miércoles, 6 de abril de 2016

BESOLOGÍA. EL BESO YLA COMUNICACIÓN


1. El beso como componente de la comunicación no verbal
Un beso son mil palabras.

Proverbio anónimo
Desde un punto de vista comunicativo, el beso es un mecanismo de expresión no verbal en el que interviene el tacto de los labios. Por ello, no constituye un lenguaje lineal, sino que viene marcado por el rasgo de la simultaneidad. Es bien sabido que los movimientos y las características del aspecto físico, objetos de estudio de la kinésica, interactúan en la emisión de este mensaje corporal. A su vez, también debemos considerar que este gesto funciona como complemento del lenguaje verbal, como sustituto del mismo o como ritual destinado a reforzar las relaciones humanas.
Según veremos más adelante, el significado del beso varía en función del contexto, la parte del cuerpo y el tipo de vínculo existente entre los interlocutores: constituye una expresión convencional de saludo, un elemento ritualizado de la liturgia, una muestra de amor entre familiares, amigos y amantes, así como un icono del erotismo. Por este motivo, debemos notar atentamente cómo el diccionario de la RAE intenta definir conceptos esencialmente heterogéneos como besar o beso:


besar. (Del lat. basiare). tr. Tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia.// 2. Hacer el ademán propio del beso, sin llegar a tocar con los labios. // 3. coloq. Dicho de una cosa: tocar a otra.// 4. prnl. coloq. Dicho de una persona: Tropezar impensadamente con otra, dándose un golpe en la cara o en la cabeza.
beso. (Del lat. basium, voz de or. celta). m. Acción y efecto de besar. // 2. Ademán simbólico de besar. // 3. Golpe que se dan las cosas cuando se tropiezan unas con otras.// 4. Golpe que se dan las cosas cuando se tropiezan unas con otras.// 5. Golpe violento que se dan dos personas en la cara o en la cabeza. 1
De estas definiciones se puede inferir que el beso es fundamentalmente táctil, aunque existe incluso en forma de ademán, sin que llegue a haber contacto epidérmico: recuérdese, por ejemplo, cuando el emisor simplemente abomba los labios como simulacro de beso, sobre todo si media una distancia considerable entre interlocutores que impide un acercamiento más íntimo. Por otra parte, también se señala en el diccionario que el beso puede implicar emociones como el amor, el deseo, la amistad o la reverencia y que es concebido como expresión metafórica del contacto entre dos elementos, si bien también puede implicar su violenta colisión.


Si analizados el beso desde la perspectiva de la proxémica, parte de la semiótica que trata la distribución del espacio, diremos que éste, al ser táctil, comporta una clase especial de proximidad, puesto que suele ubicarse en lo que Hall (1966) califica de distancia íntima, e implica otros elementos como coordinación de posturas, contacto ocular o conversaciones afectivas. La mentada distancia íntima comprende un espacio menor a un metro (entre 15 y 50 centímetros) y se define por la percepción del calor y del olor corporal de los sujetos. Por otra parte, Hall distingue una subzona que llega hasta unos 15 centímetros del cuerpo y a la que sólo se puede llegar mediante el contacto físico: es la zona íntima privada, y es en ella donde debemos situar al beso.

De acuerdo con lo señalado, podemos desarrollar los rasgos característicos de la comunicación no verbal relacionándolos con el beso, según los enumera Sebastià Serrano en su artículo "Els signes no verbals"2:
1. La comunicación no verbal, generalmente, mantiene una relación de interdependencia con la interacción verbal. Anteriormente, ya señalábamos que para que exista una situación íntima, el beso viene acompañado de una comunicación emotiva que denota proximidad entre personas.
2. A menudo los mensajes no verbales tienen más significación que los mensajes verbales. Véase, por ejemplo, que un "te quiero" apasionado suele ir acompañado con este símbolo de fusión. En adelante, veremos la relevancia de este gesto en ámbitos como el cine .
3. En cualquier situación comunicativa, la comunicación no verbal es inevitable. Sería, por ejemplo, extraño que una pareja no mantuviera ningún tipo de contacto táctil. Observamos, incluso, cómo en los chats los usuarios recurren al icono de los labios para saludarse o para manifestar su afecto. Sabemos, por otra parte, que el beso es multisensorial: no sólo implica al sentido del tacto, sino que ofrece información gustativa, supone una visión muy próxima del interlocutor y un acceso a sus olores corporales. Equivale, en cierto modo, a una inmersión comunicativa total en la esencia de nuestro acompañante. 

 
4. En los mensajes no verbales predomina la función expresiva o emotiva sobre la referencial. Efectivamente, tal y como acreditan las innumerables recreaciones artísticas del beso, tanto en el ámbito literario como en el de las bellas artes, éste actúa como paradigma de una emoción amorosa intensa, atemporal, de carácter inefable; expresa sentimientos que se escapan de cualquier intento de racionalización o de sistematización e implica, ante todo, al sistema límbico: la emotividad.
5. A culturas diferentes, sistemas no verbales diferentes. Según demuestra la antropología gestual, los besos no son idénticos en todas las culturas, tal y como sucede con el esquimal, consistente en el frotamiento de la nariz. También son considerables las diferencias existentes en el ritual del saludo, donde se aprecian variaciones en el número de besos, así como en la parte del cuerpo en la que se dan.
6. Existe una especialización de ciertos comportamientos para la comunicación. En este punto, podemos relacionar al beso con su ritualización en el saludo, muy vinculada a la disciplina de la etología, en lo que se refiere a la sucesión de movimientos con una función comunicativa concreta.
7. El estudio en el que se encuentran estos tipos de investigación es el descriptivo o taxonómico. A propósito, hemos de destacar que el objeto de nuestra monografía parte de una serie de datos empíricos que deben clasificarse en función de los usos y contextos comunicativos.



2. Química, neurología y sexología en el beso
Un beso es como beber agua salada, bebe y tu sed aumentará.
Proverbio chino
El beso es el único de todos los actos en el que las personas utilizamos los cinco sentidos al mismo tiempo: lo táctil, lo auditivo -porque el sonido del beso tiene un erotismo en sí mismo-, lo gustativo y lo olfativo. Y qué decir de lo visual, porque besar con los ojos abiertos o cerrados lleva a dimensiones completamente distintas. Al respecto, apuntamos que un estudio en 1997 realizado por la Universidad de Princeton concluyó que nuestros cerebros contienen conexiones neuronales que permiten el reconocimiento de los labios de los amantes aun en plena oscuridad.
La percepción de los labios y la lengua ocupan gran parte del cerebro, tal y como lo representa el esquema del homúnculo. Hay mayor concentración de mecanorreceptores en estas zonas, y este hecho, unido a la mentada multisensorialidad, explica lo estimulante que resulta dar un beso.


Los mensajes táctiles despliegan extensas conexiones en la corteza cerebral y, a pesar de que son especialmente procesados en el espacio somatológico de los lóbulos parietales, están también conectados con áreas límbicas.
La ciencia ha determinado que al besar ponemos en movimiento alrededor de treinta músculos de la cara, intercambiamos cerca de 300 colonias de bacterias, liberamos una cantidad imprecisa de hormonas y aumentamos nuestro ritmo cardiaco. Durante un beso apasionado se incrementan los niveles de dopamina, sustancia relacionada con una sensación de bienestar, y de testosterona, hormona asociada al deseo sexual. Las glándulas adrenales, por otra parte, segregan adrenalina y noradrenalina, que suponen un aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardiaca. A su vez, la glándula pituitaria, situada en la base del cerebro, libera oxitocina, hormona con efectos balsámicos que relaja de manera inmediata al individuo. El beso provoca una verdadera revolución en el cuerpo: quema entre tres y doce calorías; hace que las pulsaciones cardíacas pasen de 70 a 140 por minuto; pone en movimiento los 12 músculos de los labios y los 17 de la lengua, y produce una seguidilla de procesos químicos que turban al organismo. Otros estudios apuntan que, durante un beso, el corazón puede bombear un litro más de sangre. Por descontado, conocemos que un beso puede provocar una erección y que, a la vez, inflama una parte de la mucosa nasal, hecho que potencia la capacidad olfativa. Incluso los labios se sienten algo más calientes por haber mayor afluencia de sangre. Estas reacciones corporales han supuesto la evaluación del beso como preámbulo del acto sexual.


De acuerdo con las investigaciones de la Dra. Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Rutgers y autora del libro The Anatomy of Love, se puede hacer un cuadro con las diversas manifestaciones y etapas del amor y sus relaciones con diferentes sustancias químicas en el cuerpo, relacionadas con el beso:
Manifestación
Concepto
Sustancia más asociada
Lujuria
Deseo ardiente de sexo
Testosterona
Atracción
Amor en la etapa de euforia, sentirse involucrado emocionalmente y romance.
Altos niveles de dopamina y norepinefrina. Bajos niveles de serotonina .
Vínculo
Atracción que evoluciona hacia una relación calma, duradera y segura.
Oxitocina y vasopresina
Asimismo, debemos aludir a la feniletilamina, uno de los neurotransmisores más simples, que los científicos conocen desde hace cerca de cien años, aunque sólo recientemente han empezado a asociarla con el sentimiento de amor. Es una molécula natural, semejante a la anfetamina, y se supone que su producción en el cerebro puede desencadenarse por eventos como un intercambio de miradas o un apretón de manos y, naturalmente, con el beso. La afinidad de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York . Estos sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contiene grandes cantidades de feniletilamina y que esta sustancia podría ser la responsable, en gran medida, de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que se experimentan en tal estado. La Dra. Helen Fisher, por su parte, demostró que la inconstancia, la exaltación, la euforia y la falta de sueño y apetito están asociadas a altos niveles de dopamina y norepinefrina, estimulantes naturales del cerebro.
Asimismo, debemos aludir a la feniletilamina, uno de los neurotransmisores más simples, que los científicos conocen desde hace cerca de cien años, aunque sólo recientemente han empezado a asociarla con el sentimiento de amor. Es una molécula natural, semejante a la anfetamina, y se supone que su producción en el cerebro puede desencadenarse por eventos como un intercambio de miradas o un apretón de manos y, naturalmente, con el beso. La afinidad de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York . Estos sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contiene grandes cantidades de feniletilamina y que esta sustancia podría ser la responsable, en gran medida, de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que se experimentan en tal estado. La Dra. Helen Fisher, por su parte, demostró que la inconstancia, la exaltación, la euforia y la falta de sueño y apetito están asociadas a altos niveles de dopamina y norepinefrina, estimulantes naturales del cerebro.

A su vez, hay quienes consideran que las feromonas son las responsables de que una pareja se bese apasionadamente por primera vez. Algunos investigadores afirman que las liberamos continuamente, por los miles de millones de poros de la piel, e incluso por el aliento. Actualmente, existen evidencias de que los seres humanos se pueden comunicar con señales bioquímicas inconscientes. Las feromonas también son características de especies tan diversas como las mariposas, las hormigas, los lobos, los elefantes y los simios.
Imagen relacionadaUn estudio estadístico alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan entre un 20 y un 30% más y viven unos cinco años más que la media. Para Arthur Sazbo, uno de los científicos autores del estudio, la explicación es sencilla: "Los que salen de casa dando un beso empiezan el día con una actitud más positiva". Asimismo, recientes investigaciones sobre la oxitocina realizadas en la Universidad de California, señalan que a través de esta sustancia el beso crea o aumenta el deseo de establecer relaciones monógamas. Ello explica, quizá, que algunas prostitutas con pocos reparos sexuales no besen en la boca a sus clientes por considerarlo demasiado íntimo.
Un estudio estadístico alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan entre un 20 y un 30% más y viven unos cinco años más que la media. Para Arthur Sazbo, uno de los científicos autores del estudio, la explicación es sencilla: "Los que salen de casa dando un beso empiezan el día con una actitud más positiva". Asimismo, recientes investigaciones sobre la oxitocina realizadas en la Universidad de California, señalan que a través de esta sustancia el beso crea o aumenta el deseo de establecer relaciones monógamas. Ello explica, quizá, que algunas prostitutas con pocos reparos sexuales no besen en la boca a sus clientes por considerarlo demasiado íntimo.


Otra consideración relevante que nos sitúa en el ámbito de la medicina es la que posiciona al beso como transmisor de enfermedades. En   cada   uno de ellos se intercambian unos 40.000 microorganismos.  Sin embargo, el beso no es una fuente importante de infecciones, aunque sí es cierto que los virus del catarro se transmiten fácilmente de esa manera. En cambio,  el virus del SIDA no se propaga con un beso a no ser que haya una herida en la boca que produzca el contacto entre la saliva y la sangre. Al respecto, actualmente hallamos interesantes estudios acerca del beso y del microbioma
Asimismo, podemos aludir a algunas enfermedades que se transmiten besando. Debemos, por ejemplo, aludir a la popularmente denominada enfermedad del beso, científicamente conocida como mononucleosis o la enfermedad de Pfeiffer, causada por el virus de Epstein-Barr y que consiste en una fiebre gangliar que afecta especialmente a los jóvenes. Por último, señalaremos que con el beso se puede transmitir el virus del herpes, que también se contagia por vía genital.


Actualmente, se recomiendan algunas medidas de prevención de enfermedades infecciosas a través del beso. Las tigresas blancas, iniciadas de la sexualidad sagrada china, limpian la boca con un pepino pelado. Otros, recomiendan el uso de bactericidas naturales, como el ajo o la miel. También hay quien aconseja no lavarse los dientes inmediatamente antes de besar...
3
. Sociología y antropología del beso
El beso es un mordisco que aprendió educación.
TOLIS VAN
Algunos estudios defienden que no sólo los humanos se besan: antes de la cópula, los elefantes entrelazan sus trompas y se dan un sonoro beso, algunas especies de monos se lamen y mordisquean al aparearse, y los lametones son un parte fundamental en la estimulación sexual de los perros. Como señala Sebastià Serrano, el acto de tocar como signo de relación amistosa, de parentesco, de interés sexual, de dominación o de hostilidad está presente en los grandes primates, cuyas hembras estimulan a las crías con la lengua, los labios y ante todo, las manos. Esta interacción exige un contacto directo entre emisor y receptor. Asimismo, se sabe que los primates dedican entre un 15 y un 20% de su tiempo a tocarse, como sucede en el caso de los chimpancés bonovos.


¿Y qué decir del beso en los rituales de la pubertad? Además del sobreconocido juego de la botella, en España son célebres los versos del conejo de la suerte, un juego en círculo, que muestran más o menos variantes como es común en la literatura oral:

El conejo de la suerte
ha salido esta mañana
a la hora de partir
¡oh sí, ya está aquí!
Haciendo reverencia
con cara de emergencia.
Tú besarás al chico o a la chica
que te guste más.
  
Pedro Guerrero hizo una jocosa entrevista al mismo en una fictica Contra de La Vanguardia. 





De acuerdo con lo postulado por Desmond Morris en El mono desnudo, parece que la práctica del beso se remonta a hábitos primitivos, en concreto a la transferencia de alimento de la madre desde su boca a la de sus hijos, como hacen las aves. Este contacto de labios evolucionó hacia un gesto de afecto maternal, como de hecho ocurre en la actualidad. Posteriormente, la costumbre se extendió como una muestra de estima interpersonal. 
 

Durante el siglo VI, se extendió en Francia la costumbre de besarse entre los adultos cuando proliferaban los bailes: la práctica al uso era sellar el final de cada danza con un beso. Ello supuso que el besarse fuera visto como una manera de expresarse afecto mutuo en la corte. La nobleza rusa copió este hábito de la francesa y fue en la antigua Rusia donde el beso se incorporó por primera vez en los rituales matrimoniales. Asimismo, no debe olvidarse que los franceses son célebres por el denominado maraichinage, un beso prolongado que explora con detalle la boca del amante y que debe su origen a los residentes de País de Mont (Vendée) los maraichins: según explican Georges-Anquetil y Jane de Magny, autores de L'Amant Legitime ou la Bourgeoise Libertine (París, 1923), es una forma de beso público en que "según los movimientos de circunvalación de la lengua, cada integrante de la pareja se informa sobre la cavidad bucal del otro y las reacciones que puede provocar su excitación".
A lo largo del tiempo, el beso ha constituido una forma de expresar respeto mutuo. Por ejemplo, en la antigua Roma los romanos se besaban para saludarse, costumbre que perdura en la actualidad. Los emperadores romanos reconocían, además, el estatus de una persona por la zona del cuerpo que a ésta se le permitía besar al inicio de un encuentro. Así, las clases altas podían besar la cara del emperador; los nobles de menos categoría social, sus manos; y el pueblo, los pies. Los romanos poseían, a su vez, diferentes niveles de besos, como se presentan hoy en día, desde el más respetuoso hasta el más íntimo. Así, los oscula eran los besos de mejilla; y los basia eran los que se daban en la boca.
También podemos aludir a algunas leyendas sobre el origen del beso. Según Plutarco, historiador griego que vivió entre los años 50 y 125 d.C., las personas comenzaron a besarse por una ley propagada por los romanosmediante la cual se prohibía a las mujeres tomar vino: cada día, los esposos debían verificar el aliento de sus cónyuges para evidenciar si existía rastro que descubriese la ingestión de la bebida. Como al parecer este procedimiento no dio gran resultado, pronto se implantó otra ley más rigurosa donde se ordenaba que los romanos, además de aspirar el aliento, debían rozar los labios de su pareja para descubrir algún vestigio etílico.
En la India védica (2000 a.C.), por otra parte, sólo se usaba el frotamiento de nariz y el contacto de los labios empezó más tarde. Se piensa también que aunque el beso se extendió por muchas culturas y pueblos antiguos, no llegó a establecerse en Egipto. Ello podría ser objeto de controversia si apreciamos la siguiente pintura mural:



Los investigadores suponen, sin embargo, que se trata de un beso litúrgico entre dos oficiantes religiosos. Este hecho nos lleva a la hipótesis de que, probablemente, en el antiguo Egipto, si bien no existía el beso como muestra de afecto entre personas, sí que aparecía como signo ceremonial. De todos modos, debemos considerar que, conforme a lo indicado por el Libro Egipcio de los Muertos, esta civilización mantenía la creencia de que la boca funcionaba como orificio que, después de la muerte, facilitaba la salida del alma. Esta creencia en el hálito del difunto, de hecho, es universal, a juzgar por los estudios de algunos historiadores de las religiones, como Mircea Eliade.
Por otro lado, entre ciertas culturas indostánicas, como también en Borneo, el equivalente a besarse es un reconocimiento olfativo de la persona que se tiene enfrente. Asimismo, sabemos por estudios antropológicos que los indios cunas de las Islas Trobriand se frotan la nariz como gesto equivalente al beso y que basan sus actividades eróticas en rasguños producidos por dientes y uñas (las marcas de estos se denominan huellas de kimali; el acto de arrancar se llama mitakuku).
En algunas regiones de África y Asia, el beso de pareja es habitual, se da con la nariz y contiene una carga sexual parecida a la nuestra. También los esquimales frotan su apéndice nasal para saludarse, al igual que en Samoa, donde se huelen. En Gambia y la zona alta de Níger, a su vez, los amantes se frotan el rostro. Y otro apunte relevante: en Laponia, África, Polinesia, Malasia, China y el sudeste de la India, lo más erótico consiste en acercar la nariz a la mejilla de la persona deseada, inhalar, bajar los párpados y chasquear los labios sin llegar a tocarla. Aún hoy, muchas de estas culturas califican nuestros besos en la boca como una práctica de origen caníbal. Así, por ejemplo, los thonga, de Mozambique, se asustaron cuando vieron por primera vez un beso occidental. Les repugnó la mezcla de salivas que el acto implicaba y se llevaron la impresión de que los amantes se estaban comiendo.
Con todo, es curioso notar que los jefes de estado orientales y meridionales, y no los de Europa occidental o Norteamérica, empleen el beso como saludo, tal y comorepresenta la siguiente fotografía del ex-dirigente soviéticoBreznev y su colega germano-oriental Honecker.
Cuando llegó la Revolución Industrial a Occidente y el racionalismo imperó en las mentes humanas, las manifestaciones de amor se reprimieron. Y, por lo tanto, los besos pertenecían solo al ámbito de lo privado: los amantes no podían besarse en la calle. Tuvo que llegar el séptimo arte, en el siglo XX, para devolver a la escena pública este gesto íntimo de amor. En la pantalla los protagonistas se besaban, al igual que los espectadores en las butacas de la última fila. Esta libertad en el cine, sin embargo, desapareció pronto con la llegada de los comités de censura. Hubo que esperar a que finalizara el periodo de entreguerras y se acabara con los regímenes dictatoriales que imperaron en Europa y en muchos países latinoamericanos para que el movimiento hippy, el feminista y el ecologista devolvieran el color y la libertad a las calles. Basta pensar en Mayo del 68 para imaginarnos que por aquella época el beso no era sólo símbolo de amor, sino de rebeldía ante el conservadurismo recatado.
En la actual Europa, los británicos son probablemente los menos dados a besarse, mientras que en la Europa del Sur los amigos se besan públicamente al verse. Por otro lado, mientras que las mujeres incorporan el beso al saludo de forma habitual, el género masculino muestra aún cierta reticencia a besar a otra persona del mismo género.

3.1. El beso como saludo
Según veremos a continuación, el beso también debe insertarse en el ámbito protocolario, como elemento comunicativo fosilizado y desprovisto de significación amorosa. Al respecto, aludiremos a dos de sus modalidades, registradas en los manuales de ética: el besamanos y el beso en la mejilla.
El besamanos tiene su origen en la expresión del máximo respeto hacia la persona a quien así se saluda: los vasallos, por ejemplo, besaban la mano de su señor como testimonio de sumisión. Incluso actualmente, los saludos más solemnes, como son los realizados a miembros de la realeza o a altos dignatarios eclesiásticos, utilizan esta fórmula.
Por otra parte, hoy en día el besamanos es una manera galante con la que el hombre saluda a la mujer, que se practica sobre todo con damas de elevada posición o dignas de un especial respeto, o simplemente cuando un caballero quiere demostrar una cierta formalidad ante una señora cuando le es presentada. Los cánones estrictos, vigentes hasta no hace muchos años, permitían esta modalidad de saludo sólo con mujeres casadas y en lugares bajo techo. Ambos requisitos han quedado obsoletos en la actualidad, puesto que no siempre el caballero tendrá la oportunidad de saber si la dama a quien saluda está soltera, casada o viuda. Asimismo, ya no se considera, como sucedía antaño, que las mujeres solteras sean merecedoras de una estimación social inferior a las casadas. El criterio de la techumbre también ha perdido su vigencia, ya que muchas de las principales recepciones oficiales que incluyen besamanos suelen congregar a los invitados y celebrarse en jardines o zonas abiertas.
De todos modos, según los dictámenes protocolarios, hay que decir que no tiene sentido saludar a una dama con un beso en su mano si el encuentro se produce, por ejemplo, en una playa, en un aparcamiento o en una excursión campestre. El origen de este saludo, como cortesía "de salón", mantiene, pues, algunos reflejos de vitalidad.
Los formularios de comportamiento contemplan las siguientes medidas en este tipo de saludo:
1. El hombre adoptará una postura bastante formal, preferiblemente con los pies unidos y las piernas rectas. Una expresión general digna y erguida, sin dejadez, desgana o desmadejamiento.
2. El hombre debe inclinarse sobre la mano derecha de la mujer, quien la levantará un poco para facilitar el gesto. La mujer dejará la mano "muerta" o sin fuerza, para facilitar el saludo.
3. Él la elevará hacia su boca con suavidad y decisión, sin apretar ni hacer fuerza, pero guiándola sin vacilación alguna. En principio, ha de ser más la inclinación del hombre que la elevación de la mano femenina.
4. El beso no ha de ser sonoro ni, por supuesto, húmedo. Todo esto debe suceder en apenas unos segundos.
5. Si la mujer lleva guantes, no procede este tipo de saludo.
6. Tampoco se debe besar una mano con una mesa u otro mueble interpuesto.
7. No es de buen tono saludar de este modo sólo a algunas mujeres, en una reunión, y no hacerlo igual con las demás. Hay una excepción para casos de gran formalidad: en una recepción de elevada solemnidad, puede ser suficiente con besar la mano de la anfitriona y de las señoras de mayor edad.
Lo cierto es que, en la actualidad, muchas mujeres prefieren formas de saludo más asépticas y llanas que el besamanos. Cuando observan "intención de beso" en el caballero que acude a saludarlas, tienen una forma sencilla de evitarlo: adelantar la mano en posición vertical, provocando así el saludo masculino clásico. 
 
Se dispone de otro cumplido intermedio para quienes consideren excesivo el besamanos completo: consiste el simular el beso, acercando la mano femenina a la vez que se inclina ligeramente la cabeza, en un gesto rápido. Es un recurso muy indicado para saludar a chicas jóvenes en ambientes o ceremonias formales (por ejemplo, un fiesta en sociedad).
El beso en la mejilla, por otra parte, representa una forma muy cordial e íntima de saludo. Sobre esta modalidad, el protocolo insiste en algunas recomendaciones dictadas por la prudencia:
1. Si es entre hombre y mujer, ésta será quién decida el tipo de beso. El hombre nunca se adelantará en el saludo.
2. Entre hombres, se podrán rozar levemente las mejillas. Sólo podrá haber contacto con los labios en caso de roce familiar. Entre las mujeres está muy generalizado el beso como saludo.
3. En todos los casos, deberá ser seco y silencioso. Recordemos que el número de besos dependerá del país en el que nos encontremos.
En definitiva, el beso como saludo protocolario presenta un gran número de matices, en función del país y del tipo de relación de los interlocutores.


3.2. El beso en la Biblia y en la liturgia cristiana
En el Cantar de los cantares de Salomón, poema al amor por antonomasia -sea o no sea alegórico, como han interpretado algunos exegetas- leemos: "¡Oh, si él me besara con los ósculos de su boca!", "Como panal de miel destilan sus labios; miel y leche hay debajo de su lengua". Estos versículos aluden al beso como símbolo de la fusión de los amantes y, a su vez, insisten en el deleite del sentido del gusto: los ósculos del amado son dulces y agradables como la miel. (Recordemos que, para los romanos, los ósculos aluden a los besos en la mejilla.)
Las Sagradas escrituras dedican especial atención al beso en una cuarentena de ocasiones. La primera de ellas es en el Génesis, capítulo 27. A diferencia del Cantar de los cantares, este beso no está condicionado por la pasión, sino por la codicia: Jacob besa a su padre Isaac y le hace creer que es Esaú, su primogénito. El objetivo de éste es quedarse con la bendición del progenitor y la jefatura de la familia:
Le preguntó: "¿De verdad eres mi hijo?" Contestó: "Sí". Le dijo: "Sírveme, déjame comer de la caza, hijo mío, y así te bendeciré." Lo sirvió y comió. Le presentó el vino y se lo bebió. Una vez acabado, su padre Isaac le dijo: "Acércate hijo mío, bésame". Se acercó y lo besó.
Uno de los últimos besos bíblicos también contiene el sello de la mentira: Judas besa a Jesucristo en la mejilla, entrega a la crucifixión al Hijo del Hombre y se condena para siempre. Al respecto han habido muchísimas recreaciones y el personaje bíblico se ha convertido en el arquetipo de la traición. Resulta, por otra parte, curioso, comprobar cómo Borges en su cuento "La secta de los treinta", incluido en El libro de arena, reflexiona sobre este pasaje:
Era preciso que las cosas fueran inolvidables. No bastaba la muerte de un ser humano por el hierro o por la cicuta para herir la imaginación de los hombres hasta el fin de los días. El Señor dispuso los hechos de manera patética. Tal es la explicación de la última cena, de las palabras de Jesús que presagian la entrega, de la repetida señal a uno de los discípulos, de la bendición del pan y del vino, de los juramentos de Pedro, de la solitaria vigilia en Gethsemaní, del sueño de los doce, de la plegaria humana del Hijo, de las espadas, del beso que traiciona (...). 3

En el fragmento citado, el escritor argentino se plantea hasta qué punto el beso de Judas constituyó el símbolo de una traición bíblica: sin él, actualmente no tendría sentido el significado de la crucifixión.
El beso es, por otra parte, un elemento esencial de la liturgia católica. Así lo refleja el estudio del teólogo Rafael Calatayud Gascó en su obra Beso humano y ósculo cristiano. Dimensiones histórico-teológicas del beso litúrgico (2003). Son innumerables los momentos en que la celebración sacramental usa este lenguaje del contacto físico, para manifestar la comunicación de la gracia. En la Eucaristía, el ministro besa el altar y luego el libro del Evangelio; antes de ir a comulgar los feligreses se dan la paz mediante un beso y, en el matrimonio, los esposos se dan el mutuo "sí, quiero" mientras se cogen de las manos como signo de entrega y fidelidad, se ponen recíprocamente el anillo en el dedo anular y se dan el beso de paz. 


En la liturgia, el lenguaje del contacto constituye un símbolo de cercanía, de personalización, de toma de posesión, de eficacia: es el estandarte de la gracia divina. De ahí que ciertos gestos como el beso al crucifijo sean insustituibles para los feligreses católicos. El gesto de tocar sacramentalmente expresa muy bien la acción de un Dios redentor, la respuesta de la fe. El sentido del tacto individualiza, acerca, comunica, estimula; es un signo de amor, de solidaridad y cercanía. En este sentido deben interpretarse los populares besos del Papa de Roma.



Por último, ¿qué decir de los textos gnósticos? Según el Evangelio de Filipo:

"La compañera del Salvador es Mª Magdalena. Cristo la amaba más que a todos sus discípulos y la besaba a menudo en la boca. El resto de los discípulos se ofendieron por esto y le dijeron: ¿Por qué la amas más que a nosotros? El Salvador les contestó: ¿Por qué no os amo como a ella?"

El secreto de esta cita tal vez se encuentre en el misterio de la sexualidad sagrada.

3.3. El poder mágico del beso en los cuentos populares
El beso en la tradición folclórica, tal y como lo estudia Vladimir Propp, tiene un poder mágico y transmutador: se le concede la capacidad de acabar con los encantamientos maléficos de las brujas y hechiceras malvadas y logra restituir la felicidad de los protagonistas. Así lo encontramos en ejemplos tan célebres como el cuento de "El príncipe rana" o en "La bella y la bestia", donde el beso de amor de la muchacha es capaz de devolver la hermosura a príncipes con apariencia de monstruos. En este último, tal y como señala Carl G. Jung, el beso actúa como símbolo del amor verdadero, capaz de transformar la fealdad en belleza.
Otra variante es la de las jóvenes sometidas a un trance somnoliento, como sucede en el caso de "La bella durmiente", o aparentemente muertas por efecto de un maleficio, tal y como ejemplifica "Blancanieves y los siete enanitos": en este caso, el beso apasionado del joven apuesto les hace salir del paroxismo, devolviéndoles a la conciencia. Debe notarse, a modo de curiosidad, la filiación que este último cuento aludido presenta con "La zarevna muerta y los siete guerreros", recreado por Pushkin y probablemente originario del folclore ruso. En este relato, sin embargo, la zarevna se despierta por la acción de un golpe involuntario propinado por el príncipe. ¿Por qué, entonces, se da el beso en la cultura occidental? De acuerdo con Vladimir Propp, son habituales los fenómenos de contaminación en la cuentística tradicional: el beso ya está estipulado como elemento mágico por excelencia, de ahí que se inserte como arquetipo del elemento restaurador de la dicha en los cuentos populares.
También es sabido, por otra parte, que los besos de las sirenas conceden a los marineros el don de poder respirar debajo del agua. En todo caso, el beso de los cuentos actúa como elemento ritual de una suerte de alquimia que permite la metamorfosis mágica de la realidad o la restitución de la armonía tras la crisis instaurada por el encantamiento.
4. El beso cinematográfico
You must remember this
A kiss is still a kiss,
a sigh is just a sigh
The fundamental things apply
As time goes by
Letra de "As Times Goes By", de Casablanca
[Debería ir acompañado de las escenas en youtube]
El beso constituye uno de los recursos más utilizados en el ámbito cinematográfico, en tanto que opera como soporte indispensable de las palabras y permite acortar el metraje. El primero fue en febrero de 1896, protagonizado por May Irwin y John C. Rice: la escena duró sólo dos segundos, pero fue suficiente para que provocara un escándalo. 



Si, por otra parte, mencionamos récords de cantidad, apuntamos que John Barrymore en Don Juan reparte 191 besos



si nos ceñimos a la duración, aludiremos al único beso que Regis Toomey y Jane Wyman se dan en Ahora estás en el ejército, con una duración de tres minutos y cinco segundos, si bien el beso comprende palabras amorosas con los labios cercanos.

En la época dorada del cine hollywoodiense, y muy especialmente durante las décadas de los 40, 50 y 60, el beso constituía la culminación amorosa de una relación: éste se interpretaba como la perfección de la trama e iba indisolublemente unido al The end, un final feliz que prometía la prosperidad de los protagonistas. Ello ha variado en la actualidad, dado que en gran parte de películas los protagonistas pueden aparecer haciendo el amor en la primera secuencia del film. Por ello nos centraremos, a continuación, en el periodo delimitado.
En España, tal y como documenta Carmen Martín Gaite en Los usos amorosos de la postguerra española, la represión moralizante de la Iglesia y el régimen franquista definían, de forma clara y meridiana, lo permitido y lo prohibido en el cine a través de una rígida censura.4 En tales condiciones, era lógico que el beso tuviese una importancia capital. Los ideólogos del cine lo sabían y cuando lanzaban un producto conocían perfectamente en qué punto del metraje tenían que insertar música y ordenar a los actores que se diesen un beso testimonial. Esta situación de censura también fue prototípica de la postguerra italiana: así lo plasma Giuseppe Tornatore en el melodrama Cinema Paradiso (1988), donde el protagonista contempla a solas los besos censurados por el cura del pueblo, los cuales fueron guardados y posteriormente montados por su amigo proyeccionista.5

 
Si nos remontamos a los clásicos del cine, notaremos que dentro de la modalidad del beso pasional, en Mogambo (1953) de John Ford, Clark Gable abraza fuertemente y besa con una leve inclinación, según su estilo, a Ava Gardner. Tras ese detalle testimonial y la música de fondo llega el The end

 
Asimismo, en otra de las películas de Clark, Brumas de traición, dirigida por Gottfried Reinhardt, el célebre actor, durante un baile, sale con Lana Turner a la terraza del jardín y la besa apasionadamente.





 A su vez, en Lo que el viento se llevó de Víctor Fleming, cuando Rhett Butler (Clark Gable) le solicita matrimonio a Escarlata (Vivian Leigh) y está se resiste displicente, él le recrimina que " ninguno de esos necios te ha sabido besar así. . ."

 
Otro actor de besos célebres es Burt Lancaster. En la película De aquí a la eternidad (1963), dirigida por Fred Zinnemann y galardonada con seis óscars, Deborah Kerr, en el papel de Karen Holmes, yace tumbada en la playa cuando, tras un beso de Burt, le dice " jamás nadie me ha besado como tú ". 

 
Definimos beso testimonial como aquel que, si bien es menos intenso que el anterior, actúa como prueba del inicio de una relación sentimental. En Tambores Lejanos (1951), por ejemplo, el capitán Quincey Wyatt ( Gary Cooper) , tras vencer en un duro duelo bajo el agua al jefe de los indios semínolas, besa a Judy Beckett (Mari Aldon ), gesto que debe ser interpretado como indicio de una atracción amorosa.
Por otra parte, el beso implica una costumbre en ciertos sectores y, en concreto, para la mafia se reviste de rasgos ceremoniales. Apreciamos, por ejemplo, el beso en la mano como señal de respeto al padrino. O, por otra parte, el prototípico "beso de la muerte" que propician los gángsteres a sus víctimas. Quien mejor ha captado esta idea ha sido el director Francis Ford Coppola en El Padrino, donde aparecen actores de gran calibre como Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Richard Castellano, Robert Duvall, Sterling Hayden, John Marley, Richard Conte o Diane Keaton.


Con todo, no desestimemos el beso romántico de algunos finales, como el de La princesa prometida:


5. Metáforas y significación poética del beso amoroso
Crecí besando libros y pan...
Desde que besé a una mujer, mis actividades
con el pan y los libros
perdieron interés.
Salman Rushdie


El beso en el arte va más allá de su significado denotativo y se convierte en metáfora. Para Coleridge es un "néctar que se respira"; Shakespeare lo califica de "sello del amor." Marcial, el célebre poeta romano, asegura que es "la fragancia del bálsamo extraída de árboles aromáticos." Esta y más imágenes encontramos a lo largo del arte universal. Puesto que resulta prácticamente imposible abarcarlas por completo, aludiremos tan sólo a algunos ejemplos reveladores.


5.1. Erotismo, conquista y pecado

5.1.1. El Kama Sutra

 
El Kama Sutra, cuya versión definitiva se le atribuye a Vatsyayana, fue supuestamente escrito en el siglo IV d.C. y traducido por primera vez al inglés por el explorador Richard Burton en 1883. Dedica un capítulo a la descripción de las tipologías de beso, en función de la filosofía del "Kama", término que Inder Sinha define como "deleite del cuerpo, la mente y el espíritu en sensaciones exquisitas".6 Los hindúes conciben la experimentación del Kama como uno de los grandes fines de la existencia humana, junto con las otras tres disciplinas áureas: el Artha (la supervivencia material), el Dharma (las normas éticas), y el Moksha (la liberación postmortem).
El beso debe ser practicado, según Vatsyayana, en cualquier momento. Aún cuando la mayoría de los autores coinciden en que en el amor y el sexo no hay nada escrito, el Kama Sutra nos da una guía de cómo besar y realizar las demás prácticas amatorias. El sabio Vatsyayana recomienda que cuando es la primera vez que se practica el acto del amor, todas las caricias y los besos deben utilizarse con moderación, y en las ocasiones siguientes, más bien debe olvidarse toda mesura, para de esta manera prolongar cuanto sea posible el momento de la unión sexual. De la misma forma, deben emplearse todos los estimulantes posibles, así el fuego del deseo arderá con mayor fuerza. Lo apropiado es dar el beso en las siguientes partes del cuerpo: la frente, las mejillas, los ojos, la garganta, el pecho, los senos, los labios y el interior de la boca.
En primera instancia, la obra que nos ocupa distingue entre tres clases de besos: el beso nominal, el beso palpitante y el beso de tocamiento. En el primero, la muchacha tan sólo toca la boca de su amante con la suya: se trata de un leve roce insinuante que no va más allá. En el segundo, ésta desea tocar el labio que está presionando contra su boca y con ese fin mueve el labio superior, pero no el inferior. Por último, en el beso de tocamiento, la mujer toca el labio de su amante con la lengua y, con los ojos cerrados, pone sus manos entre las de su pareja. El Kama Sutra, además, distingue entre cuatro clases de besos en función de las partes del cuerpo que se besen: moderado, contraído, apretado y suave.
A su vez, el Kama Sutra alude a cuatro tipologías más de beso: directo, cuando los labios de dos amantes se solapan el uno sobre el otro; inclinado, si sus cabezas están ladeadas en el acto de besarse; girado, cuando uno de ellos gira la cabeza del otro, sosteniéndola por la barbilla; y apretado, cuando los labios se presionan con fuerza. Asimismo, se denomina beso muy apretado al que se realiza sosteniendo el labio inferior entre dos dedos y luego se acaricia con la lengua y se oprime con gran fuerza. Y, por otra parte, el beso del labio superior se da cuando un hombre besa el labio superior de una mujer mientras que ésta hace lo propio con el inferior.
Mención aparte merece el beso de agarre, que se efectúa cuando uno de los amantes toma los dos labios del otro entre los suyos. Esta práctica, según señala el Kama Sutra, sólo puede efectuarse con un hombre que no tenga bigote. Además, si uno de los componentes de la pareja, al darse este beso, toca los dientes, la lengua y el paladar del otro con la propia lengua, el beso se denomina combate de la lengua.
Por último, el libro establece tipos de besos en función de los contextos comunicativos, aspecto que puede interesar a disciplinas como la Pragmática en el ámbito de la comunicación no verbal. Si una mujer contempla el rostro de su amante mientras éste está dormido y le besa para mostrarle su deseo, se trata del beso que enciende el amor. Si ésta lo hace mientras él está ocupado con su trabajo, discute con ella o mira a otra persona, de manera que su mente está distraída, nos encontramos ante el beso que distrae la atención. Cuando un amante, al volver a casa por la noche besa a la amada, que está durmiendo en la cama, éste da un beso que despierta: en tal ocasión, según señala el tratado oriental, es común que la mujer finja que está dormida para conocer las intenciones del amante y ganarse su respeto. También puede suceder que una persona bese la imagen de otra a la que ama, reflejada en un espejo, sobre el agua o la pared - recordemos que por aquel entonces no existían las fotografías-: en este caso nos encontramos ante un beso que muestra la intención. Por último, el Kama Sutra alude a una situación que puede resultar harto extraña o pintoresca para una mente occidental: si por la noche, durante una representación de teatro o una reunión de varones, un hombre se dirige a una mujer y le besa un dedo de la mano, si está de pie o un dedo del pie, si está sentada, o si una mujer mientras lava el cuerpo de su amante pone la cara sobre su muslo o el dedo gordo del pie, nos encontramos ante un beso demostrativo.
Ante todo, en lo que atañe al beso, el Kama Sutra insiste en la reprocidad comunicativa del mismo, mediante la alusión a unos versos peculiares:
Cualquier cosa que un amante haga al otro,
éste debe devolvérselo.
Es decir, si la mujer le besa, él debe besarla;
            si ella le golpea, él debe también golpearla. 7

5.1.2. La tradición literaria

Por otra parte, en el Ars Amandi, Ovidio alude al beso como táctica de conquista amorosa remarcando uno de los aspectos fundamentales de la comunicación no verbal: su complementariedad respecto a las palabras:
¿Qué experto no uniría
los besos a las tiernas expresiones?
Aunque ella no te dé, tú tómalos
a pesar de que no los haya dado..
Quizás en un principio luchará
y te dirá malvado. Sin embargo,
mientras lucha ella quiere ser vencida.
Cuida tan sólo de que no ocasionen
los besos con violencia arrebatados
daño a sus tiernos labios, que no pueda
después quejarse de que fueron duros.
El que toma los besos, si no toma
lo restante también, merecería
                                      perder incluso aquello que le han dado. 8
Según señala Ovidio en el pasaje, los besos, arma por excelencia de la militia amoris, a pesar de ser robados, han de caracterizarse por su suavidad y ternura, acorde con el sentimiento amoroso. Son, por tanto, el reflejo no verbal de una emoción sublime que por fuerza agradará a la dama si ésta está enamorada.
Meléndez Valdés, poeta dieciochesco español, bebe de la fuente ovidiana al confeccionar un poema en el que el beso también aparece impregnado de erotismo:
Cuando mi blanda Nise
lasciva me rodea
con sus nevados brazos
y mil veces me besa,
cuando a mi ardiente boca
su dulce labio aprieta,
tan del placer rendida
que casi a hablar no acierta,
y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,
y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.
El poema incide en el beso como componente hedónico del placer. En la misma línea, encontramos la siguiente composición de Charles Baudelaire -"A una Madona. Canción de las primeras horas de la tarde"- que lo concibe como elemento indispensable del pecado y del malditismo:

Aunque tus cejas malignas
te den un aire extraño
que no es el de un ángel,
bruja de ojos seductores,

te adoro, oh frívola mía,
¡mi terrible pasión!,
con la devoción
del sacerdote por su ídolo.

El desierto y el bosque
perfuman tus trenzas toscas,
tu cabeza tiene las actitudes
del enigma del secreto.

Por tu carne vaga el perfume
como alrededor de un incensario;
encantas como la tarde,
ninfa tenebrosa y cálida.

¡Ah, los filtros más fuertes
no valen tu pereza,
y conoces la caricia
que hace revivir a los muertos!

Tus caderas están enamoradas
de tu espalda y de tus senos,
y cautivas a los almohadones
con tus lánguidas posturas.

A veces para clamar
tu rabia misteriosa,
prodigas, seria,
el mordisco y el beso;

me destrozas, morena mía,
con una risa burlona,
y luego pone en mi corazón
tus ojos dulces como la luna.

Bajo tus chapines de raso,
bajo tus encantadores pies de seda,
pongo mi gran alegría,
mi genio y mi destino.

¡alma mía curada por ti,
por ti, luz y color!,
¡explosión de calor
en mi negra Siberia!


La insistencia en el carácter blasfemo del beso nos remite, de nuevo, a Ovidio, que en el libro segundo de Amores incluye un poema - "Tras la infidelidad vinieron los besos"- que versa sobre los besos prototípicos de la infidelidad, presentados mediante la alusión mitológica a Marte y Venus, arquetipos del amor adúltero:
Se había marchado ya la mayor parte
de invitados. Aquí y allá quedaban
jóvenes embriagados.
Vi entonces cómo intercambiabais besos
lascivos (no cabía duda
de que estaban las lenguas enlazadas),
no como besaría una hermana a su hermano
no como besaría la hermana al serio hermano
sino cual tierna amiga a su amante deseoso;
tampoco, es lo creíble, como Diana a Febo
sino de la manera en que a menudo
Venus besó a su querido Marte.9


El autor emplea símiles que literariamente causan el efecto del carácter lento y demorado de los besos, al tiempo que reflejan la perspectiva del amante ofendido. Especifica con reiteración cómo los protagonistas del poema no se besan fraternalmente como Diana y Febo, sino como amantes míticos: Venus fue sorprendida por su esposo Vulcano cuando se hallaba en pleno acto amoroso con Marte. 

Del mismo modo, Dante en la Divina Comedia introduce en el Canto V del Infierno a Paolo y Francesca, que se estaban besando cuando fueron sorprendidos por Giandotto Malatesta, el marido engañado, el cual los asesinó para restaurar su honra. Según señalan los versos, ambos se besan mientras están leyendo la historia adulterina de Lancelot y la reina Ginebra. Los labios temblorosos son los que indican la pasión inexorable de los amantes: "la bocca mi bació tutto tremante".10 A este pasaje dedicaría Gabriel D'Annunzio un drama y Rodin una de sus más célebres esculturas, titulada precisamente "El beso".
 
La relación entre el beso y el erotismo, reflejados a la manera cubista en un cuadro de Picasso, es, asimismo, prototípica de la beat generation estadounidense. Reproducimos a continuación un fragmento de Memorias de una beatnik, de Diane Di Prima: 

 
Hay tantos tipos de besos como personas en el mundo, tantos como permutaciones y combinaciones de personas. Nadie besa como los demás y nadie folla igual, pero en cierto modo el beso es algo más personal, más individual que un polvo.
Los hay que besan con fervor y vehemencia, con los labios bien sepadados y distendidos, mientras te introducen su lengua dura en la boca todo lo que pueden. Otros besan como en un letargo, lánguidos y exánimes, con bocas inertes que apenas te rozan, con lenguas que casi no tienen fuerza para aventurarse en la tuya. Hay quienes besan con astucia, pues sus besos parecen indiferentes al principio, pero furtivamente acaban despertando en ti oleadas de deseo. Otros besan con tal insinuación que repugnan un poco y te dejan como si acabaras de echar un polvo rápido en el suelo del baño. También hay quienes besan de forma virginal, pues cuando se disponen a apoderarse de tu boca parece que te están cogiendo castamente de la mano. Otros besan como si estuvieran follando, y te meten y sacan frenéticamente la lengua entre los labios con ritmo jadeante. Hay muchos, muchos otros tipos principales de besos. Ahora se me ocurren por lo menos una docena. Puedes apuntar aquí tus favoritos:11
El pasaje aludido se caracteriza por una concepción fundamentalmente sexual y desenfada del beso, desprovista de connotaciones románticas o espirituales, que está en la línea de la teoría de las pulsiones de Freud. A continuación podremos contrastar esta visión vitalista, material y puramente física con otra espiritual y platónica.
5.2. Espiritualidad y misticismo

En el capítulo VI del Tratado del amor de Ibn Arabí (Murcia, 1165- Damasco, 1240), el místico islámico, después de haber reflexionado sobre la índole del amor divino, se centra en el "amor natural" y discurre en los siguientes términos:
Cuando dos amantes se besan íntimamente, cada uno aspira la saliva del otro, que penetra en ellos. Cuando se besan o abrazan, la respiración del uno se expande en el otro y el hálito así exhalado compenetra a ambos.
El espíritu animal que actúa en las formas naturales no es diferente del hálito, de forma que éste es el espíritu (animal) de cada una de las dos personas que respiran y que vivifica en el momento del beso y de la respiración. Es así, por ejemplo, como el espíritu animal de Zayd se convierte en el mismo espíritu de 'Amr. Este aliento, una vez exhalado por el amante, transmite cierta forma de amor preñado de deleite. Cuando este aliento se convierte en el espíritu de aquel hacia el que ha sido transmitido y cuando el hálito de la pareja se convierte en la misma forma del espíritu del primero, puede hablarse de identificación (ittihad) por parte de los dos seres implicados, según lo que el poeta ha dicho:
Yo soy aquel a quien amo
y aquel a quien amo, ¡soy yo!
Ésta es la finalidad del amor espiritual en las formas sensibles, tal y como he cantado en uno de los poemas introductorios de este tratado:
La meta del amor en el hombre es la unión.
La unión de dos espíritus es la unión de dos cuerpos...12

En el pasaje citado observamos varias directrices comunes en la concepción del beso: en primer lugar, su índole espiritual, puesto que es el que permite la fusión mística de los amantes. Resulta sorprendente comparar esta concepción con la de la corriente neoplatónica, donde hemos de destacar El cortesano de Castiglione, obra considerada como faro del humanismo en Occidente y que fue traducida por Boscán en España. Especialmente relevante en cuanto a la temática del beso resulta un pasaje del libro IV, donde éste aparece definido como un canal de unión entre el cuerpo y el alma de los amantes:
porque siendo el beso un ayuntamiento del cuerpo y del alma, es peligro que quien ama viciosamente no se incline más a la parte del cuerpo que a la del alma. Pero el enamorado que ama tiniendo la razón por fundamento, conoce que, aunque la boca sea parte del cuerpo, todavía por ella salen las palabras que son mensajeras del alma y sale asimismo aquel intrínseco aliento que se llama también alma; y por eso se deleita de juntar su boca con la de la mujer a quien ama, besándola no por moverse a deseo deshonesto alguno, sino porque siente que aquel ayuntamiento es un abrir la puerta de las almas de estrambos, las cuales, traídas por el deseo la una de la otra, se traspasan y se transportan por sus conformes veces la una también en el cuerpo de la otra, y de tal manera se envuelven en uno, que cada cuerpo de entrambos queda con dos almas y una sola compuesta de las dos rige casi dos cuerpos. Y por eso el beso se puede más aína decir ayuntamiento de alma que de cuerpo; porque tiene sobre ella tanta fuerza que la trae a si y casi la aparta del cuerpo; por esta causa todos los enamorados castos desean el beso como un ayuntamiento espiritual. Y así aquel gran Platón , divinamente enamorado, dice que, besando una vez a su amiga, le vino el alma a los dientes para salirse ya del cuerpo. Y porque separarse el alma de las cosas sensibles y baxas y el juntarse totalmente con las inteligibles y altas puede ser sinificado por el beso, dice Salamón en aquel su divino libro de los Cánticos:"Béseme con los besos de su boca", por mostrar deseo grande que su alma sea arrebatada por el amor divino a la contemplación de la hermosura celestial, de tal manera que juntándose con ella entrañablemente desampare al cuerpo.13

 
Según apreciamos en el texto, Castiglione insiste en el significado trascendente y no pecaminoso del beso, que puede vincularse a su simbología litúrgica: no por casualidad el autor alude al Cantar de los cantares. La boca, fuente de las palabras, es la compuerta que une al cuerpo con el espíritu. La idea se sustenta sobre principios platónicos: mediante el beso los amantes gozan de una experiencia mística que supone el primer escaño en su ascensión hacia lo absoluto.

5.3. El beso poético
Pero el beso más tratado en el arte, sin lugar a dudas, es el poético
Las características fundamentales de este tipo de beso son la fusión de lo carnal y de lo místico, la trascendencia de una realidad que se abastece en sí misma, el inefable del amor humano, lo sacro del erotismo, la pureza de lo sinuoso. Como en los cuadros de Chagall, Klimt o incluso el de Munch que versan sobre el beso, este gesto aparece revestido de una ternura cósmica e inefable. 
 
Bécquer en su rima IV expresa que durante el beso palpitan ondas de luz y se fusionan las almas; en la rima XXIII, señala su valor incalculable: "Yo no sé que te diera por un beso!" Asimismo, es bien sabido que de este poeta beben prácticamente todos los representantes de la poesía española contemporánea, que lo reconocen como maestro indiscutible.
Dentro de la denominada Generación del 27, Pedro Salinas en "Ayer te besé en los labios" señala la trascendencia del beso más allá de lo que dura el contacto de los labios:
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
También Vicente Aleixandre en "Ven, siempre ven" alude al beso como fuego abrasador y destructor de mundos, fuente de un deseo incandescente que se una vez sellado se eterniza:
No te acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las estrellas,
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.
Miguel Hernández en "La boca" define el beso como una "boca poblada de bocas:/ pájaro lleno de pájaros." Éste conlleva una fusión de carne y espíritu, de lo celeste y lo terrenal, tal y como marcan los versos "El labio de arriba el cielo/ y la tierra el otro labio." El yo poético en esta composición dice beber de la boca de su amada y hundir su vida en ella. El beso, en este caso, condensa tres palabras: vida, muerte y amor.
Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.
Blas de Otero, poeta ubicado en la posguerra española, por otra parte, en "Un relámpago apenas", describe un beso que come, que succiona el alma del poeta: es un "beso de mar, a dentelladas" que supone la derrota instantánea del juicio:
me declaro vencido, si vencerme
es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
bebes mi vida. Sorbes. Sin dolerme,


tiras de mi raíz, subes mi muerte
a flor de labio. Y luego, mimadora,
la rizas y la rozas con tu beso.
También José Hierro, en "Acelerando" alude al instante del beso como detenimiento de las coordenadas espaciotemporales. En este caso, los enamorados se besan "en carne viva": el gesto, por tanto, es real y físico, supone la conciencia epidérmica del amor:
Aquí, en este momento, termina todo,
se detiene la vida. Han florecido luces amarillas
a nuestros pies, no sé si estrellas. Silenciosa
cae la lluvia sobre el amor, sobre el remordimiento.
Nos besamos en carne viva. Bendita lluvia
en la noche, jadeando en la hierba,
trayendo en hilos aroma de las nubes,
poniendo en nuestra carne su dentadura fresca
Asimismo, en la órbita de la poesía hispanoamericana contemporánea, destacamos poemas como "Amor, cuántos caminos" de Pablo Neruda, que establece el beso como uno de los principales senderos de la fusión con la tierra, gesto que sofoca súbitamente la "soledad errante" del yo lírico.
Alfonsina Storni, por su parte, en "Pasión" alude al beso humano, expresión trémula de lo efímero, dado que la carne es mortal y no goza de lo sempiterno divino:
Unos besan las sienes, otros besan las manos,
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.
El pasaje citado alude a diversas partes del cuerpo, que para el romántico o neorromántico constituye el único credo y la única patria. Así lo manifiesta Octavio Paz en "Cuerpo a la vista", donde la anatomía humana aparece como un paisaje que explora la boca a través del beso:
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección y el día de la vida
        perdurable).
Por otra parte, Julio Cortázar efectúa en el capítulo VII de Rayuela una descripción pormenorizada del beso. Este cuadro responde a su concepción del realismo trascendente que se para en los elementos míticos de la cotidianidad:
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, una soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. 14


En definitiva y conforme a lo que hemos podido apreciar a lo largo de la monografía, el beso es heterogéneo e inefable, constituye un gesto insustituible para comunicar una emoción intensa. No hemos encontrado otra conclusión más determinante que el siguiente poema de Gabriela Mistral, titulado "Besos":

Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.


6. Bibliografía
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- SERRANO, S.; Signos, lengua y cultura. Barcelona, Anagrama, 1980.
- SMALL, M.F.; What's love got to do with it? The Evolution of Human Mating. New York, Anchor Books, 1995.
7. Agradecimientos
Agradezco la colaboración desinteresada de Myriam, Yolanda y Marçal en la facilitación de algunos datos que he incluido en este trabajo. También la ilusión de mi hermano Toni. Gracias también a Sebastià Serrano, por hacer posible este proyecto, que aquí constituye un simple esbozo, dada su magnitud.
1 RAE, Diccionario de la lengua española, Espasa Calpe, vigésima segunda edición 2001, p. 312, t.I.
2 SERRANO, S.; "Els signes no verbals", en Cap a una lògica de la seducció, EUB, Barcelona, 1996, pp.112-116.
3 BORGES, J.L.; "La Secta de los treinta", El libro de arena. Madrid, Alianza Editorial, 1999, p.69.
4 MARTÍN GAITE, C.; Usos amorosos de la postguerra española, Barcelona, Anagrama, 1987.
5 Con la presente monografía adjuntamos un DVD que contiene el mentado pasaje de los besos censurados de la película Cinema Paradiso.
6 Kama Sutra, selección e introducción de Pramesh Ratnakar. Madrid, Dastin, 1996, p.8.
7 Opus cit., p. 53.
8 OVIDIO, Amores. Arte de amar. Madrid, Cátedra, 2000, p. 422.
9 OVIDIO, Amores. Arte de amar. Madrid, Cátedra, 2000, pp.227-228.
10 DANTE ALIGHIERI, La divina comedia. Barcelona, Alpha, 1950, p.67.
11 DI PRIMA, D.; Memorias de una beatnik. Barcelona, Muchnik Editores, 1999, p.14.
12 IBN ARABI, Tratado del amor. Madrid, Edaf, 1996, p. 96.
13 CASTIGLIONE, B. El cortesano. Madrid, Cátedra, 2003, pp. 524-525.

14 CORTÁZAR, J.; Rayuela. Barcelona, Seix Barral, 1984, p. 46.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí siempre me ha fascinado el beso de Iseo a Tristán moribundo, tal y como lo describe el Romance de don Tristán en el Romancero viejo:

Ferido está don Tristán de una mala lanzada;
2 diérasela el rey su tío por zelos que del cataba.
El fierro tiene en el cuerpo, de fuera le tembla el asta:
4 valo a ver la reina Iseo por la su desdicha mala.
Júntanse boca con boca cuanto una misa rezada;
6 llora el uno, llora el otro, la cama bañan en agua.
Allí nace un arboledo que azucena se llamaba:
8 cualquier mujer que la come luego se siente preñada.
Comiérala reina Iseo por la su desdicha mala.

¡Cuanto una misa rezada! ¿Se puede decir más con ocho sílabas? ¡La boca como una iglesia!