Si algo tenemos los anarcopoetas es que nuestras ideas de bombero van madurando en las conversaciones que tenemos con nuestros amigos. A mí me pasa que últimamente veo a todo el mundo hablando de la crisis, como ya nos han embutido hasta en los anuncios televisivos, los menús de los bares y las ofertas de las tiendas. "Precios anticrisis", "Menú anticrisis", "Sofá con respaldo vibratorio anticrisis".
¿Cómo se podría vivir sin un sistema jerárquico de sueldos, sin la bolsa, el papel moneda, las entidades bancarias, los cheques de descuento, bla, bla, bla? ¿Cómo se podría vivir sin esa entelequia mundial que es el capitalismo?
Ah. Porque claro, pesa la Historia de la Humanidad sobre nuestra espalda, y toda la carga genética...Siempre nos reímos cuando nos explican que los "indios americanos", con la llegada de Colón y el resto de los notas, tenían tanto oro que lo cambiaban por cristalitos de colores y cascabeles.
¿El capitalismo es inherente a nuestra civilización?¿No hay otros sistemas económicos posibles?
- Ah, mira, como el trueque.
Hay muchas utopías al respecto. Alguien habló de zonas autónomas temporales.
Yo un día me estaba preguntando esto y entonces me acordé de que hubo una época en la que no tenía ni para un café. Mis amigos tampoco iban voyantes. (Como mera anécdota entre paréntesis: una vez, hace años, alguien que me sé y yo llegamos a vaciar un estanque de moneditas que había ubicado en un Restaurante Chino de Pedralbes para comprarnos un paquete de tabaco.) Y, mirad, estamos vivos. Nos mantuvimos a flote porque personas que nos querían y con excedente nos apoyaban. Igual que yo ahora alimento y doy amor a Sàgar. Sí, pero diréis (y me digo): "tú vives en una sociedad del bienestar".
Claro, porque el capitalismo funciona bien o hace feliz a una ínfima parte de la población mundial. Ya me gustaría ver a un somalí pobre (¿aquí pobre es un epíteto?) escribiendo en un portátil este post, con agua potable y wifi en el comedor de su casa. Y yo, tan tranquila, mientras Nokia paga a un ejército para conseguir un mineral para fabricar este cacharro teléfono móvil que reposa aparentemente inofensivo sobre mi escritorio y que cambia de modelo cada quince días.
Ah, diablos, cómo nos cuesta a los anarcopoetas explicar estas cosas...Nuestra ideología política se entretiene escuchando a los pajaritos de la mañana (como la letra de las canciones de Bob Marley) o en los meandros apocalípticos más inexorables. Parecemos hippies y derrotistas, nos encanta soñar despiertos pero soltamos tacos y nos gusta vestir de negro de vez en cuando.
Pues bien, propongo lo siguiente. Que nuestro sistema se base en un intercambio de regalos, pero no regalos inútiles y hechos por compromiso (tipo bote de colonia del Corte Inglés), sino "regalos" en un sentido genuino. Regalos desapegados, incondicionales, por amor al ser humano y a nuestra ecosfera.
Sí.
Recordad cuándo habéis regalado algo a alguien que queríais mucho, mucho, mucho.
Un regalo como una comida en casa de un buen amigo, o como la manutención de un niño por parte de sus padres que lo adoran. Un regalo como el sol escupiendo su luz sobre todos los organismos que realizan la fotosíntesis. Un regalo como la carga de oxígeno de los glóbulos rojos. Un regalo como el agua en la que nada el pez. Un regalo como la placenta para un feto. Un regalo como la leche materna durante los primeros meses de un bebé. Un regalo como la sonrisa de alguien que nos hace tilín. Un regalo como el café al que te invita ese barman por tu cara bonita.
[Te puedes saltar esto, porque no es universal sino anecdótico de mi persona, finita y con uñas mordidas:
Un regalo como el sombrero que me ha dado hoy Anabel, o el libro que ayer me envió Germán, o la copa de vino a la que me invitó Gemma, o la estancia confortable de Tulia con vistas a un convento de clausura, o el poemario de Pedro, o la tripilla feliz de Sàgar, o una fiesta de locas en casa de Lilith y con las canciones de Mónica, o los libros de Austral de Toni, o el jersey que me hizo la tía Ramona, o las merendolas en casa de Nickmazziu, o los abrazos digitales de Aurora, o las fotopinturas de Mos Riera, o las cervezas alemanas y hermandades de Júlia, o la estancia en la Felicísima de María Salgado, o las conversaciones sobre Quevedo con Jauralde, o la trompeta de Enrique, la magia de cerca de Dani Alés en el metro, la visita a la catedral de Santiago con Chus, la vida que me dieron mis padres (después de escribirse tropecientas cartas de amor en la distancia) [...] o los croissantes de jamón y queso que me trae el Chulo a la cama cuando estoy malica y con gripe, como hoy...]
Cuando muera el capitalismo, sobreviviremos los que sepamos hacer regalos. Los de la antigua maldición del Rey Midas, las pasarán canutas.
Por cierto, nos morimos al final. Es básico. Así que el dinero no pasa al otro lado. Caronte lleva a las almas desnudas al otro lado.
Los hindúes dicen que nos reencarnamos una y otra vez hasta que comprendemos que somos una misma cosa. Nuestra conciencia se fusiona con el todo y, entonces, tú y yo somos dos células del mismo organismo. Si nuestras células se vuelven capitalistas y no piensan en la armonía del cuerpo y la cooperación con éste, tenemos un cáncer y morimos.
Hay miles de símiles en el mundo que demuestran que se puede sobrevivir sin capitalismo. Una vida basada en el amor, y no en el miedo o el golpe de báculo. Amor inteligente, no ingenuo a lo teletubbie hippioso. (Lo siento, es que la vena punky pretende alejarse de la cursilería ;))
Menudas ideas de bombera. Ojalá todo fuera así de fácil. Me cachis.
Tendremos que madurar sesudamente un manifiesto anarcopoético. (Y encima uso anarcopoético con cierta guasa. Ay. )
PD: Pero, claro, al final, nos entretendremos leyendo un libro interesante o escribiendo un poemita, y jamás nos meteremos en política. Todo ese meollo de la sincronicidad, el open mind, el flujo cósmico de la energía, la "llama del amor viva" de San Juan y bla bla bla ya lo descubrirán los demás cuando quieran dejar de reencarnarse. Nosotros los limitamos a coleccionar secretillos.
Bomberos que apagan eriales capitalistas y que encienden la "llama del amor viva". Con sus ideas de bombero.
¿Cómo se podría vivir sin un sistema jerárquico de sueldos, sin la bolsa, el papel moneda, las entidades bancarias, los cheques de descuento, bla, bla, bla? ¿Cómo se podría vivir sin esa entelequia mundial que es el capitalismo?
Ah. Porque claro, pesa la Historia de la Humanidad sobre nuestra espalda, y toda la carga genética...Siempre nos reímos cuando nos explican que los "indios americanos", con la llegada de Colón y el resto de los notas, tenían tanto oro que lo cambiaban por cristalitos de colores y cascabeles.
¿El capitalismo es inherente a nuestra civilización?¿No hay otros sistemas económicos posibles?
- Ah, mira, como el trueque.
Hay muchas utopías al respecto. Alguien habló de zonas autónomas temporales.
Yo un día me estaba preguntando esto y entonces me acordé de que hubo una época en la que no tenía ni para un café. Mis amigos tampoco iban voyantes. (Como mera anécdota entre paréntesis: una vez, hace años, alguien que me sé y yo llegamos a vaciar un estanque de moneditas que había ubicado en un Restaurante Chino de Pedralbes para comprarnos un paquete de tabaco.) Y, mirad, estamos vivos. Nos mantuvimos a flote porque personas que nos querían y con excedente nos apoyaban. Igual que yo ahora alimento y doy amor a Sàgar. Sí, pero diréis (y me digo): "tú vives en una sociedad del bienestar".
Claro, porque el capitalismo funciona bien o hace feliz a una ínfima parte de la población mundial. Ya me gustaría ver a un somalí pobre (¿aquí pobre es un epíteto?) escribiendo en un portátil este post, con agua potable y wifi en el comedor de su casa. Y yo, tan tranquila, mientras Nokia paga a un ejército para conseguir un mineral para fabricar este cacharro teléfono móvil que reposa aparentemente inofensivo sobre mi escritorio y que cambia de modelo cada quince días.
Ah, diablos, cómo nos cuesta a los anarcopoetas explicar estas cosas...Nuestra ideología política se entretiene escuchando a los pajaritos de la mañana (como la letra de las canciones de Bob Marley) o en los meandros apocalípticos más inexorables. Parecemos hippies y derrotistas, nos encanta soñar despiertos pero soltamos tacos y nos gusta vestir de negro de vez en cuando.
Pues bien, propongo lo siguiente. Que nuestro sistema se base en un intercambio de regalos, pero no regalos inútiles y hechos por compromiso (tipo bote de colonia del Corte Inglés), sino "regalos" en un sentido genuino. Regalos desapegados, incondicionales, por amor al ser humano y a nuestra ecosfera.
Sí.
Recordad cuándo habéis regalado algo a alguien que queríais mucho, mucho, mucho.
Un regalo como una comida en casa de un buen amigo, o como la manutención de un niño por parte de sus padres que lo adoran. Un regalo como el sol escupiendo su luz sobre todos los organismos que realizan la fotosíntesis. Un regalo como la carga de oxígeno de los glóbulos rojos. Un regalo como el agua en la que nada el pez. Un regalo como la placenta para un feto. Un regalo como la leche materna durante los primeros meses de un bebé. Un regalo como la sonrisa de alguien que nos hace tilín. Un regalo como el café al que te invita ese barman por tu cara bonita.
[Te puedes saltar esto, porque no es universal sino anecdótico de mi persona, finita y con uñas mordidas:
Un regalo como el sombrero que me ha dado hoy Anabel, o el libro que ayer me envió Germán, o la copa de vino a la que me invitó Gemma, o la estancia confortable de Tulia con vistas a un convento de clausura, o el poemario de Pedro, o la tripilla feliz de Sàgar, o una fiesta de locas en casa de Lilith y con las canciones de Mónica, o los libros de Austral de Toni, o el jersey que me hizo la tía Ramona, o las merendolas en casa de Nickmazziu, o los abrazos digitales de Aurora, o las fotopinturas de Mos Riera, o las cervezas alemanas y hermandades de Júlia, o la estancia en la Felicísima de María Salgado, o las conversaciones sobre Quevedo con Jauralde, o la trompeta de Enrique, la magia de cerca de Dani Alés en el metro, la visita a la catedral de Santiago con Chus, la vida que me dieron mis padres (después de escribirse tropecientas cartas de amor en la distancia) [...] o los croissantes de jamón y queso que me trae el Chulo a la cama cuando estoy malica y con gripe, como hoy...]
Cuando muera el capitalismo, sobreviviremos los que sepamos hacer regalos. Los de la antigua maldición del Rey Midas, las pasarán canutas.
Por cierto, nos morimos al final. Es básico. Así que el dinero no pasa al otro lado. Caronte lleva a las almas desnudas al otro lado.
Los hindúes dicen que nos reencarnamos una y otra vez hasta que comprendemos que somos una misma cosa. Nuestra conciencia se fusiona con el todo y, entonces, tú y yo somos dos células del mismo organismo. Si nuestras células se vuelven capitalistas y no piensan en la armonía del cuerpo y la cooperación con éste, tenemos un cáncer y morimos.
Hay miles de símiles en el mundo que demuestran que se puede sobrevivir sin capitalismo. Una vida basada en el amor, y no en el miedo o el golpe de báculo. Amor inteligente, no ingenuo a lo teletubbie hippioso. (Lo siento, es que la vena punky pretende alejarse de la cursilería ;))
Menudas ideas de bombera. Ojalá todo fuera así de fácil. Me cachis.
Tendremos que madurar sesudamente un manifiesto anarcopoético. (Y encima uso anarcopoético con cierta guasa. Ay. )
PD: Pero, claro, al final, nos entretendremos leyendo un libro interesante o escribiendo un poemita, y jamás nos meteremos en política. Todo ese meollo de la sincronicidad, el open mind, el flujo cósmico de la energía, la "llama del amor viva" de San Juan y bla bla bla ya lo descubrirán los demás cuando quieran dejar de reencarnarse. Nosotros los limitamos a coleccionar secretillos.
Bomberos que apagan eriales capitalistas y que encienden la "llama del amor viva". Con sus ideas de bombero.
16 comentarios:
Buena reflexión, pero un par de cosas, Maga:
- Alimentar a un hijo no es un regalo, es una obligación (de hecho vas a la cárcel si no lo haces, jeje, ¡Sàgar a comer!).
- Los Austral no son un regalo: los tienes en depósito indefinido :-P.
Un abrazo y buena semana santa...aunque como no eres creyente...¡A currar! :-)
Therfer=bombero-torero
Envío el link de este post a mis allegados. ¿Me das permiso? Tu reflexión me ha encantado y da mucho que pensar, porque a todos nos preocupa este tema.
Impresionante. Te adelantas a tu tiempo, Maga.
¡¡¡Y los creyentes abstinencia y flagelación!!! jajaja
Por cierto bombera (porque mira que eres bombera jajaja, eso que propones se ha intentado desde el siglo XIX) yo por lo menos quiero poder llevarme una moneda de cobre al otro lado. Caronte es lo que cobra por cruzarte con su barca una vez muerto. Paso de quedarme a perpétuo en este mundo (puaj!), seguro que tienes que pagar la estancia ab aeterno.
Vale, pero yo pago a Caronte con una moneda de cobre con peso de un octavo de onza y valor de dos maravedís. Que al menos sea una transacción quijotesca.
O la sonrisa maravillosa de la Maga. Llena de matices, como el arte.
Pequeños detalles, pequeños regalos, como decía el libro de "mi primer trago de cerveza", ayudan a conseguir la luz que hace fisura en la penumbra de la infelicidad.
La crisis, ya se cansarán de mencionarla. La gente come, vive y muere igualmente. Quizá los ultraricos tienen que preocuparse más de los monstruos de sus negocios que crecen como un cáncer consumista.
Seguramente dentro de unos siglos seguirán viéndonos como idiotas con poca imaginación. Gran parte del mundo vive en un infierno donde ni siquiera el vaso de agua está garantizado.
Ojalá las cosas pudieran compensarse. Un abrazo.
Hablábamos el otro día sobre los pintores de cerámica. Como veo que tienes a mucho contertulio por aquí suelto, les pondré al día en paleoeconomía: en la sociedad neolítica, la existencia de excedentes permitió la creación ya no de ceramistas -que eran una necesidad para proteger esos excedentes- sino de pintores de cerámica. Esos pintores ni cazaban, ni recolectaban, ni tranhumaban, ni nada.
La pintura añade un valor añadido, abstracto e innecesario a la cerámica. La idea ni siquiera era nueva en Çatal Höyük hace cuarenta milenios, pues sin excedentes tampoco hubiera habido pintores en Altamira.
Ahora ya no debe ser tan complejo llegar a la conculsión de que sin excedentes no habría anarcopoetas preguntándose por qué hay excedentes.
De todo este berenjenal sólo salen un par de cosas buenas: que sin gatos que cazasen ratas no habría pintores de cerámica; y que aún hay gente que busca -y acepta- excedentes que no tienen por qué salir de una cadena de montaje.
Seguro que esos pintores de cerámica ya utilizaban plantillas. ¡Viva el existencilismo!
Por cierto, Pedro, gracias por la lección de paleoeconomía. Explícame algo sobre paleofilosofía y te daré cincuenta botijos pintados a mano ;)
¿Paleofilosofía? No, no, maguita, no, de eso nada.
Habéis de saber que en aquellos tiempos no había filosofía postsocrática, ni socrática, ni presocrática, ni siquiera de andar por casa.
En aquellos tiempos había mitología.
Y eso sí que mola. Porque entonces los dioses se preocupaban de los humanos. Les gustaban los humanos. Intervenían, en lo bueno y en lo malo. Hasta se mezclaban, enemistaban y aliaban. Porque aquellos dioses eran una proyección del ser humano y, por lo tanto, tenían que ser más humanos que los humanos.
Si aquellos dioses de entonces existieran ahora, serían tan populares que nos forraríamos las carpetas con sus pósters, nos tatuaríamos sus símbolos y debatiríamos cuál de ellos mola más.
Vivimos en tiempos monoteístas. Un sólo Dios solo, un solo sistema económico, un solo sistema político. Llamadlo monoteísmo civil, si os place, pero si os fijáis sólo hay uno. El resto son paganos, y como siempre los paganos se lo han montado tan mal están condenados a ceder o sincretizarse con la única y auténtica religión.
Pedro Grullo, tienes razón. Jejejeje, no creo que en pleno invierno se les ocurriera el mito de la caverna. Mejor pintar animalicos en las paredes y cerámicas con cervatillos. Pero a lo mejor existió un paleofilósofo que fue expulsado de la tribu por proponer algo parecido al falsacionismo de Popper. Quién sabe. Es un buen argumento para un bestseller.
En fin, supongo que sí tuvo que haber algún palofilósofo, pero me hace más gracia pensar en los paleomitólogos...¿qué fue del primero que dijo que el Sol era un dios? ¿Acaso los panteones politeístas son evoluciones sofisticadas del 'que-viene-el-coco' primigenio?
En fin, voy a ver que has escrito más arriba y luego te envío un mail que no tenga nada que ver.
Los ludólogos del futuro estudian paleontología.
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