[Foto de miss orquídea, alimentada por vapores de alcoba y riegos ocasionales]
Quién no vendería su alma en el preludio de un Orgasmo.
Quién puede sostener un Zeppelin sin helio en el diafragma.
Quién sobrevivirá sin el aliento del Depredador en la nuca.
Quién se resistirá a una Felatio Universal sigilosa.
Desea la Manzana Roja,
golosa y rezumante como la Peste Bubónica,
farlopa etérea del Tercer Triángulo.
Garantía de Cielo. Pentáculo dandy en la copa de vino.
Eva arde y se masturba con una rama de olivo.
Su gesto endurece el paquete coagulado del Diablo.
Querría estremecerse entre la viscosidad de la escama,
volverse líquida bajo las garras de su violador sangriento.
Ser agua. Meandros de sidra subiéndole por la retina.
Ojos llorando porque anhelan eróticamente a la luna.
Pezones atravesados por estrellas promiscuas de burdel.
Ciega obediencia a una ataraxia paleolítica, madre del proxeneta.
Había estado triste (sí, triste)
porque el Tedio abrumaba los bolsillos.
Había estado (re)triste porque vivía en un Edén sin rastrillos
donde comprar Señales de Tráfico o Clarinetes oxidados..
La cuna del Sueño es la carencia; las folletinescas se abren
como Hortensias cuando un Dios antiguo se descubre.
Entonces Eva gime con ayes ambiguos, rezumando cerveza
por la boca, y formula un subjuntivo sabroso. Dice: "Ojalá".
La mano alzada roza la lámpara de Aladino. Mira los astros
y desea fumarse lentamente el opio de la Vía Láctea.
Eva se pone de puntillas y arranca el jugoso testículo del árbol.
Eva, boca aguada, relincha cual yegua en época de celo,
muerde como si quedara encinta del parto deseado,
muerde inyectando saliva, se traga el miembro de Satán.
Entonces las mujeres miramos los placeres prohibidos.
Hacemos que crezcan palmeras en medio del asfalto.
Entonces las mujeres somos preludios del regreso del Salvaje,
inarmónicas, viscerales, demasiado susceptibles a la seducción.
El deseo se mira en las ventanas y los espejos.
Galopad, galopad, fieros saltimbanquis, al compás de la ebriedad
del oxígeno. Estar vivo basta para fluir en el vendaval;
estar vivo basta. Eva arde ante la Amanita Muscaria.
Quién no encendería un fósforo para ver el rostro de Eros.
Quién no acariciaría la piel fina del prepucio de Baco.
Desea la Manzana Roja,
golosa y rezumante como la Peste Bubónica,
apetecible como un trago de sidra.Apocalipsis de ambrosía.
Quién puede sostener un Zeppelin sin helio en el diafragma.
Quién sobrevivirá sin el aliento del Depredador en la nuca.
Quién se resistirá a una Felatio Universal sigilosa.
Desea la Manzana Roja,
golosa y rezumante como la Peste Bubónica,
farlopa etérea del Tercer Triángulo.
Garantía de Cielo. Pentáculo dandy en la copa de vino.
Eva arde y se masturba con una rama de olivo.
Su gesto endurece el paquete coagulado del Diablo.
Querría estremecerse entre la viscosidad de la escama,
volverse líquida bajo las garras de su violador sangriento.
Ser agua. Meandros de sidra subiéndole por la retina.
Ojos llorando porque anhelan eróticamente a la luna.
Pezones atravesados por estrellas promiscuas de burdel.
Ciega obediencia a una ataraxia paleolítica, madre del proxeneta.
Había estado triste (sí, triste)
porque el Tedio abrumaba los bolsillos.
Había estado (re)triste porque vivía en un Edén sin rastrillos
donde comprar Señales de Tráfico o Clarinetes oxidados..
La cuna del Sueño es la carencia; las folletinescas se abren
como Hortensias cuando un Dios antiguo se descubre.
Entonces Eva gime con ayes ambiguos, rezumando cerveza
por la boca, y formula un subjuntivo sabroso. Dice: "Ojalá".
La mano alzada roza la lámpara de Aladino. Mira los astros
y desea fumarse lentamente el opio de la Vía Láctea.
Eva se pone de puntillas y arranca el jugoso testículo del árbol.
Eva, boca aguada, relincha cual yegua en época de celo,
muerde como si quedara encinta del parto deseado,
muerde inyectando saliva, se traga el miembro de Satán.
Entonces las mujeres miramos los placeres prohibidos.
Hacemos que crezcan palmeras en medio del asfalto.
Entonces las mujeres somos preludios del regreso del Salvaje,
inarmónicas, viscerales, demasiado susceptibles a la seducción.
El deseo se mira en las ventanas y los espejos.
Galopad, galopad, fieros saltimbanquis, al compás de la ebriedad
del oxígeno. Estar vivo basta para fluir en el vendaval;
estar vivo basta. Eva arde ante la Amanita Muscaria.
Quién no encendería un fósforo para ver el rostro de Eros.
Quién no acariciaría la piel fina del prepucio de Baco.
Desea la Manzana Roja,
golosa y rezumante como la Peste Bubónica,
apetecible como un trago de sidra.Apocalipsis de ambrosía.
1 comentario:
Éste. Sin duda alguna. Este es el poema. De guarda, ya me entiendes.
Publicar un comentario