¿Alguna vez habéis ejercitado estas seis cualidades? Son las que Bolelavsky propone en las lecciones de su oficio: concentración, memoria de la emoción, acción dramática, caracterización, observación y ritmo.
Y su definición del ritmo, a propósito, no tiene desperdicio: "Llamamos ritmo a los cambios ordenados y medidos de todos los elementos de una obra de arte, siempre que estos cambios estimulen progresivamente la atención del espectador y conduzcan invariablemente al designio final del artista." Para él, el ritmo es el príncipe de las artes, el ingrediente esencial.
Cuando una obra de arte no tiene ritmo -y hasta la arquitectura tiene ritmo- es un colgajo, un mondongo altivo de material frustrado. Por eso, y con el fin de ejercitar esta cualidad presente en la naturaleza y hacerla consciente, todo gran artista debería comprarse una caja de ritmos y dedicarle quince minutos diarios.
Y su definición del ritmo, a propósito, no tiene desperdicio: "Llamamos ritmo a los cambios ordenados y medidos de todos los elementos de una obra de arte, siempre que estos cambios estimulen progresivamente la atención del espectador y conduzcan invariablemente al designio final del artista." Para él, el ritmo es el príncipe de las artes, el ingrediente esencial.
Cuando una obra de arte no tiene ritmo -y hasta la arquitectura tiene ritmo- es un colgajo, un mondongo altivo de material frustrado. Por eso, y con el fin de ejercitar esta cualidad presente en la naturaleza y hacerla consciente, todo gran artista debería comprarse una caja de ritmos y dedicarle quince minutos diarios.
1 comentario:
te he encontrado por casualidad no dejas indiferente fue increíble conocerte
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