpos nos regían. Que nuestro éxito físico fue precedido por un
cierto dominio de otros planos
inmediatamente elevados.
Ahora se escuchan pasos.
Pasos de humanidad bautizada por petróleo y calles. Pero continua el ritmo. El
silencio es un zumbido.Pero continúa el ritmo. Y caminamos con ese ritmo
inconsciente que nos arrastra. Porque nuestro vehículo se desliza por una vía
resbaladiza.
Los dedos siguen
escribiendo algo que no digo yo pero que tal vez digo. Estoy abriendo una
puerta tras la cual se encuentra el objeto buscado. Es una llave.
Tu sabes que el mundo de
los vivos no llega a ser totalmente real. Nos creamos ilusiones que confundimos
con lo trascendental.
La realidad es
abstracción.
Nuestro ansia de
explorar a menudo nos arrebata el amor. El viento parece nuestro resoplido de
espíritu. El espíritu es aire con resoplido del universo.
Quizá dios existe. Quizá
todas las lenguas no lleguen a la verdadera manifestación. Como la diferencia
entre la raíz y la copa del árbol.
Solamente sangre.
Dejemos que circule la sangre. Más allá de la sangre vemos energía. O el sonido
de un arpa.
Cuando salgo sin salir
de mí, simplemente la conciencia da un salto, creo que un zumbido de transforma
en MÍ, y ya no soy una silueta, sinó una vibración.
La música se vuelve
suave. Se transforma en una sábana flotante. Tras la sábana aparece la piel de
una mujer con el cabello ondulado. Es tan bella… como la Gran Madre.
El suspiro… el suspiro
que remonta el desierto se convierte en un desfile de niños agudos. La marcha
parece alegre bajo el sol, una procesión, un eslabón. Transportan piedras sobre
los hombros. Como máquinas.
Y tras todos los yóes flotantes pervive el
lago del Amor, y él posee un turbante,
para que el sol no estropee su primavera azul, y él es un muchacho, que hizo
devolver el instinto, por eso no controlo mis sueños, porque lo veo y quiero
procrear con él , pero sé que no es bueno, porque me desvía de la vía
resbaladiza.
¿Dios existe?
¿Existe esto?
¿Y si es una sombra? ¿Y si
el lector no conoce que está aquí para dominar la materia, y a partir de su
propia materia elaborar otras más efímeras?
Todo muere tras la
marcha militar, y las sirenas carmesíes, y las campanas del reloj, o las voces
familiares pero incomprensibles que abrazan a cada uno de los idiomas.
***
Experimento nº 2: Loco
(Antes de lanzarte de nuevo
piensa en un pobre hombre que descubre que no es libre, condenado a la prisión
de ser él mismo. Una burbuja aislante le aleja cada vez más de las normas
sociales. Todos pensaríamos que…está loco, que es un pobre loco rematado, que
escribe porque está tan chiflado que no conoce la vergüenza. Mientras todos los
demás “bultos” viven felices su historia personal, él ha dejado de sentirse vivo y necesitado,
precisamente por pensar demasiado… )
Poeta quiso ser gaviota,
poeta tuvo fe en todo menos en los hombres, una noche poeta tuvo un sueño, ese
sueño que enloquece a los vivos, soñó poeta con un lugar mejor que éste, poeta
soñó con libertad, y libertad era una pequeña puerta que conducía a un estrecho
mundo entre paredes, y libertad era prolongar el alma allá donde se posaba la
mente, y libertad era labrar con el corazón en las manos, y libertad era
dejarse llevar por aquella voz que nos hace profetas, y libertad era niebla de
amor, lluvia que baña todo lo que contiene en sí un ala.
Algunos creen que ya no volvió a ser el mismo.
Esta
la historia de un narrador que quiso buscar un paralelismo. Y de su mundo
absurdo nació una escalera. Peldaño a peldaño, fue ascendiendo y llegó…
¿Hacia adonde?
Hacia blanco manchado de
líneas. Blanco que se convirtió en vastas formas, perfiles de sombra, porque no
existe el color.
Es un mundo raro. Un
mundo familiar. Un mundo para dar explicación a otro.
Está sentada en una roca lunar. Luna
llena de poros, como una naranja. Un cráter, harina sobre mármol, esfera de
plastilina.
Hormigas con paraguas
caminan sobre los cables de alta tensión.
No.
Caen para formar un do.
***
Oyó
voces que manaban del gris.
Contaban
cuentos sin utilizar nombres propios.
Gris- Existen tribus ancestrales que tienen prohibido
pronunciar el nombre de su Dios.
Ella- ¿Por qué?
Gris- Porque creen que condensar en un vocablo
todo lo que supone lo divino, sería como enfangar el cielo.
Mundo de arriba.
Que tu pluma escriba muchos cuentos,
y que a la vez vuele, formando parte de un ala.
Huella lunar.
Sócrates sopla, su
perfil griego zumba cercano a la cicuta. Los lápices tienen cola de pez. Gota a
gota cae la esencia de la rosa humosa, se forma un charco, y olas; de la ribera
bebe un reloj de arena con cuerpo de mujer. En lo alto rezuma un triángulo, en
su vientre reposa un óvalo. A la izquierda,
polvo de números, y un espacio
sobre el que inventar.
Continuemos creando.
Temblor de pulso que
traza líneas. Cada línea enredada se arquea para dar lugar a una forma. El niño
sonríe mientras pinta.
A- Habrás de
escoger entre estar sola o ser vulgar.
M- Prefiero estar sola.
A- Es lógico. Yo también.
M-
Pero la gente se me acercará. Y se harán vulgares en mi
presencia.
[Sueños de paso]
SUEÑOS DE PASO
Al fin, tras mirar los ojos de tantos bebés.
Tras preguntarles ¿Dónde has estado? ¿Nos cruzamos antes de nacer?
Tras buscar los secretos de la vida
en sus acaramelados silencios…
Ayer pedí a mi ángel de la guarda que
me orientase.
Y del corazón de la noche sus manos
me ofrecieron un sueño.
Esos dedos invisibles, como pétalos
de rosa, que nos ponen el lápiz y el papel delante.
Empeñados en que seamos escribas de
la historia.
Quería ver al fantasma de quien
siempre hablaba.
Y vi a un niño con apenas medio mes
de edad que me sonreía.
Y era azul, con su contemplación
abierta.
Y estábamos en un lugar violáceo y
púrpura.
-
Eras un cóndor.- dijo.
Se movía gente desconocida entre
nosotros.
Mujeres malvadas, asesinas de
animales.
Éramos infinitas almas torno al
desnudo de vivas carnes sonrosadas.
Y tú, con esa negra gabardina, me
esperabas en la puerta.
Pasaron los años. Desapareciste.
Seguías en mí.
Te amé como quien ama la fragilidad
de una nota musical en el aire.
Te amé besando a otros en los labios.
Tú y ellos podríais ser el mismo.
Ayer pedí a mi ángel de la guarda que
quería visitarte.
Y decirte que sigues siendo una
obsesión (pero callada)
Si se respira suavemente, parece que
salga de mí.
Y noto el calor y el frío eléctrico
del raro despertar.
Nuestros subconscientes pasearon por
mi habitación.
Señalaste mis pinturas torpes, y dijiste:
-
Este es el verdadero Arte, el mudo que canta, con luz …
El cojo que pasea por la orilla del
mar.
Y la línea de su pisada queda,
ahogada por la sal, como sendero purificado.
A mi espalda flotaba el espectro de
mi máximo esfuerzo.
En el suelo, vi sombras del futuro
danzando.
-
Gírate.
Y volé hasta una playa en donde un
hombre moreno se paseaba con su dulce hijo.
Eras tú.
Y la playa era el desierto, y el mar
eran mis lágrimas.
Y bajo dunas y Sol somos.
Y bajo estrellas y Dios
… te llevo.
Y la voz de la Realidad, un padre que
quizá en lo absurdo, o en simbolismo extraño, agrega:
- Lávate las manos y el flequillo.
Y bien porque la grasa de un mechón
desordenado corre la tinta de mi frente,
O porque las manos se mancharon del
polvo de libros viejos,
Agua clara limpia la nueva estación
del amor entre nubes.
Hubieron goteras en el metro.
Y las cloacas estallaron inundando
las vías y los vagones.
Atrapados en la civilización sin Sol.
Los paraguas ya no frenan la lluvia.
Ahora aprovechan el fuego del aire
caliente para elevarse sobre la tierra.
Quien quiera que fueses,
Caballero de azabache,
Eres mi claridad….
Y si levitan los años y los cuerpos,
Algún día…
Algún día…
Algún día…
Será Hoy.
[Hay
quien tuvo dos sombras]
Reía a carcajadas cuando
leía las necrológicas de sus vecinos. Reía viendo a la humanidad llorar y
retorcerse de dolor. Reía intuyendo que ganaba años y vejez.
Reía, reía, reía …
Pese a que en el fondo,
lo conocía todo sobre el llanto. Y entonces su sombra se encogía, prácticamente
un ovillo.
Palomitas de maíz.
Estuvo prieto. Sin poder circular libre por el
universo. Ni atravesar paredes, ni pintar paisajes en los edificios, ni añadir
plumas (o risas) a la rutina de su
feudo.
Era espectador del
necio, la mentira, el susurro y el bufón.
[Mar
y cielo]
Mar, mejor te iría siendo un espejo
de sal
donde pudiese contemplarse el cielo
como Narciso,
y ahogarse entre tus aguas…
La moderna
cenicienta
En mi mundo las calabazas se
convierten en carruajes. Mis sandalias rotas son zapatos de cristal.
Hacer lo que nadie supo hacer en un
lugar Lejano
llamado Realidad.
Pellízcame.
¿Esto es un sueño, verdad?
Dime que está permitido tener los
zapatos cambiados,
Que aunque mis pies se arrastren en el cemento,
donde el aire fluye no me sirven porque el
viento es capaz de transportarme.
Iremos al país de los Pegasos
Blancos, en nuestras camas futuristas.
Nos inventaremos nuevos mundos. Si tú
quieres…
Vivir es duro, me ata el Amor, pero
yo quiero ese Amor, sin Amor no hay Vida.
Los monstruos moran tras mi espalda,
y son Miedo.
[Un hombre]
Un hombre…¿Qué es un hombre? ¿De qué
está hecho?
¿Qué es lo que nos hace únicos e
irrepetibles?
A saber… Con un paseo, observé caras
distintas, jamás vistas, y quise indagar en el fin común de todas ellas.
¿Qué compartimos? Una especie, quizá
un sueño, una meta, un rincón absurdo en este paraje llamado existencia. Vivimos, quizá eso sea lo
más importante, que La vida es, que
somos, y que también hay algo más allá de nuestros bultos, vida más allá de la
vida…
Empatía… es la capacidad
de dejar que otra sangre irrigue tu carne.
Quizá compartir un
llanto, o una sonrisa; tal vez forjar una tristealegría…
Si creyese en la eternidad,
diría que un hombre contiene en sí a todos los hombres.
Si por el contrario mi
fe fuera nula, me conformaría con pensar
que un hombre es todos los hombres en potencia…
De ahí partiré, diciendo
que cada uno de nosotros ostenta en su corazón un gran deseo, anhelo innato que
lentamente se adormece con la llegada de nuevos años, repentinas ideas de
“imposible”: el niño deja de ser niño, olvida, teme. Se llama
desengañado…¿porqué? Pensad en sus sueños pisoteados, o los amores que
igualmente se consumieron, cadenas de acero ya oxidado, vejez de mujer,
azarosas cruces que sin querer construyeron con sus manos temerosas…
Ahí quede, ahí quede eso
y mucho más.
IDEALES, quizá
infinitos. Ficción antes, Realidad de ahora.
Todo sea sólo para alentar a
los que olvidaron su gran deseo, el deseo de ostentar VIDA.
PALABRAS DE AMOR A UN DESCONOCIDO
Murió joven.
Demasiado para los que
le lloraron.
Demasiado para los que
no llegaron a tiempo.
Demasiado…
Su último suspiro
manifestó el sosiego que sólo se consigue tras la última madurez,
la extrema vejez de pensamiento.
Quizá se precipitó a los
acontecimientos, aún sabiendo que su frágil cuerpo pendía de un hilo limitado.
Quizá dejó que fuese
Amor el que trazase el arco de sus vivencias.
Fue como las estrellas
grandes que se extinguen antes que las pequeñas.
Por su intensidad. Por
su brillo.
Fe desvela que acabó sus
días sin condena.
Tan distante de este
mundo que merecía con creces alcanzar su Sueño:
El de ser Libre para
Siempre.
Y con él…
Fue su esencia la que se
desvaneció.
Humildemente, en una noche de Julio.
Quién fuera espíritu
para decírselo.
Tus prodigios
desarrollados a solas.
Y quedasen guardados por el viento como leves secretos .
Inevitablemente, tu mirada honesta, transparente, inalcanzable,
lejana…se pierde entre lugares a los que nadie puede llegar. Me costó seguirte.
Tus ojos me ahogan.
Porque esa profundidad
hace oscilar mis sentimientos entre ráfagas inefables.
Son remolinos de
magia, polvos de colores brillantes.
Amo el cadáver que fuiste.
Amo todo lo que acariciaste.
Amo el recuerdo.
Tan siquiera puedo jurar ahora que dejaste alguna vez de ser
fantasma.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Recuerdos y más recuerdos,
es lo único que nos queda cuando ante el chirriante fuego de la chimenea,
del inmenso mar de la
memoria, el tiempo recupera,
el único cuento que no fue
invento,
ni tormento,
de la lejana marea .
Y como expectante ante
naufragio, la razón titubea al son de un
Amor que ya se añora.
Atosigando el aliento de los
segundos,
Marinero confiesa el
lustroso fin de su larga historia ,
Y vejez de mujer…
Los cabellos canosos y
tirantes,
como cuerdas de violín,
chirriantes,
esperan su hora
tras el bajel fantasma,
del dolor,
o placer,
o semblante,
de lo que fue…
...un Ayer.
“
Siéntese junto al calor de la lumbre, séquese, buen anciano, esas gotas.
Lo
que fue agua marina, y lo que han sido lágrimas tardías.
Abráceme,
buen viejo, ya ha luchado…
Y
yo, vista la cumplida esperanza, no haré más que dormir a su lado”
Si transcurrió una Vida,
la niña esperó al loco
romántico suicida
que partió en busca de su osito de peluche
y regresó una noche, con las
manos vacías…
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
I
Le conocí una fría tarde
de invierno.
La luna llena había
presenciado hasta entonces nuestras vidas separadas, como senderos escondidos
entre aguas subterráneas. Anhelantes,
taciturnos.
En manos de un destino
ansiado.
Esperando continuamente
esa Historia especial…que no acababa de llegar.
Dubitativos o
pesimistas.
Tristes o solitarios.
Que más da en tanto que
el vacío sea aire.
Aquellas noches, sin
saber de la existencia del otro.
Con el firmamento a medias.
Y sin luz.
Nos alzábamos sobre
cúspides diversas, suplicando al unísono algún milagro que llenara nuestros
sedientos espíritus.
Tras la primera caricia,
la verdadera razón de existencia:
el amor incalificable, universal, sempiterno,
incondicional,
que vence todos los
obstáculos y barreras.
Algunos, olvidados de
sus años de búsqueda y escarmentados por el golpe de la adversidad, lo
desvirtuaron como una idealización adolescente. Fue una época tan intensa que envejecimos sin
obedecer a las leyes del tiempo biológico. Dejamos de ser muchachos para
saborear la eternidad.
Vida sin Amor
II
Nací el día de un
eclipse de sol.
El satélite de nuestra
madre Tierra ocultó mis primeros rayos
bajo su manto opaco,
apocalíptico,
laberíntico,
jeroglífico…
Anunció la tercera
guerra mundial,
Heló una cálida
bienvenida.
Las contemplativas nubes grisáceas se
encargaron de sepultar toda secuela de esplendor
que restaba más allá del
perfil de la Luna.
Perdida entre lo
indefinible,
(quizá un cuerpo )
di paso a un llanto quebradizo,
exento de voluntad de poder.
Los ángeles, guías de mi rielar entre pantanos, hiciéronme caer,
El equilibrio…
me trasladaron a la oscuridad.
Salí del hospital imaginándome un cielo
eclipsado por máscaras,
pálido como la enfermedad ,
y el miedo,
otra vez, el recreo de
Vivir.
Otra vez, la Vida es.
Encerrada en un
aislante,
limitada por una piel
presuntuosa,
traicionada por una mirada nostálgica.
III
Cuando nací creí que el mundo era plano. El
horizonte venda nuestros ojos, somos incapaces de adivinar las maravillas que
aguardan cuando se expande el arco.
Quizá fuimos hijos del sueño de Aquel
Misterio.
Figuras borrosas que bostezan en
medio de una turbia oscuridad empañada de estrellas. Personajes que se
preguntan acerca de su propia historia,
que invocan a un autor que ya murió
siglos atrás.
Somos el Arte.
Eterna es la Obra,
Breve es la vida del artista.
¿Jugaremos a ser dioses algún día?
¿Escribiremos un poema con latidos?
¿Pintaremos océanos con lágrimas?
¿Daremos a luz una criatura
sempiterna?
Acaso somos pintura, o barro, o
letras húmedas, o niños de madera.
Conscientes e inconscientes.
Como las cuerdas que esperan ser
tocadas.
Y las alas que disponen su vuelo
frente al viento.
Acaso rendimos culto a una ráfaga de
aire que sopla sobre nuestro oído.
Especularía un poco más.
Sería todo más fácil si las letras
tuviesen vida
y se ordenasen en función de lo que
quiero expresar.
El mayor anhelo de Aquél, sería ver
que su obra es espejo de su pensar.
¡Si las palabras se ordenasen y desplegasen como la luz ante mis ojos!
Y morir con la sonrisa triste de
aquél que ríe y llora contemplando como milagro
extraño el reflejo de su alma.
Un saco de tiempo,
Un paquete de besos,
Un puñado de sonrisas
Y algo pequeño, una semilla,
De paz…
Mi infancia… Los niños perdían la inocencia.
Observaba mis manos a contraluz, los movimientos ondulantes de mis dedos en el
aire, la apreciación de los surcos blanquecinos que envolvían todo mi cuerpo.
Entonces ya sabía que algo se agitaba dentro de mí.
Decidí explorar mi
hábitat.
La Naturaleza, la única amiga, no se molestaba en
juzgar mi comportamiento.
Absorta en principios reservados, secreta
ignorancia ...
Mi relación con
ELLOS, básicamente paseos,
por el patio de una escuela ,
acompañados por historias inventadas .
Sobre las formas de los
árboles,
el vuelo de las palomas,
la disposición de las
hormigas…
Fantásticamente, fábulas, vórtices de
pensamiento tímido.
Les daba la mano,
sintiendo un amor compasivo, fraternal,
instintivo.
Odiad al crimen. Amad al criminal, redescubridlo, envolvedlo, consoladlo…él os necesita para ayudarse a sí mismo.
Sus párpados
constantemente retirados, atónitos,
subidos como persianas que dejan paso a un
paisaje visto desde las alturas.
Palabras sublimes,
prometedoras, capaces de crear nuevas esferas para ELLOS.
Con el paso de los años,
dejaron de necesitarme.
Murió la inocencia.
Y mis historias moraron
en silencio, en sueños, en resquicios de mundos paralelos …
IV
El silencio es vaho.
Remonta tuberías, con color de humo , esencia de suspiro.
Nuestras almas son
parcelas de un mismo aire.
En la quietud, se
respira mejor, con el bajo vientre.
En un instante, lo que
fue ansiedad se calma como la bestia ante la música.
El silencio es creador,
contempla el movimiento de las cosas.
Se para a escuchar lo
que los árboles y los espíritus susurran en forma de viento.
Prometo que mañana
fingiré ser muda,
para que el mundo deje de acosarme con preguntas.
Lloverán sonrisas a los
pobres.
Mis pupilas dictarán lo
que el latido difunde al cuerpo, cual las ondas del lago.
Y mis palabras extintas
serán oro.
Hasta entonces,
batirán las alas del hálito azul,
ondeará la partitura
sigilosa,
el pensativo rumor del
fuero interno.
Las lágrimas calladas
serán lluvia sincera.
Discreción.
Estremecer entre
paréntesis.
Escucharé atentamente lo
que resuena,
con mi silencio.
Para expirar mi alma
algún día,
con una palabra,
pasión insonora…
V
La devoción inicial se
apagó cual cerilla consumida por su propio ardor. El aislamiento, creó un
refugio de cristal, burbuja flotante . Melancolía
llamábame suavemente:
“Ven a mis brazos.
Eres espíritu ausente cegado
por el desengaño de la gente.
Recuéstate en mi regazo. Yo
te meceré .
Secaré tus lágrimas con mis
soplos acolchados,
te daré el cariño que te han
robado,
te columpiaré entre mis
lienzos hasta que el Sueño venga a
relevarme.”
Sueño fue gentil conmigo. Me protegía entre sus sábanas . Sus
visitas me embriagaban de esperanzas. Como mago, realizaba mis deseos hasta que
el orto florecía. Juntos viajábamos a un solo Aquí, y un solo Ahora.
Y volar era como nadar.
Y yo era yo.
Y el Universo también
era yo.
Toda sensación se
realizaba en sus dominios. Me ofreció sus tierras, dulce paraíso que
materializa utopías .Me nombró soberana feliz de sus reinos gloriosos, heredera
de su mayor tesoro.
Acostumbraba a recogerme tras el último exhalo
del Astro Rey sobre el horizonte. El baño de color que teñía el ocaso, tendía a
representar el primer escenario de la vigilia. Sueño me hallaba dormida en el tejado de mi sufrido ático, cerca de
los nidos de golondrinas, y me arropaba con su manta efímera. El beso de las
estrellas solía sellar mis estremeceres,
temblores de madrugada a la intemperie.
Sin embargo, él no se
contentaba con cuidarme de noche. Me acompañaba de día con sus parajes
blandos.
Y entonces, yo soñaba despierta.
Y entonces, la esquizofrenia debatía
quimeras y pesadillas .
Genéticamente el manifiesto mana de un surtidor azaroso…
“Caía por el hueco de
las escaleras.
Pintada oscuridad de la
era azul de Picasso,
Una luz blanquecina se
filtraba por la cristalera.
Era él ángel de la Noche.
Mis pies creyeron ser
torpes,
y no llegar,
escurrir,
fallar…
Torpeza y despiste
diéronme su leche,
reflejo de condena
abstracta.
Las cadenas , el
deslizar, la derrota…
Si como por toque de
varita mágica,
las calabazas se convirtiesen en carruajes,
o zapatos que brillan,
Cenicienta,
los pesimistas
sonreirían.
Relojes parados,
Llaves perdidas.
Olvidé respirar…
Olvidé comer…
Sólo acude a mí una sed
intermitente.
Quizá sea un vicio
ansiar Vida.
Parecía normal. Pacer
entre nubes, abrazada a un osito,
Volar,
Dormir en nuestra
casita, con el techo de cristal,
para ver más estrellas y
amparos,
O un lecho embriagado de
pétalos de rosa,
O una casa flotante allá
donde el vapor roza el agua,
en el lago Titicaca,
pero con el sinfín del
horizonte oceánico.
Hacer lo que nadie supo
hacer en un lugar Lejano
llamado Realidad,
sangrienta la adversidad y codicia,
jadeante el dolor. No,
dolor no, por favor…
Pellízcame.
¿Esto es un sueño,
verdad?
Dime que toda ley no es
cierta si estás tú.
Que está permitido tener
los zapatos cambiados,
¡Que aunque mis pies se arrastren en el cemento,
donde el aire fluye no me sirven, porque el
viento es capaz de transportarme!
Iremos al país de los
Pegasos Blancos, en nuestras camas futuristas.
Nos inventaremos nuevos
mundos. Si tu quieres…
No pude abrir puertas
sin llaves,
No pude contar instantes sin reloj.
Tan sólo pasear.
Calmarme. Y un sendero hecho por Dios, para mí.
Calles, hombres que
ladran, perros para hacerme daño.
Sola, con el miedo de
que los pies fallen,
Y se escurran.
Y caigo por el hueco de
las escaleras,
O el abismo inexorable
de la nada,
Y muere mi ADN
Y muere mi cuerpo,
Quién sabe si yo me
esfumaré tras esto.
Cabalgar hacia un jinete
tuerto,
Deshojar bengalas con
los labios,
Parir pedazos de hielo.
Aparcada en un rincón
oscuro de la escalera,
Tiemblo,
Pienso en mi Dios,
Pienso que algún
espíritu quiere aparecer,
Y mostrarme el camino,
O el sentido,
O el final.
Tiemblo más.
Estoy sola, en mi pozo
lleno de infinito,
Ahogo…
No puedo abrir la
puerta, sin llaves,
Si salto, me desplomo…
…y obligar a llorar
a los que van a llorarme
cuando perezca.
Y no merecen llorar más,
Ni sufrir más,
Ni pensar más,
Ni preocuparse más,
o padecer más …por mí.
Vivir es duro, me ata el
Amor, pero yo quiero ese Amor, sin Amor no hay Vida.
Perder el temor a la Noche,
En la que las sombras
rezan y se acercan,
hablando,
creyendo que no las
oigo,
Sin embargo están ahí ,
las veo,
las huelo,
las SIENTO…
Los monstruos se albergan tras mi espalda,
y son Miedo.
Una niña asustada, con
un osito de lágrimas,
tan sólo quiere dormir,
abrazada a él,
y no despertar…”
VI
Personas…cerca de incomprensión por entonces.
Aparentemente facetas mías en potencia. El hombre Eterno contiene en sí a toda
la humanidad.
Mas Soledad
recostaba su cabeza sobre mi pecho. Su cabellera plateada olía a jazmín. Vestía
siempre con los mismos harapos ennegrecidos por la niebla. Sus pasos se acompasaban con el ritmo de los míos.
Sujeta a mis piernas,
esculpía mi silueta en la travesía.
Como siameses
enamorados, juntos hasta el Fin de los Tiempos.
“ He reptado junto a ti,
creciéndome, encogiéndome, hasta que te has percatado de mi continua compañía.
Sólo Ahora, que los demás te han dejado,
te dignas a acogerme. Siempre estuve Aquí, junto a tu sombra, emanando sordas
señales, gritando sin fuerza. Ya que me otorgas tu atención, podré bastarte y
seré más poderosa que nunca. Refúgiate en mí y no te lamentes más.”
Me albergué ciegamente
en sus promesas. Creció como fuego que devora un bosque.
VII
Ideé un disfraz.
Lo bauticé . Era mi pequeño Yo social.
Todos permanecieron
admirados ante mi yo social.
Y millones de mandíbulas
quedaron desencajadas.
“Oooooooooooh”
Me olvidaba del antifaz
con el que cubría mi rostro.
Accedí a un
estancamiento, un nivel elevado de
actuación…
Mi Vida se transformó en
una Mentira.
Y la Mentira, en Arte.
Decidme si alcanzará el
día en el que el arte escuche el llanto de los que lloran.
Decidme si alguna vez
será justo con la necesidad del que lo clama.
Decidme si el verdadero
escritor no escribió para decir una sola verdad al mundo y saciar así su
desconsuelo.
Decídmelo, malabaristas
de circo, charlatanes estruendosos que encerráis la belleza de la vida entre
vuestro dinero e hipócritas formas.
Susurrad si lo deseáis,
por una vez os escucho.
Los poetas ya murieron.
Nació el mercantilismo
literario.
Nació el capitalismo
artístico.
Nació el vacío
enmascarado.
Decidme si no es éste un
mundo injusto donde la abundancia yace lejos del hambre,
si la balanza pesa más
donde hay menos…
Decidme por qué son tan
esplendorosos los ropajes y tan pobre el cuerpo.
Por una vez os escucho.
Porque el verdadero arte
es silencioso,
levita sobre el movimiento de las copas de los
árboles,
en la sonrisa del que ha
intuido el fondo de este profundo pozo lleno de infinito.
Del estremecer…
De la agitación…
De la inquietud…
Del amor…
"Necesidad, o arte,
o necesidad..." se preguntaron los
sabios,
No importaba tanto la
respuesta como la posibilidad de vida,
Y ya en su vejez,
Resolvieron abrazarse
Como lo hacían los
afluentes del río,
Para después ir a para
juntos
Al regazo de un dios
creador.
Aborreciéndome por la
cobardía que me incitaba a la
Hipocresía,
desechaba
fieramente mis ropajes ficticios,
encaraba mi condición de
extranjera en este ambiente artificial.
Danzando entre extremos,
siendo pesadilla de desconcertados.
Todos querían atarme con
sus cuerdas prácticas.
Dejé que la cadena me
aferrase a una seguridad inútil.
Dejé que amarraran mis
alas.
Accediendo a que mi
pensamiento permaneciera cautivo entre
garras.
Rendida ante los nudos
que me embargaban.
Prisión simbólica,
me consolaba viajando
por tierras perdidas a través de mis libros,
entonando monólogos
fugitivos…
Pez pescado.
Imbécil protección de
reservado.
A veces me escapaba…
bajaba del escenario.
Rituales diarios,
Retorno puro, e
innato,
Afrontaba la rutina,
alzaba la vista.
La mayor pintura para mí…
el Cielo.
El que se transforma,
El que nos hace intuir los colores y el infinito,
El que nos hace pensar en el calor de la creación y el frío
de la muerte,
El que nos enseñó a llorar con su lluvia,
A odiar con el rayo y el trueno
y a sonreír con las
formas de las nubes.
…el Cielo, con la magia y esperanza de los cometas, los
meteoritos, estrellas fugaces; la sorpresa y admiración por los eclipses,
la comprensión de la
Luna,
el estremecer de los
astros…
Día y noche,
Misterio,
Ciclos,
Movimiento…
Un caos cíclico.
Una cúspide elíptica
que rota sobre sí misma,
Y a su vez gira en torno a una fuente luminosa.
Línea que bordea el iris…
La condena de los planetas es que nunca llegan a reunirse con
el Sol.
Sigilosamente, pretenden acercarse,
Voltear el espacio absurdo y rutinario que queda entre ambos,
sólo sentir su calor y
asentir…
Una ley impidió la unidad.
Caprichosa ley que podría invertirse.
¿Hasta cuándo? Una explosión…
Me escapaba a menudo
entre los escombros urbanos y, lanzándome a la aventura, caminaba horas y
horas, descubriendo nuevos rincones, conociendo personas fugaces que me
preparaba el destino, saboreando todo resquicio natural que se abría paso entre
el asfalto. Los momentos más efusivos aparecían con el mar acariciando el
horizonte o la hojarasca bajo mis pies gélidos.
En uno de mis viajes sin
rumbo, presencié su figura expectante. Al fin mi vida había cobrado un sentido,
al fin los guías me habían conducido hacia algo auténtico, libre de
mojigatería. Mis súplicas habían sido atendidas. Él había llegado…
¿Amor?
VIII
Lluvia.
A través de la ventana
intuí.
Los dioses cubrirían con
su esencia diáfana el suelo petrificado de las callejas.
Alguien se encargaría de
borrar mis huellas .
Líquido portento,
impregnando todo recodo desprotegido.
Exalté lo que empezaba a
desplomarse.
Con una mochila bien
provista sobre mis hombros y un cómodo calzado, entorné la puerta sin hacer
ruido.
La alegría inocente acudió a
mí.
Extendí los brazos en un
blando movimiento y me entregué a la fuerza del viento.
Corrí sin mirar atrás,
atravesando calles desiertas, dejando una estela de risas a mi camino.
Y olvidada del mundo,
entendí la vibración de los poetas, el sentimiento de los pródigos, las danzas
que aclaman la lluvia en los países aborígenes.
No volvería jamás.
Con el corazón eufórico, mis
gritos se elevaban abriéndose paso entre las nubes.
Tan siquiera Soledad me perseguía.
Únicamente escuchaba mi
propia respiración agitada ascendiendo por la tráquea.
Las ansias de vivir se habían proclamado sobre
el miedo.
- ¡ Soy libre! ¡Por Dios
que soy al fin libre!
Mis pasos me llevaron
hasta la playa. Rápidamente me desnudé, despojándome de mis pertenencias. Un
barrizal se debatía en la arena. Subí a un risco elevado e inspiré, evocando un
sordo suspiro.
Cerré los ojos,
flexioné las rodillas,
encogí el estómago
y me incliné ligeramente
hacia delante.
En un salto celestial, desafié a la gravedad, la
cual me hizo descender por el abismo en posición invertida. Las olas frenaron
la violenta caída.
Y fue, cuando estando en
la tranquilidad del mundo submarino, creí ver su imagen difusa. Un hombre, o
tal vez muchacho de proporciones áureas, se me acercó reduciendo el espacio de
agua que nos separaba.
Llovía.
Y mis propias lágrimas
se mezclaban con las de su mirada cristalina.
Vaciamos nuestras almas
en un primer encuentro.
Los sombríos manantiales de nuestras pupilas
se inundaron recíprocamente, proclamando un llanto inolvidable, mutuo, sentido…
como los olmos postrados ante la resina que se escurre inexorablemente.
Su expresión verdadera,
fugitiva como las brisas otoñales,
variable como las
mareas,
risueña como las caricias de una estrella
recién nacida,
como la mano de un
profeta que tras conocer su camino se encamina hacia el sacrificio.
Jamás me confesó su levitar sublime en las
alturas, ni su contacto prematuro con el
Cielo. Pero todo lo que él significaba, abarcaba la infinidad y esa energía
inmensa se derramaba más allá de los contornos de sus facciones. Deslumbraba
pureza, inocencia, embriagaba de tenues solsticios extremos todo cuanto rozaba.
Todavía cuando pienso en él, el vello aterciopelado que cubre mi espalda, se
eriza tímidamente.
Ambos lloramos.
Incrédulos ante el milagro que acabábamos de acontecer, moribundas efigies del
nirvana. Sus ojos grises, espejos del
mar, eran ventanas que me mostraban un mundo fascinante, sublime,
perfecto… Sus manos de pianista arroparon con su tibieza el frío de las mías.
Después musitó una dulce canción que me hizo erigir un sueño muy profundo,
cercano a cendales flotantes de tibio éter. Penetré en un lugar maravilloso a
través de sus palabras extrañas. Él era la llave de una dimensión fugaz.
Desperté desorientada,
ignorando por completo mi paradero. ¿Acaso la experiencia era otro fruto de mi
delirar constante? Temía que hubiese acabado por enloquecer. Una mezcla entre
fantasía y realidad. Quizá finalmente en la pugna interna entre corazón y
cabeza se había dado un ganador que nublaría eternamente la certeza de mis
actos. ¡No! ¿Eso supondría admitir que
sólo era una pobre ilusa? ¿Envolver mis fantasías en hielo? ¿Camuflar de nuevo
mis instintos para perecer en un disfraz mezquino?
Las lágrimas continuaron
derramándose, más allá de mis párpados prietos. No quería ver. No deseaba
comprobar que todo había sido otra traición de mi mente ingenua.
En medio de mi
desesperación, una tenue voz susurró:
-
Abre los ojos. Estoy aquí.
Lentamente dejé que la
luz bañara mis pupilas, mientras distinguía
asombrada una barca que fluía en algún lugar del océano. Gotas de agua
hacían de prismas, y así me vi rodeada de arcoiris
sobre un fondo tan azul e intenso, que no se distinguía el cielo del mar.
En verdad parecía estar oscilando sobre un cuadro corrido de pintura celestial.
Y él, el mayor milagro,
era la figura más hermosa que había presenciado en mi vida. Sonreí, intentando
plasmar en un gesto mi felicidad al estar a su lado.
Retirando las lágrimas
de mis mejillas me miró fijamente mientras recitaba unas sabias palabras de
Buda, que al instante se grabaron en mí. Todavía las recuerdo cuando lo doy
todo por perdido, cuando el llanto acude maldiciendo mi existencia y
lamentándose por no tener nada.
-
“No os quejéis ni lloréis, ni supliquéis, sino abrid los ojos
y ved, porque la luz os envuelve y sólo falta que arranquéis la venda de los
ojos y miréis. Es algo admirable, hermoso, superior a todo cuanto soñó el
hombre, a todo cuanto por lo que lloró y suplicó, y es, además, sempiterno.”
La emoción me pudo. Creí
morir de amor. El lenguaje humano no alcanza
palabras precisas para describir mi efusividad. Fue una explosión
comparable a supernovas la que se produjo en mí. Hasta entonces mi pasión era una
llamita concentrada que no tardó en expandirse tras una reacción brutal. Un
nuevo Big Bang promovió el Universo.
Quizá fui presa de una
pasión desenfrenada. Mi cuerpo ansiaba experimentar las sensaciones evocadas
por los románticos, esas caricias escalofriantes, esos besos tibios sobre mi
piel. Deseé con toda mi alma que ese
presente fuese eterno y me imaginé años sucesivos sin él, puesto que nada
perdura intacto para siempre. Sabía que pese a ser sublime, ese amor no llegaría
a ser total. La ansiedad desencadenó el sufrimiento, el miedo a perderle.
-
No es justo que mi felicidad esté en tus manos. Si
desaparecieras caería lamentablemente. Supones una cuerda para mí, una atadura
psíquica. Llámalo drogadicción, obsesión traumatizante, ansiedad delirante,
tempestad emotiva…
-
El único lazo es el de nuestras propias manos enredadas en un
vuelo grácil, inmaterial, intangible
divino, soberbio, que vencerá a la muerte y nos unirá a través de nuestras
vidas futuras.
Érase una vez un pequeño
latido, que golpeaba suavemente en un menudo cuerpecito.
Un latido que miraba a
través de una ventana con pestañas.
Un latido que hacía
pensar en la posibilidad de Vida.
Y quería manifestar,
ansioso, que existía.
Muchas veces el pequeño
latido pensaba que estaba preso en una cárcel.
Que yacía bajo una
mazmorra forrada de piel y huesos.
Anhelaba salir despedido
como un cohete, o explotar como una bomba atómica, ser libre, conocer mundo,
crear un agujero en el que verter sus lágrimas.
Pero no sabía hacerlo,
y, por ello, sólo agitaba el cuerpecito que lo protegía.
Continuaba observando a
través de una retina húmeda.
Dentro, doquiera que
silbe la interna brisa
Un día descubrió que
dentro de los cuerpos que veía a través de su ventana, había otros como él. Una muchedumbre de corazones
gritaba afónica.
Grandes y pequeños,
Unos más encendidos, de
nítida voz,
otros vencidos,
callados, rozando el Último Misterio
No obstante, todos
cantaban a la vez.
Marcaban el ritmo de una
misma melodía.
(¿La Vida, tal vez? ¿El Amor,
quizá? ¿Acaso el Dolor? En verdad nadie lo sabía)
Aunque algo enterrados…
Murmuraba abriendo
brecha la Tristeza
de la ilusión matada por el mundo.
Él ya no se sentía solo.
Dejaron de preocuparle
sus dudas e interrogantes.
Y formuló un deseo.
Y se aceleró al pensar …
… en un reencuentro,
fundirse con sus
semejantes olvidados,
aunar las manecillas y
segundos del Tiempo Absoluto.
Ser Uno.
El cuerpecito creció.
Una noche aconteció el
milagro.
Quiso toparse con otro cuerpecito.
Y cuando se enlazaron
ambos cuerpos,
El pequeño latido ,
Pudo hablar a otro
pequeño latido,
Y se reconocieron
después de tantas vidas,
Casi creyeron rozarse.
Y quisieron salir del
cuerpo
Para abrazarse ellos
también
Y decir lo mucho que se
querían.
Amor nació…
Cuando sus silencios
fueron exhalos,
Y como desplegándose
ante ellos la Creación,
Rieron y lloraron por el amargo y dulce lazo que los había
sellado para siempre.
[Lenguaje del corazón]
Antes de aprender a
hablar, debemos aprender a callar. A pesar de las aparentes barreras que suponen los diferentes lenguajes, existe
una única lengua del corazón, y esta tan
siquiera utiliza palabras.
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