miércoles, 25 de febrero de 2009

Vida laboral


Casi siempre yo te llamaba, y tú venías.
Yo te buscaba, cuando dolía vivir un poco.

Al amanecer tú en mi visión,
surgías de un ángulo de la tierra,
y la vieja incertidumbre,
esa desdentada solterona,
reía a carcajada limpia.

Pero hoy no vienes.
Estás metido en la jaula del trabajo
y yo he de ir a pagar el alquiler.

martes, 24 de febrero de 2009

Viaje al fin del amor

[Conversación entre dos camioneros en un bar de carretera]


- ¡Ay mi pobre y santa esposa! ¡Si ella supiera que he mirado el culo de esta camarera con la lascivia de un caballo en celo! Pero no puedo evitarlo, últimamente necesito que una rubia despampanante me mire fijamente a los ojos y me diga que me quiere, y que se iría conmigo al fin del mundo.

- No te preocupes, que a mí me pasa lo mismo. Aunque creo que es normal que suceda. Porque una relación estable anclada en rutinas y deberes compartidos es el suicidio del amor. Y la pareja, en ese caso, tiene una clara desventaja: se la conoce hasta el fondo. No hay sorpresa. Es como la primera Eva: uno le ha visto los huesos, los tendones y la cuenca de los ojos sin párpados.

- Bueno, pero eso tendría que unir un poco más, ¿no?

- No creo. El cariño del roce no es lo mismo que el amor.

- No entiendo por qué las parejas se van a vivir juntas. Lo único que consiguen de ese modo es tragarse la mierda del otro, aguantarse cansados, gritarse, perder el apetito sexual, privarse de la libertad y autonomía del espacio propio y crear tensiones por la limpieza doméstica. En cambio, si no vives con esa persona, quizá la ves un par de horas al día, y son los instantes más maravillosos de la jornada: evasión, descompresión, seducción y magia.

- Entonces, como vivir con tu pareja no te descomprime, te encuentras con la necesidad de salir un par de horas a pasear, para desconectar un poco de la agobiante rutina. Y, quizás, tal vez conoces en el bar de turno a alguien que te transporta lejos de la pesadilla de la acumulación de polvo y cansancio.

- ¿Sabes? Yo a veces pienso que me apetecería conocer a alguien, perder los papeles y enamorarme hasta la médula, sin poderlo evitar, con todo el dolor y riesgo que esto conlleva. Conjurar un amor maduro y desapegado, pero con imantación eléctrica y sexo desbocado. Redescubrirme nuevo en otros ojos, como si aún no hubiera nacido. Abrir un nuevo sendero en la piel, besar a alguien opuesto a mi esposa y tener miedo y desearlo. Somos humanos y lo comprendemos.Pero qué difícil es decirlo en voz alta.

- Sí, y si no lo dijéramos en este bar de carretera, no lo habríamos dicho en ninguna otra parte.

- Las relaciones amorosas no tendrían por qué ser tan intolerantes con el amor hacia otros. ¿Hay que poner un tope? A lo mejor uno se traiciona a sí mismo cuando no se deja llevar por esas corrientes magnéticas de gozo y encantamiento que podrían justificar una vida entera.

- La próxima vez, no le digas nada y llévatela a la cama. No hace falta ni que te pellizques. Más vale condenarse que arrepentirse.

lunes, 23 de febrero de 2009

Holbein mató a Cristo antes de que Nietzsche asesinara a Dios


El Cristo muerto de Holbein, 1522.


Julia Kristeva, en Soleil Noir, dedica todo un capítulo a la impresión que ha producido este retablo de Holbein a lo largo de la historia. El protagonista del Idiota de Dostoievsky exclamaba:

- ¡Este cuadro...!¡Este cuadro...! ¿Pero tú sabes que, mirándolo, un creyente puede perder la fe?

Aquí Cristo aparece como un cadáver desprovisto de los rasgos ennoblecedores del mártir. Es un difunto cualquiera, digno de una lección de anatomía. Su cuerpo llagado, esquelético, casi hiede a la vista. Soledad, silencio y horizontalidad. No hay siquiera una mujer sosteniéndolo en brazos: no goza ni de esa gloria postrera. El descenso de la cruz es así de crudo.


Ese cuerpo sin vida está completamente muerto. Parece una funda. Nadie se imagina que este pedazo de carne pueda resucitar.

domingo, 22 de febrero de 2009

Encrucijada


- No sé qué decir. Cuando las dudas siembran perdiciones, uno acamparía en la encrucijada del camino, vería la bandada de los ciento volando y la dejaría emigrar a tierras cálidas, cantaría canciones en voz alta para entretener el hambre y, por la noche, miraría el cielo acribillado de balas y se abandonaría al sueño ligero de un mundo armónico sin disyuntiva posible.
- ¿Y por qué no caminas campo a través? Allá a lo lejos se ve la sombra de un árbol bajo la que leer y escribir versos.

jueves, 19 de febrero de 2009

Alejandro Duque, otro de la tribu


[Jeremy Mayer]




RUBAIYAT

Haya cielo
o infierno, nadie
elige. Duerme tranquilo
el día
indiferente.
También
la puerta a la otra vida
te la abrirá el azar.

De "Donde rompe la noche"
Visor, 1994, Madrid


HABITACIONES "HOLOFERNES"

A estas alcobas de velada luz y lechos clandestinos,
de la mañana hasta la demacrada madrugada
las parejas acuden.
Imantados de su desnudo hermoso
los cuerpos ruedan, se suceden
entre rojos muarés y tabiques de espejos que regalan miradas, roces, formas.
Suben las escaleras
con un silencio de complicidad y alborozo,
la húmeda hoguera del deseo en los ojos
y aún la llama peor: la del remordimiento.
Saben, tácitamente lo consaben,
que aquellas escaleras de discreta penumbra conducen a la gloria,
pero que luego bajan
al infierno. Siempre la vida tasa
con severa medida, y al goce sigue
el lento sufrimiento, al triunfo la aridez,
y las lágrimas matan la luciérnaga blanca de una boca que ríe.
Nada está escrito,
pero todo se cumple:
el precio de la felicidad
es la desdicha.
Ellos se juran, se prometen
ante el sagrado libro de sus cuerpos,
y en el estrecho nudo que los desengendra para siempre
se dan una guirnalda de placer fugitivo.
Una noche de amor
y otra larga, insondable, de olvido.

De "Sueño en el fuego"

Renacimiento, 1989, Sevilla



Nosotros, que nunca nos hemos leído el rostro.Libros acolchados bajo el brazo, airbags de aquellas conciencias que sólo habían habitado el Nunca.

lunes, 16 de febrero de 2009

domingo, 15 de febrero de 2009

Las vidas del gato


[Ángel Cajal]

- ¿La curiosidad mató al gato?

- No. El gato estaba tedioso. Pero continuó viviendo por curiosidad.

- Quizá por eso tienen siete vidas.

sábado, 14 de febrero de 2009

El mendigo de respuestas

Era una noche irreal. Faltaban cinco minutos para la llegada del próximo metro. No había nadie más en la estación. Pensé que era un buen momento para abrir la Moleskine y apuntar algunas ideas aisladas, como instalar un organillo en una bicicleta, cuya música se ejecutase al pedalear. Andaba yo en estas estúpidas ensoñaciones -que la mayoría de veces se pierden en esa niebla de la inviabilidad- cuando, de golpe, me di cuenta de que había un hombre harapiento y borracho sentado a mi lado. Su mirada interrogante no dudó en asaltarme.
- ¿Por qué hemos aterrizado en este mundo sin manual de instrucciones?
- No lo sé. Lo que está claro es que de algún modo ya tenemos el software instalado.
- ¿Pero nunca has pensado si existieron vidas anteriores?¿Y por qué no las recordamos?
- ¡Si a duras penas recordamos qué comimos ayer!
- ¿Y dónde se fueron mis viejos cuando se murieron?¿Por qué mis sueños me avisaron de que morirían?¿Y por qué me enamoré de aquella mujer pelirroja, que vivía en mi misma ciudad y hablaba el mismo idioma, si las almas gemelas pueden estar en la otra punta del mundo, en otro hemisferio, y hablan swajili o tienen veinte años menos?¿Por qué me dejó por mi mejor amigo cuando teníamos dos hijos maravillosos?¿Por qué me deprimí tanto que dejé el trabajo de delineante con el que me ganaba muy bien la vida?¿Por qué estuve llorando hasta que todos perdieron la paciencia?¿Por qué abandoné nuestra casa, dije adiós a mis niños y me puse a vagar por las calles?¿Por qué acabé exhibiendo mi miseria y arrancando la asquerosa compasión de todo el mundo? ¿Por qué...?
En ese momento, llegaba el metro. Llevé la mano al bolsillo y busqué una sucia moneda con la que callarle.

viernes, 13 de febrero de 2009

El rapto de la Melancolía


Munch, Melancolía (1894-1895)


La Melancolía puede asaltarnos de golpe. Un día te sorprendes con la mirada perdida, el contexto se vuelve borroso. Las formas se desenfocan. Entonces, aparece ese forastero con gabardina negra hasta los tobillos y mitones de cuero. Se sienta en la silla vacía que tienes al lado, y te dice:


- No sabes lo que te pasa.


- A lo mejor estoy cansada.


- No, no es eso.


- Es verdad, no es eso. No estoy cansada. Quizá he soñado demasiado y la realidad no se corresponde.


- No creo. La realidad te ha demostrado con creces que tú eres quien le pone los límites. Si tú escarbas, ella se deja. Ella hizo un pacto contigo, y un día te reveló el secreto de su simetría.


- Exacto. ¿Y por qué tengo esta tristeza enganchada en los huesos?


- A veces, la poesía de las cosas puede ponerte triste. La belleza pone triste porque es tremendamente frágil.

jueves, 12 de febrero de 2009

Nana a Hitler


[Por ahi me piden unos locos que componga un tema para su grupo de punk-rock-experimental. Dicen que puedo cantar-recitar. Umm, el viernes tengo un emocionante ensayo. Me muero de ganas de delirar sobre palabras, deshacerme con un micro, perder el sentido en la catarsis. ¿Véis? Eso me pasa por dejar de fumar... Necesito descargar un poco, jejejejeje.]


Usted puede ulcerar las tardes con su tedio
Usted dirá a los cataclismos “no hay remedio”
Usted mascará discursos bajo su bigote
Usted machacará sin yunkes al Coyote


Usted deprimirá las órbitas lunares
Usted deshará las olas de los mares
Usted detendrá las corrientes de los ríos
Usted hará sangrar el libre albedrío


Usted escarbará en la frente de los locos
Usted limitará Alemania con el Congo
Usted, papel carbón, genocida de la historia,
Usted será el alzhéimer que mata la memoria


Usted detonará sueños inalienables
Usted bailará en la hora punta de los martes
Usted hará jabón con el dolor del miserable
Usted será un cabrón, y yo, su puta madre

miércoles, 11 de febrero de 2009

Un mundo de cartón







El futuro del arte está en el uso de materiales...






...reciclados.









Véase el artista marroquí RACHID EL MUDÉN, que fabrica muebles con cartones que recoge de la basura.

La idea, sin embargo, no es nueva. Chris Gilmour alza un reino nuevo sólo de cartón y pegamento. De su parte, vienen las obras hiperrealistas de allá arriba.
La Maga Despistada diseña un libro de poemas. Sentimientos reciclados sobre cartones reciclados.
PD: ¿Alguien puede hacerme una máquina de escribir de cartón?

martes, 10 de febrero de 2009

Desaprender




[Blanco sobre blanco, de Kasimir Malevich]

¡DESAPRENDER!


Un vaso que está lleno, ya no puede llenarse de nada. Hay que vaciarse.


La primera vez que me crucé con esta palabra, se había posado en los labios de un hombre-flechazo. Fue hace años. No volví a ser la misma. Sentí cierto alivio. Al fin podía despojarme de los dogmas del camino, de los titulares de periódico, de los miedos escénicos, de la sumisión ante la autoridad desautorizada, del novio al que ya no quería y de los tics de la autista comelibros. Al fin, podía olvidar mi nombre y pasear por la calle como una atónita expresidiaria puesta en libertad. El pasado dejaba de lastrarme y predecirme. Podía detenerme a mirar y empezar una vida nueva. Por aquel entonces, estaba al borde de la veintena, y la manera de reinventarme fue dejar de ser la chica tímida que vive en su mundo imaginario. La vida se me planteó como un juego de rol interesantísimo. Me creé un personaje de cómic y me moví por todas partes conforme a lo que había deseado ser: una poetisa aventurera, intelectual pero algo macarra, sensible y dura, capaz de ayudar a los más desgraciados mostrándoles una de las drogas más baratas del ser humano: el arte y sus horizontes. Una guerrera inspiratriz. Bien, la imaginación no tiene por qué tener límites.

Pienso con cariño en esos años de florecimiento intelectual, en los que uno se atreve a pensar por sí mismo. Como dice Nach, el poeta rapero, los dos maestros fundamentales son Señor Libro y Señor Calle. Hay que enseñar calle a los que no salen del libro, y enseñar libro a los que no salen de la calle. Es la homeostasis perfecta.


Sidharta Gautama (alias Buda -curioso nickname-) dijo una vez que el conocimiento es como una barca que te ayuda a cruzar el río y llegar a la otra orilla. Tras conseguir el objetivo, sería absurdo seguir arrastrando esa barca, cargarla en la espalda. Para ir por el monte, una barca es un estorbo. Para ir por el monte, unas buenas botas o una mountainbike. Lo que todos los budistas repiten hasta la taladrante saciedad: hay de saber dejar ir, practicar el desapego.

El mismo concepto aparece en un libro que he leído recientemente del Punset, El viaje a la felicidad. Al parecer, desaprender es algo indispensable para ser feliz. Si acumuláramos toda la información que nos llega hasta el fin de los días, seríamos masas deformes al borde de la locura. Nuestro cerebro, por eso, cada noche desaprende por su cuenta, sin pedirnos permiso. Y tiene un filtro antispam. Por eso las rutinas de años pueden condensarse en un sólo día de recuerdos. Por eso recordamos el segundo mágico en el que conocimos un alma gemela, ingerimos una droga chamánica, concebimos un proyecto que nos satisfacía o asomó la cabecita de un reciénllegado por un lugar aparentemente tan estrecho como la mirilla de una puerta.

Todo el año es carnaval. La vida tiene un armario lleno de disfraces. Hoy escoges la peluca afro, mañana la gabardina negra hasta el suelo; pasado, las botas de suela gastada. Hoy dices me quedo encerrada en casa, enciendo una vela y miro al techo soñando despierta. Mañana sales y pillas el metro, y charlas con alguien que te mira con curiosidad. Pasado, decides probar algo que nunca has imaginado. Y otro día estás cabreada, y tirarías huevos en las ventanas de las casas de Sarrià. Y otro, eres una gran altruista: decides preparar una fiesta e invitar a todos los mendigos de la zona, a todos los yonkis de San Roque, a todos los que han perdido la esperanza y viven en infiernos portátiles.

En el Banquete, dice Platón que el Amor es hijo de la Pobreza y el Recurso. Si el vaso está medio vacío, quizá mejor vaciarlo del todo. Y entonces, mira: puede contener vino, o cerveza, o poleo menta para las anginas, o conchas recién recogidas de la playa, o... (?)

Un besote a todos ;)

lunes, 9 de febrero de 2009

Cartas que no llegaron...



[Imagen gráfico acertijo]

Durante años, una de mis aficiones ha sido escribir cartas anónimas a personas que me parecían interesantes. Hoy he pensado que sería bonito reproducir algo que escribí hace seis años. Recién cumplida la segunda década. Una carta a Jordi Llovet. Quizá algún día le dé por buscarse en el oráculo Google y se sorprenda. Sea como fuere, le deseo lo mejor. Al parecer, se jubiló el año pasado.



Estimado señor Jordi Llovet:

He consagrado esta tarde a la tarea de ordenar los papeles de mi leonera. Para mi sorpresa, he encontrado una carta que le escribí hace un par de años, cuando asistía a sus, digamos, “originales”[1] clases de Teoría de la Literatura. Una carta que, por cierto, no llegué a enviarle. Seguramente, fue por culpa de la timidez del principiante, esa timidez propia de los adolescentes llorones y afectados que todavía no han aprendido lo esencial sobre la teatralidad del mundo y la utilísima herramienta de la ironía distanciadora. De todos modos, hoy, que ya soy mayor de edad – con mis dos décadas recién cumplidas-, me temo que ya he perdido la que, según Don Juan Manuel, es la mayor virtud del ser humano (tal y como reza el último enxiemplo de El Conde Lucanor): la vergüença.[2] Lo cierto es que me he quitado un gran peso de encima. ( No se puede ni imaginar lo que duele ser virtuoso.)

Debo confesar que por aquel entonces – me remonto a sus clases de primero- yo era una de esas personitas ingenuas y entusiastas que empiezan la carrera con vértigo y se leen todos los libros del temario durante la primera semana de clase. Hoy, lamentablemente, he perdido aquel fanatismo primigenio - sintomático del novato cursi y letraherido- y, con él, la primera inocencia. (Quién sabe: a veces uno amanece con todo el dolor en el pijama; a veces uno queda ultrajado por factores aleatorios como la muerte de los allegados, la ruina económica, el exceso de lecturas ( la de Emil Cioran, entre ellas – ese rumano hipócrita, aguafiestas y adorable que inventó Fernando Savater - [3]) y una cierta tendencia maniaco-depresiva..[4]. ). En fin:

Le transcribo la carta que le escribí hace dos años:


Ayer, durante su clase, me sentí nadie, sin ninguno de los talentos que requieren los currículos: no domino ningún idioma, apenas chapurreo el inglés que me enseñaron en el instituto; no sé hacer vibrar ningún instrumento aparte de la flauta dulce (que enseñan a tocar en el colegio); ni siquiera tengo facultades atléticas, nada, nada que pueda verse a simple vista. Como mucho tengo buenas cuerdas vocales, me acuerdo de lo que sueño y escribo de vez en cuando por necesidad (no podría esperar a los ochenta años, el muro del papel sustituye al del manicomio). Pero sé que nada de esto es importante: los títulos, la fama, la admiración; todo muere, ningún hombre puede dormir con las medallas colgadas: nos damos un golpe en la cabeza y olvidamos…No, no es eso. Usted me cautiva porque no alberga un ritmo monótono, y se exalta, y nos canta algo que parece sincero, sentido. No puedo jurarle que no nos miente (a veces creo percibir que se ríe de nuestra inexperiencia), pero hasta el concepto de verdad no tiene validez en sus clases. Prueba de ello es que el señor Víctor, un anciano venerable que asistió a sus primeras clases, a pesar de que tenía dificultades para entender el catalán, en una ocasión me confesó que le gustaba escucharle. A veces me dice:

- Sonaba bien. Arrancaba la risa a sus alumnos.

En el mundo hay millones de personas con memoria. Es relativamente fácil acumular datos en el hipocampo; de hecho, conozco a profesores muy bien preparados, perfectamente dotados para traspasarnos la información que podemos encontrar en el prólogo de cualquier libro. Pero usted va más allá: nos agita las cabezas, que a veces nos duelen por el impacto; después, nos recomienda la medicina de los clásicos.

Sigo al pie de la letra todos sus consejos. Llevo conmigo una libreta como la de Joyce, y me lo paso muy bien retratando el mundo entre sus páginas. En su portada escribí:

Ars urbis
(Universo en los bolsillos)
- Sólo ideas titánicas-

[Quizá dentro de un tiempo deje de escribir. Quién sabe. Quizá un día deje de concebir esta actividad como un placer íntimo, como un juego ingenuo y sin repercusiones. Tal vez un día me torture con la idea de que escribiendo me convierto en un fantoche egocéntrico, en un bufón divino. Y quizá entonces opte por la vía de la pasividad burguesa: seré nadie, otra culosillista cualquiera que consume libros y CD’s hasta que se muere...]

Estoy de acuerdo con usted cuando dice que la soberbia y la pedantería son los peores defectos de un filólogo. A veces pienso: “Oh, ¡por Zeus!
[5] ¿Puede ser que todavía busque la verdad en los libros? ¿Es posible que aspire a vivir a través de las vidas que leo? ¡Y a ellos les miento con un laberinto retórico de terminología latinosa! ”

Usted lo dijo: para quien tiene los ojos muy abiertos hay encinas en la plaza Cataluña y no simples árboles. (De todos modos, le cito de memoria, y tendría que comprobarlo).

Bien, esto es todo. No le he transcrito la fórmula de despedida. De aquí a otro par de años, seguramente me encontraré este archivo y entonces, quizá, me pase por su despacho para charlar sobre mil cosas. Sepa usted que, entre el friso de rostros zombies-estudiantiles que invaden asiduamente la universidad, hay alguien que se entrena secretamente para conseguir una entrevista digna con usted, una de esas conversaciones que surgen por azar, con toda la naturalidad del mundo. Algo para recordar.


Atentamente,
Una estudiante.
Barcelona, 3 de marzo de 2003.

PD: Cuídese. Y, si no le parece impertinente... formularé un consejo desinteresado: ESCRIBA UNA NOVELA. ¡Dicen que Jordi Llovet es un “preferiría no hacerlo” de la escritura de creación!¿Acaso no ha pensado que un libro suyo podría salvar la vida de alguien? Imaginemos, por ejemplo, a un sujeto x que, absorto en las páginas de su obra, pierde un tren con sino aciago. ¡”Preferiría no hacerlo”! Es una expresión bella e inútil. Hoy en día, demasiado extendida, nada original, completamente televisiva y pertinente (al revés que en los tiempos de Melville). ¿No cree que ha llegado el momento de rebelarse ante semejante etiqueta?¿Por qué no lo intenta? ¿Por qué no se entrena para tener una charla de igual a igual con Ellos, nuestros dioses penates de la literatura? Yo le leería. Yo le leería en el andén de una estación lejana. Yo le leería y perdería el tren con sino aciago.
[1] ¿Puedo plagiar la propaganda gaudiniana? Utilizo “original” en su doble sentido.
[2] La perdí el día en el que descubrí mi mortalidad y mi ateísmo. Un ateísmo místico, sin embargo.
[3] Seguramente no recordará que usted me presentó a Fernando Savater el año pasado. Fue un gran detalle.
[4] Me reconocí en los síntomas que anunciaba un número de la revista semanal de El País: los bipolares son vulnerables, perfeccionistas y un poquitín ilusos... Me consoló leer que Samuel Beckett era así.
[5] Probablemente pensé que quedaba bien el vocativo.

sábado, 7 de febrero de 2009

Después del colorín colorado...


[A Tulia Guisado, por los finales]



Érase una vez, Blancanieves con la cara llena de arrugas, los dientes amarillentos y torcidos, los pómulos torturados por el sol y el frío. Una Blancanieves, en fin, para la que los años no pasaban en balde. La bonanza de la vida en palacio comportó unos kilos de más en las cartucheras, una barriga fláccida y poco sensual, unos pechos caídos hasta el ombligo. A veces se paseaba por delante de aquel Espejo que la había llamado la más hermosa del Reino y, con una nostalgia indescriptible, le preguntaba:

- Espejo, espejito... ¿Quién es la mujer más hermosa de estas tierras?

El Espejo Mágico, confeccionado años atrás por el célebre nigromante Cornelio Agrippa (y que actualmente se conserva en el British Museum de Londres), no sabía cómo evadir su ira, y respondía con recato y respeto:

- Lo siento mucho, mi señora. Fuiste la dama más bella del Reino, sin duda, pero tus negros cabellos ahora son blancos, pese a los tintes, y se marchitaron las rosas de tus mejillas. Tu rostro es un erial. El tiempo devora la belleza de los cuerpos. Ahora, la dama más hermosa es la hija del leñador, sí, el que años atrás te salvó la vida. Sus cabellos son dorados como el sol y su sonrisa es capaz de deslumbrar a un ejército.

La Reina estalló de rabia, cubrió el Espejo Mágico de brea negra y, sin dejar de maldecir, decidió no consultarle nunca más ninguna cosa.


Blancanieves no había sabido envejecer. Por si fuera poco, el que antaño había sido un apuesto Príncipe Azul, ahora era un Rey de Nariz Roja alcoholizado, que roncaba en el lecho, tenía una barriga ominosa y apetecía de las curvas de las criadas más jóvenes, lozanas y primaverales. La cornudería de la Reina era ya comidilla de la Corte, y su honor mancillado era conversación habitual en los corrillos de la nobleza, que interrumpían sus chanzas e ironías cuando ella, con semblante neurótico y depresivo, tosía para hacer notar su presencia.


Una noche, después de una discusión conyugal, Blancanieves no pudo más y se escapó al bosque, donde se encontró con un mendigo enfermo que años atrás había sido el leñador que le había salvado la vida.


- ¡Mi Reina! ¡Después de tantos años...!¡Mira cómo he acabado! Cuando mis manos dejaron de soportar el hacha, tuve que recorrer este Reino vestido de harapos y sobrevivir de la caridad y la limosna. ¡Qué desagradecida has sido conmigo! ¡Te olvidaste de mí en cuanto te coronaron! Suerte de mi hija, que me cuida y hace que mi desdichada vejez sea todavía soportable...

Blancanieves le miró con un odio indescriptible.

- ¿Por qué me salvaste la vida y mataste a aquella gacela? ¿Por qué me condenaste a la vanidad y la fláccida vida palaciega? Yo era feliz cantando canciones mientras lavaba la ropa en el río, y no vivía en el ocioso tedio de la Corte. ¡Te voy a...!

Blancanieves estaba tan enfadada que pensó en estrangularlo allí mismo. Sin embargo, por ventura del leñador, se allegó una radiante jovenzuela, su hija. Era en verdad una moza muy atractiva, de talle esbelto, cuello largo y pómulos rosados, que miró con desdén a la Reina, y le dijo:

- ¡Vieja bruja!

Blancanieves se fue llorando y, asustada, se adentró más y más en el bosque, hasta que se encontró una choza semiderruida que, años atrás, había sido aquella ufana casita de los siete enanitos. Sólo vio a uno de ellos, sentado con un cayado en la puerta. Era Mudito, el menor de todos ellos. En cuanto la vio, intentó escapar, pero no le dio tiempo. Blancanieves aprovechó la ocasión para preguntarle qué había sido de sus compañeros. Mudito le respondió por señas que todos habían muerto hacía años, porque trabajar en la mina era algo insalubre, se respiraban muchos gases tóxicos y la esperanza de vida se acortaba considerablemente. Mudito le dio a entender que él había dejado ese trabajo y que, gracias a la hija del leñador, que cada día le traía una ración de caldo, había podido sobrevivir. Mudito había prosperado muchísimo con el lenguaje de signos y, aunque Blancanieves no captó ni la mitad de lo que le explicaba, se expresaba de maravilla sin decir una sola palabra.


La Reina, envidiosa de las virtudes de la hija del leñador, decidió apaciguar su frustración a costa del sufrimiento de aquel ser indefenso. Como hacía tiempo que no tenía relaciones sexuales, pensó maléficamente cómo podría camelarse al enano que, en todo caso, no gritaría para pedir socorro.

- Qué mono, Mudito.- dijo Blancanieves.- Ya casi ni me acordaba de lo gracioso y simpático que eres. Recuerdo que yo te gustaba un poco antes, ¿verdad?

El enano cogió el cayado e intentó huir, pero ella le derribó de una patada. Cuando Mudito estaba en el suelo, se sentó sobre su cabeza y le dijo:

- ¿Siempre has tenido fantasías conmigo, verdad? ¡Ahora es tu oportunidad!

Al pobre enano le habría gustado mucho más gozar de la hija del leñador, pero si cerraba los ojos podía imaginarse que Blancanieves era aquella moza risueña de años atrás, y eso también le llenaba de placer.

***

Poco más se sabe de la historia de Blancanieves. Las malas lenguas decían que se había ennoviado con aquel enano, que ahora volvía a cantar mientras lavaba la ropa y que, una vez, por eso, había tenido una pelea con la hija del leñador y le habían saltado dos dientes.


El Rey de Nariz Roja continuó flirteando con las mujeres más bellas del reino, por algo tenía derecho de pernada. Retiró la brea del Espejo Mágico, que le ayudaba a localizar a las damas más apetecibles y así saciar su lujuria.

El leñador, por cierto, murió pronto.

(En realidad, todos los personajes de esta historia mueren al final, se convierten en calaveras putrefactas y los gusanos se montan un festín sobre sus tumbas. Pero el lector prefiere no mirar de cara esta verdad inexorable, así que lo obviaremos entre estos dos paréntesis.)

Y colorín colorado...

miércoles, 4 de febrero de 2009

Fumar es poco creativo



[Magritte]


Pocos argumentos sirven a un fumador para que deje de fumar. Hay cierta sorna para con uno mismo cuando, por uno u otro motivo, se dice:




- Uff, tendría que dejarlo.




El fumador llega a autoengañarse pensando que el mundo está dividido en dos, los enrollados autodestructivos con los que puedes charlar tranquilamente sobre la metafísica de la existencia con un pitillo en la mano y los moralistas estresados que no fuman y nunca filosofan, pero que luego tienen úlceras de estómago e histerismos varios y se mueren igualmente.




El único argumento convincente para dejar de fumar que he oído en mi vida me lo dio mi madre una vez:




- ¿Sabes? No entiendo por qué fumas. Fumar es poco creativo.




Indudablemente, es más atrayente mordisquear un boli antes de escribir un poema monovocálico. Paliar la ansiedad leyendo un haikú o serenarse tirándose con paracaídas desde lo alto de un helicóptero.

martes, 3 de febrero de 2009

La escritura libera



[Chema Madoz. En la mirilla de este libro-puerta pone la palabra "amigo". Vi esta foto-cuadro en directo con Aurora Ferrer, trotamundosinéditos]

Estoy enseñando a leer y a escribir a la Isabel, una mujer de cincuenta y tres años que tiene cinco hijos y seis nietos. Canta de maravilla y alardea de una memoria prodigiosa (se sabe todos los teléfonos de sus amigos y familiares). Si escribiera su vida sería, seguramente, un éxito de ventas.

En lo que dura tomar un cortado, nos hemos puesto a escribir las palabras que más le gustan. Cuando ha escrito "volar" las dos nos hemos sentido muy eufóricas.

lunes, 2 de febrero de 2009

La suerte, la purpurina, el poliespán


[A Pedro Guerrero, con sol y cariño de la magabunda]


A veces uno tiene miedo a no seguir siendo la hostia para los demás. Los escollos del camino, cómo diría. Cuando uno se habitúa a que en el ascensor le hablen con la misma naturalidad sobre el tiempo y los diazepanes. La tristeza, ese otro tropezón existencial. Los años, que corren como peonzas. El mundo, que a veces parece sostenido sobre cien tortugas gigantescas.


En una de ésas, me dio el ramalazo y llamé a un viejo amigo. No habíamos pasado la itv de la amistad. ¿Estábamos en el desguace?¿La lata oxidada, a merced del arte fluxus? Lo jodido es que había mucho menos bajo el sol. Y algo nuevo. Seres que nos consolidaban como seres responsables de otros seres. Un bebo, por mi parte. Una gata y un ratoncillo inmortal, por la suya.

Me confesó que le daba repelús imaginarse que me pasaría la tarde hablando de pañales y biberones. Pensé que estaba al borde de la vasectomía. Pero, por suerte, sigo rompiendo sus esquemas sin proponérmelo. Yo no tuve la culpa de que apareciera Tete, el Máster en Golfología, con su maná verde. Ese té desbordado de la tetera.


Pero, ya saben, las buenas amistades se conservan en barricas de roble.



***


Intenté explicarle, en términos delicados, que a veces lo insoportable sólo puede pasarse con dosis elevadas de soledad, paseos hacia ningúnlugar, buenos libros. El barbecho. Él lo entendió sobremanera, y entonces me contó un precioso y verosímil cuento, que intentaré reproducir:


- Antes de nacer, los dioses deciden qué cantidad de purpurina, poliespán y suerte toca a cada uno. Tú no has tenido suerte. Es una ventaja y una desventaja. Nadie podrá decir "esa tía tiene suerte".


En verdad, ahora veo que el cuento es bien corto. ¿O era sólo el principio de un cuento? Los amigos son como algunos bares: puntos de fuga en los que confluyen las mitocondrias y los agujeros negros. Vectores del universo.


Las cosas empezaron a irme mejor cuando respondía a los quétal: "lo que depende de mí, bien. Yo me fabrico mi propia suerte."
Y me sigo quedando con la purpurina y el poliespán de los suertudos hijosdeputa insensibles a los que les tocó la primitiva y no se les murió ningún pariente antes de los noventa y cinco. [finalabrupto]