A Nick Mad
Vivía en su canción preferida.
Se levantaba con ella en la cabeza. La tarareaba en la ducha. La ponía una y otra vez en el coche de camino al trabajo. Su cabeza se la susurraba en todo momento. Esa canción tenía el ritmo frenético de la vitalidad y el deseo, era sensual y misteriosa, por eso se la cantaba a sí mismo mientras el jefe le sermoneaba o cuando se iba a dormir entristecido por alguna mala noticia.
Era un hombre afortunado. No porque las cosas le hubieran ido demasiado rodadas. En absoluto. Era afortunado porque se fabricaba su propia suerte, porque open mind y dejaba que entrara cada mañana esa canción fabulosa en sus oídos. Cuando algún compañero de curro atormentado le preguntaba cómo se las apañaba, por qué podía responder con una sonrisa a todas las catástrofes despeñaperros, él respondía como si fuera un filósofo:
- Ése es el poder de la mente. La mente se ejercita, hace gimnasia. La felicidad está en unos músculos de la cara que se llaman sigomáticos.
Se levantaba con ella en la cabeza. La tarareaba en la ducha. La ponía una y otra vez en el coche de camino al trabajo. Su cabeza se la susurraba en todo momento. Esa canción tenía el ritmo frenético de la vitalidad y el deseo, era sensual y misteriosa, por eso se la cantaba a sí mismo mientras el jefe le sermoneaba o cuando se iba a dormir entristecido por alguna mala noticia.
Era un hombre afortunado. No porque las cosas le hubieran ido demasiado rodadas. En absoluto. Era afortunado porque se fabricaba su propia suerte, porque open mind y dejaba que entrara cada mañana esa canción fabulosa en sus oídos. Cuando algún compañero de curro atormentado le preguntaba cómo se las apañaba, por qué podía responder con una sonrisa a todas las catástrofes despeñaperros, él respondía como si fuera un filósofo:
- Ése es el poder de la mente. La mente se ejercita, hace gimnasia. La felicidad está en unos músculos de la cara que se llaman sigomáticos.
8 comentarios:
Un gusano cerebral, una música que nos invade, que nos ayuda...o no. Te recomiendo, Maga, Musicofilia, de Oliver Sacks. Te lo paso cuando me lo acabe.
Un fuerte abrazo.
Quien canta sus males espanta, desde luego ;)
Pues sí, los sigomáticos sirven para hablar, besar y sonreír. Aunque en el caso de la maga, sirven también para escribir posts muy valiosos para tener una actitud vital arrolladora. Sed felices.
El ladrón de secretos también tararea una canción que robó a una vieja actriz.
Y hay quien robó al ladrón de secretos...
Buscando búsquedas llegué aquí por casualidad, me senté y me di un buen trago de tu poesía. Gracias por crear este espacio. Volveré.
La verdad es que es cierto que con la vida nos volvemos perezosos y conformistas, por lo que nos conformamos sólo con repetirnos siempre la misma canción de nuestros sueños. Siguiendo sus planos y ejercitando nuestra mente podremos cambiar muchas cosas de nuestro destino...y a por otra canción!! un beso Maga! ¡Cómo me has hecho reir! jejeje.
Hay canciones que utilizo como drogas, suelen ir cambiando con el tiempo; cada tres o cuatro meses encuentro otra canción que me activa, me agita, me empuja a enfrentarme a todo.
besos
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