jueves, 29 de agosto de 2013

Oficina de Asuntos Exteriores (cómo ser bipolar)

- ¿Dígame?
- Sí, mire, le llamamos de la Oficina de Asuntos Melancólicos.
- ¿No querrá decir "Oficina de Asuntos Exteriores"?

 Y de nuevo, la Melancolía se vengó de mí, y probó un último argumento antes de esfumarse. 

 - Sé consciente, Maga, de que aparezco para escribas un poema-para-todo-el-mundo. No es nada personal. Te desahogarás con versos y luego me marcharé. 

 Y, en fin, lo entendí, pero odio toda esta burocracia poética. 

Necesito que la Oficina de Asuntos Alegres me escriba una carta. 
A la Alegría le escribiré un planeta. Se lo merece, la pobre. Nadie le hace demasiado caso.

1 comentario:

nadie dijo...

A veces me da por pensar, dado mi temperamento mezquinamente melalcóholico -y más a estas horas brujas en que los surcos de los poemas se deslizan abotargados entre una maraña de dedos y miradas oblicuas- que quien debiera escribirnos debiera ser la Halegría. Un cordial y ronroneante saludo.