martes, 2 de noviembre de 2010

Densidad

A mi padre le dieron el alta hace un par de días. Ahora viene la segunda parte del infierno: está solo en casa, y hay que venir a ayudarle. Al principio, pensé que podría venir y tener en su casa una rutina saludable. Anteayer me di cuenta de mis propios límites. No puedo vivir esto sin destrozarme. No puedo atender a la vez a mi padre, mi hijo, mi trabajo y mi propia vida. No puedo estar 24 horas con un enfermo quejumbroso y a la vez vivir sin un duro (porque si estoy con él no puedo ir a trabajar) y jugar con mi hijo y... reconstruir mi vida deshecha.

En momentos así uno se da cuenta de lo importante que es tener algún elemento de seguridad, algo como una pareja, un trabajo estable, etcétera, etcétera. Aunque, en fin, eso tampoco es la panacea. Ahora que lo pienso -la escritura es una herramienta fabulosa para pensar- mis elementos de seguridad son los siguientes:

- la escritura/ expresión artística
- mi hijo
- mis amigos
- un techo/ comida
- juventud/ energía física
- sueños/ esperanza
- ADSL en casa de mi padre (desde donde escribo ahora)


Voy a ver a mi padre, y lo primero que hace es abroncarme como cuando tenía quince años. Mi padre siempre ha tenido mala leche, pero ahora que tiene cáncer y dolor aún más. Podría callarme y resistir sus broncas con estoicismo, pero no lo he hecho. Creo en el karma empírico y sé que que una persona se vaya a morir no le da derecho a pisar a los que están a su alrededor, por mucho dolor que exista.

- Deberías valorar también las cosas buenas, ¿no?

Estoy aprendiendo que la dulzura puede compaginarse con la mano dura. Me estoy haciendo mayor. Por suerte, él se ha desahogado sacando su rabia y yo, lejos de tomármelo en serio, le he respondido con sentido común y me he ido a escribir este post desahogante y desahogado.


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