lunes, 29 de junio de 2009

Desde mis cuatro estómagos


[ Reticular-ruminal movements. 1 reticulum, 2 atrium ruminis, 3 dorsal sac of the rumen, 4 ventral sac of the rumen, 5 caudodorsal saccus cecus, 6 caudoventral saccus cecus]

Mastico la revelación como un rumiante.

Me cuesta hablar con la boca llena. El silencio ha sido forzoso porque la escritura es esa foto del alma mientras se vive, es un cazamariposas de la electricidad telúrica del espinazo.

He estado quince días fuera de órbita. Durante el viaje iniciático, me he perdido, me he ilusionado, he estrechado vínculos, he danzado con los de la tribu. He jugado a esperanzarme. Y también me vacié un día, puse nombre a mi tristeza y le dediqué unas horas sobre el césped.

Me ha cuidado mucho la Sra. Ramsay.

Empiezan a florecer proyectos preciosos.


No he dejado de pensar en vosotros, en vuestras visitas furtivas a mi cueva de pensamientos.

Es difícil hablar de lo divino desde lo humano. Sólo guiñaros un ojo, decir que tengo cuatro estómagos y que estoy integrando el campo verde en mi metabolismo ;)

jueves, 11 de junio de 2009

Casi ná



A Nick Mad


Vivía en su canción preferida.

Se levantaba con ella en la cabeza. La tarareaba en la ducha. La ponía una y otra vez en el coche de camino al trabajo. Su cabeza se la susurraba en todo momento. Esa canción tenía el ritmo frenético de la vitalidad y el deseo, era sensual y misteriosa, por eso se la cantaba a sí mismo mientras el jefe le sermoneaba o cuando se iba a dormir entristecido por alguna mala noticia.

Era un hombre afortunado. No porque las cosas le hubieran ido demasiado rodadas. En absoluto. Era afortunado porque se fabricaba su propia suerte, porque open mind y dejaba que entrara cada mañana esa canción fabulosa en sus oídos. Cuando algún compañero de curro atormentado le preguntaba cómo se las apañaba, por qué podía responder con una sonrisa a todas las catástrofes despeñaperros, él respondía como si fuera un filósofo:

- Ése es el poder de la mente. La mente se ejercita, hace gimnasia. La felicidad está en unos músculos de la cara que se llaman sigomáticos.

lunes, 8 de junio de 2009

(Per)verso


Toco las estrellas con el verso que nadie dejó que escribiera. Éste permanece en mi memoria. Agua los ojos y desenfoca los miedos que huyen asustados de sus formas ahumadas.

Ese verso inédito me encontró un día tumbada en una hamaca, y me dijo:


- Cuando me escribas, toda la humanidad sonreirá a la vez, la luna se acercará a la tierra diez centímetros y un niño sin padres aprenderá a pronunciar su nombre.

- Lástima que no tenga papel y pluma a mano. – le respondí.- Estoy demasiado meditabunda como para moverme.

- Cuando me escribas –insistió-, seré como una fórmula mágica, un círculo protector que hará que no te coma ninguna bestia de la selva.

-¡Yo no paseo por la selva, querido verso! – le reproché, irónica.

- Los versos no solemos ser literales –contestó. – Quizá la ciudad en que te mueves ya sea una selva. ¿Recuerdas cómo empieza la Comedia de Dante?


No le hice caso. Continué inmiscuida en mis asuntos personales y se desvaneció a medida que volaban nuevos pensamientos. Me estaba preguntando cómo podría encontrar un nuevo trabajo, qué debería hacer para tener un cabello más sano, cómo educar a mi hijo, qué regalarle a mi pareja por su cumpleaños.

Pasaron las horas. Cené y me fui a la cama.

Por la noche, el verso se me apareció en sueños y lo apunté en un cuaderno onírico para no olvidarlo. Lástima que no pudiera leerlo al despertar.

Eran las ocho. Preparé el desayuno para Sàgar, le vestí y le llevé a la guardería. El verso volvió a mi cabeza cuando el semáforo estaba en verde, pero yo me centré en cruzar la calle y, cuando ya
había llegado a la acera de enfrente, se me olvidó por completo su ritmo exacto, si bien recordaba vagamente su significado. Era una embriagadora vuelta de tuerca. Expresaba un nosequé de manera muy elocuente y peligrosa para la cordura. Era una locura lúcida. Generaba amor y vértigo instantáneo.

Llegué a casa. Me senté frente al ordenador.

- Ven aquí, verso, ahora sí que deseo escribirte.

Entonces vino hasta mí como una mariposa de fuego. Era tan hermoso que me tembló el pulso.

- No puedo. Eres demasiado para mí. Si te escribo, creerán que soy una bruja y me quemarán viva o me meterán en la cárcel.

- Entonces, seré el verso que nadie dejó que escribieras. Seré el verso que tú nunca te dejaste escribir.


- Es quizá el secreto más grande que jamás he llegado a coleccionar. –le respondí.- Pero nunca te diré a nadie.

Lo pronuncié una vez en voz alta y se metió en mi propio oído, donde se ha quedado dormido como el genio de una lámpara maravillosa.

miércoles, 3 de junio de 2009

Re(su)citar

Escribo sobre el lomo de una Harley-Davidson, con un mechón de pelo rojo invadiendo el campo de visión, un infierno portátil enmarcándolo todo con fuego.
Pero escribir es un 90 % saber escuchar.
El mar y los espejos
Brossanova, c/ Ciutat 11, bj 2.
Viernes, 5 de junio a las 20:30 horas