[A Pedro Guerrero, con sol y cariño de la magabunda]
A veces uno tiene miedo a no seguir siendo la hostia para los demás. Los escollos del camino, cómo diría. Cuando uno se habitúa a que en el ascensor le hablen con la misma naturalidad sobre el tiempo y los diazepanes. La tristeza, ese otro tropezón existencial. Los años, que corren como peonzas. El mundo, que a veces parece sostenido sobre cien tortugas gigantescas.
En una de ésas, me dio el ramalazo y llamé a un viejo amigo. No habíamos pasado la itv de la amistad. ¿Estábamos en el desguace?¿La lata oxidada, a merced del arte fluxus? Lo jodido es que había mucho menos bajo el sol. Y algo nuevo. Seres que nos consolidaban como seres responsables de otros seres. Un bebo, por mi parte. Una gata y un ratoncillo inmortal, por la suya.
Me confesó que le daba repelús imaginarse que me pasaría la tarde hablando de pañales y biberones. Pensé que estaba al borde de la vasectomía. Pero, por suerte, sigo rompiendo sus esquemas sin proponérmelo. Yo no tuve la culpa de que apareciera Tete, el Máster en Golfología, con su maná verde. Ese té desbordado de la tetera.
Pero, ya saben, las buenas amistades se conservan en barricas de roble.
***
Intenté explicarle, en términos delicados, que a veces lo insoportable sólo puede pasarse con dosis elevadas de soledad, paseos hacia ningúnlugar, buenos libros. El barbecho. Él lo entendió sobremanera, y entonces me contó un precioso y verosímil cuento, que intentaré reproducir:
- Antes de nacer, los dioses deciden qué cantidad de purpurina, poliespán y suerte toca a cada uno. Tú no has tenido suerte. Es una ventaja y una desventaja. Nadie podrá decir "esa tía tiene suerte".
En verdad, ahora veo que el cuento es bien corto. ¿O era sólo el principio de un cuento? Los amigos son como algunos bares: puntos de fuga en los que confluyen las mitocondrias y los agujeros negros. Vectores del universo.
Las cosas empezaron a irme mejor cuando respondía a los quétal: "lo que depende de mí, bien. Yo me fabrico mi propia suerte."
Y me sigo quedando con la purpurina y el poliespán de los suertudos hijosdeputa insensibles a los que les tocó la primitiva y no se les murió ningún pariente antes de los noventa y cinco. [finalabrupto]
1 comentario:
Estoy completamente de acuerdo en lo de los bares. No estés triste... la purpurina y el poliespán pegan más con una Maga que la suerte. La Maga siempre puede compensar con magia su mala suerte. Un abrazo.
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