miércoles, 23 de noviembre de 2022

CALIU I DELIU

 Hogar significa “hoguera”. En el centro de mi pecho tengo candela. 


El filósofo coreano Byung Chul-Han, en La desaparición del ritual ( ) denuncia cómo en la era del trabajo y de la presión para producir,  el homo psicologicus promueve el narcisismo (cárcel de espejos/ no-cosas), la desaparición del juego. Se contrapone la “profana seriedad del trabajo” a la “sagrada gozosidad del juego”, del desenfreno lúdico. 


¿Queremos regresar a la plenitud? Todo comienza con nuestra relación con la dimensión del tiempo. 



Todas las enfermedades del tiempo las ha creado el capitalismo con la equivalencia hora y precio de salario. 


  • Ansiedad: Preocupación por el futuro, saturación del presente y sensación de intensidad. 

  • Hipertiroidismo: Querer que algo pase ya. Querer detener el tiempo. 

  • Melancolía: Añoranza del pasado con evocación poética en el presente y ensoñación hacia el futuro. Delicada en el otoño del ser. Aunque los adolescentes románticos también la inspiran al enamorarse por primera vez o recordar la infancia perdida

  • Depresión: Falta de visión del futuro, ausencia de motivación. 

  • Estrés: Acumulación de fotogramas por segundo. 


El ritual es un hogar en el tiempo, un templo erigido en el instante. También implica un reconocimiento, que permite -como señala Hegel- llegar a lo más elevado del ideal. 


MÍSTICA- ALQUIMIA-DISEÑO DEL NÓS


¿Acaso no sería interesante el diseño de un proyecto de personalidad que esté al servicio de la comunidad, una personalidad transgresiva inherente a los ritos festivos, que se entrega a las comidas totémicas y en el que el exterior misterioso crea el mensaje? El contexto crea el mensaje en el ritual. 



CREACIÓN DE SÍMBOLOS COMUNITARIOS

  • Cultivo de la amistad

  • “Aureville”, India. Declarado Utopía hecha realidad por la ONU.

  • Can Masdeu después de mediación

  • Hongos que comen plástico

  • Aplicar la sabiduría


En el ritual son relevantes los cierres, los finales, que marcan la transición de un mundo a otro. En cambio, en el modelo capitalista todo es aditivo, se acumula, nada acaba. “Solo con un demorar contemplativo es posible clausurar”. El sujeto narcisista evita la sensación de terminar nada. 


Respecto a lo foráneo y la heterogeneidad, el arquetipo del extranjero representa lo que estimula el espíritu hacia la trascendencia. Esto contrasta con la hipercultura, global y liberal, que rehúye lo foráneo. 


El tiempo mágico se caracteriza por los ritos de paso y la narración del espaciotiempo se delimita en etapas como, por ejemplo, en la vida humana, la infancia, la juventud, la madurez, la vejez y la muerte. Entre cada una de ellas habría umbrales o transiciones. 


Destaquemos el contraste entre la fiesta, relacionada con el reposo o el sabath, que hace que la creación quede concluída, frente al evento (eventus), que significa “sobrevenir temporalmente”. La quietud contiene la esencia de la creación y permite la contemplación, la escucha gozosa de la voz de Dios, lo santo, el silencio creador.  “Consagrar” significa etimológicamente “cerrar” ojos y boca. Ese cierre contiene la energía, evita la dispersión, genera intensidad vital. La fiesta aparece, entonces, como inicio del arte: en palabras de Hölderlin, “las nupcias con lo divino”. ¿Podemos hacer un mapeo cognitivo de los rituales de cierre? 

  • Relación con el suicidio, ritual de cierre con uno mismo. 


Pero ahora buceemos por la comunidad de la escucha común, la aldea, la escuela (cuya etimología, del griego, sckolé, significa ociosidad): su función es cultivar el ritual. Así ocurre en algunos vestigios del mundo académico, con sus cetros, medallas, togas, etc. 


Nos hemos trasladado de la esfera del juego a la de la producción. El arte de vivir, opuesto al terror de la psicología, habría de centrarse en la “sagrada seriedad del juego”. De hecho, incluso, como concibe Foucault, habríamos de pensar en nuestro suicidio como acto de resistencia cultural, como arte del propio final en el rito de la existencia. 


¿Qué ocurre con nuestra civilización posthistórica? La falacia del trabajo que aliena nuestro tiempo y ahoga el espíritu debería desenmascararse. Como señala Paul Lafargue en El derecho a la pereza deberíamos reformar los derechos humanos para basar nuestra vida en el bello juego, el arte, el amor, “todo lo que hace al ser humano feliz”, el reino venidero de los rituales, ejercicios corporales y juegos de inteligencia. Así hay una tradición en Japón y en otros países del mundo. 


Regresemos al uso lúdico del lenguaje, donde lo poético es la insurrección de sus leyes, su ceremonia mágica, según Baudrillard. Recuperemos la atención en la agudeza idiomática -Kant-, donde lo misterioso es “significante sin significado”, como sucede en el chiste o el haikú. Hay varios ejemplos de este uso ritual del lenguaje, tal y como señala Roland Barthes en El imperio de los signos: el paquete japonés, donde la fastuosa envoltura se opone a la mercancía; o la ceremonia del té, donde el silencio simbólico contrasta con el mundanal ruido de las tabernas. 


Como señala Baudrillard, en De la seducción,  la fuerza del ceremonial es la pasión de la regla y no del deseo. Esto supone una defensa de la ética de las formas y sería la base de, por ejemplo, la cortesía, donde el regalo es un “puro don”. 


En el pasado, como señala Huizinga en Homo Ludens, la guerra estaba ritualizada. Se hacía culto a Artemisa y a Atenea, había acuerdos sobre los tiempos, el campo de batalla e incluso intercambio de armas como regalos. La violencia daba paso a la pasión por el juego. El duelo restituía el honor, en un código de caballeros donde existían la simetría y la reciprocidad. Estos detalles se analizan y estudian en el libro de Bataille, Belicidad, erotismo y literatura. 


Como indica McLuhan, “el medio es el mensaje”. Actualmente hay una nueva percepción de la guerra, donde la superioridad topográfica de los aviones militares lleva la asimetría al extremo. Aquí, en palabras de Karl Smith la guerra se convierte en un trabajo que consiste en la matanza de seres humanos. O, como dice la CIA: “matamos personas basándonos en metadatos.


¿Hemos pasado del mito al dataísmo? Los enigmas sacros eran un duelo ritual con carácter de juego y persecución, donde el mistagogo presentaba cuestiones al adversario, problemas para resolver. Con los Diálogos de Platón se desbanca el juego de los sofistas y se pasa del mito al logos, al “trabajo con la verdad”. 


Empédocles consideraba que el afecto y la discordia son fuerzas que deciden el destino del mundo. Para Kant, lo bello suscita la coordinación armónica de las facultades cognoscitivas. Cree que hay que anteponer las artes plásticas a la música. Con el giro antropológico copernicano, se tiene fe en el sujeto libre como legislador del conocimiento. En cambio, el dataísmo pone fin al humanismo, dado que los procesadores son más rápidos que el hombre. Pasamos de la narración al cálculo. Perdemos el elemento lúdico del pensar. 


Finalmente, Byung Chul-Han considera que hemos pasado de la seducción a la pornografía. Por ejemplo, en Diario de un seductor de Kierkegaard no hay prácticamente sexo. La seducción se compara con la esgrima, donde la mirada de soslayo es más eficaz que la de frente. De hecho, el poder es seductor, crítico. Foucault lo relaciona con la economía del placer y como un juego estratégico abierto. 


¿En la intimidad se pierde lo lúdico?


La extimidad como área de la seducción (la fantasía para imaginar a otrx). 


La pornografía como un dispositivo neoliberal. Creación del narcisista en una época de univocidad. Deshace el misterio y el enigma. No juega, pérdida de simbolismo. 


El placer del texto es un desvelamiento, como un striptease (despelote gradual de la verdad).


PRO-DU-CIR: Poner delante, exhibir, hacer visible. 

Baudrillard compara la presión con eyacular.


¿Contraposición del cuerpo pornográfico y del hetairográfico?

¿Nimphonaniac de Lars Von Trier anuncia la época postsexual?


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