domingo, 11 de mayo de 2008

Comaruru: las gramáticas de la creación



[Móvil de Alexander Calder]
Las veces que he pensado en ello, he padecido el inusitado insomnio de la lucidez. Esa felicidad en la que la mente va a mil por hora y no puede callarse. Sueño con un arte que no sea arrinconado en los museos, que forme parte de la realidad y nos ayude a segregar endorfinas. Sueño con el arte que también impacta al vendedor de mercadillo, a la vieja analfabeta y al niño de cuatro años. Esos objetos que mira Sàgar con felicidad, como los móviles de cuna de Calder.


Primero quise llamarlo datrebil, en honor al viejo proyecto de unos amigos afines en sensibilidad. Pero meses más tarde, releyendo un poema de Vicente Huidobro (uno de mis poemarios preferidos, El ciudadano del olvido), determiné que su nombre de poder no sólo era la libertad al revés. Era un reclamo del más allá. Un mensaje marciano: Comaruru. En la nota a pie del poema, dice:
"Coincidiendo con el pasaje del planeta Marte en su mayor proximidad a la Tierra, hacia 1927, algunos investigadores enviaron un mensaje radial a dicho astro, con la esperanza de que esta comunicación fuera interceptada y contestada por los presuntos habitantes de Marte. Como respuesta, las antenas de las estaciones del Brasil recogieron unos sonidos que correspondían a la palabra Comaruru."


1 comentario:

Myriam M dijo...

Hay un pez hecho con cds flotando en mitad de sant antoni abat, increíble, te saca una sonrisa y eso que es chiquitito pero un pez que vuela, como para no fijarse