Hay una mística de la palabra y otra mística de la experiencia. Por eso tantos y tantos de la tribu, hartos del blabla, dejaron las aulas universitarias y calzaron las botas aventureras.
¿Qué estábais buscando?
Preferimos el bello anonimato a la fama insulsa del artículo publicado y la sordera de la cátedra...
La vida es demasiado corta.
Orfeo bajó a los infiernos para recuperar la belleza perdida. Pero miró atrás. Perdió el "aquí y ahora". El lastre del pasado le impidió regresar a la música, ese instante absoluto en el que las piedras se reblandecen y los pájaros descodifican el significado oculto de su canto.
Latet anguis in herba. Pero no mires demasiado atrás. El espejo retrovisor no es el motor de tu coche.
Por eso tenía más sentido poner gasolina y cambiar las ruedas que leerse otro aburrido manual de autoescuela.
2 comentarios:
Hay una mística de las palabras. Una academia de la experiencia. Un sortilegio que sólo puede ser dicho de una manera, aquí y ahora, si se ha estudiado lo profundo de su secreto penetrando a machete el tedio.
No estoy de acuerdo maga, los que empezamos por las botas aventureras y no las hemos dejado nunca nos alineamos con San Agustín. Palabra es acto, acto es palabra.
Quizá vengamos de orillas opuestas del mismo río, tientaparedes. Yo vine de las palabras, era una enferma de la página, como tu Sofía la realicida, y un buen día descubrí que las botas manchadas de barro me alegraban el alma después de tanta tinta impresa. Pero sí, hay un regreso a la cueva y una reescritura de la aventura. Novalis decía que no se puede vivir si no se escribe a la vez una novela. Este blog será también un acto, parece. O tal vez no existe.
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