Los hallazgos literarios suceden por azar, aunque a veces la fe en su existencia es importante para verlos. Uno debe estar un poco más atento o concentrado de lo normal, en un estado contemplativo, para que las imponentes señales del exterior no pasen desapercibidas. Mientras uno fluye en la búsqueda, siente la emoción de imaginarse el tesoro y, si lo hace con terquedad, el diamante saltará de la piedra antes de lo esperado. A pesar de todo, nuestro cerebro está a oscuras. Vemos por dos ridículos orificios. La imaginación debe completar la información que nos llega tan atenuada a través de los sentidos.
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2 comentarios:
Mucha razón tienes, Maga. Estamos ciegos de remate, por eso la intuición puede salvarnos la vida.
Eres una auténtica cazatesoros y lo sabes. A veces un tesoro está delante de la vista de todo el mundo.
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