Como reza el lema latino: Verba volant, scripta manent. Las palabras se las lleva el viento, pero la escritura permanece, porque es un soporte elemental de la memoria. El tiempo es una máquina del olvido: aniquila innumerables momentos, estados de ánimo, pensamientos y sueños de la vida de todos los hombres. La muerte, verdad última e inexorable, destruye el cuerpo que respiró sobre la faz de la tierra, sepulta la mano que empuñó la pluma y el acero, apaga los ojos que contemplaron el paisaje de una época. Después, el transcurrir de los siglos y la tendencia natural a la pérdida del orden (la segunda ley de la termodinámica, la entropía) diseminan, erosionan y destruyen esa información del pasado.
Sólo podemos conversar con los difuntos a través de los documentos que han sobrevivido a los siglos. Por eso es nuestro deber rescatarlos, antes de que perezcan deshechos en el polvo, en motines de guerra o bibliotecas de Alejandría; entre arbitrarias censuras o inclementes plagas de gusanos de papel.
Los filólogos -amantes de la palabra, traductores del tiempo y arqueólogos de la escritura- trabajamos para recomponer la historia de nuestra civilización con la voluntad de ser fieles a una hipotética realidad. Los filólogos de verdad no somos eruditos a la violeta, pedantes datófagos o chupatintas. Muchos de nosotros somos creadores de nuestras propias obras de ficción. Escribimos libres en nuestro tiempo libre, aunque parece que esta labor lúdica del creativo es incompaginable con la del intelectual. Y por eso, el personal académico ha de llevar siempre en secreto su risa infantil de niño creativo, que ve en la literatura motivos de sorpresa, de curiosidad, de EMOCIÓN.
Sólo podemos conversar con los difuntos a través de los documentos que han sobrevivido a los siglos. Por eso es nuestro deber rescatarlos, antes de que perezcan deshechos en el polvo, en motines de guerra o bibliotecas de Alejandría; entre arbitrarias censuras o inclementes plagas de gusanos de papel.
Los filólogos -amantes de la palabra, traductores del tiempo y arqueólogos de la escritura- trabajamos para recomponer la historia de nuestra civilización con la voluntad de ser fieles a una hipotética realidad. Los filólogos de verdad no somos eruditos a la violeta, pedantes datófagos o chupatintas. Muchos de nosotros somos creadores de nuestras propias obras de ficción. Escribimos libres en nuestro tiempo libre, aunque parece que esta labor lúdica del creativo es incompaginable con la del intelectual. Y por eso, el personal académico ha de llevar siempre en secreto su risa infantil de niño creativo, que ve en la literatura motivos de sorpresa, de curiosidad, de EMOCIÓN.
10 comentarios:
Las humanidades nunca sirvieron para TENER, sino para SER, por eso no tienen cabida en este mundo globalizado, capitalista y superficial...pero eso sí, luego las consultas de los psiquiatras están a rebosar.
Jajajaja, me he partido con este exordio apócrifo. De ahora en adelante irás más "suelta" por el mundo.
Felicidades por la tesis, Maga. un buen exordio para el día de hoy. Feliz Sant Jordi.
Feliz día del libro a todos, leer con emoción es una de las mejores cosas que existen.
El tiempo es aquel muro que no nos deja ver la realidad, suerte que tenemos a una maga tan inteligente que nos descrifra ese código como si fuese Celera en el proyecto genoma. Lo que da alegría es que haya sido la filoarqueóloga de manuscritos inéditos del teatro de Quevedo escondidos en las bibliotecas sin conocimiento de grandes eruditos contemporáneos de fama de reality show. un besi y sigue escarbando entre el polvo hasta encontrar la perla que ansiamos ver.
Hay que escarbar en la Historia para ver cuántos rostros hemos tenido, y si alguno de ellos coincide con el nuestro, o si bien disentimos de todos y estamos completamente solos. Y para callarnos un poco y poder escuchar la voz del otro, el rumor de lo que sigue hablando desde la otra orilla del tiempo, buen ejercicio en días de intolerancia. Besicos, Maga. (Por cierto, si me propusieran cambiar la tesis por traducir al MORSE la Divina Comedia, firmaba.)
¡Bravo! ¡Si esto fuera un Flashdance literario ya te habrías caído, levantado e impresionado al jurado!
Es un texto fabuloso, filofílico. Gracias, maga. Ojalá todas las abuelas del mundo pudieran leer las tesis de sus nietas y los dinosaurios archisilábicos entendiesen los porquénoes cuando preguntan los porquéses.
¡Suerte! Ah, y eh, qué tenemos una pendiente.
La verdad es que lo de traducir la Divina Comedia a código Morse y representarla con instrumentos de percusión y una coreografía de ballet clásico... no sé, si quieres, Gemma, montamos un equipo y lo hacemos.
Después ya vendrá lo de tatuar las obras maestras de la pintura en el lomo de unos cuantos cerdos de granja y titular la exposición viviente con el nombre de "Neobucolismo pastoril + I.V.A".
¡Bravo paleografóloga!
Tienes toda la razón. Y para los escépticos descafeinados, doy fe, después de Sant Jordi, que los libros viejos pesan casi tanto como las piedras. ¿Te acuerdas de aquél poema de Quevi que interpretó Rodrigo Cacho?
"Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino!
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí proprio el Aventino.
Yace donde reinaba el Palatino
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que Blasón Latino.
Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.
¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!"
¡Bravo reina del dinamismo!
Lástima que tus esfuerzos,
a la tesis consagrados,
sirvan de poco al mundo yermo
de la tierra de los raros,
que yendoe de puestos te juzgarán,
ignorantes desahuciados,
y que jamás leerán,
por lo que te esforzaste tanto.
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