A Mairena, la mendiga
Soy una colilla, indigna imaginante.
Me arrastro y pido que me pisen los zapatos
de cualquier homínido vestido con smoking.
Pero yo en el campo sería florecita.
Pero yo tendría tres cabezas como los tréboles.
De este modo sería, en fin, si me dejasen,
si no estuviera aprisionada en esta percha de carne,
ni me molestaran los mosquitos del bosque
y los semáforos rojos en los ojos de los otros
y en la calle.
Mis palabras son de plaza pública y mercado.
Sólo he conseguido preguntar “cuánto cuesta”.
No me han dicho “te quiero” o “hueles bien”.
Me han respondido “un euro con veinte
el cortado”.
1 comentario:
Hoy he visto un mendigo pegar dulces caladas a un cigarro imaginario, era hermoso y durísimo, me acordé del poema
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