[De Ángel]
La nena rara te espera sobre su silla coja.
Mueve los brazos para ver si el aire se retuerce un poco.
(Te dice algo parecido a un sonido de labios y kilómetros.)
Te está observando detrás de su espejo de coqueta egocéntrica.
Tú y ella os parecéis:
sois disfraces de una misma curiosidad decrépita:
Si vigilas sus palabras en el borde de tu oreja izquierda
y las empujas al abismo del tímpano
escucharás una macabra invitación a la conciencia.
Las dudas son acróbatas sin red
y los charcos son sarcófagos de lluvia.
2 comentarios:
No tengo mucho que añadir a este poema... sólo darte las gracias por compartir algo tan bueno.
Y gracias por seguir ahí, escribiendo.
Gracias a ti, Betibú alucinógena. Pronto volvemos a la carga.
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