sábado, 19 de abril de 2014

El duelo de oriente y occidente (el monstruo de la dualidad)

- Los libros son también grandes prisiones.
- ¡No! -sangraba la poeta, echaba espumarajos por la boca.
- No hay nada que un libro explique mejor que un abrazo en silencio.

Y la poeta se suicidó en medio de una plaza pública, mientras sangraba poesía por la boca, los dedos y todos los poros de su piel. Sin embargo, sangraba poesía con los restos de los abrazos en la piel, esa inspiración que se poliniza de diferentes flores para confeccionar la miel... como una abeja del Renacimiento.

- Podrá no haber palabras, pero siempre habrá poesía...- dice la poeta, mientras muere.

¡Tragedia! ¡Delirium tremens! ¡Ohhhhh!
¡Poe travesti!

El sabio la ve morir impasible. Piensa que el problema es que hay conceptos que aún no tienen palabras, y que los poetas han de recuperar la lengua de los pájaros. Pero, míralo: siempre se ahogan por culpa de las emociones. ¿Por qué son tan dramáticos, algunos poetas?

- Y, sin embargo, ellos creen que podrán llegar a dios si se imaginan el paraíso y lo crean. ¿Y por qué no aprenden simplemente a percibirlo?

Pero al sabio le causa cierta ternura la poeta.
Su silencio es más bello que su poesía.

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