viernes, 11 de julio de 2014

Itinerario del éxtasis

Estimado QuienSeas:

Este es el itinerario del éxtasis.

Y... ¿Qué es el éxtasis?

El éxtasis es cuando... ¡ay! (suspiro con risita): ¡No sé!
¡Me lo tendré que inventar!

Me imagino el éxtasis
y hago un mapa para llegar hasta a él. 
Me gusta imaginarme a un científico loco,
a un querubín desquiciado,
que hace experimentos para descubrir
aquello que parecía agotado:
el paraíso dentro de un laboratorio-escenario
y en ese laboratorio-escenario
hay una sala que tiene una fiesta dentro de ti. 

Te doy la Bienvenida a la Ruta.
Disfrútala como una fruta.
El principio al principio se parece a la Soledad y sus Bártulos, pero eso no dura tanto como pensábamos.
Tenemos que saber conectar con este bosque.
Los SoloS siempre se preguntan: "¿qué tengo?"
Y quizás desde el "qué tengo" podemos ascender hacia el cielo.

Tengo una bandada de pájaros en la cabeza y una noria en el estómago,
tengo alas en los pies, y metáforas en los dedos. 
Tengo el corazón deshaciéndose dentro como un caramelo de menta, 
tengo un montón de palabras a punto de florecerme en la boca, 
tengo una ducha del cielo sobre el sombrero aventurero de copa, 
tengo la sensación de estar jugando sin ropa, 
tengo la risa irónica de un ser ilusionado en la lengua,
tengo la mirada, buah, ¡estrábica!
tengo todo lo que puedo contemplar.

Tengo lo que respiro y lo que toco,
tengo el susurro del viento en el oído y en el coco,
tengo la luna en el lago y en el cielo,
tengo la luna en el mar, y detrás de las bambalinas
de un bosque,
tengo la luna en la ventana
que se la dejó el ladrón
en una ocasión de cuento chino.

Tengo el sol, que saldrá mañana del abismo. 
Tengo los caminos que escojo recorrer,
tengo los paseos que me pasean,
tengo las conversaciones que me conversan
- genuinamente-
tengo sueños metidos por dentro.
En este mismo centro,
tengo un laúd latiendo.

Tengo en el cuerpo la primavera de los cerezos, 
y el mantra de la satisfacción de Dionisos 
y el don de la ebriedad...y, ¡sí, también tengo el vicio!
tengo, a veces, un poco de miedo,
y el vértigo de encontrarme a un dragón o un Minotauro 
o a uno de los jabalíes del bosque: así, enormes.


El miedo, sin duda, me acelera el corazón.
Tengo confianza en la acción y en la creatividad.
Y ese corazón se traga el miedo.

Tengo la sensación de levitar. 
Tengo una colección de conchas enorme,
que he guardado a lo largo
de todas las playas del mundo. 

¿Tengo? ¿Qué tengo?
Tengo el amor como una idea pura, arrebatada del Olimpo por los Nuevos Prometeos. 

Sé que me muevo dentro de un cuento
que ahora mismo nos podemos inventar. 

¡Abracadabra!
¡Ábrete Sésamo!

El sentido del humor se me ha disparado.
Tengo... ¡un juego de dardos!
Juego contigo a la fiesta de la vida.
Juego sintigo a la fiesta de la vida.

El éxtasis se parece a la inspiración, se parece a una ración de poesía, se parece a convertirme en poema, se parece a crear un Pasaporte Poético e incitar irresistiblemente a todos los pasajeros de este mundo a que se suban al Carro de Apolo.

El éxtasis es encontrarte, por azar, dentro de un solar de las afueras de la urbe, después de haberle dado a Jodorowsky un poemario llamado "Cómo convertirse en poema".

El éxtasis se parece a nadar dentro de un diamante y encontrarte en menos de un minuto con la mirada de un dios que te observa a través de un cuerpo lleno de belleza, de un paisaje con lunas extraterrestres y árboles que recortan el cielo.

El éxtasis es como recorrer contigo un laberinto, que es a la vez un jardín y un circo exquisito y,  después de separarnos, encontrarnos otra vez como por arte de magia para decidir juntos cómo intentar salir mientras bailamos, por el camino.

El éxtasis es como colgar una hamaca de un árbol y pensar en el Maya Sutra.

El éxtasis se parece a cenar en voluptuosa compañía con el cuerno de la abundancia de la naturaleza.

El éxtasis...
Soy torpe aún para hablar del éxtasis.
Por eso, tendremos que colarnos en los parques cerrados,
por eso, tendremos que sentir el vértigo de los minotauros,
por eso, tendremos que dormir colgados del techo de un bosque,
por eso, tendremos que seguir imaginando rutas
y resolver los laberintos más complicados y bellos
para saber que somos héroes, y que el amor es invencible.

Te miro y se me dispara la épica, que se fusiona con la lírica,
el fuego me devora.

Después, regreso a mi jardín. Allí, mientras veo respirar las flores,
pienso en lo bellos que son también los templos y las catedrales,
los parques y los laberintos, esos locus amoenus en dónde se desarrollaban
Bucólicas historias de seres que, como nosotros, se imaginan que se han enamorado.

El éxtasis es como imaginar que te has enamorado.

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