viernes, 25 de abril de 2014

Soy una animal (y también un ángel)

Querido Hafiz,

Eres una invención de un alma que ansía amar como lo hacen los dioses.

Te seguiré escribiendo cartas de amor, porque es inevitable. Pero las dejaré en diferentes lugares del mundo, para que las lean aquellos que alguna vez también tienen ansia de amor humano y no pueden saciarlo.

Aún soy una animal.
Mi parte animal pugna contra el deseo. Mi animal te husmea en medio de la noche. Mi animal tiene sed de tacto físico. Mi animal es el más romántico de todos los cerdos que se revuelcan en el fango de la desilusión. Mi animal se masturba con pedazos de todos los dioses que habitan este mundo. Mi animal desdeña a todos los hombres de carne y hueso porque tiene entre ceja y ceja la mirada del misterio incrustada. Mi animal es fiel al ideal obsesivo de un mirada fija. Mi animal está enfermo de un pensamiento recurrente. Mi animal se acostumbró a pensar en lo sagrado.

Et, voilà:

Aún soy un ángel.
¿Y eso qué significa?

En la frente hay otro lingam, que se llama linga itara. Es el símbolo fálico de la sublimación. Mi animal renuncia a su deseo de tocarte el cuerpo para tocarte el alma. Entonces, te integro dentro de mí. El deseo era una cárcel, si bien tus huesos como barrotes serán el hermoso manjar de un perro o de un gusano.

Puedo, al fin, entender por qué te deseé tanto. Quería ser tú. Quería sentir que soy tú. Pero, al fin descubro que ya soy tú, sobre todo mientras duermes. Gracias a mi deseo de encontrarte entre esta niebla, estoy explorando los mundos invisibles. Allí es donde te encuentro, Hafiz. 




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