sábado, 21 de abril de 2007

Jamáslandia


Probatura litiritera. Pasaje escrito en el estilo que Joyce denominó:
" ñoño mermeladoso, braguitoso (alto là), con efectos de mariolatría de incienso, berberechos estofados, masturbación, cháchara, circunloquios..." (ver el Ulysses, "Nausicaa")


Procedente del "Libro de arena":


"BIENVENIDA A JAMÁSLANDIA"

"La payasa amargada mira sus huellas, las que nacieron con el pie y el baile. Parecen mordiscos, y sangran (demasiado). Sus ojeras se quejan, doradas, noctámbulas, también hoyadas, como orificios de trompeta, con el silencio insomne de la desilusión.
Y sólo puede decir: “Hace tiempo... las nubes dictaban pasodobles.”
Pero no lo hace. Para qué disolverse en tinta aérea.

Podría recordar sus notas en las islas lejanas. Podría atravesarse los hombros y hacer puenting en el abismo de su espalda. Podría chasquear los dedos y crear paisajes nuevos. Siempre le dijeron que era capaz de trascenderse. Aunque con un poco de sal en la sangre, ya se sabe. Ese salero que se agotó anoche.


(La playa se ríe a carcajadas de su nariz tantalizante.)


Y sólo puede mentir: “¿Habrá otra luz detrás de las estrellas?”



¿Habrá otra luz detrás de las estrellas?















¿Habrá otra maldita luz detrás de las estrellas?










¿Habrá un diantre de luz, luciérnaga, centella, chispa, algo...¡algas detrás de las estrellas!?


Las gaviotas responden: "¡Nooooooooooooooooooooooooooooooo!"


"Y entonces para qué demonios espero", piensa ella.
"Por qué no me tumbo en una hamaca y me lío en los harapos del sueño."

Pero el sueño está mudo, agónico, amordazado. Parece que tartamudea.



Y despliega su paraguas roto y aguarda

a que la eleven unas alas de murciélago

Piensa que si jamás hubiese nacido

el suelo sería más fértil, y no desierto, y no mar estéril



Piensa que si los átomos fuesen manzanas,

el cielo diabólico estaría siempre ante ella.


Piensa que si no se esfumara siempre la palabra disuelta en el aire,

que si las olas no se barriesen después de haber lamido la tierra,

que si el ardor no se maldijese tras haberlo volado todo con la seguridad intrínseca del ahora

que si los años no se erigiesen con su aspecto ilícito de enredadera,

que si los faros húmedos brillasen a través de nieblas,

(y nieblas, y más nieblas...)

y no se empañasen por las colas engañosas de los pavos reales...


si...

si...


¡Ay!

(sin apódosis en el mundo).



Pero está amargada. Y nada puede emblanquecer su negro.

Ni la mismísima sonrisa de Afrodita.

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