jueves, 1 de mayo de 2014

La vida sexual de Cristo

Es la debilidad del hombre lo que le hace sociable; son nuestras comunes miserias las que inclinan nuestros corazones a la humanidad; si no fuésemos hombres, no le deberiamos nada. Todo apego es un signo de insuficiencia: si cada uno de nosotros no tuviese ninguna necesidad de los demás, ni siquiera pensaría en unirse a ellos. Asi, de nuestra misma deficiencia nace nuestra frágil dicha. Un ser verdaderamente feliz es un ser solitario: solo Dios goza de una felicidad absoluta; pero ¿quién de nosotros tiene idea de cosa semejante? Si alguien imperfecto pudiese bastarse a sí mismo, ¿de qué gozaria, según nosotros? Estaría solo, sería desdichado. Yo no concibo que quien no tiene necesidad de nada puede amar algo: y no concibo que quien no ame nada pueda ser feliz.

Jean-Jacques Rousseau, Cartas a Lucilio


No hay comentarios: