miércoles, 22 de septiembre de 2010

Snorkeling en el horror vacui & mundo taquigráfico

¿Para cuánto da una vida? Cabe en ella lo que mmm pfff caray.

El tiempo se parece a algo que se pierde, mientras melodrameamos con farándulas espejo, rifi rafes, sonrisas en ámbar, té contigo, carátula de disco, géiser mental, libro dardo.

El caballo galopa sinmigo y al ladrón siempre se le olvida la luna en la ventana. La alegría puede ser una disciplina espartana, que consiste en vigilar las bagatelas de la mente, decir a la basura sináptica que calle, cerrar los ojos para que se abran otros, los de la glándula pineal.

¡Seleccionad, seleccionad, seleccionad lo que la voluntad de adentro!

Entre tanto, los ciclos son saltados a la comba, los días giran como peonzas, un niño me llama mamá, escribo la historia de nunca acabar y, efectivamente, nunca la acabo.

Podría destruir el jardín bajo el que me enterré para mirar las estrellas.

La moraleja de este post es que las moralejas moran lejos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo has dicho perfectamente, me pasa lo mismo.

Paco Quevedo dijo...

Yo también subscribo, como el anónimo.
Y añadiría:
Cagüen los ritmos circadianos.