Debe llover, lo exijo. Hasta ahora se acumula
la roña en el estratocúmulo del corazón.
Debe llover, lo exijo. Tragaldabas. No nos dejan
vivir, mierda. Camello del cigarrillo húmedo, vete.
Entonces, yo lloveré. Se inundará el mundo. Durará noches
y noches. Noches. Despertad al cazasueños, decidlo.
Me duele la mandíbula de sonreír llorando. Hacedlo.
El tiempo nos boxea y no nos jodas más, mundo.
Llueve y lava la costra punky. Y no nos jodas más,
mundo. Las historias de los viejos inundan
la antigua plaza de los fracasados. Borrachos
y putones verbeneros deambulan y hacen cenefas
en la calle. Entablan una ficción viscosa
que apuntan los bohemios en sus hipócritas cuadernos .
Yo también escribo en Hoy con instinto fariseo.
Hoy es el interminable Lunes, el Lunes eterno.
Debe llover, lo exijo. Punkys hachisnómanos
rebuscando en la basura los escollos del capitalismo,
con el rostro magullado, románticos quimeristas.
Punkys utópicos de penes enhiestos implorando
sucesivas primaveras. Punkys de padres muertos
mascullando a la noche con cantos tribales y navajas.
El miedo tiene los muslos forrados de medias negras.
Los senos de la luna ulceran la noche.
Los envejecidos maderos eyaculan con la porra
en alto y atizan a los caballos negros de crines multicolores.
Debe llover, sí. Si vas a jodernos, hostia, avísanos primero.
Las historias de los viejos ya no suenan resbalándome.
Hoy es el inevitable lunes, el lunes eterno.
Vuelan las pestañas sobre el granito, absortas
ante lo petrificado. Resaca. Este desgarro pedregoso,
arrebatándonos el hígado. Vuelve lluvia, llueve.
No nos dejan vivir, mierda. No tenemos tiempo
para amar a las sombras que nos desbordaron
cuando la vida aún no rozaba la veintena. Me encierro
en mi calabozo de signos. Me ultraja el aguardiente
de la nada. Una vida folletinesca conspira en mi hombro
para que te escriba, poema cabrón y egoísta:
no me dejas respirar para nacer, me obligas a aguarme
las entrañas. Hoy debe llover: lo exijo: llueve.
la roña en el estratocúmulo del corazón.
Debe llover, lo exijo. Tragaldabas. No nos dejan
vivir, mierda. Camello del cigarrillo húmedo, vete.
Entonces, yo lloveré. Se inundará el mundo. Durará noches
y noches. Noches. Despertad al cazasueños, decidlo.
Me duele la mandíbula de sonreír llorando. Hacedlo.
El tiempo nos boxea y no nos jodas más, mundo.
Llueve y lava la costra punky. Y no nos jodas más,
mundo. Las historias de los viejos inundan
la antigua plaza de los fracasados. Borrachos
y putones verbeneros deambulan y hacen cenefas
en la calle. Entablan una ficción viscosa
que apuntan los bohemios en sus hipócritas cuadernos .
Yo también escribo en Hoy con instinto fariseo.
Hoy es el interminable Lunes, el Lunes eterno.
Debe llover, lo exijo. Punkys hachisnómanos
rebuscando en la basura los escollos del capitalismo,
con el rostro magullado, románticos quimeristas.
Punkys utópicos de penes enhiestos implorando
sucesivas primaveras. Punkys de padres muertos
mascullando a la noche con cantos tribales y navajas.
El miedo tiene los muslos forrados de medias negras.
Los senos de la luna ulceran la noche.
Los envejecidos maderos eyaculan con la porra
en alto y atizan a los caballos negros de crines multicolores.
Debe llover, sí. Si vas a jodernos, hostia, avísanos primero.
Las historias de los viejos ya no suenan resbalándome.
Hoy es el inevitable lunes, el lunes eterno.
Vuelan las pestañas sobre el granito, absortas
ante lo petrificado. Resaca. Este desgarro pedregoso,
arrebatándonos el hígado. Vuelve lluvia, llueve.
No nos dejan vivir, mierda. No tenemos tiempo
para amar a las sombras que nos desbordaron
cuando la vida aún no rozaba la veintena. Me encierro
en mi calabozo de signos. Me ultraja el aguardiente
de la nada. Una vida folletinesca conspira en mi hombro
para que te escriba, poema cabrón y egoísta:
no me dejas respirar para nacer, me obligas a aguarme
las entrañas. Hoy debe llover: lo exijo: llueve.
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