¿El infierno? ¿Qué se entiende por infierno?
¡Bah, se ha demonizado demasiado!
He vivido en épocas distintas y, en casi todas ellas, mis curvas eran foco de las maldiciones, mi belleza tenía que ser fruto de un conjuro, mi locuacidad se manchó de tinta oscura, de palabras llenas de mentiras, reproches y despechos. ¿He tenido la culpa de no saber renunciar a mis deseos? ¿Acaso no resignarse es sinónimo de malignidad? ¿Por qué no intentar conseguir todo aquello que por las leyes naturales me habría sido vedado? ¿Por qué no subyugar la voluntad de los amantes? ¿Por qué no pedir deseos a
Pero no siempre fui relacionada con el mal. Antes llevaba las riendas de mi familia, paría con dolor y cuidaba a los moribundos: era la portera del más allá, ayudaba a entrar y a salir a las almas en el mundo. Mi historia casi siempre la han explicado los otros, los que no entienden mi lenguaje, los que han querido ridiculizarme y me han atribuido atrocidades. Para ellos, he sido un monstruo, la tentación personificada, la inmoralidad que ha de aniquilarse. Pero habréis leído entre líneas todos los mensajes cifrados en los recetarios alegóricos de la magia. Ahora, por primera vez en mucho tiempo, escucháis el testimonio directo de una mujer que fue infinitas veces reprobada, cuya carne sació los deseos extáticos y que fue aniquilada en las manos del verdugo.
1 comentario:
a sus pies, Señora
Publicar un comentario