jueves, 27 de enero de 2022

CARTA A LA REINAS MAGAS DE ORIENTE

(Sentía un dolor tan fuerte que deseé tres veces la muerte, y lo dije en voz alta. Después, me contactó el chamán. Me dio el nombre de un ángel, uno que redime de los errores del pasado. Supe entonces que debía escribir una carta a las reinas magas de Oriente.)


 

Estimadas reinas maga de oriente,

No sé si os han escrito alguna vez alguna carta, pero yo anhelo relacionar el bucle coreográfico de una bailarina con la sinuosidad de la serpiente y los pies de las diosas con los lotos, por eso invoco vuestra sensibilidad poética y ternura femenina para escribir la carta de este año. 

Así, os pido que mi cuerpo se armonice dentro de lo que los antiguos llaman el lenguaje de nrta (pasos de danza), llenar mis manos de mudras mientras aprenden acordes musicales y mi cara de navarasya (expresiones del rostro).

Que mis sombras dramaticen kathakali wayang kulit, que mis emociones jueguen sus roles con las marionetas que las encarnan: los refinados aires poéticos en los halus, los vigorosos anhelos en los gagah, los toscos descuidos de la ignorancia en los gusen, los mariposeos afeminados en las putri, los enojos apocalípticos en los ogros danawa, las animalidades simiescas en los wanara y el humor que sana el alma en los payasos dhagelan: que el dalang de la mente armonice el guión de estos humores en una obra magnífica. 

Que la película de la vida, cual un espectáculo de Mak Yong, se inicie con ofrendas y regalos, que los espíritus  (Semah kumpung) expandan su sonrisa que trasciende las comisuras del más allá. Que pueda intuir la mecánica del cosmos en el baile, la actuación y diálogos improvisados. Que mi presencia de bailarina-rey sane (mak puteri) y cure (pateri), en trance y posesión, rodeada de reinas, niñas del templo y bufones. 

Que la literatura llene la presencia, como una ópera de Pekín, que las palabras se digan en acrobacia, que los trajes del amor resplandezcan con los lujos de la imaginación ilimitada. Que los sueños dancen extravagantes y se escenifiquen promoviendo realicidios. Que los tramoyistas, vestidos con el color del cielo, de negro o azul, coloquen sillas para representar montañas, cátedras para la inspiración, que arreglen los pliegues de nuestras túnicas con brisas poéticas, esparzan pedazos de nuestros papeles en los instantes de tempestad o nieve o dejen caer pelotas rojas cada vez que alguien pierde la cabeza. Que la música sea constante y la satisfacción visual mezca la mirada en el magnetismo de la pantomima, que los conflictos vuelen en clímax y los eurekas iluminen soluciones inesperadas.  Que, como en la ópera Kun Qu de la dinastía Ming en la ciudad de Kunshan, los cantos se revistan de un aire popular, para que el paraíso llueva sobre las más humildes moradas. 

Que la conciencia zen evoque un ánimo a través de un relato para iluminarse en un viaje. 

Que mis plegarias lleguen a la percepción de los dioses en los más excelsos rituales, donde como en el  BUNRAKU o Ningyō jōruri (marionetas e historias contadas), interactuamos como marionetas transhumanistas  que recitan acompañadas por un shamisen, en delirio suprasensible. Que el corazón lata acorde con los ancestros del jidaimono, la cotidianidad del sewamono y las danzas del keigoto.

 

Que el alma baile en un refinado teatro bugaku en un ritual, que es el hogar del tiempo. 

Que el camino sea de flores (hanamichi) y el escenario giratorio del kabuki y las escenas cambien sin cerrar cortinas. Que figure yasusha o actriz del espectáculo divino, que se restablezcan los palacios de los mendigos celestiales de las riberas (kawaramono o kawarakojiki).

Que anonadada y maravillada, la víscera se exalte en los dramas líricos del teatro noh, en las máscaras y las danzas rituales de los templos, la poesía, la mitología, las leyendas. 

Que todas la gama de artes del espectáculo constelen como en el teatro sarugaku y el espíritu se plasme fenomenológicamente en la acrobacia, el malabarismo, la prestidigitación y la pantomima. 

Que las buenas cosechas me llenen de abundancia como en los ritos campesinos de dengaku, en gracia y majestad consagrada en dignas salas, oh reinas magas.


Amen, de amar.