lunes, 27 de agosto de 2012

Baladas de la carroña

[Libro de la lija y la lejía, de la ira de dios (cuando no existe); insulto universal, putrefactio, organigrama del tedio, poebasura & timo]


Captatio malevolentiae

¡Imbécil!

¡Desimbecivilízate!¡Desimbecivilízate!¡Desimbecivilízate!

¡Huye de la imbecivilización!


Imbécil habitante del encefalograma plano y la cartografía del tedio,
Imbécil de deseos abortados en la lengua y llagas en los genitales,
Imbécil que destrozó su juventud en el templo de la sabiduría académica,
Imbécil correcaminos prediseñados por sabandijas marisabidillas,
Imbécil “haz esto, haz aquello”, plagiasinapsis anteriores,
Imbécil inlúcido, inlunes, inalegre, inaguantable, imbécil que incomprende,
Imbécil que implanta lacrimales en los poros y labra laberintos en el ADN
Imbécil que inunda civilizaciones sembradas por gilipolleces

¡Desimbecivilízate!¡Desimbecivilízate!¡Desimbecivilízate!

¡huye de la imbecivilización!

Imbécil acuñarrutinas con restos de maquillaje malgastado,
Imbécil exhibicionista de lozanía hipertrofiada,
Imbécil ambulante que desangra el óleo de su entraña ficticia y no lee el paisaje,
Imbécil que mendiga utópicas autopistas autómatas con peaje,
Imbécil fabricado en serie y pelele de coltán soldado con el miedo,
Imbécil borracho de números en rondas aburridas que suman 666,
Imbécil hueca clueca de juerga muerma,


¡Desimbecivilízate!¡Desimbecivilízate!¡Desimbecivilízate!

¡huye de la imbecivilización!

Imbécil, no pierdas el tiempo escuchándome.
Me lloran incienso, oro y mirra los ojos bulímicos de mundo absurdo.
Me llora alquimia el sexo triste. ¡Cómo hiere ser espectador de esta lepra!
¿Qué haces aquí, idiota ingrato?
¿Qué te llevó a la orilla de esta música que destroza los tímpanos?
Imbécil por desertizarte,
Imbécil por exterminar tu plenitud e incrustar el corazón en escayola.
Tú, fósil de sueños nublados, que ignoras qué es bailar hasta el amanecer.
Tú, que has llegado hasta aquí sin un solo beso ni una sola torta en la mejilla.

Bienvenido a mi infierno
(letras impresas sobre un FELPUDO en miniatura)

Las Parcas prohíben saber lo demás.
Virgilio, Eneida, III.
Captatio excesiva

No sé quÉ decir, tras tantos años gritando insultos de amor y odio al mundo. Menuda decepción: ¿Tanto tiempo pensando para no decir después? ¿Blablablá, blablabá ... para esto?
Ya he destrozado mis mejores versos y he hecho el amor con el hombre por el que aullaba atada a los árboles. Abracé a un mendigo cuando estaba medio loca, y sus canas me prohibieron llorar después de aquella noche, en que aprendí la más importante lección:
sólo tenemos aquello que nos falta

Ya he amado a dios, reptando en los rayos del sol, tras intoxicarme el cuerpo de buena mañana; he visto morir a niños punkys drogados de sueños y vivir un día más a dictadores ancianos sin escrúpulos.

Antes
lograba cantar sobre el misterio,
describía con metáforas cromáticas
aquello que todavía no podía saber
e imaginaba.
Ahora todo es mucho más prosaico, y desciende la diosa altiva adolescente para recibir las inefables bofetadas de la vida real.


Ayahuasca

Mujer rebelde con alas en la boca,

dirás el taco más salvaje
(lo escupirás gimiendo).

Revienta de una vez el ciberhombre:
se cortocircuita y regresa al Paleolítico.
El diacepán de las multitudes
saluda a la cortisona de los amaneceres.

Se extingue a contraluz el pelacables
y sonríe como un clown sobre el abismo:
los cuentacuentos conocen su fin trágico,
sus sueños absurdos que obstruyen el poniente.

Por las noches, las brujas órficas
preparan la vigilia de los que creen en la Luna.
A fuego lento se rasuran los vellos púbicos
de los bosques. Lo viejo se hace nuevo.

La Madre Tierra merece una venganza:
los árboles compiten por su sangre vacunada.
Venid, estrellas y galaxias grandes,
lapidad a este maldito Hombre Orgulloso.





Estornudabroncas

Cabrearse: ése era el concepto, el hilo, el sentido de la trova de gritos, desguaces,

ases de picas subiendo por las escaleras, reinas de corazones (descorazonadas),
acueductos de labios que fingían sonreír.
¡Cuánto dolor en mi diafragma de vinilo! Necesitaba... ¡Independencia! ¡Pulmones
bandera! ¡Cuánto peaje para que la vena sea autopista!
I felt a Funeral in my Brain! Un remo de tristeza me amarra - galeote- a este sudor de
medianoche; siento un trastorno y la nostalgia de ese sueño que es bueno porque
duele estar despierto.
Cómo me grita Mr Hyde:
Subo risueña los peldaños de la sonrisa del doctor Jeckill.
Haz la prueba del algodón que demostrará que la realidad está sucia: lo soso, lo
aséptico, lo tímido y normal embadurnarán los labios de la noche con su
vaselina vírica y entonces los ideales deberán ponerse a cuatro patas para que al
fin, en la Barceloneta, Don Quijote sea enculado por la cordura repentina.



La fiera se ha despertado

¡Despertad, Hombres Huecos que habitáis las mazmorras de vosotros mismos!
Huérfanos de pensamientos, ¡clavad una mirada ulcerante en el paisaje que os duele! Vosotros sabéis lo incólume que es la realidad. Vosotros intuís lo lejos del amor que corre el mundo: atlético Sísifo, homérico surcador de nimiedades.
¡La fiera se ha despertado! Si el universo es una esponja de materias, fusiono las artes
en la olla a presión de mis infartos. Taquicardeo las lecciones útiles. Inflamo las venas y las vendas que me cubren la mirada tenebrosa. ¿Oyes tú los pasos? Se acerca una multitud de moscas listas, con Constituciones bajo el brazo, corbatas proletarias y camisas de camareros ahorcados en cuerdas de títere.
Habito en una fiebre creacionista, agito un cóctel de bomba y de burbuja y te lo sirvo
aquí mismo (es una absenta casera: agua del Polo Norte). Congrego máscaras, canicas por ojos, rostros histriónicos que fingen carcajear hasta la madrugada, deseos resentidos en los globos pinchados de una fiesta, verbos -cigarro apagados en el estómago cardiovascular, montañas rusas en los labios.
¡Diablos, cuántos te quiero habré de escupir para que me deje de llorar la boca!
Sostened mi mirada terca, sangrienta vereda de trazos múltiples. Reventemos en esta fiesta de espíritu. ¿De dónde venimos? Del muro de las promesas, del sello de los profetas enloquecidos por la conciencia, del mito vanguardista, del conjuro de Isolda. Escribamos, pues, en el reverso de la vida.
- ¡Desvergüenza, estoica criatura!-
La carretera sale de las manos, quiromántica accidental, pero sigo persiguiendo al tranvía llamado deseo. Hay un lotófago detrás del murmullo de cada acera. Y una oruga-intuición nutre de seda la palpitación del enigma.


Vulgares coleópteros
Estoy vacía como el buche de un somalí. Escribo versos ante una Comparsa de Sordos
Crónicos. Tengo la impresión de no cruzar ninguna barrera de fuerza. Inútil. Poco rentable. Cuánto tiempo hace que habito en el Sinsentido.
Soy pobre, me tumbo en el césped y no llevo bragas bajo la falda. Los senegaleses se
divierten adivinando el coño de debajo. Me preguntan de dónde viene mi acento extraño. Dicen que no soy de aquí. ¡Es cierto, no soy de aquí!
Visualizo armas bioquímicas para demoler dentaduras de gilipollas. Aspiro por la tocha
y un bla bla súbito me aplaude en las sienes. Los hermanos punkys me miran con ese brillo opaco de pájaro ahorcado por su propio vuelo.
Cada palabra pronunciada me produce dolores de parto. Lloraría todas las noches por la
Frustración de los Camioneros que no ven a sus hijos jugando en las plazas públicas. ¡Esos pobres tartajas con pulmones-chimeneas!
La luna me ha puesto enferma, porque la he insultado. La he llamado "esfínter del
cielo", "puta" y "vanidosa" y ella ha sabido espejar mi ira monstruosa.
¡Malditos sean los Burocratizadores de la vida! El espejo refleja diariamente mi
juventud cubierta de brea. ¡Vulgares coleópteros! ¡Escoria del mundo!


El deseo del mal

¿Quién no vendería su alma en el preludio de un Orgasmo?
¿Quién puede sostener un zeppelín en el diafragma?
¿Quién sobrevivirá sin el aliento del Depredador en la nuca?
¿Quién se resistirá a una Felatio Universal sigilosa?
Desea la Manzana Roja, golosa y rezumante como la Peste Bubónica.
Garantía de Cielo, Pentáculo dandy en la copa de vino.
*
Eva arde y se masturba con una rama de olivo. Su gesto endurece el paquete coagulado del Diablo. Querría estremecerse entre la viscosidad de la escama, volverse líquida bajo el esperma de su violador sangriento.
Eva lúbrica, de agua: meandros de sidra subiéndole por la retina, ojos llorando porque
anhelan eróticamente a la Luna, pezones atravesados por estrellas promiscuas de burdel.
Eva había estado triste (sí, triste), porque el Tedio abrumaba los bolsillos. Había estado
(re)triste porque vivía en un Edén sin rastrillos donde comprar Señales de Tráfico o Clarinetes oxidados.
Eva gime con ayes ambiguos, rezumando cerveza por la boca, y formula un subjuntivo
sabroso; dice: “Ojalá”. La mano alzada frota la lámpara de Aladino. Mira los astros y desea fumarse lentamente el opio de la Vía Láctea.
Eva se pone de puntillas y arranca el jugoso testículo del árbol.
Eva, boca aguada, relincha cual yegua en época de celo, muerde como si quedara
encinta del parto deseado, muerde inyectando saliva, se traga el miembro de Satán.
¡Eva arde ante la Amanita Muscaria! ¡El deseo refleja las ventanas y los espejos no
dicen nada!
*

Entonces las mujeres miramos los placeres prohibidos.
Entonces las mujeres hacemos que crezcan palmeras en medio del asfalto.
Entonces las mujeres somos preludios del regreso del Salvaje.
Estar vivo basta para fluir en el vendaval. Estar vivo basta.

¡ !

Quién no encendería un fósforo para ver el rostro de Eros.
Quién no acariciaría la piel fina del prepucio de Baco.
Desea la Manzana Roja, golosa y rezumante como la Peste Bubónica.


Cuando me ahogué en el río de Heráclito

Soy infeliz. Una lata de coca-cola aplastada. Amanezco en la noche y bostezo de día.
Soy infeliz a las 10 a.m. No me despierto antes porque pienso, barroca, que mi alma es
insecticida en el mundo.
Deambulo mi nada y la exhibo.
Mi dolor es travestido. Lo maquillo de fuxia y de rubio putón.
Envidio el glamour de la luna.
Busco la seducción de la lágrima discreta, porque útero e histeria proceden del mismo
étimo.
Canto y me acomplejan mis notas musicales.
Perseguí un cometa llamado Deseo. Entonces era bella, me sentía grande, orgullosa, y
no demacrada raíz del árbol invertido punarmrityu.1
Tántalo pudo reventar de hambre. ¿Y si hubiera descubierto que las manzanas estaban
podridas? ¿Habría aprendido a sonreír?
¡El veneno nace de la cantidad, (ya lo decía Paracelso)!


Malhuriosa

Soy el monstruo que os devora, Hombres Tranquilos, vosotros que contempláis pasivos
la caída de Ícaro, mientras mis ojos diluvian vajillas rotas. No puedo soportar vuestra calma ante un mundo que se derrumba. No pensaréis nunca en nada para no sufrirlo. Un corazón de piedra se engarza en vuestra existencia tediosa.
Os odio, Hombres Tranquilos, porque vosotros no sentís mi misma angustia, y me
acariciáis el lomo con delicadeza o me llamáis la Fiera para después adormecerme en vuestro hombro cargado de leyes y deberes.
Hace tiempo que estoy en mi jaula de circo y no piso los bosques porque me los han
prohibido vuestras cadenas morales e invisibles. Mi alma está cantando como un pájaro herido, dice que no resiste más el amor falso, quiere un viento ligero y eterno a su disposición, pero los Hombres Tranquilos prefieren los aviones fieles al horario, el precio estipulado y el destino de la agencia de viajes.
Y, entonces, nos mira a los ojos el suicidio: contemplamos la rama sinuosa de un roble
desnudo, vemos los metros de barranco ante las piernas cobardes: y sólo bastaría una barandilla, un puente apropiado, para que nuestra vida pirueteara hacia el fracaso definitivo.
Pero no os mováis de vuestro hierático sillón, pasmados Hombres Tranquilos: jamás
llegaréis a comprenderlo. Desconocéis la necesidad del sol y la lluvia, no sentís la cera derretirse, ni os humilláis ante lo innombrable.
¿Para qué sirven la poesía? ¿Para qué sirven los amaneceres? ¡Idiotas! El paisaje no
existe para vuestros ojos ególatras. No vivís, siquiera, un estrabismo.



Barbie nihilista

Pedid a Papa Noel la nueva Barbie Nihilista, apretadla con cariño, sólo una vez y
suavemente. Ella dirá: "El mundo es una mierda y encima te mueres". Frotadle cuidadosamente las manos frías revestidas de mitones: "No tengo un céntimo y no me llega pal café". Os preguntará, ya no rubia platino, sino agitanada: "¿Cómo puedo sobrevivir donde naide me entiende?" Y luego, si le acariciáis las mejillas, manarán lágrimas verdes.
La Barbie nihilista es aquel maniquí joven que se pincha heroína para sentir; desnudadla
lentamente y veréis cómo dice muy bajito: "Tengo frío". Y luego: "Nunca se cumplen mis deseos". Y más tarde: "Nadie me quiere". ¡Oh, pobrecita muñeca de plástico! Si la sacáis a pasear con vosotros, mirará los rostros nublados y convencionales, después intentará suicidarse cinco veces pero no podrá, porque todos odian la eutanasia.
¡Mendigad pasivamente, no folléis aunque se queje el cuerpo lozano, malvivid, haced
deberes, comed las porquerías prefabricadas! Si tenéis a la Barbie nihilista en el bolsillo, Pepito Grillo desinteresado, os soplarán vendavales de tópicos mugrientos y os sangrará la brea por los ojos, los dedos y el forro de la chaqueta.
¡Este es el márketing de la muñeca supracomún, de la jubilada con veinte años!
Pero, ¿no hay alternativa? ¿La Barbie mecagoendios ha de regresar a los escaparates del tímpano, ha de nublar las estanterías de literatura francesa y ha de conocer la presencia de malevos bravucones que emergen del asfalto justo a las tres de la mañana, sólo entonces, compinchados con las intuiciones de las madres-oráculo que te hacen volver a una hora exacta? ¿No hay alternativa? ¿Sólo podrá elevarnos la repetitiva voz del asco?

Sssssss. Silencio. No toquéis. La muñeca perversa duerme recostada en los párpados.
Silenciad sus quejas, descomulgadla de vuestra pequeña religión de esperanzas diarias y, justo cuando todo parezca un horizonte tranquilo, mirad la UTOPÍA: caminaréis cinco pasos y se alejará otros cinco; corred un kilómetro y se escapará lo mismo. Y cuando os hayáis hartado de perseguir mariposas, grabad una nueva frase en la memoria de la Barbie nihilista.



En el fondo de las botellas

Querido Infierno:
Tus besos fueron morfina. Tus llamas fundieron mis plomos como a tiernos fusibles.

Y ahora entras tú, aquí, por qué.
Has llegado manchada de barro.
No sabes nada de mí.
No conoces el petróleo de mi sangre,
ni mis patadas a las farolas,
ni mi tórax muriéndose porque quería Aire y no Humo,
porque quería Aire, aire limpio, limpio como un desierto.

No importa que jamás llegue a explicarlo.
Me creará angustia. Sufriré. Estallaré y cada
palabra reventará en mí,
pero no importa que jamás llegue a explicarlo.
Porque Ella está aquí y me pide que cante,
Ella está y tiene mi nombre incrustado y se llama
conciencia de vivir.

Llegaste al fin, Infierno, a prender dinamita en mis costillas. Eras ligero, húmedo y resbaladizo: como pintar una acuarela, dar un trago, decir: "No existes"; decir: "Qué más te da, si Ella, la Turca, está aquí, al fin la has pillado y ya no se irá hasta mañana.

Jerga & besos

Hasta ahora se acumula la roña en el estratocúmulo del corazón.
Me duele la mandíbula de sonreír llorando.
Borrachos y putones verbeneros deambulan y hacen cenefas en la calle. Entablan una
ficción viscosa que apuntan los bohemios en sus hipócritas cuadernos.
Hoy es el interminable Lunes, el Lunes eterno.

Debe llover, lo exijo:
Punkys heroinómanos rebuscan en la basura los escollos del capitalismo.
Punkys utópicos de porros enhiestos imploran sucesivas primaveras.
Punkys de padres muertos mascullan a la noche con cantos tribales y navajas.
El miedo tiene los muslos forrados de medias negras.
La luna es puta y te cobra demasiado cara su luz ambigua.

Los maderos eyaculan con la porra en alto: no tenemos tiempo para amar a las sombras
que nos desbordaron cuando la vida aún no rozaba la veintena.

Me encierro en mi calabozo de signos. una vida folletinesca conspira en mi hombro para
que te escriba, poema cabrón y egoísta: no me dejas respirar para nacer, me obligas a aguarme las entrañas.


Latas de cerveza

Entras en el párpado de mi vientre. Forzada infidelidad, quieres soñar por mí. Pero no
bastas. Estás aquí. Después de tantos siglos olvidando. Y hoy un dios se posa en mí a cuatro patas, Perro.
Camino diariamente y (diariamente) el silencio degüella mis mentiras. Siento el placer a
medias porque me muerdes un poco más la cadera:
soy esa mujerzuela tonta que respira, va
y se muere.
Imaginen ustedes este metro cuadrado sin poder bailar ("Las mujeres no se comprenden,
se bailan", decía el boquirrubio y sonriendo).
Imaginen ustedes un rincón sin amor, los sujetadores y las bragas muertas en el féretro,
la carne cocida bajo tierra como nuevo abono de cipreses.
Imaginen ustedes el alma cantando entre raíces y evaporándose hacia las nubes de
tormenta.
Qué agonía hermosa ver la taxidermia de la Naturaleza.
¡Vaya carajo de destino, Muerte: tú que nos conviertes en caníbales de nosotros
mismos!¡Ah, Muerte necrofílica, polla de vidrio, ven a privarme del amor! ¡Desnúdame con tu mirada de hueso de aceituna!
- Me matas o yo muero, no sé...


Ciudad Submarina

Y entonces, si viajar ya era mirar por la ventana y caer como un buzo en la ciudad
submarina, cuántos pasos he de dar para decir que me he marchado. [...Date cuenta: no, viajar no es mirar por la ventana; viajar es gastar la suela del zapato.]
Y entonces, veía a los borrachos buscando sexo, ahogados en los mensajes de las
botellas. Sólo sabían leer curvas fatales. Y rescataban al piropo de las gárgaras: “¡Mirad a la puta del sombrero y el cancán!”
Tantos zumbados. Y esa niebla. Y la nada.
Cigarrillos fálicos pendían de labios fatigados, babosos ante un escote. Yo parecía una zorra con un vestidito ajustado, cara de veinteañera inexperta y falsa ingenuidad. Querían trincarme, de mil maneras. Pero a lo lejos, a lo lejos sonaba un saxo. Un mendigo duerme en un portal y sueña. Gimen las farolas que nos miran. Y esa niebla. Esa niebla que irrealiza y me hace de mentira.
Husmeo lo negro con mi olfato canino. Desfase en los andenes. Entro en un bar, y en el
fondo del vaso vuela una libélula. Es un pensamiento de cuatro alas. Un pensamiento antiguo: “sólo tenemos aquello que nos falta”.
Un cortado en una plaza. Cielo nublado y viento. Descargo mi cuerpo sobre las ubres
de la noche. El óvulo y el esperma que nos engendraron, mira cómo han mentido al amor. Mira, ellos me apuñalaron con los primeros planos. Y entonces caminar sola, por todas las noches, presa fácil de borrachos violadores, puta ficticia de rincones sin sombra.



Árbol frustrado

Qué sucede. Qué te estalla en el fondo de los huesos. No llevas ropa interior: serás
violada. Miras desbarrar a la noche. Algún voyeur te fffff a través de su balcón estratégico. Te señala con el índice soberbio, desde un aburguesado monte de la Luna: tú huyendo de la vida, loca sin motivo, gimiendo entre el cemento y las estrellas. Te quedan una piedra blanca y los baños marinos imprudentes. Tu amargura congenia con la arena.Y la arena es metáfora de tus muslos astutos.
Temes tu profundidad eterna de preguntas. Te has dejado la música encendida. Has
corrido de un solo ramalazo, dejando un reguero de nuncas, airosa magadespistada a través de las cenefas del viento. Extraña y sola. Te asusta tu sombra si se proyecta sobre un árbol. Hay un graffitti en los muros de tu alma. Y hoy un pájaro negro sonríe con las encías sangrantes.
Urticaria. Sólo miras -vanidad- el reflejo de tu ira en el bolígrafo. Un voyeur te fffffff
ansioso. Desea tu COÑO y es sólo un cuerpo biodegradable. Tu asesino tendrá una colección de secretos. Su esperma lloverá sobre tu sangre trementina. Aguarrás, óleo paisaje, estratosfera telúrica para la femme plaisir; pero el Príncipe Blue (que no querría serlo nunca) te vendrá a buscar -pese a todo- porque te sssssss.
Devora esperanza. No llores, mística leprosa. No llores, aún. Lame las heridas de la
noche. Cómete la polla de Zeus, mastúrbala hasta que reviente y te responda. Niña, tienes la tráquea llena de humo. La paracélsica: palabras de pergamino en el tímpano. Pero. La luna está llena y tú quieres agua.

Ataque de nervios


Soy una loba analfabeta que escribe jeroglíficos. Hay una muerte en cada ingrediente de
mi cuerpo. Ya no existe más que la grieta. Estalla la Arcadia. Los ojos vomitan lava. Y me cruzo con todos los pasos de la rayuela.
Estallo y se esparcen colgajos de óleo rojo; qué apatía me impide salir del fango.
Cáncer. Enfermedad. Empiezo a entender qué significa Trauma. La herida ha supurado un flúor que jamás la cierra. El amante está a mi lado pero sus besos no eran el fin de ninguna historia.
Frankesteins y novias de Frankestein. Cada uno necesita su espacio para morder
aquello que del alma no puede explicarse. Día extraño, resacoso. No sabes qué ha pasado. Quizá te duele un poco la confusión en el hígado. Necesitas tu espacio y te sacudes las pulgas del corazón: ¿Amar es esta desidia? Mierda.
Me destruye la abulia y entonces, qué entonces, me hartan los gemidos. Aún no llevo
bragas. Él se ha ido. No entiendo qué sucede. Pírate, me digo. Es uno de esos días en los que no se entiende la dislexia entre el yo y el no yo. Nebulosas, mundos nublados, tierra húmeda anunciándose: por qué me miras continuamente bajo este cielo sucio, por qué con esa cara de cordero degollado.



No digas paraíso cuando quieras decir vicio

Estoy triste, me pitufo un porro broncodilatador; quiero ser libre. Me aburro soberanamente en este mundo de sufrimiento acuedúctico. Estoy triste y Peter Punk se ha ahorcado en una piruleta de diez centímetros.
Tal vez vuele en tu lengua como en la aterciopelada alfombra de un mago árabe. (La bohème, la bohème, qu'est-ce que c'est la bohème?). Ofeleizo. Kill your idols. ¿Otro Quijote más?: pretendo -junto a ti, hipócrita aullador- lo imposible. Los filósofos neoplatónicos miran, espectrales, a los labios que escogen la colilla y ahogan al beso. No habríamos aprobado un casting de ateísmo.
Pero volved, agujetas en los muslos, no me dejéis sola. Volved a recordarme la dulce
tempestad del sexo, y que ronroneaba en un camastro, con la cabeza recostada
en el pecho de alguien que almizclaba lo invisible. Agujetas benditas, socorredme con los ecos delirantes del orgasmo, sanad mi mal, agujetas de acupuntura, saturad mis arterias de feminetilamina. y dejadme pasear tranquila y escuchar a los acordeonistas que sobresalen como relieves entre el murmullo de la muchedumbre.
Estoy triste, pero pienso en tu sexo: pitufaré al vibrador del sueño, le rogaré que me
acoja, me seque, me unte la felicidad en las tostadas-mejillas y que deje a mis caderas cantar flamenco en el anillo de Saturno. El porro broncodilatador que me estoy pitufando operará una ecuación de segundo grado sobre la abulia de este lunes bronquítico, lleno de cariados pensamientos.



Marginalia

    Utopía
Quisiera ver
esa cara de malfollada
aplastada
por una sonrisa



*


Casi me llora la vagina, tras los ojos,
porque él se ha marchado al planeta del curro.

Ya sólo la caja torácica de la tele,
y el ovillo de las lavadoras.

La alegría está en los álbumes de fotos.

La nada escala el Everest
de las tareas domésticas.



La chacha

Los objetos hablan.
Dicen cosas constantemente.
A veces, no nos dejan en paz:
tienen polvo; exigen ser barridos
por una mirada o un plumero.

Antes, en el júbilo -ese colibrí leproso-,
los objetos aparecían envueltos
en un papel de colores y con lazos.
Parecían promesas de futuro.
Pero esos objetos están hoy
sucios.

Y la fregona, esa plañidera horrible,
pretende limpiar el suelo
con su llanto lejiado.


*


Tomar el café con la maruja interior

[zapatos: dijiste no a los tacones]

Frente a usted, seguramente habrá alguna silueta humana.

Alcáncela. Escrute las salpicaduras violáceas de sus venas.

Intente rozarla, sólo para que los mecanorreceptores
de sus dedos se regocijen ante el tacto ajeno.

[¿Se ha preguntado por qué no se asombra cuando se toca
a sí misma? Otra pregunta (se lo digo desde mi agujero,
esa casita que me ha fabricado en su ombligo):
¿De qué sexo es el paisaje? ¿Un hombre? ¡Ah!
Sí…ya veo. Él tiene un porte roído por la virilidad.
¿Le asustan las ratas?]

Detrás de sus patillas – las de Él, las del objeto directo -,
se traza un inmenso amuleto azul, pesado y mate.

[¿Podría alcanzarme esa botella de la mesa? Mmm, gracias;
estos tragos de hipocresía una los agradece toda la vida.]

Como decía, él la está mirando.
Creo que se ha percatado de su deseo.

Sí, le pende un interrogante con forma de baba
y todos piensan que no se encuentra en ninguna parte
(ni siquiera en los catálogos).

[¡Menudo fogonazo lleva usted atado a…!]

[sin medias]

¿Es que eso es una falda? ¡Cuántas veces le he dicho
que las mujeres de hoy deben llevar panta-cones!

Espere. No se mueva. Se le ha corrido el carmín de los labios.
[¿Qué? ¿Cómo iba a ser sangre? ¿ Que se está desangrando?]

Tenga, un kleenex.
Así…(no se desborde, me está manchando de notas musicales).
Ay, perdone, sin querer le he borrado un poco la cara.
¡Es que soy tan torpe! No se preocupe,
[ahora la acompaño al lavabo y le fabrico unos labios nuevos.]

¿Decía? Hable un poco más alto, es que no la oigo.
(Por cierto, ese abrigo negro hasta los tobillos le sienta de maravilla).
¿Cómo? ¿Que se siente incómoda? Vamos, mujer, si no es
[para tanto…]

Él sólo quiere morderle un poquito los genes, ya sabe. Así son ellos.
Y lo de las peras y las manzanas es sólo un juego de anatomía.
(Quiero irme… ) Pero bueno, si se empeña, le dejo las llaves en el bolso.
[¿No cree que sus codos son atractivos?]
Ya está. Me está diciendo que él no es digno de violarla.
¡Tan atractivo como es! ¡Menuda frígida!
Parece que lleva el catecismo tatuado en los ojos. ¿Qué?
¡Esto es el SUMMUM! ¿Sabe usted sumar bayetas?

[¿Cuántas veces se prostituye al día con la silla?
¿No le avergüenza mear secamente sentada,
con un bisturí en los oídos, sin un polvo…?]

¡Como que la muy se queja de irrealidad!

[bragas, de gitana, mercadillo]

¿No le he dicho que ahora le hacía otros labios nuevos,
jugosos, a rebosar de jergas picantes?

(Me mí, conmigo solo)

Ya está. Se lo advertí.

Ha llegado el momento de confesarle lo que debí decirle desde
su nacimiento, desde los últimos cinco minutos: [en voz baja]

( Me deprime. )

Si estoy hablando con usted es por pura obra de caridad.

Creo que es una mal follada.

La follan los días con su pene rígido,
le mienten los zumbidos atroces de la propaganda
con sus susurros que son vientos grises,
con sus lenguas-pulsera y tilín tilín cascabel.

El golpe de las horas le enreda el cabello.
El silbato del macho le aprieta círculos concéntricos.

Cuando publiquen sus alambres, ya nada será;
ya nada será más sutil ni más fino que la línea borrada de un labio.

[Usted no será nadie.]
[Pudo serlo, pero resbalará por el tobogán de su nariz no operada]

Todo su dolor tiene un anzuelo: me contamina de angustia.

[Desnuda ante el lodo]

Tienen culpa los párpados de levantarse siempre,
de acudir siempre a la llamada fláccida del “buenos días”.

Un viso lo cubre todo.
Dice usted que algún dedo debe tocarla,
pero no estalla, pero no estalla el garfio que asfixia,
siempre es sacarina, siempre es siempre,
noningún, noningún

[sabor] en los peldaños de la escalera mecánica.

píntese una nueva excusa en los ojos
barra el cadáver de su ilusión cocida

¿Aprendió a sumar bayetas?
¿Sabe usted cocinar gafas de sol?
(Soy sólo ficción, soysóloficción, un titiritero me tensa los pechos.
Mala hostia
En ocasiones sucede que tu corazón dormido
se cree rehén del mundo criminal.
Entonces todos llevamos una mudable
cara de perro. Te sientan mal las voces
de las pijas y frunces el ceño cada vez
que encuentras un estanco cerrado.
Te joden los mohínes de las mojigatas
y la cara de pena de las niñas traviesas
que duermen en tu cama grande
y comen chocolate cuando no puedes atenderlas.
Ni siquiera te gusta el cuerpo
de las mujeres coquetas que se vuelven sirenas
por ti en el río de la calle. Es como
si olvidaras que pueden meterse dentro de tus ojos
y nadar en un mar cuyo fondo es un enorme arrecife.
Sin embargo, qué fácil sería pedir un rescate.
Yo llegaría en moto, rápida y sonriente
para aporrear a los malos
y bajar el telón con un morreo de película.


Vida laboral


Casi siempre yo te llamaba, y tú venías.
Yo te buscaba, cuando dolía vivir un poco.

Al amanecer tú en mi visión,
surgías de un ángulo de la tierra,
y la vieja incertidumbre,
esa desdentada solterona,
reía a carcajada limpia.

Pero hoy no vienes.
Estás metido en la jaula del trabajo
y yo he de ir a pagar el alquiler.



Nana a un dictador

 


Usted puede ulcerar las tardes con su tedio
Usted dirá a los cataclismos “no hay remedio”
Usted mascará discursos bajo su bigote
Usted aplastará sin yunkes al Coyote
Usted deprimirá las órbitas lunares
Usted deshará las olas de los mares
Usted detendrá las corrientes de los ríos
Usted hará sangrar el libre albedrío
Usted escarbará en la frente de los locos
Usted limitará Alemania con el Congo.
Usted detonará sueños inalienables
Usted bailará en la hora punta de los martes
Usted, papel carbón, genocida de la historia,
Usted será el alzhéimer que mata la memoria


Vih


Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón,
pienso en tu sexo.

César Vallejo

Mis piernas te sonríen
a través de un cascabel.

Sabes a full
y, mientras clavas tu pupila azul...
¿llevas condones?



Móvil de cuna

Pájaros -invisibles- pájaros. Labios aéreos,
pájaros. Los oigo y no los veo -libres, voladores,
pájaros-. Entonces todo duele: los guantes, los siempres,
el beso de ron en los colmillos, el libro perezoso desplegado.
Y la niebla. Y el sol. Y los otros.

Las aves migratorias han escupido sus vuelos.
Y él llora porque la nube se ha olvidado de llover.
Alma en código MORSE. Terquedad de uña rota.
El cuerpo es un envoltorio de caramelo.
[Ojalá existiera un recipiente y un pasado.]
¿África? La necesito ardiendo en la boca,
y el verso líquido empapado en gasolina.


Gotea. Gotea el sol -con su luz-
y me inunda de tibieza inmerecida.
¡Soy tan libre que duele!
El viento salvaje perfora los ojos del poeta.
Nadie intuye el averno de su mirada.
Inventan un cielo
a juego con el bolso y los zapatos.

Los ojos del poeta son flores:
mirad a ese hombre deshojado por sus lágrimas,
la secuencia de Fibonacci cayendo en cascada.
Un hombre que, asomado a su ventana,
ha sido guillotinado por el paisaje.

Las grúas constructoras son el móvil de cuna
de la ciudad dormitorio:
luna, estrellas y murciélagos
giran alrededor del óxido;
los ciudadanos duermen en la vigilia
observando cómo también
el sol, las nubes y las aves migratorias
se aburren en su absurdo tiovivo.

Pájaros -invisibles- pájaros. Labios aéreos,
pájaros. Los oigo y no los veo -libres, voladores,
pájaros-. Entonces todo duele: los guantes, los siempres,
el beso de ron en los colmillos, el libro perezoso desplegado.
Y la niebla. Y el sol. Y los otros.





Costumbre

Digamos que, hace mucho tiempo, tenía la extraña costumbre de enamorarme.
Lo hacía por aburrimiento y en las horas más insospechadas. A veces, veía a un joven
tirando la basura, o pedaleando una mountain bike; en ocasiones, se me antojaba el flash de una palabra, me invadía un dulce aroma a dentífrico de menta o veía unas piernas noblemente torneadas bajo el sol.
¿Y qué hacía yo, entonces, en cuanto me sobrevenía una sensación de aire esférico?
Me ponía de puntillas, adosaba el dedo índice a mis labios y - psssss - callaba… para no despertar a un amor caprichoso envuelto en algodones.
Después, por las noches, me asomaba a propósito al balcón, y con pose de doncella del
medievo suspiraba: "Sintigo…"
Bastaba tener los ojos abiertos o cerrados, y entonces ya apreciaba unos labios perfectos
tras una galleta, un bocadillo, un bistec o una charla de dos minutos o cinco horas; y descubría un mechón de cabellos inclemente como un columpio del parque.
Bastaba tener los ojos abiertos o cerrados y en cualquier rincón se erigía mi hombre
como una sombra chinesca, con una capa nueva y una chistera llena de confetti
y ya mi amor tenía ese rostro de camisa sin remiendo.
Toda yo me convertía en manos y labios y muslos y pechos y manos,
Toda yo amaba tanto que, por milésimas, casi dejaba de ser.
Pero, una vez, cuando salía a pasear con mis botas negras, me fijé tanto en el brillo de
mi silueta en los escaparates, que ya jamás volví a tener esa fea costumbre de enamorarme… (Se me ocurrieron entretenimientos más interesantes como el egoísmo, la natación y la papiroflexia.)
La tierna indiferencia del mundo

Hay días en los que todo dice “no”, en los que la mirada del otro es tan fría como la
propia. Los cuerpos deambulan aparentemente tranquilos con el brillo equívoco de las promesas falsas. Alguna nube – si hay horizonte posible- disipa la atención y crea una morbosa figura proyectada hacia adentro. Y, tal vez, si el miedo al sinsentido es inminente silbamos aquel viejo himno de guerra .
Hay días en los que todo dice “no”. Sólo queda aspirar hondo en cualquier rincón del
paisaje y esperar los colmillos comprensivos de la noche, y espantar a los demonios del presidio, invocados por la tierna indiferencia del mundo.
(Nadie vendrá a buscarnos. Estamos demasiado locos demasiadas veces. Estamos
demasiadas cosas demasiadas veces.¿Quién vendrá, por encima y por debajo de la tierra, con los labios cargados de los viejos himnos de guerra?)
Hay días en los que todo dice “no”. En esos momentos de resignación acuosa expira la
antigua canción de la sangre: “¿ Por qué no nos vamos lejos?" Y pienso, sin decirlo, con rubor resignado, que mi corazón hambriento seguirá amando, pese a todo, a los monstruos más feroces de la tierra.

Cyberpoema


¿En cuantos gigas cabe tu dolor?
¿Dura más el amor en htlm?
¿Adoras cada píxel de su piel
y no te responde a los mails?

Ponte el filtro antispam
y juega al solitario.


Poema para fingir que no se está solo
(Entre gaznates nocturnos, conversación con una silla y un cigarro)

Perseguir en solitario
a un mendigo al que invitar
es síntoma de mala salud.

Abre bien los ojos, vieja silla,
te sorprenderá la niebla egoísta
que mata las imágenes
y deja huérfana a la realidad,
esos fantasmones con alhajas
que miran nuestro escote
mientras bebemos con sorna
otro trago más y más y más.

Les miro. No les conozco.
Podemos estar lejos para siempre,
deprimirnos,
desorbitar la luna
(esa experta en confundir...)
y bla bla blá*

Todas las lágrimas
pueden camuflarse.
La banalidad, en cambio,
es descarada.

Un sorbo de cerveza y
  1. míralos-
todos sonríen,
todos se cuentan la vida
  1. ja ja já*

El invierno, ese fiel camarada,
me invita a buscar
el cálido tufo de los bares
y la sonrisa pasiva
de ti, silla de enfrente.

Hay tanto que decir
y tanto que callar.

Pero
la silla permanece vacía e intacta
frente a mí,
con esa elocuencia de los ángeles,
y el cigarro encendido
tiene cosas más agradables
y amargas que explicarme.

Otra oda a la alcachofa

¡Me encantas, alcachofa! Sin chantajes erótico-místicos, sin vaivenes de trasatlántico, sin "ahora sí, ahora no, luego tal vez", sin la bragueta prieta y la mirada picarona.Verde y muda, con el perfil de una rosa marciana; en perfecto maridaje con mi tragedia: apta para ser deshojada y saciar el ansia que me habita.
¡Me encantas, alcachofa! Eres el grito de Munch en medio de tanta mierda neorromántica, un hachazo preciso tras Los veinte (putos) poemas de amor y la canción desesperada. Un pies en el suelo, un cotidianazo preciso. Te abres ante mí como un nenúfar de tierra, sostienes mi mirada resentida y le devuelves el vacío con tu verde insulto.
¡Me encantas alcachofa! Sin cursiladas in fraganti, sin más provocación que tu propia naturaleza: veo en ti el wu wei del budista, una llave hermética, un fundido en
negro. Ante tu silencio elocuente, respiro bajo los árboles y aprendo a vivir a
sorbos, haces un streaptease con tus decenas de bragas y devoro tu corazón
como un Don Juan.
¡Me encantas, alcachofa! Sin chantajes erótico-místicos, sin vaivenes de trasatlántico... verde y muda...como una alcachofa.



Dame una sola canción para existir

Una noche, le dije adiós y se quedó conmigo.
Le dije, “tengo miedo”,
tengo miedo porque no me importa morir joven”.
Le dije, “He soñado que me sorbía la tierra,
que mis ojos eran plumas de quetzal.
He soñado que surcaba el océano
en una botella de whisky.
He soñado que lo deseaba todo y nada;
que renunciaría a mis dioses malos
si tú me lo pidieras.”
Me escuchó con atención. No se fue.
Dijo que un día volaríamos. Que imaginase... cómo sería.
...desaprender... detener la vida mientras le contemplo.

Qué puedo decir. A veces quema.
Se introduce en el cuerpo, y la piel reacciona.
Recorre las calles,- dice- ve sola,
enamora a los desconocidos más allá de la niebla,
camina sobre mí mientras yo te camino,
escribe para cazarme, soy fugitivo.”

Y, luego, con fuego, me obliga a decir esto:
Dame una sola canción para existir”.
La quema del brujo

Escuchad, ancianos, el brujo va a ser quemado, oh sí, ancianos.
¡Sangre, sangre! ¡Se está desangrando por la izquierda!
¡Sangre, sangre! ¡A la orilla de la derecha, una jeringa
le dosifica el viento rojo de los acróbatas! ¡Sangre, sangre!
¡Se licua en ese viento y convierte el paisaje en un coágulo!
¡Sangre, sangre! ¡Lleva tantos kilómetros goteándose!
Escribe el Génesis en la A-7. El peaje es demasiado caro
para su presupuesto de paria. ¡Sangre, sangre!

Escuchad, ancianos. El brujo no tiene ni parientes ni amigos,
nadie siente simpatía hacia él, oh sí, ancianos.
Se desangra porque ha sumergido una mano en la tierra.
[Dios mío, el cielo le hace el amor al mar y encima gime
a través de las gaviotas. Dios mío, por qué los perdidos
llevan siglos deshojando sus lágrimas. Dios mío,
el gallo saluda al sol que le imanta a las mañanas.
El brujo ama la vida, Dios mío.]

Escuchad, guerreros, hay que atar al morogi con hojas
de bananero secas. Oh sí, guerreros.
Dios mío, los segundos bombardean las células de los que sufren,
Dios mío, la raíz cuadrada del miedo es la muerte,
Dios mío, ¡Sangre, sangre! Agua viva por el cráter de la carne,
ríos profundos de los ojos que imitan al sol y a la luna,
¡Sangre, sangre! Una mujer abierta
como las aguas del Mar Rojo ante el báculo de Moisés.

Escuchad, guerreros, levantad vuestras lanzas y vuestros escudos
y decid de una sola voz: que el brujo sea quemado. Oh sí, guerreros.
¡Sangre! Los deseos como gaviotas que vuelan evaporándose
por la neblina de su mirada egregia. Sangre. La libertad dolorosa
ascendiendo por los pies hacia la tráquea y derramándose
en un charco de conjuros imposibles. Sangre. La virtud adulterada
por un ansia de luz superior a la radiación del canto kikuyu.
Sangre. Pétalos y esperma derramados sobre el pecho del mago.

Escuchad, ancianos, guerreros y pueblo del distrito,
pronunciar con unanimidad
que el morogi debe permanecer solo.
Oh, sí, el brujo debe ser quemado por completo.
Afirmemos con una sola voz que el morogi no tiene hogar.
Oh, sí, el brujo debe ser quemado por completo.
Afirmemos con una sola voz que el morogi no tiene clan.
Oh, sí, el brujo debe ser quemado por completo.





Hierofanía

Alguien bajará el telón
y moriremos antes
de hacer la reverencia.
El azar asesina lo bello,
que muere con elegancia.
Arder es un arte antiguo.

El hombro del mendigo


A ese septiembre interior,
cuyas Cejas ApostrOfan pensamientoS....

Al llanto desconsolado...

Los incas, tras la muerte de sus reyes, lloraban durante un año. Yo sólo lo hice unos minutos, aunque jamás diluvié tanto. Tenía dieciocho años, y los ojos preñados de dudas. Sentía un dolor esférico: se había destruido el palacio de cristal de la inocencia. La mayoría de edad me había dado una bofetada. Había dejado de amar a quien amaba. Sufría por la belleza en extinción.
Una noche me dirigí a la calle más peligrosa de la ciudad con una navaja en el bolsillo. Quise saborear el tuétano de mi infierno y me arrodillé y lamí el suelo lleno de orines. Luego mordí el bordillo de la acera. Alguien pasaba por allí, por casualidad, y me preguntó:
- ¿Qué te pasa?
Le puse la navaja en la mano y le grité:
-¡Mátame!
Huyó de mí, asustado.
Entonces empezó aquel llanto que todo lo inunda y lo hace borroso. El llanto de los que cruzan la línea. Las calles empezaron a desdibujarse, y llegué entre gemidos a una ancha avenida llena de turistas. De la acera de la izquierda, surgió un hombre que parecía venir de otro mundo. Iba apenas vestido con una sábana que cubría sus genitales. Tenía el torso desnudo y los pies descalzos. Su pelo era largo y blanco y sus ojos marítimos parecían ciegos como los de Tiresias, reflejaban todas las edades. Se me acercó hablando una lengua extranjera y me abrazó y yo lloré en su hombro, me vacié en su hombro. Y entonces conocí la melancolía de los dioses, la tristeza dilúvica que sólo puede consolar el hombro de un mendigo extranjero.
Ese hombre misterioso se diluyó en el espaciotiempo y nunca más volvió a aparecérseme. Su abrazo, sin embargo, se me quedó enganchado por dentro.

[1]

Los Mayores placeres nacen de la desesperación. Hay Ansia de todo en el Don Nadie encaprichado con el sexo de lo abstracto.

[2]
Era una noche de febrero resfriado. Dolía el baile de la hoja caduca. El humo hachisnómano substituía a la frígida tramuntana. Yo sólo creía en mi graciosa miseria .(Las cejas soñadoras son alas de ave.) Locura, tan atenta, se asomaba a la ventana rizada
de mis ojos acrobáticos -trapecistas de lágrimas-. Notaba el abrazo de una galaxia ciega. Sentía el masaje del desmayo. Aquel clítoris mareado de metafísica. (Fogosa tranquilidad...)
ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ
Pero él, fatalmente desaprovechado, como una canción silenciosa. Aguja. Aguja y cuánta. Ya borrachos los números. Con tanta saliva resignada. Y aquel clítoris soplándome no sigas.
[3]

Se recuerda un diálogo imposible. Imbecivilizamiento. Se recuerda una mujer histérica, cainita, empecinada en su veneno. Sólo juntaba sus labios de ventosa, susurrando: seré ardiente, jamás consumida.
Une Madame Boba acumulaba memoria para sentirse. No miraba la hoguera en los relojes. Fingía no haber sufrido nunca. Disimulaba ante los piropos. Sonreía triangularmente a los hombres desde un calabozo hidráulico.
¿Mas...a dónde se dirigía su Gabardina, segunda piel de cuero falso alado?Caminaba. Y parecía protegida por la brea de su orgullo.

[4]

Érase una vez un pelo de appalosa. Érase un hilo separador de castas. Un horizonte tiránico amputaba el aire. Ellos dudaban: lápida o tren, that’s the question!
La cultura oficial los entierra vivos. Son los outsider. No nacen nunca. Escupen, se dejan marcar el gol de otra pupila; entablan descaradamente conversación con seres de aura violeta. Observan y acunan a П en sus ojos; después, dibujan con un pararayos las arrugas de su cuerpo. Admiran a los no duchados, a los herederos del Imperio Romano, a los demasiadolibres, a los moribundos de los asilos, a los adolescentesdistraídos en medusas psicodélicas, a los sidosos y los pseudosidosos, a las Venus de Willendorf parturientas, a los antibudistas, a los neuróticos desvergonzados que se convierten a la atea hipocondría, a los tatuados antes de 1975, a los solos, a los auténticos cuya voz es una pistola neumática. [¿Divinos piojosos?]

[5]

Yo también vi los rostros megalómanos pidiendo limosna al atardecer. Yo también vi el oráculo de Delfos en el cajero automático. Allí se filmaba el sueño apacible de un trotamundos. Allí se saciaba la sed de un predicador de infinitos anacrónicos. Yo también miré con deseo al desconocido. En el andén de enfrente no valía medir con cuentagotas los segundos. (¿Hay un tiempo para observar lo ajeno?) Yo también quise secuestrarme, premenstrualmente, a punta de navaja. Yo también me arrastré hacia un país al que sólo puede llegarse rabioso, melancólico y tullido. (Pero el “yo también” no sirve. Porque traiciono a Keats. ¿Es que nunca llegaré a la desintegración del Yo...? Seguid otros caminos. Buscad la Fortuna en la nariz roja de un payaso circense.)

[6]

Una vez rompí la barrera del decoro. Sólo pudo ser sobre unos adoquines orinados. La luna jugaba al escondite; era una de esas noches, cuando las Hembras sostienen una respiración histérica y les mana el dualismo platónico por el coño.
Fui ahorcada por unas líneas quirománticas. Unos labios me desterraron de unos ojos. La voz del ensueño retumbaba estridente. Descubrí que había estado persiguiendo a un Imbécil. Quizá aplaudieron al unísono todas las ramas de los árboles.
El agua brotó de mi párpado-nube y lloví. Finalmente, yo era el Desdén Desdeñado. Mis pupilas: viscosas ranas mojadas, regateadas por los nenúfares transeúntes. Lloraba, ya cruzada la línea de la proscripción, porque quería huir de la lámpara maravillosa y me había maltratado el ruin Aladino.



[7]

“Es hora, -pensé- de ser libre y autónoma y de ondear una bandera republicana en mi cuerpo. Pero... ¿a quién amaré si Todos son Tontos?”
Entretanto, pasaban de largo.
De todos modos, era alta la noche. Algún noctámbulo paseaba para notar el fresco. Uno se acercó. Era moreno y sus ojos brillaban como cucarachas. Se agachó, me puso un dedo en la mejilla, y susurró, casi imperceptiblemente:
- Eres demasiado guapa para sufrir tanto.
Me callé. Él continuó su paseo de turista autóctono.
Pasaba el tiempo. Por si acaso, observé mi reflejo en el capó de un coche.
Y entonces me vi: “demasiado guapa para sufrir tanto”.

Segundo epílogo febril
Ahora mismo van a reventarme los ojos
si antes no me fusila la vida.
Las otras mujeres florero me han hecho
una reverencia distinguida. Avisan:
"No te fíes de la lengua de los jardineros;
dicen que te riegan porque seas bella,
pero en verdad buscan el negocio de venderte
en el mercado de las lechugas."
Postdata Realicida
P.D.: Los sueños eran tan enormes que, cada vez que un día se fotocopiaba, estornudaba en medio del volcán y echaba cubitos en la sopa.
1 Término que designa la "segunda muerte", aludida en los versos del Rig Veda.