miércoles, 1 de agosto de 2007

Las Mil y Trece noches



Los colores del mundo me envenenan. Todavía las palabras me queman las pupilas. La sonrisa es tan versátil que puede navegarse sobre ella. Pero ya se aprendieron los límites del fuego. Ya se bebió de aquella vieja poción del cielo tenebroso. Ya sé lo que es.
La luna ha alisado los vientres de las yeguas.
Los gatos pueblan los labios con enigmas. Maúlla el corazón tan ligero como la indumentaria de un bañista. El tiempo se ha vuelto despistado. Las hogueras de ayer vuelven a achispar al bosque.
HE DE
Gemir y partirme en dos.
He de aprender cómo se empieza de nuevo.
Re(su)citar.
Alguien quiere que le ayude a nacer.
Y yo le he alquilado mi cuerpo y mi vida para hacerlo.
No sé qué pasará, mi viejo amigo, pero quizá me oigas cantar nuevas canciones. Tal vez gaste doce noches más en cuentos.

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