lunes, 24 de noviembre de 2008

El secreto del dinamismo

Ayer le pregunté a un hombre que nunca se queja, que siempre hace y deshace con una sonrisa eterna en la cara, de dónde sacaba la energía, por qué nunca estaba cansado.

Me respondió:

- Es muy sencillo. Yo tengo claro que lo que quiero hacer es escribir, entonces me saco todas las obligaciones de encima para poder hacerlo con satisfacción.

Y luego, como Da Vinci:

- Es más, para ser eficaz intelectualmente, a veces se me impone trabajar con las manos.

Ajá, el secreto del descanso es cambiar de tarea. ¿Por qué nunca me acuerdo si ya lo sabía? De todos modos, yo quiero un congelador de tiempo para dormir un poco más a menudo. Para escribir sin interrupciones mi novela. Para pintar. Para crear como si no existiera nada más en el mundo.

No, eso no es egoísmo. Eso es construir un templo dentro de la soledad.

¡Ánimo, quejumbrosos cansados del planeta! ¡Tened claro lo que deseáis y tendréis una fuente inagotable de vitalidad, dinamismo y salud!
Entonces, digo: no se puede escribir si no se vive sin escribir. Menuda paradoja.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por eso voy a empezar a meditar, a perfeccionar mis habilidades culinarias y a ponerme más a fondo con el tantra tibetano. A veces es necesario acallar la mente para escuchar al corazón. Sólo entonces las parabras brotarán solas, enérgicas, puras.

Myriam M dijo...

Gracias Maga, el texto me viene como anillo al dedo

Anónimo dijo...

Buenas maga despitada, bueno el texto. Me recuerda lo que contaba un gran escritor a propósito de los talleres literarios que debía d ehacer para ganarse la vida. La mayoría de los alumnos eran escritores de domingo por la tarde, gente con buenos trabajos, que podía pagar las elevadas mensualidades, y sabes? siempre se quejaban de que no tenían tiempo para leer, por eso no conocían ninguno de los títulos que el escritor- profesor proponía. No había tiempo para leer a García Màrquez, ni a Perec, ni a Vila-Matas ni a Margarit. Apenas unos poemas de Martí i Pol, tres cosas del padre Verdaguer, y lugares comunes en torno a García Lorca y Neruda, ese era el bagaje literario de quienes deseaban ser "grandes escritores":
"Joder", dijo el profesor-escritor, "el día para mí también tiene 24 horas, sólo que yo las empleo de maneras diferentes; Yo no tengo idea de las últimas ofertas del corte inglés, ignoro de qué van las seriales de la tele, y ni siquiera tengo carnet de conducir..."

Pues sí, hay que pagar un precio por la literatura...

besos y abrazos

El Llop Ferotge