sábado, 4 de septiembre de 2010

El puente, la cueva, el asfalto

Los chicles, los chinches del suelo. Un abrazo en medio de un puente. El mar descolorido de los mapas no es ese mar de sal con purpurina. Regreso a la urbe después de haber concentrado todas mis cosas en una mochila. Después de tenerlo todo en la espalda y dentro, intento buscar palabras arrugadas en el bolsillo de la cabeza para intentar explicar cómo brillan las estrellas cuando se está de viaje, cómo los demonios desfilan en el boulevard de los sueños en las noches al raso de luna llena, cómo una camina y no se cansa nunca de hacer la cabra por caminos empinados y, en cambio, cómo le derrota dar la vuelta a la manzana de todos los días. Alguien que me quiere bien dice que tengo la brújula loca, que hay niebla y efectos de humo en mi retina, que no concreto nada y que metafisiqueo mientras me miro al espejo.

Pero tengo cuerpo, el cuerpo respira ahora mismo, el cuerpo son dedos que escriben, el cuerpo son pies que caminan y mente que enmaraña paisajes pasado-presentes. El cuerpo sigue aquí. Lo toco, lo siento. Me siento viva. Qué más dará lo otro.

3 comentarios:

vastasimon dijo...

...dara tal vez ,q es lo q compruebaq en realidad estamos vivos justamente acuasa de ese ir y venir , q necesitamos del aburrimiento de lavuelta de manzana aburrida para valorar la belleza de lo desconocido...un saludo...
vastasimon.artelista.com

Therfer dijo...

Un abrazo catártico Maga, a ver si nos vemos pronto

nickmazziu dijo...

un beso maguika!