lunes, 19 de agosto de 2013

Alegría en la matriz

Dibujo de Paola Milovic Fabregat, inspiradora, co-creadora de mundos alquímicos.



Alegría en la matriz

Al fin te has descubierto, mujer, tras el abrazo
de un rey sonámbulo. Ha llovido y tu útero
ha supurado la sangre con la que se aman las montañas.
Al fin te has descubierto, mujer, y tu cabellera
salvaje se deshace frente al ocaso del numen;
sientes los gemidos de la tierra
alzándose a través de tu silueta curva,
los consejos del daimon te hacen intuir con sutileza.

Al fin naces y tomas conciencia de tu condición,
eres una inmensa matriz dibujada en tinta china
y todo cuanto contienes puede llamarse autóctono
de ti misma. Sonríes y sabes que la música
de las esferas asciende hasta crear un murmullo.
Tus clavículas huesudas desafían
de espaldas al poniente. Caminas desnuda
en busca del varón que debe adorarte como a una diosa.

Callas. El silencio es el lenguaje universal
del místico. Ese es el murmullo concebido para resbalarte
por la cadera. Te asomas a la ventana
que guillotina al sueño; buscas la ofrenda
del instrumento que imita el sonido de la lluvia.
Y recuerdas. Fumas hachís.  Las hadas te pueblan
los hombros y un mago te jura sidra eterna.
Una espiral de humo te aproxima a Astarté.

Has nacido, al fin, mujer, y se te ha revelado
el secreto: morirás mañana porque ya has descubierto
la belleza.  Has acariciado la hierba verde
de los parques con la mano izquierda temblorosa.
Te has deslizado por el arpón de la duda
hasta el vacío de la no respuesta y, al final,
has sonreído después del llanto:
besas palabras y esculpes pistilos en las letras.

Y ahora, camina hacia la playa. Y ahora,
haz el amor animal y suda y pare con dolor.
Y ahora menstrúa y retuércete ante la sangre densa
que se te escurre lentamente y como lava
en el útero.  Y deshaz tus trenzas, y libera el esperma
de tu amado. El báculo de Moisés te ha partido
en dos, mujer, y ahora deliras  telúricamente:
has nacido y, sin duda, alguien te llama gimiendo.






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