martes, 11 de agosto de 2020

La identidad de la coleccionista de secretos

Por la noche, desperté en medio del sofocante calor del agosto barcelonés. 

Mi energía vital estaba siendo absorbida por un gigante con cabeza de can que estaba justo en el centro de mi habitación. 

Me desnudé. Salí del cuarto. Fui a beber agua. Uncí el cuerpo con aceite de coco. Bailé un poco a oscuras. 

Regresé a la habitación en la que estaba el ser. Allí, en el centro, puse el ventilador. Poco a poco, volví a refrescarme. Me olvidé del ser.


¿Quién era ese ser cuya presencia me debilitaba?

Al principio, pensé si acaso mi inconsciente lo había invocado. Parecía uno de esos demonios que el ego llama en secreto. 

Recordé  a Lovecraft y a los demonios cara-perro. 

Después, dado que estaba meditando el concepto de la Justicia, pensé que quizá fuera Anubis, el dios de la Muerte, que a todos iguala en el despertar de este sueño. 


Sea como fuere, con este sueño del gigante con cabeza canina en mente voy a procurar describir quién soy. Una conciencia interpretada por el universo. 

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