sábado, 21 de julio de 2012

Cuento sin sentido

[Ilustración-regalo de Julia Reina, "Nos refleja a mí"]


Érase un país llamado Locura. Vivo en él desde hace kilos y kilos de años. (No es lejano, debe estar a 2'5 cm de esta palabra.) Pues eso, en este país llamado Locura… Los habitantes dormían tranquilos, servidos sobre mesas acolchadas; peinaban sus rizos cada mañana, lavaban los restos de un viejo sueño y estiraban la cara en un bostezo.
Si bien Fauna y Flora eran muy ricas en este curioso país, sobre todo había lepismas, escarabajos y tréboles. Las hormigas trabajaban, para siempre. E, incluso, se formaban pelusas por debajo de las camas (esas pelusas que los biólogos panteístas llaman “odradeks”). Quizá una de las especies más preciadas era la Langosta: se empotraba en las paredes y tenía un número asignado: mi langosta era la ********* Más tarde, se inventaron langostas que la gente paseaba por la calle, como un animal doméstico. Estas langostas recibían el nombre genérico de “teléfono móvil”. Pero eran traidoras. Producían imbecivilización.
Sin embargo, el ser más curioso de este territorio, el Depredador, se llamaba a sí mismo “Ser Humano”. [El étimo de “humano” es de difícil ubicación: yo lo relaciono con “hu” y “mano”, que es como una mano que asusta, y se retira cuando alguien (como un perro) la muerde.] Costaría describirlo del todo. [Claro, es eso de que las palabras no se ciñen al tamaño de las cuerdas vocales. Es eso de que las palabras no saben tocar la guitarra.] (A ver si puedo): Es un primate superior con corbata o sujetador, lleno de protuberancias. (Aunque muchos de ellos no llevan corbata ni sujetador, debido al claro impacto de una divinidad llamada Pereza, Pobreza o Moda, así que mi primera definición es falaz).
El ser humano funciona como un puzzle: hay unas piezas con un huequecito en la entrepierna, las hembras, y los machos tienen lo que falta para llenar estos huequecitos. Claro que, además, entre pieza y pieza (O PIERNA Y PIERNA) de puzzle no sólo deben coincidir el hueco y el trozo que cubre al hueco: la unión de las dos o más piezas debe hacer un dibujo bonito en su superficie. Hay pocos puzzles que sólo sean de dos piezas. Por eso, el ser humano es Adúltero por naturaleza. (Lo más triste es que muchas piezas de puzzle mueren sin haberse encajado con nadie.) En cambio, a mí no me preocupan estas cosas. "Y no me señales con el dedo, cabrón, porque sé que piensas que soy una mentirosa."
Los Artistas, por ejemplo, se retuercen de placer introduciéndose lápices, baquetas de batería o pinceles. Pero cambiemos de tema. El ser humano siempre tiene Madre. Esto es raro. Y todos los seres humanos, si no recuerdo mal, tienen ombligo, pero el ombligo no sirve para nada, sólo para hacer puenting sobre un abismo en miniatura. Y lo más destacable: En este país llamado Locura, “esposa” tiene doble entrada en los diccionarios:
  1. Manilla de hierro con la que se sujetan las muñecas.
  2. Mujer casada (o cazada) respecto de su cónyuge.
Vale. Con este rollo me he ahorrado el dinero del psiquiatra y me podré ir de gigolós angélicos esta noche, si las estrellas no me fusilan con su evidente dubitación, ni los planetas dejan de fingir que plagian la luz de soles pródigos.

Cuando los muertos no duermen


Las 7 a.m. Le ofrecen un periódico. Nunca lee el periódico. Pero, como se lo han puesto en las manos, lee, pues, el periódico.

Pagan a una bailarina epiléptica para que sufra un ataque en escena.

Las páginas avanzan con los sorbos del café. Páginas centrales. Se detiene. Las esquelas. Mira la edad con la que murieron esas personas que no conoce. La mayoría entre los 80 y los 90. Está bien. Luego ve a alguien con 56. Se le cae una lágrima, sin querer.
Las 8 a.m. Está en la oficina. Mira durante medio minuto por la ventana.
Las 8 p.m. Lleva unas gafas de sol. Tiene una dirección apuntada en un papel.

- Está en el número 7.

Va hacia allí con el pelo recogido, de luto estricto, un tirabuzón delante del ojo derecho y unas gafas de sol.
No la conoce, pero el dolor es más emocionante que la apatía.

[Ilustración-regalo de Julia Reina para Maga Despistada, "Cuerpo que nace de la cabeza"]