jueves, 7 de noviembre de 2013

El abuelo anarquista (la muerte y el silencio)

Se ha muerto un abuelo anarquista. Como se ha muerto y yo soy medium, me veo obligada a escribir estas palabras:

Hoy lunes, 17 de marzo de 2003, sí que sirve de algo contar el tiempo. Hoy he muerto, y eso quiere decir que jamás volveré a besar a mi esposa. Mis batallitas de guerra, ahí quedan: en manos de un chiquillo melancólico. Que se publique mi intrahistoria sólo depende de la bondad y el azar. Pero ya no existo. Hoy sólo soy una marioneta muda en el tanatorio. Pocos de ustedes pueden intuir todo lo que alcanzan 84 años bien gastados. Durante la última semana de mi vida, imagínense, la enfermera se dio cuenta de mi hepatitis C. Antes de que mi padre me comprara mi primer condón, cuantas faldas levanté en los prados. No hay hombre más fogoso que un soldado en plena Guerra Civil. Coger a una nena por la cintura y decirle: “oye, preciosa, cumple la última voluntad de este pobre idiota.” Por eso, lo que os explicaré a continuación, no tiene nada que ver con mi propia vida, sino con mis visiones actuales de espíritu. Lo que os explicaré a continuación son todos los sonidos de la vida sintetizados en un crudo silencio.

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