jueves, 30 de enero de 2014

La pirata TAZ a través del Espejo

Los mayores placeres nacen de la desesperación.

¿Os acordáis de cuando TAZ había declarado la guerra a Wu Wei?
  
La pirata TAZ creía que Wu Wei había atentado contra su orgullo y honor.  Wu Wei le dolía porque no entendía su manera de amarla. Wu Wei le había explicado hermosas historias sobre el silencio colmado y el reposo del alma, pero TAZ no podía ir en contra de su naturaleza de pirata, ni podía tolerar más no-respuestas. TAZ necesitaba aventuras, un mundo claro y diáfano, lleno de espectáculos naturales y artificiales, hombres de palabra y tesoros por descubrir. TAZ necesitaba volar alto y gozar de instantes llenos de enigmas, misterios y poesía. TAZ cantaba sobre la libertad de una bandada de pájaros soñadores como ella. TAZ quería celebrar la existencia a viva voz, no podía callar aún. Había venido al mundo para convertirlo en una fiesta...

Sumida en estos pensamientos, TAZ se encontraba a la orilla del mar. Las lágrimas del desamor empezaban a mezclarse con el piélago. Lloró mientras se vaciaba de ira amante.

El Reino de Wu Wei ardía en llamas, los piratas de su tripulación estaban en pleno saqueo del país y, a todas luces, el Príncipe del No Hacer podía poner a prueba todas sus teorías sobre la extinción del deseo y la aceptación estoica de la catástrofe. En ese sentido, la pirata TAZ era una bendición maldita para Wu Wei, y viceversa.

Wu Wei la veía florecer en la renuncia, pero ella sentía que todo aquello se parecía a morir. 

TAZ se había encontrado una botella con un mensaje. Estaba tan triste que no podía prestarle demasiada atención. En el mensaje decía:

Zarpemos rumbo al hogar.
El hogar es camino.
Te espero en la nave de los locos. 

TAZ tomó aquello como una señal, el preludio de una nueva aventura, de una nueva historia, una nueva experiencia por vivir.  Se secó las lágrimas y aguardó sentada en donde estaba, hasta bien entrada la noche. De súbito, vio amanecer una nave terrible en la línea del horizonte, que le hizo una tenue señal en código de luces.

La embarcación tenía el aspecto de un gran buque. De ella procedían melodías envolventes y un bullicio de fiesta. Ella no dudó en meterse en el agua y nadar mar adentro. No tenía nada que perder.

 Wu Wei quedaba lejos, su recuerdo formaba parte de un sueño antiguo.

***


- ¿Has conocido alguna vez El Suelo Que Quema?

Él respondió aullando.

La pirata TAZ abrazó al pirata Espejo, y ambos se pusieron a aullar a la Luna, y se abrazaron durante más de veinte segundos mientras aullaban. Él la miraba con los ojos muy abiertos y vivos, y reía con alma de niño. Él no cesaba de celebrar su belleza, tal y como ella hubiera deseado en Wu Wei. Era extraño ser receptora de tanta actividad, no estaba acostumbrada. Era extraño que ese amor no supusiera ningún reto, que todo fuera fluido.

El pirata Espejo tenía una bitácora llena de versos garabateados, y se expresaba con la vitalidad de un artista viajero. Desprendía un amor puro y abismal como un hermoso acantilado. La miró con ternura y devoción:

-  Gracias. ¡Al fin te he encontrado!

La pirata TAZ estaba ante un espejo. Aquel hombre había surgido de la nada, y se parecía demasiado a ella en la manera de amar.

- Estoy agradecido. Yo soy tu hogar. Y tú eres mi hogar. Somos hogar.

Ella guardó silencio, se desnudó de palabras.
Perdonó a Wu Wei mientras se convertía en Wu Wei. La guerra cesó. 
Tenía ante sí al pirata más fogoso de todos los tiempos.

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